WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

El comercio de servicios y la recuperación económica mundial, Cumbre Mundial de Servicios — Washington


> Discursos: Pascal Lamy

Me complace muchísimo participar con ustedes en la Cumbre Mundial de los Servicios para el empleo, el crecimiento y el desarrollo. Esta reunión de ustedes no podría haberse realizado en un momento más oportuno.

Apenas ha pasado un año desde el colapso catastrófico de Lehman Brothers. Desde entonces hemos sufrido la más profunda y general de las crisis económicas que el mundo ha tenido desde el decenio de 1930. Sus efectos han sido devastadores, y ningún país ha quedado al margen. Pero, afortunadamente, gracias a la acción concertada de los gobiernos, lo peor se ha evitado.

La economía mundial está en la senda de la recuperación pero sigue siendo frágil

Pero la situación no admite ninguna complacencia. Aunque asoman retoños de la recuperación, la situación sigue siendo frágil. El crecimiento económico mundial se frenó bruscamente en 2008 y al comienzo de este año. La contracción de la demanda llevó a una desaceleración de la producción y del comercio internacional. Se prevé que el comercio mundial de mercancías disminuirá este año una decena entera de puntos porcentuales, el peor resultado que registra desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Las inversiones extranjeras directas, que en 2008 se redujeron un 15 por ciento, disminuirán aún más según las proyecciones.

La OMC respondió con rapidez a la crisis financiera alertando contra cualquier política aislacionista. Una de mis primeras iniciativas, al desatarse la crisis, fue establecer un mecanismo de vigilancia: una especie de “pantalla de radar” de la OMC para ayudar a sus Miembros a luchar contra las presiones proteccionistas asegurando la transparencia de las medidas adoptadas en respuesta a la crisis. Hasta ahora, en buena medida gracias a las normas de la OMC, no hemos presenciado un “tsunami” de proteccionismo.

Pero no todo va bien en la economía mundial. Nuestros informes de vigilancia indican que las medidas restrictivas del comercio superan hoy las medidas tendientes a facilitarlo en una proporción de dos a uno, a pesar de los compromisos del G-20 de abstenerse de tales medidas.

La desocupación sigue siendo alta, y la Organización Internacional del Trabajo nos dice que habrá de seguir en alza. Lo peor de la crisis puede haber pasado; pero si se desata un viento gélido de proteccionismo, todavía puede segar estos brotes de recuperación. Por eso debemos permanecer vigilantes para asegurar un sistema internacional de comercio abierto. El mejor modo de lograr ese objetivo no es ningún secreto: seguir abriendo el comercio y comprometiéndonos en favor del sistema multilateral.

Una historia de crisis y casualidad

Muchos comentaristas económicos han descrito y analizado los factores de la crisis financiera desde su comienzo. Y si ustedes me lo permiten, como banquero que fui me gustaría aventurar algunas ideas. Con respecto a la crisis pienso que a esta altura el veredicto está claro. En la columna izquierda del balance nada estaba bien y en la columna derecha no quedaba nada. Afortunadamente, no ocurrió así con el sistema de comercio.

Más en serio: tengo la impresión de que tal vez no haya sido ningún analista económico el que mejor captó la situación que tenemos; tal vez haya sido Charles Dickens. Una vez escribió lo siguiente:

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; era el tiempo de la sabiduría, era el tiempo de la necedad; era la época de la fe, era la época de la incredulidad.”

Aunque Dickens no estaba pensando en la economía mundial, sus palabras me parecen particularmente oportunas. Permítanme, pues, que me tome algunas licencias con Dickens y continúe esta “Historia en dos ciudades” que podrían llamarse “Crisis” y “Casualidad”. En esta historia los villanos de la crisis son los “desequilibrios macroeconómicos”, la “laxitud de la supervisión” y las “omisiones de la reglamentación”. Es una historia que todos ustedes conocen bien. Lo que se inició como una crisis financiera, azuzada por la insuficiencia de la reglamentación, se convirtió rápidamente en la peor crisis económica de varias generaciones y la primera crisis verdaderamente mundial en la historia de la humanidad.

El comercio, o más concretamente la liberalización de los servicios financieros, no fue ni el villano de la historia ni la causa de la crisis, sino una casualidad. Como todos ustedes saben, en el mundo del AGCS la “liberalización” se refiere esencialmente a la apertura de determinados sectores a la competencia con criterio no discriminatorio. No significa supresión de reglamentaciones. Está reconocido desde hace mucho tiempo que la apertura de ciertos servicios, como los financieros o los de telecomunicaciones, puede requerir un marco reglamentario para proteger los intereses del consumidor y asegurar mercados competitivos. No es por mera coincidencia que el Anexo sobre Servicios Financieros del AGCS preserva el derecho de los Miembros a adoptar medidas por motivos cautelares aunque no se ajusten a las disposiciones del Acuerdo.

