WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

El clima primero, el comercio después — GATTzilla ha quedado atrás

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Señoras y señores,

En 2007, asistí a la reunión de Ministros de Comercio sobre la relación entre comercio y cambio climático que tuvo lugar en Bali. En ella envié un mensaje claro: primero el clima, y luego el comercio. Hoy este mensaje es aún válido. Era un mensaje que estaba y sigue estando destinado a respaldar la Cumbre de Copenhague sobre el Cambio Climático que se celebrará a finales de este año.

Señoras y señores, la crisis del clima que estamos presenciando hoy es el mayor reto al que se enfrenta la civilización tal como la conocemos. La respuesta a esta crisis es una cuestión urgente y prioritaria en el orden del día internacional. Dada la gravedad de la crisis, será necesario que para responder a ella echemos mano de todo nuestro ingenio y toda nuestra creatividad.

Si bien el sistema multilateral de comercio tiene un papel que desempeñar en el entorno económico y político internacional, la finalidad de este sistema de comercio es aumentar, y no reducir, el bienestar humano. No puede constituir un obstáculo a la lucha contra el cambio climático, y en particular a la conclusión de un acuerdo “mundial” sobre el medio ambiente.

Mi mensaje en Bali fue, pues, que quienes estaban participando en las negociaciones sobre el clima tenían que concertar un tratado internacional que sirviera de indicación a la OMC. Para aumentar realmente el bienestar humano, es necesario que el sistema de comercio responda a las señales que le envíe un acuerdo de Copenhague llevado a feliz término. Un sistema de comercio que haga caso omiso del nuevo problema del precio del carbono, es decir, del daño que causan a nuestro planeta las emisiones de gases de efecto invernadero, no hará sino reducir nuestro bienestar. No es de extrañar por ello que los fundadores de la OMC consagraran el concepto de desarrollo sostenible justo en el preámbulo del Acuerdo sobre la OMC.

Ahora bien, volviendo a Bali, debo confesarles que mi mensaje fue acogido con un sentimiento de alivio por la comunidad medioambiental. Muchos ecologistas se esperaban encontrar una OMC cerril, un “GATTzilla” como en su día nos llamaron. Una Organización que irrumpiría torpemente en el debate sobre el clima para imponer a todos el comercio a la fuerza. En cambio, encontraron una OMC acomodaticia, dispuesta a acoger con los brazos abiertos un nuevo acuerdo internacional sobre el clima.

Pero debo explicarles por qué esta posición era tan necesaria entonces para la OMC como lo es ahora. Y ello a pesar de que, desde la reunión de Bali, varios académicos y funcionarios gubernamentales han acudido a mí extraoficialmente para pedirme que revise este mensaje. Se preguntarán ustedes, ¿por qué quieren que se revise ese mensaje? Porque, según dicen, en algunas partes se está elaborando una legislación unilateral para luchar contra el cambio climático que podría incluir medidas comerciales. Y quienes se consideran el blanco de esas medidas desearían que la OMC las fiscalizara, mientras que quienes las están elaborando desearían que la OMC las bendijera.

Mi respuesta a todos ellos ha sido la siguiente. En primer lugar, es importante distinguir entre las medidas destinadas a mitigar el cambio climático que existen actualmente y las que todavía se están contemplando. Dentro de los sistemas de fijación de límites máximos e intercambio de derechos de emisión, algunos ya han introducido, o podrían introducir en el futuro, diversas flexibilidades para atenuar los problemas que el cumplimiento plantea a sus industrias. La libre asignación de permisos para contaminar es un ejemplo de esas flexibilidades, y podría estar relacionada con las normas de la OMC.

Otros están estudiando “ajustes en frontera”, de diversos tipos, para el futuro. Estas medidas podrían consistir en la obligación de que los importadores compren permisos para contaminar en la frontera, o en un impuesto sobre las emisiones de carbono, para alentar a los exportadores a responder de ellas. Estas posibilidades están previstas en directivas europeas sobre el medio ambiente y en algunos de los proyectos de ley que se están estudiando actualmente en los Estados Unidos, los más recientes de los cuales son el Waxman-Markey y el Boxer-Kerry.

Estas “medidas en frontera” se basan en el principio de que, ante la posibilidad de que la Cumbre de Copenhague fracase, quienes iniciaron la lucha contra el cambio climático deben ser los que tomen medidas para establecer condiciones de igualdad en lo que concierne a las emisiones de carbono. Deben compensar la desventaja competitiva que el costo de la mitigación del cambio climático pudiera acarrear a su industria.

La cuestión de la competitividad, que es el argumento dominante en la mayoría de los discursos políticos, se mezcla con el temor a la “fuga de carbono”, es decir, el temor a que las emisiones de carbono se limiten a desplazarse de una parte de nuestro planeta en la que se asuman compromisos a otra en la que no se asuman, anulando de ese modo los beneficios para el medio ambiente.

