WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY
Veinte años en el sistema multilateral de comercio y problemas que afronta actualmente el comercio mundial — San José (Costa Rica)
“El papel de la OMC en las políticas comerciales internacionales de las economías pequeñas y abiertas”
Es un placer visitar Costa Rica por primera
vez como Director General de la OMC y celebrar los 20 años de la entrada
de este país en el sistema multilateral de comercio. No les voy a
fatigar con mi español de Normandía, pero quisiera que estas palabras
sirvan para mostrar mi aprecio por el idioma de Cervantes, de Borges y
de Octavio Paz y mi cercanía con todos los que lo hablan.
¿Qué mejor manera de conmemorar dos décadas de participación
satisfactoria en el sistema multilateral de comercio que pensar en lo
que ese sistema representa para un país como Costa Rica?
Resultados económicos y comerciales de Costa Rica
Quiero ante todo expresar mi admiración por el
extraordinario éxito económico que ha logrado Costa Rica al mantener un
ritmo constante de crecimiento y desarrollo a lo largo de muchos años.
Ese proceso, que ha transformado el país, ha tenido lugar además en el
contexto de una notable y sostenida estabilidad social y política. Costa
Rica se ha mantenido al margen de la crisis económica que ha afectado
prácticamente a todos los países del mundo desde hace alrededor de un
año y medio y ha registrado un crecimiento constante de su PIB real de
aproximadamente 5 por ciento en promedio durante varios años; esto
significa que el tamaño de su economía se duplica en menos de 15 años.
Costa Rica no se ha apartado de la economía mundial. Por el contrario,
según el Índice de globalización de la revista Foreign Policy
correspondiente a 2007, ocupa el número 39 entre los países más
globalizados del mundo.
Como es natural, el comercio ha desempeñado un papel fundamental en
estos logros de Costa Rica, y ha crecido generalmente a un ritmo más
rápido que la producción. La importancia del comercio para el país queda
demostrada por el hecho de que la relación comercio/PIB supera el 100
por ciento. El carácter central del comercio para la economía
costarricense explica la atención y el cuidado que su Gobierno depara a
la política comercial y a su participación activa en la OMC y en la
cooperación comercial regional.
Las pequeñas economías y el sistema multilateral de comercio
En lo que concierne a los beneficios que
pueden esperar las pequeñas economías del sistema multilateral de
comercio, quiero señalar en primer lugar que la gran mayoría de los
Miembros de la OMC son países pequeños y medianos. Sería entonces muy
imprudente de mi parte, si la OMC no pudiera ofrecerles nada, Ądecir que
hace esfuerzos denodados por ser una institución de alcance realmente
mundial! Digo esto porque estoy firmemente convencido de que la OMC
tiene algo que ofrecer a todo el mundo y porque me consta que la no
exclusión es una aspiración fundamental de nuestro sistema, que se basa
en efecto en el principio de no discriminación.
Mi segunda observación es que sabemos que hay un margen de mejora por lo
que se refiere a establecer en la OMC condiciones que permitan que todos
defiendan y promuevan eficazmente sus intereses. No cabría esperar que
los países pequeños especialmente si son países en desarrollo o menos
adelantados- cumplan exactamente las mismas obligaciones que los países
más grandes y prósperos, y exactamente al mismo tiempo que esos países,
cuando esas obligaciones no son compatibles con un determinado nivel de
desarrollo. Es preciso reconocer plenamente el “trato especial y
diferenciado”, como lo llamamos en la jerga de la OMC.
Sin embargo, aunque lográramos que todo funcionara perfectamente en la
OMC, no sería posible garantizar que todos los habitantes de los países
pequeños y medianos se beneficiaran del sistema multilateral de
comercio. Los propios países deben adoptar las medidas internas
necesarias para cosechar los beneficios de la apertura del comercio. La
OMC contribuye a generar beneficios, pero no a distribuirlos; esta
función compete a las políticas nacionales.
Otro elemento esencial para asegurar que los países se beneficien es su
participación constructiva, sobre la base de sus intereses nacionales.
