WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Premio “Mundialista del año” — Consejo Internacional del Canadá, Toronto


> Discursos: Pascal Lamy

  

Señoras y señores,
Jim, Peter,
estimados amigos,

Es para mí un placer estar con ustedes esta noche, y es un honor recibir el premio “Mundialista del año” del Consejo Internacional del Canadá. Sé que, durante años, su prestigiosa institución ha promovido el estudio y el diálogo en la esfera de las relaciones internacionales a través de una red que abarca disciplinas académicas, esferas de política general y sectores económicos.

Cuando recibí la carta en la que me invitaban a acudir a Toronto a recibir el premio, me asaltó la curiosidad y consulté el diccionario para ver qué es lo que de verdad significa la palabra “mundialista”. Pues bien, no aparecía. Lo cierto es que no me sorprendió … ˇˇya había oído hablar de Jim Bassilie y su equipo!! Me imaginé que probablemente se trataba de otro de esos inventos canadienses. Luego volveré a retomar el tema, pero, en mi opinión, la innovación, la creatividad -en lo intelectual y en lo comercial-, es uno de los elementos ESENCIALES que nos pueden ayudar a hacer frente a la crisis actual.

El acto de este año se centra en la crisis económica, prestándose especial atención a sus preocupantes repercusiones en la estabilidad de un sistema internacional de comercio abierto, que entiendo que ustedes consideran muy importante, incluso esencial, para lograr una recuperación económica duradera. No puedo estar más de acuerdo en que la serie de crisis que hemos vivido en los últimos meses -crisis en los precios de los alimentos, crisis en los precios del petróleo y crisis financiera- tienen alcance mundial, y para hacerles frente necesitamos ideas y soluciones mundiales.

Nos enfrentamos ahora a la primera crisis mundial de la historia de la humanidad. Una crisis que amenaza con desbaratar el desarrollo económico logrado en muchos países y con erosionar la fe de la gente en un sistema de comercio internacional abierto.

A veces se culpa de la crisis al comercio internacional. Algunos argumentan que la apertura del comercio ha hecho que las economías sean más vulnerables. Yo diría que el comercio no es la causa de esta crisis mundial, sino una de sus víctimas.

Sabemos que los países obtienen beneficios del comercio como consecuencia del aumento de la eficiencia de la economía que ocasiona el hecho de especializarse en productos en los que tienen una ventaja comparativa. Desde el punto de vista económico, no cabe apenas duda de que el sistema multilateral de comercio ha tenido un éxito rotundo. El valor real de los intercambios comerciales se ha multiplicado por 30 desde 1948. El crecimiento de las exportaciones de servicios ha sido también impresionante, ya que su valor ha aumentado de alrededor de 40.000 millones de dólares EE.UU. en 1980 a 460.000 millones de dólares EE.UU. el año pasado.

Esto sigue siendo cierto hoy en día. La apertura del comercio y la reducción de los obstáculos al comercio han sido, son y seguirán siendo esenciales para promover el crecimiento y el desarrollo, mejorar los niveles de vida y reducir la pobreza.

Sin embargo, también es cierto que la apertura de los mercados puede en efecto exponer a los países a una mayor volatilidad. Pero la respuesta no consiste en dar la espalda a la apertura, sino en asegurarse de que la apertura de los mercados vaya acompañada de normas internacionales más justas y de políticas nacionales que ofrezcan a los trabajadores una red de seguridad frente a las duras consecuencias que puede tener la competencia, que les protejan frente a la ahora bien conocida volatilidad del capitalismo de mercado y que favorezcan la innovación y la adaptación al cambio. En resumen, no podemos subestimar la importancia de las políticas nacionales que deben acompañar a la apertura del comercio, y creo que el caso del Canadá es un buen ejemplo de ello.

Los desafíos a los que se enfrentan los dirigentes mundiales no han sido nunca tan graves desde el final de la segunda guerra mundial. Cuando los responsables políticos examinen cuál ha de ser el camino a seguir, harían bien en dejarse guiar por la historia. Ésta nos revela que fueron los errores políticos -o la pasividad- del decenio de 1930 los que transformaron una crisis financiera en una catástrofe económica generalizada. Se dejó que los bancos quebraran. Se permitió que el pánico creciera. Al evaluar las desastrosas consecuencias de esos errores políticos, los políticos, como cabía esperar, culparon a los extranjeros, lo que siempre es una solución fácil, porque los extranjeros no pueden vengarse en las urnas.