De hecho, el héroe de esta historia de recesión económica, digno de loas que no se le han cantado, es el sector de los servicios. Mientras el comercio de mercancías caía en picado, los servicios han demostrado, comparativamente, su capacidad de resistencia a la crisis.

Devolver el vigor al sector de los servicios será esencial para estimular la recuperación económica. Los servicios, después de todo, son esenciales para impulsar la producción, la distribución y el consumo en la economía mundial. Durante la crisis, la contracción de la liquidez afectó gravemente a los recursos para la financiación del comercio, el sistema de crédito que lubrica los engranajes del comercio internacional. Sin la corriente ininterrumpida de este servicio esencial, el comercio de mercancías habría quedado trabado.

Pero los efectos benéficos de los servicios van mucho más allá de la “financiación del comercio”. Los servicios apuntalan prácticamente la totalidad de las actividades económicas indispensables para el diseño, la producción y la distribución de bienes y otros servicios. No hay nada de sorprendente en que el comercio mundial de servicios, desde el decenio de 1980, haya registrado en realidad un crecimiento más acelerado que la producción mundial y el comercio de mercancías. Más de la mitad de las inversiones extranjeras directas que hoy se efectúan anualmente en el mundo corresponde a servicios.

El comercio de servicios como factor de estímulo de la recuperación económica mundial

Aunque los servicios hayan dejado de ser el “recién llegado” en el ámbito del comercio, les queda todavía algún camino por recorrer para realizar todas sus posibilidades. Los servicios representan casi dos terceras partes de la actividad económica mundial, pero menos de un quinto del comercio del mundo. Aun teniendo en cuenta que el volumen real del comercio de servicios puede haberse subestimado, ya que las estadísticas sobre el comercio internacional sencillamente no abarcan todo el comercio de servicios definido por el AGCS, el margen que queda para su crecimiento es gigantesco.

Según indican investigaciones recientes del “Grupo de Economía Mundial” de la Facultad de Ciencias Políticas de París, a pesar de no aplicarse aranceles a los servicios, el costo de su comercio internacional duplica por lo menos el costo del comercio de mercancías. Se podrán discutir las cifras, puesto que el comercio de servicios está sujeto a reglamentaciones múltiples y variadas que no es fácil cuantificar. Pero basta una estimación aproximada para extraer la conclusión de que la eliminación de esos costos habrá de tener efectos mundiales de gran trascendencia. Por cierto, si hay una conclusión que se desprende con uniformidad de un gran conjunto de estudios económicos es que los beneficios resultantes de una mayor apertura del comercio de servicios exceden con mucho de los que promete la apertura del comercio de mercancías.

Tras el paso de la crisis financiera estamos experimentando una inquietante erosión de la confianza económica en el mundo. Uno de sus síntomas ha sido la vacilación de los gobiernos en cuanto a llevar adelante los compromisos multilaterales respecto del comercio.

Si se considera únicamente el sector de los servicios, los compromisos contraídos en el AGCS, que se adoptaron en su mayor parte hace unos 15 años, han dejado ya de reflejar en muchos casos las realidades del mercado. Los mercados y los gobiernos han avanzado unilateralmente, pero la mayoría de esas medidas de apertura de los mercados no están consolidadas en la OMC. También algunas reacciones recientes a la crisis económica han mostrado la importancia de los compromisos asumidos en la OMC para evitar los retrocesos.

Para acelerar la recuperación económica tendremos que apuntalar la confianza de los pueblos en un sistema abierto de comercio internacional. Tendremos que demostrar que la perseverancia en la reforma de la política y las reglamentaciones en favor del comercio de servicios será decisiva para apoyar la recuperación económica. Esto puede resultar evidente para todos ustedes que asisten a esta Cumbre; pero ustedes son los “conversos”. El desafío consiste en proclamar ese mensaje más allá de estas paredes. Al fin y al cabo, sectores como los del transporte, las telecomunicaciones, los servicios financieros y los de distribución están en la médula de nuestro sistema internacional de comercio. Otros, como los de energía y los relacionados con el medio ambiente, ofrecen posibilidades inmensas, particularmente en la lucha contra el cambio climático.

Al sector privado le corresponde desempeñar un papel fundamental. Como motores del crecimiento y del empleo, el apoyo y el compromiso activos de todos ustedes es indispensable para restablecer la confianza económica en el mundo. Y un paso muy evidente que puede darse en esa dirección es la conclusión oportuna de la Ronda de Doha para el Desarrollo. Al fin y al cabo habrán de ser ustedes, el sector privado, los principales beneficiarios de un nuevo acuerdo comercial mundial. La OMC necesita que participen en estas negociaciones y que colaboren de modo cada vez más estrecho con sus gobiernos sobre los detalles específicos para que la Ronda se complete.