Si los gobiernos no participan en las actividades regulares de la OMC y
no se aseguran de que esa participación esté efectivamente en
consonancia con sus aspiraciones, la OMC no podrá aportarles nada
significativo, o se convertirá, en el mejor de los casos, en una fuente
ocasional de beneficios secundarios resultantes de las negociaciones.
Costa Rica es un ejemplo excelente de la conducta contraria.
Por utilizar una metáfora pugilística, la OMC tiene tres tipos de
Miembros: los que pegan de acuerdo con su categoría de peso, los que
pegan por debajo de su categoría y los que pegan mejor de lo que
correspondería a su categoría de peso. No hay duda de que Costa Rica
forma parte del último grupo; ha establecido claramente sus prioridades
y las ha defendido de manera sumamente eficaz en la OMC.
Beneficios de la participación
¿Cómo puede una economía pequeña beneficiarse del sistema multilateral de comercio? Voy a dividir mis observaciones sobre esta cuestión en cuatro elementos, que corresponden a las funciones principales de la OMC.
Apertura del comercio
Permítanme empezar por la apertura del
comercio. En varias rondas sucesivas de negociaciones se han reducido
los aranceles y los obstáculos no arancelarios al comercio, y todos los
Miembros de la OMC se han beneficiado gracias a la aplicación del trato
de la nación más favorecida, o al principio de la no discriminación. Los
logros más importantes en la supresión de los obstáculos al comercio se
han alcanzado en los países industriales en la esfera de los productos
manufacturados. Con la excepción del nivel relativamente elevado de
protección de que gozan varios productos manufacturados de alta
intensidad de mano de obra, los aranceles aplicados en los países
industriales a una gran proporción de esos productos son muy bajos o
nulos. Como sin duda saben ustedes, el panorama es algo más sombrío en
la agricultura, donde la reducción o supresión de los aranceles y las
subvenciones está resultando muy difícil. Y en los servicios no hemos
hecho más que empezar.
De modo que, en términos de lo que se ha hecho, los beneficios se han
distribuido ampliamente debido al compromiso de la OMC con respecto a la
no discriminación. Pero hay que señalar también que se ha hecho menos en
esferas que interesan a los países pequeños y en desarrollo, y que la
corrección de este desequilibrio merced a las preferencias arancelarias
no recíprocas sólo ha sido parcial y discriminatoria. Si intentara
explicar por qué se dice que la OMC no siempre es tan justa como podría
con sus Miembros más pequeños y débiles, tendría que decir que una de
las causas es la pauta histórica de la apertura del comercio para los
productos.
No quiero que se me malinterprete. Creo que la contribución de la OMC a
una mayor apertura de los mercados es muy valiosa. Pero habría sido
todavía más valiosa si los principios de la no discriminación y la
reciprocidad no estuvieran tan estrechamente ligados. Ese vínculo hace
que los países grandes se muestren renuentes a contraer compromisos de
apertura del comercio con los países pequeños, por temor a que otros
países grandes se beneficien de ello sin contrapartida y ofrezcan a su
vez menos reciprocidad.
Creo que ésta es en parte la razón de que el sistema no haya logrado
menos variedad en cuanto a la apertura del comercio para los distintos
productos. Es realmente irónico que ahora que estamos finalmente más
cerca que nunca de corregir este desequilibrio histórico, gracias a las
propuestas mayoritarias formuladas en la Ronda de Doha —en particular,
las relativas a los productos industriales—, los Miembros de la OMC
tengan hasta este momento dificultades para avanzar rápidamente y
completar las negociaciones.
Ahora bien, he observado también en muchos países pequeños una
reticencia similar a definir sus compromisos de acceso a los mercados en
la OMC. Tomemos el ejemplo de Costa Rica, que aplica un arancel medio
real al conjunto de los productos de alrededor del 6 por ciento, con un
máximo autorizado del 42 por ciento. Es obvio que los compromisos que ha
contraído en el marco de la OMC no suponen una limitación para su
política comercial, excepto quizá en casos extremos.
