WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

“Impulsores del crecimiento sostenible”
Cumbre económica del G-20, Toronto (Canadá)


> Discursos: Pascal Lamy

  

Querido John:

Enhorabuena por haber logrado esta impresionante reunión de dirigentes empresariales para analizar las fuerzas que impulsan el crecimiento sostenible.

La reunión tiene lugar cuando hay indicios de que empezamos a superar la más grave crisis económica de los últimos decenios; una crisis que ha afectado a muchas de sus empresas y destruido millones de puestos de trabajo.

Ahora que es posible que estemos dejando atrás la crisis, es esencial que se consolide la recuperación económica mundial para poder reparar los daños causados por la crisis financiera. Hoy es tan necesario el reordenamiento de las finanzas públicas como el crecimiento económico.

La apertura del comercio y las inversiones internacionales son factores fundamentales de ese proceso, ya que pueden impulsar el crecimiento mundial y favorecer el ajuste macroeconómico para corregir diversos desequilibrios existentes y volver a niveles sostenibles económica y políticamente.

Por ese motivo, el comercio -y su función como motor del crecimiento- debe ser parte integrante del marco que el G20 ha ido creando desde la cumbre de Pittsburg para lograr un crecimiento equilibrado sostenible.

El comercio, que ha sido una de las actividades más perjudicadas por la crisis financiera, se contrajo bruscamente a partir del último trimestre de 2008, y en 2009 registró una caída sin precedentes del 12 por ciento. A nivel mundial, la porción del PIB correspondiente al comercio descendió en un tercio, debido a que las cadenas de suministro internacionales agravaron la contracción y la distribuyeron por todo el mundo, poniendo de manifiesto el alto grado de integración alcanzado por la economía mundial.

La principal causa de la contracción del comercio ha sido el hundimiento de la demanda agregada. Lo cual no es sorprendente, habida cuenta del alto nivel de endeudamiento al que habían llegado los consumidores en América del Norte y algunas partes de Europa en 2008 y de la rapidez con que la asfixia del crédito bancario repercutió negativamente en ese consumo.

La restricción del crédito tuvo efectos adversos en la actividad comercial debido a la escasez de financiación del comercio a corto plazo, por ejemplo mediante cartas de crédito, de importancia fundamental para muchos países en desarrollo, así como para pequeñas y medianas empresas en todo el mundo. El paquete de medidas de apoyo a la financiación del comercio acordado por el G20 en Londres el pasado año ha contribuido sustancialmente a resolver ese problema. Pero, para las empresas de numerosos países en desarrollo de bajos ingresos, la financiación del comercio sigue sujeta a graves limitaciones de disponibilidad y asequibilidad. Por ese motivo es importante que no se tenga prisa por suprimir ese paquete de medidas y que se ofrezca financiación específica para el comercio a fin de atender esas necesidades.

Más sorprendente, quizás, es el limitado papel desempeñado por el proteccionismo comercial en la contracción del comercio durante el último año. Probablemente, el proteccionismo es el único efecto secundario de la crisis que no se ha manifestado todavía. La estrecha vigilancia por la OMC de las restricciones al comercio ha puesto de manifiesto alguna tendencia hacia el proteccionismo en los países del G20, pero, en conjunto, el impacto de las nuevas restricciones ha sido limitado, y no más del 1 por ciento de las corrientes comerciales mundiales ha resultado afectado desde 2008. El tradicional barómetro de las presiones proteccionistas es el incremento de la demanda de medidas correctivas comerciales por el sector privado, y ese incremento no se ha producido aún: las acciones antidumping, compensatorias y de salvaguardia emprendidas se mantienen en niveles anteriores a la crisis.

Mientras tanto, numerosos Miembros de la OMC han aplicado medidas de apertura de sus economías durante los últimos 18 meses. Un ejemplo es el Canadá, que ha suprimido este año un número sustancial de aranceles a la importación de insumos para el sector manufacturero, maquinaria y equipo, y ha prometido nuevas reducciones en el futuro.

Las normas comerciales multilaterales han ayudado a los gobiernos a resistir a las presiones proteccionistas y mantener abiertos los mercados durante la crisis, es decir, han desempeñado la función para la que se concibieron y han impedido que se pierdan las ventajas derivadas de unos mercados mundiales más abiertos y competitivos. Para las empresas, esto es una valiosa póliza de seguro que reduce el riesgo comercial e incrementa la rentabilidad a largo plazo de las inversiones. Para los países en desarrollo, se trata de un logro importante, dada su mayor dependencia del comercio internacional.