Es por tanto evidente que algunos países se están protegiendo contra el posible fracaso de un acuerdo de Copenhague. Pero, ¿debería traducirse también esta protección en una solución del tipo “primero el comercio, y luego el clima”, como han sugerido algunos de mis visitantes? Yo diría que no.

Señoras y señores, no hay mejor forma de compensar una ventaja competitiva, o de luchar contra la fuga de carbono, que un acuerdo internacional que incluya al mayor número posible de interlocutores. ¿Se establecerán condiciones de igualdad exigiendo aquí un simple impuesto en frontera o imponiendo allí una simple obligación de comprar permisos para contaminar? ¡Si los impuestos y permisos sirvieran de algo, les aseguro que el mundo nunca hubiera emprendido el largo camino hacia Copenhague!

Es precisamente porque ningún tipo de medida unilateral puede resolver el cambio climático, porque ningún tipo de medida unilateral puede solucionar plenamente el problema de la competitividad, por lo que debemos embarcar a todos en esta iniciativa. De ese modo se reforzará el llamamiento en favor de un acuerdo de Copenhague.

Pero también algunos han acudido a mí en los últimos tiempos para sugerirme que la OMC necesita un “código de subvenciones” específico para el cambio climático. Por supuesto, su principal preocupación es la asignación de permisos para contaminar. Mi respuesta ha sido: díganme exactamente dónde está la deficiencia en las normas actuales. Señoras y señores, es necesario que respondamos con claridad a estas cuestiones antes de enviar negociadores de 153 países Miembros a un proceso de negociación.

Y no nos hagamos ilusiones. Si no se llega a un acuerdo en Copenhague o inmediatamente después, será muy difícil alcanzar un acuerdo en la OMC sobre las medidas comerciales que se podrían utilizar para luchar contra el cambio climático. ¿Por qué razón? Porque muchos se negarían a que el comercio se utilizara como instrumento internacional de negociación y fuente de apalancamiento para definir los contornos del debate sobre el clima.

Esto me lleva a mi siguiente mensaje: la relación entre comercio y cambio climático no ha de ser considerada exclusivamente desde un punto de vista negativo. Existe un gran número de puntos complementarios entre el orden del día del clima y el del comercio.

Recordemos en primer lugar que, mientras estamos hablando, en la OMC está teniendo lugar una negociación sobre el medio ambiente. La Ronda de negociaciones comerciales de Doha incluye un capítulo destinado a acelerar la apertura de los mercados para los bienes y servicios respetuosos del medio ambiente. La importación de muchos de estos bienes y servicios está siendo penalizada, en lugar de ser alentada, y esta es una situación que debemos cambiar.

Pero existen otros puntos complementarios entre el orden del día del clima y el del comercio. El Organismo Internacional de Energía Atómica ha señalado numerosos obstáculos al comercio en el camino hacia un Mecanismo para un Desarrollo Limpio, entre los que se incluyen las tecnologías limpias que se detienen en la frontera y que no llegan a tiempo a los proyectos de ese Mecanismo debido a los obstáculos arancelarios o no arancelarios o a unas formalidades aduaneras engorrosas.

Aunemos nuestros esfuerzos para superar estos obstáculos en la OMC. Todas las cuestiones relativas al Mecanismo para un Desarrollo Limpio que acabo de mencionar pueden abordarse mediante las normas de la OMC y el actual mandato de Doha.

Permítanme que mencione también que la OMC ha publicado recientemente, junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, un informe sobre la relación entre comercio y cambio climático. Su finalidad es mostrar los muchos vínculos que puede haber entre el orden del día del comercio y el del clima. Si bien la prensa se ha fijado sobre todo en la parte del informe relativa a los impuestos en la frontera, porque es el más atractivo de dichos vínculos, estos impuestos no son precisamente los más importantes. Les invito a que valoren por sí mismos este informe.

Señores y señoras, para terminar deseo hacer algunas reflexiones. Los responsables de las políticas ambientales me dicen que el mundo no ha estado nunca tan cerca de llegar a un pacto mundial. Todos los países, desarrollados y en desarrollo, desean hoy hacer frente al cambio climático. Lo que queda por detallar es el modo de hacerlo.

La negociación sobre el cambio climático cuenta con mi pleno apoyo. Este apoyo continuará manifestándose en parte en el hecho de que el orden del día del clima no se reduzca al orden del día del comercio.

El Plan A es un mundo en el que todos asuman compromisos claros con respecto al cambio climático, con arreglo a responsabilidades comunes pero diferenciadas, y en el que el recurso al conjunto de herramientas de la OMC sólo se plantee en la etapa de la aplicación.

El Plan B es un enfoque unilateral del cambio climático, en el que cada uno obre por su cuenta y en el que se cometa el error de reservar un lugar central al conjunto de herramientas de aplicación. Debemos esforzarnos para que el único plan real que tengamos sea el Plan A.

Gracias por su atención.

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