Cabría decir entonces, en términos más generales, que hasta la fecha los
beneficios en términos de acceso a los mercados derivados de la OMC para
las economías pequeñas y abiertas en los mercados de exportación de los
principales países comerciales son positivos, pero no tan amplios como
deberían ser, por las razones que he apuntado.
No obstante, en lo que concierne a las importaciones, muchas economías
pequeñas y abiertas han reducido en las últimas décadas, a veces
considerablemente, los obstáculos al comercio, pero no lo han hecho a
través del sistema multilateral de comercio. La apertura de los mercados
ha sido generalmente unilateral o se ha llevado a cabo en el contexto de
acuerdos comerciales preferenciales. En efecto, más de tres cuartas
partes de las exportaciones costarricenses están o estarán pronto
abarcadas por acuerdos preferenciales.
Uno de los principales retos a los que se enfrentan actualmente los
Miembros de la OMC es la forma de lograr que se establezcan sinergias
entre la apertura del comercio generada por los acuerdos preferenciales
y el sistema multilateral de comercio.
La multilateralización de las preferencias bilaterales puede lograrse de
diversos modos. Uno de ellos es asegurar que los acuerdos comerciales
regionales sean de alta calidad, es decir, que no excluyan productos ni
contengan normas de origen restrictivas que limiten sus efectos. A mi
modo de ver, los acuerdos comerciales regionales deberían tener un
alcance global y gran profundidad, incluso en los sectores delicados, de
modo que la apertura del comercio pudiera generar ganancias dinámicas.
Por ejemplo, la ratificación por Costa Rica del Tratado de Libre
Comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos ha entrañado la
apertura a la competencia de sus mercados de telecomunicaciones y
seguros. El empleo, de la acumulación en las normas de origen abrirá
igualmente vías complementarias conducentes a la liberalización
multilateral.
Otra manera de distribuir más uniformemente los beneficios de los
acuerdos comerciales regionales en vigor, que han analizado algunos
Miembros de la OMC, sería la inclusión en esos acuerdos de cláusulas NMF
o de extinción en que se prevean plazos de ajuste razonables para las
industrias nacionales de carácter sensible. Se lograría así una
convergencia automática entre la apertura bilateral y multilateral del
comercio.
Elaboración de normas
Paso ahora a la segunda función del sistema de comercio, la elaboración de normas. Con el transcurso de los años, la creación de normas ha adquirido cada vez más importancia en la labor de la OMC, a medida que los gobiernos trataban de dar sentido a la realidad económica cambiante. Todos los Miembros de la OMC, grandes y pequeños, se han beneficiado enormemente de la existencia de normas. Ahora bien, al igual que en el caso de la apertura del comercio, no pretendo sostener que la OMC sea perfecta. No todas las normas son tan positivas como podrían. Por esa razón, entre otras, son siempre objeto de negociación en las sucesivas rondas comerciales. Pero las normas de la OMC constituyen un bien público singular, que en mi opinión es una característica sumamente atractiva y valiosa del sistema multilateral de comercio, y que ha resultado extremadamente valiosa en la crisis que estamos atravesando.
Respeto de las normas
En cuanto a la tercera función principal del
sistema de comercio —el respeto de las normas—, el sistema de solución
de diferencias de la OMC ha merecido elogios por su eficiencia en la
solución de diferencias comerciales entre los Miembros de la OMC. Su
éxito demuestra el compromiso de los Miembros de preservar la integridad
de las normas de la OMC y el sistema de cooperación comercial en un
sentido más general.
Es indudable que la posibilidad de hacer cumplir las normas de la OMC
mediante procesos jurídicos respetados da un peso mucho mayor a esas
normas. Todos los países, grandes y pequeños, se han beneficiado del
mecanismo de solución de diferencias. Por ejemplo, Costa Rica ha sido
parte reclamante en tres casos y ha solicitado la celebración de
consultas en otros cuatro.
Fomento de la cooperación mediante la transparencia y el intercambio de información
La última función de la OMC que he mencionado
consiste en promover la cooperación mediante la transparencia y el
intercambio de información. La información sobre las políticas
comerciales de los gobiernos y sobre los cambios en esas políticas es
esencial para su aplicación eficiente. Si está disponible, sus
beneficios pueden ser compartidos por todos, del mismo modo que los
derivados de cualquier bien común.