En realidad, si va acompañado por las políticas nacionales adecuadas, el comercio puede ser un potente instrumento para fomentar el crecimiento y contribuir al desarrollo económico. Las corrientes comerciales dependen de tres factores: actividad económica, innovación tecnológica y eliminación de los obstáculos al comercio. Se trata de esferas en las que las políticas nacionales tienen gran importancia.

La creatividad y la innovación son a menudo factores clave para el éxito de una empresa, sobre todo al establecer la estrategia en la fase de planificación y al crear nuevos productos y servicios. Jim lo entendió cuando concibió su famosa imagen en movimiento o la blackberry.

Estoy seguro de que Peter Munk también confirmará la importancia de las políticas nacionales que le permitieron crear varias empresas que han logrado resultados extraordinarios.

Eso es lo que el mundo necesita: políticas nacionales que hagan que la comunidad empresarial pueda beneficiarse de la apertura del mercado y al mismo tiempo promuevan enfoques innovadores para hacer frente a la compleja crisis actual en todas sus dimensiones.

Y es también ahí donde, en mi opinión, tienen un papel fundamental instituciones de análisis como el Consejo Internacional del Canadá. Al leer el programa de investigación del CIC, me ha impresionado la amplia gama de cuestiones de políticas general que ustedes examinan, algunas de las cuales hemos debatido en el encuentro que hemos mantenido hoy. Su programa de investigación tiene por objetivo elaborar las mejores recomendaciones posibles para ayudar a fijar la posición estratégica de la política exterior del Canadá en esos temas. Debemos desarrollar nuevas ideas para asegurarnos de que el sistema multilateral de comercio, que en mi opinión constituye un bien público internacional, siga respondiendo a los intereses de todos. Y necesitamos la creatividad para no volver a repetir los errores que cometimos en el pasado.

Como al CIC, me ha preocupado el aumento del proteccionismo. En mi oficina hay ahora una foto de dos hombres sonrientes que se dan la mano. A menudo los visitantes preguntan si son familiares míos, mis tíos, o quizás mis abuelos. De hecho, estos dos caballeros son el Senador Smoot y el Representante Hawley, autores de la famosa Ley Arancelaria de Smoot y Hawley de 1930, que a mi juicio son los verdaderos fundadores de la Organización Mundial del Comercio. Esta foto nos recuerda la aparición de las soluciones comerciales basadas en el “egoísmo nacional”, que pueden escapar rápidamente a nuestro control como ocurrió en los años treinta.

Lo que quiero decir es que, como ustedes, creo que dar marcha atrás en la apertura de los mercados no es la solución a la crisis económica. La historia demuestra que, para los países que dependen del comercio y que se han especializado en función de sus respectivas ventajas comparativas, un retroceso de la apertura acarreará costos importantes para la economía. Es más, la creación de nuevos obstáculos al comercio se verá como proteccionismo y podrá generar represalias por parte de los interlocutores comerciales. Las exportaciones de un país son las importaciones de otro. En lugar de reactivar las economías, las tendencias aislacionistas provocarán un empeoramiento de la crisis mundial. En unos momentos en los que la economía mundial sigue siendo frágil a lo largo y ancho del planeta, y ante la disminución sin precedentes de las corrientes comerciales, debemos transmitir un mensaje claro y creíble de que el proteccionismo no es la respuesta.

Quizá no suene muy innovador, pero creo que uno de los componentes importantes de la solución a la actual crisis mundial es restablecer la confianza y reforzar la estabilidad y previsibilidad del sistema mundial de comercio.

La conclusión de la Ronda de Doha de la OMC, algo que en mi opinión es factible, tendrá justamente ese efecto. La Ronda de Doha es sencillamente el paquete de estímulo mundial que está más a nuestro alcance. La conclusión positiva de la Ronda de Doha demostraría que, incluso en plena crisis económica mundial, las naciones pueden cooperar con éxito para encontrar soluciones mundiales. En unas pocas semanas esta voluntad colectiva se verá sometida a prueba en Copenhague en relación con el cambio climático.

Permítanme darles las gracias una vez más por concederme el premio “Mundialista del año”. Pero estoy aún más agradecido a Jim, a Peter y al CIC por sus permanentes esfuerzos por promover los valores del sistema multilateral de comercio y de la OMC y su Ronda de Doha para el Desarrollo.

Muchas gracias.

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