Las negociaciones sobre los servicios en la recta final de la Ronda de Doha en 2010

Los dirigentes mundiales han fijado el año 2010 como plazo para la conclusión de la Ronda. Ha llegado el momento de convertir las palabras en hechos.

La Declaración Ministerial de Hong Kong contiene una “hoja de ruta” para completar las negociaciones sobre los servicios. También establece un claro conjunto de objetivos para todos los modos de suministro.

Si evocamos la Reunión Ministerial de julio de 2008, hace apenas algo más de un año, muchos la verán como el momento culminante de las negociaciones sobre los servicios. La Conferencia de manifestación de intenciones sobre los servicios dio importantes indicaciones de posibles compromisos que superaban las expectativas de la mayoría de los observadores.

Ahora es preciso que esas indicaciones se desarrollen en sus detalles y se traduzcan en iniciativas concretas.

No deja de ser cierto, sin embargo, que el hecho de no haber logrado un avance definitivo sobre la agricultura y las manufacturas hizo perder ritmo a los progresos logrados en general. Es probable que no se haya dedicado a los servicios tantos titulares como a la agricultura y los productos; y algunos comentaristas pueden haber llegado incluso a sostener que se estaba dejando rezagados los servicios. Pero en esto no hay que equivocarse. Los servicios son un pilar esencial del acceso a los mercados en esta Ronda. No habrá Ronda de Doha sin un paquete de medidas importante sobre los servicios, y menos ahora que muchos países con economía emergente han pasado a la ofensiva en ese campo.

Con vistas al futuro, el próximo paso lógico de las negociaciones sobre los servicios en el aspecto relativo al acceso a los mercados es la presentación de ofertas definitivas y proyectos de listas definitivas por los Miembros de la OMC que participan en las negociaciones sobre los servicios. Una decisión sobre el calendario de presentación de esas ofertas resultaría sumamente útil para dar nuevo vigor a las negociaciones. Sin embargo, se comprende que ese calendario no puede establecerse aisladamente respecto de los demás temas, en particular la agricultura y las manufacturas.

También tendremos que avanzar en las esferas de elaboración de normas. Ya se trate de la reglamentación nacional o de las normas del AGCS, incluidas las medidas de salvaguardia urgentes, las subvenciones y la contratación pública, pronto tendremos que examinar con detenimiento qué es lo que puede alcanzarse prácticamente en esta Ronda sobre esas materias.

Otra esfera prioritaria es la aplicación de modalidades para el trato especial de los países más pobres del mundo. Los adelantos alcanzados a ese respecto tienen que acelerarse ahora para establecer un mecanismo que permita a los Miembros conceder una prioridad especial a las exportaciones de servicios procedentes de esos países que son los más pobres.

Mi pronóstico sobre las próximas etapas, que vale tanto para los servicios como en las demás esferas de la Ronda de Doha, no ha variado. La tarea que nos espera a todos es difícil pero no imposible.

Comprendo que a muchos de ustedes les decepcione la lentitud de la Ronda de Doha, y que el destino de las negociaciones sobre los servicios esté vinculado con los demás temas de negociación. Pero no sería sincero pretender que la liberalización de los servicios sería más fácil al margen de la Ronda de Doha.

En todo caso, cualquier acuerdo sobre los servicios concertado fuera de la Ronda de Doha, para que valiera la pena, tendría que abarcar a los principales países que comercian en servicios, que hoy son muchos países emergentes. ¿Sería más fácil convencer a China o al Brasil fuera de la Ronda de Doha para que abrieran más su sector financiero o el de los servicios ambientales? Y, por otro lado, ¿sería más fácil convencer a la UE o a los Estados Unidos fuera de la Ronda de Doha para que facilitaran más la entrada temporal de proveedores de servicios profesionales?

Por todo esto pienso que vale la pena que ustedes hagan pesar su influencia en favor de un acuerdo sobre los servicios en la Ronda de Doha, que en gran medida ya está sobre la mesa. Comprendo su deseo de ver surgir un paquete de medidas ambicioso, y ciertamente lo apoyo, puesto que hoy es lo que claramente tiene sentido. Pero si comparten ustedes este objetivo, es preciso que hagan oír su voz en los corredores de la OMC, en los Parlamentos de sus países y en las discusiones con sus negociadores.

Disponemos de los instrumentos y los medios para completar la Ronda en 2010; lo que ahora necesitamos es la capacidad de dirección que nos lleve a cerrar el trato. Empecé citando a Dickens; permítanme que termine con Molière: “Debemos responder no sólo por lo que hacemos, sino también por lo que dejamos de hacer”.

Muchas gracias por su amable atención.

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