El intercambio de información también sirve de base para un diálogo bien
informado entre los interlocutores comerciales, y proporciona al mismo
tiempo una plataforma para mejorar el debate sobre las políticas en los
países.
He tratado de darles una idea de cuáles son, en mi opinión, las virtudes
de la OMC como instrumento para promover un mejor entorno comercial para
sus Miembros, incluidas las economías pequeñas y abiertas. Mi objetivo
es asegurar una participación bien informada y un empeño sostenido en
hacer que la OMC funcione eficazmente para todas sus partes. Creo que lo
que digo no es nada nuevo para la mayoría de quienes me escuchan. En
efecto, Costa Rica se ha ganado la reputación de participar seriamente
en el sistema multilateral de comercio, gracias en buena medida a los
esfuerzos de su Misión en Ginebra y de su Ministerio aquí, en San José.
Perspectivas para el futuro
Quiero señalar por último brevemente algunos
de los desafíos que afrontaremos en los próximos meses y años. La
prioridad principal y más inmediata es que los gobiernos tomen las
decisiones necesarias para concluir la Ronda de Doha. Una Ronda
inacabada implica la pérdida de oportunidades económicas y, mucho me
temo, una pérdida de fe en la cooperación multilateral. La Ronda de Doha
no es una isla en un mar de oportunidades: el fracaso de la Ronda
tendría efectos indirectos en otros esfuerzos de cooperación en la
actualidad y en el futuro, y no sólo en el ámbito de la política
comercial. En este mundo interconectado, los países no pueden
simplemente actuar por su propia cuenta sin tener presente el costo de
prescindir de la cooperación internacional.
Por lo que se refiere al comercio, la crisis económica ha sido
devastadora. En 2009 se redujo en un 12 por ciento el volumen de los
intercambios comerciales, aun más que en el momento álgido de la Gran
Depresión. Sabemos que ello refleja principalmente una caída de la
demanda, exacerbada en un comienzo por una escasez general de
financiación para el comercio.
Las consecuencias de esto para las políticas comerciales han sido motivo
de preocupación para muchos pero, hasta la fecha, esas políticas han
seguido sólidamente orientadas hacia la apertura, con apenas algunos
deslices en ciertos casos. El desafío para todos los gobiernos consiste
en preservar la apertura, pese a las presiones proteccionistas que
probablemente persistirán si la recuperación incipiente resulta frágil o
si la tasa de desempleo se mantiene obstinadamente elevada. Debemos
mantenernos vigilantes y preservar la apertura de los canales
comerciales.
Si no podemos finalizar la Ronda de Doha en un futuro próximo y mantener
abiertos los mercados, será más difícil resolver otros problemas en los
que es esencial la cooperación internacional, por ejemplo, cuestiones
como el cambio climático, la coherencia entre un futuro régimen para el
cambio climático y el régimen comercial, la gestión del incremento de
los precios y la escasez de algunas materias primas, y una coherencia
adecuada entre los enfoques regionales y multilaterales de la
cooperación comercial. Esta no es una lista exhaustiva, pero creo que sí
denota la necesidad urgente de que todos aportemos la contribución que
nos corresponde para llevar adelante el programa de trabajo en la esfera
del comercio.
Para terminar, quiero citar un discurso pronunciado recientemente por el
Presidente Arias en la Tercera Reunión Ministerial de la Iniciativa
“Caminos a la Prosperidad en las Américas”. Como dijo usted, Sr.
Presidente, “Si aspiramos a la prosperidad, no debemos bajarnos del tren
del libre comercio. Por el contrario, debemos asegurarnos de que cada
vez más y más personas lo puedan abordar”. Costa Rica ha sido un cliente
fiel y se ha beneficiado del tren del libre comercio. Sólo tengo para
usted palabras de apoyo, Sr. Presidente, cuando alienta a otros a
abordarlo.
Le agradezco una vez más su invitación a participar en la celebración de
este acto. Muchas gracias.
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