Pero aún no estamos fuera de peligro. La vigilancia constante frente al proteccionismo es necesaria mientras los niveles de desempleo sigan siendo inaceptablemente altos. Aunque la incidencia de nuevas restricciones comerciales haya sido limitada hasta ahora, su acumulación constituye un impedimento para la recuperación. Cuanto más tiempo se mantengan en vigor medidas con efectos de restricción y distorsión del comercio, mayor arraigo tendrán los intereses económicos especiales dependientes de esas medidas, y más difícil será suprimirlas.

Una importante medida que los gobiernos del G20 pueden tomar ahora es anunciar estrategias de desactivación de las restricciones al comercio y las subvenciones que han introducido temporalmente, y empezar a aplicar esas estrategias tan pronto como la recuperación económica nacional sea un hecho.

Asimismo, los gobiernos deben tener presente que la póliza de seguro que la OMC representa para la apertura del comercio no es algo que pueda darse por descontado. El contrato actual se hizo a mediados del decenio de 1990, al término de la Ronda Uruguay, y la crisis ha sacado a la luz aspectos en los que se necesita una actualización.

El pago de una nueva prima de la póliza de seguro mediante la conclusión de la Ronda de Doha para el Desarrollo puede facilitar mucho el logro de ese objetivo, al poner límites más estrictos y jurídicamente vinculantes al alcance de las restricciones al comercio, las subvenciones relacionadas con el comercio y las campañas proteccionistas. Además, aportará a la economía mundial un paquete de incentivos muy necesario que no habrá de ser sufragado por las tesorerías nacionales.

Actualmente, las negociaciones de la Ronda de Doha se hallan en un punto muerto. Aunque se ha realizado el 80 por ciento del trabajo, los negociadores sopesan el 20 por ciento restante, observándose mutuamente y esperando que el otro haga el primer movimiento. Obviamente, nadie quiere hacer ese primer movimiento por miedo a acabar a merced de los otros sin obtener nada a cambio.

Culminar la Ronda de Doha es técnicamente viable. Pero, para lograrlo, tenemos que salir de ese punto muerto táctico y político. Los negociadores deben volver a examinar las concesiones recíprocas y transigir mutuamente para elaborar ese paquete de resultados finales que ustedes están esperando.

Recordemos que las negociaciones comerciales nunca han sido fáciles. La apertura del comercio requiere que haya más ganadores que perdedores. Pero, con frecuencia, los segundos muestran más determinación que los primeros para defender su terreno en los parlamentos.

Por ese motivo, necesitamos que las empresas hagan oír su voz con fuerza. “Una voz firme de la primera línea del comercio mundial”, como señaló ayer John Manley. Una voz firme de la cumbre empresarial del “B20”. Ustedes saben hasta qué punto la apertura del comercio es esencial para incrementar la eficiencia y, como resultado, favorecer el crecimiento y el desarrollo. Pero también saben que, en un mundo cada vez más interconectado, para mantener el comercio abierto es preciso que sigamos abriendo el comercio. Por esa razón tenemos que recorrer el último tramo de la Ronda de Doha. Y, para hacerlo, necesitamos que ustedes den muestras de su interés a los gobiernos de sus países. Como líderes del B20 deben hacer saber a los líderes del G20 que, para ustedes, es prioritario mantener abierto el comercio y concluir la Ronda de Doha.

El G20, como foro básico de la cooperación económica mundial, tiene la especial responsabilidad de infundir dinamismo a las negociaciones de la Ronda de Doha. Aun cuando las negociaciones se celebren en Ginebra entre los 153 Miembros de la OMC, Toronto debe servir para dejar claro que los líderes del G20 están dispuestos a gastar un capital político en sus países para llevar la Ronda de Doha a la línea de meta. Ése será el más claro indicio de que el G20 sigue comprometido con una economía abierta y sostenible.

Espero que la reunión de Toronto nos dé el impulso político que necesitamos para volver a ponernos manos a la obra en Ginebra. Asimismo, espero que, cuando se celebre la próxima reunión del G20 en Seúl, podamos tocar la campana que anuncie la llegada de las negociaciones de la Ronda de Doha a su meta.

Gracias por su atención.

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