WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

La Organización Mundial del Comercio y los Objetivos de Desarrollo del Milenio: la cooperación mundial en marcha


> Discursos: Pascal Lamy

  

Profesor Pauwelyn,

Señoras y Señores:

En septiembre próximo, la comunidad internacional habrá de reunirse en Nueva York para la Cumbre de los Objetivos de desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas.

Hace diez años, los dirigentes del mundo adoptaron la Declaración del Milenio con sus ocho Objetivos, comprometiéndose en un esfuerzo sin precedentes para hacer frente a la pobreza en el mundo en sus múltiples aspectos. Esto representó un logro histórico de la comunidad internacional, y durante el último decenio los ocho Objetivos de desarrollo del Milenio, con sus 21 metas y sus 60 indicadores, han constituido el plan —a nivel tanto mundial como nacional— para encauzar los esfuerzos mundiales destinados a atender las necesidades de desarrollo de los países más pobres del mundo.

Los 192 Miembros de las Naciones Unidas volverán a reunirse en la Sede de la Organización en septiembre de este año para hacer un balance de los progresos alcanzados respecto de los Objetivos, determinar las principales lagunas y problemas en relación con cada uno de ellos y planificar los próximos pasos a medida que nos aproximamos al plazo de 2015 para la realización de los ODM.

En estos diez años se han invertido esfuerzos considerables. La cooperación, no sólo entre los gobiernos, sino también entre todas las organizaciones internacionales y regionales, así como el compromiso de la sociedad civil, han contribuido a lograr progresos en determinados Objetivos. Pero no cabe duda de que es mucho más lo que hace falta realizar. Aún estamos muy lejos del principal objetivo de reducir la pobreza en el mundo a la mitad. Sin duda se han hecho progresos importantes, sobre todo en Asia; pero la crisis financiera y económica mundial ya ha destruido una parte de esta labor, desplazando a más personas por debajo de la línea de pobreza y proyectando sombras sobre los logros de los Objetivos.

La Cumbre también dará ocasión para que las organizaciones internacionales incluida la OMC— ofrezcan su apoyo a los países para el logro de determinados ODM. La OMC está firmemente empeñada en ello. Permítanme que me refiera brevemente a la forma en que la labor de la OMC está contribuyendo a su realización.

Al crear un sistema multilateral de comercio estable, la OMC se sitúa en la vanguardia de los esfuerzos tendientes a crear un entorno propicio para el crecimiento y el desarrollo de los países. La OMC ayuda, en un sentido muy fundamental, a crear las condiciones necesarias para que el comercio sea un factor de crecimiento económico. Esto no es una mera afirmación teórica, sino que sus resultados pueden comprobarse en las pautas de crecimiento de los países que han adoptado una política de apertura comercial.

Desde luego, no es lo mismo crecimiento económico que desarrollo; el desarrollo es un proceso multifacético. Pero el crecimiento económico es una condición previa importante para que pueda realizarse el desarrollo. Las oportunidades de acceso a los mercados que puede ofrecer el comercio internacional, cuando las acompañan adecuadas medidas de política interna, pueden asegurar que el comercio internacional contribuya a la creación de empleos, impulse los niveles de crecimiento, mejore los niveles de vida y ayude a los países a alcanzar sus objetivos sociales y de desarrollo.

Nada tiene de extraño, entonces, que el comercio internacional —y, por extensión, la labor de la OMC— figuren en un lugar destacado en los ODM.

Las actividades fundamentales de la OMC están comprendidas en lo principal en las metas que establece el octavo ODM. Esas metas indican que la comunidad internacional reconoce en el comercio mundial un importante motor del desarrollo. También reconocen que, para que el sistema de comercio genere efectivamente un crecimiento económico real, es preciso que sea “abierto, basado en normas, previsible y no discriminatorio”. Esto constituye la piedra angular de la Meta A del octavo ODM, y corresponde estrechamente a la actividad fundamental de la OMC de regular el comercio internacional, reducir los obstáculos al acceso a los mercados y asegurar condiciones más equitativas para todos sus Miembros.

Además, de conformidad con lo establecido en la Meta B del octavo ODM atender las necesidades especiales de los países menos adelantados— la OMC está comprometida en un esfuerzo por ampliar los beneficios que pueden obtener sus Miembros más pobres.

Al elaborar sus normas, la OMC reconoce las limitaciones de capacidad de esos países en cuanto a asumir compromisos relacionados con el comercio. La OMC siempre se ha empeñado en establecer las excepciones y exenciones convenientes para que los países menos adelantados puedan utilizarlas como espacio político si así lo desean. Es con ese ánimo que la OMC colabora estrechamente con los países menos adelantados y con otras organizaciones internacionales a fin de lograr un resultado positivo de la Cuarta Conferencia de las Naciones Unidas sobre los PMA, que tendrá a Turquía por anfitrión en 2011.

Además, la OMC también tiene un programa de trabajo para los pequeños Estados insulares en desarrollo y contribuye permanentemente a los esfuerzos internacionales encaminados a atender las necesidades de los países en desarrollo sin litoral, en consonancia con la Meta C del octavo ODM.

La OMC también ha contribuido al logro de la Meta E del octavo ODM, que procura mejorar el acceso a medicamentos asequibles. Los Miembros de la OMC han convenido en una enmienda de las normas de la OMC que otorga a los países en desarrollo un mejor acceso a los medicamentos esenciales.

Pero la contribución de la OMC al logro de los ODM va más allá del octavo Objetivo. En realidad, los ODM no pueden considerase aisladamente: todos están vinculados entre sí. Las actividades de la OMC también repercuten en el séptimo ODM, que tiene por objeto asegurar la sostenibilidad ambiental y proteger la diversidad biológica. En el Acuerdo por el que se establece la OMC se reconoce que las relaciones económicas de los Miembros deben tender a “la utilización óptima de los recursos mundiales de conformidad con el objetivo de un desarrollo sostenible”. Los Miembros de la OMC también están desarrollando negociaciones en que se estudian las relaciones entre el comercio y el medio ambiente y negociaciones que procuran reducir los obstáculos al comercio de bienes y servicios ambientales.

Es evidente, pues, que gran parte de la labor que se cumple en la OMC está vinculada directa o indirectamente con los ODM. Pero sería impropio de mi parte que no mencionara otros dos elementos de suma importancia en los actuales trabajos de la OMC y que tienen una repercusión profunda en cuanto a ayudar a los países a alcanzar los ODM: el objetivo de completar la Ronda de Doha de negociaciones comerciales rápidamente y de forma orientada al desarrollo, y la iniciativa complementaria de Ayuda para el Comercio.

La Ronda de Doha se puso en marcha en noviembre de 2001. Los Miembros de la OMC reconocen el importante papel que puede desempeñar el comercio internacional en la promoción del crecimiento económico y el desarrollo, y en consecuencia han convenido en poner las cuestiones relativas al desarrollo en el centro de la nueva ronda de negociaciones. Un aspecto fundamental de las negociaciones de Doha consiste en abordar algunos de los desequilibrios de las normas del comercio que han afectado a las posibilidades de exportación de los países en desarrollo.

No tengo ninguna vacilación al afirmar que, a juzgar por lo que se encuentra ya en la mesa de negociaciones, habrán de surgir para los países en desarrollo importantes oportunidades de exportación.

En materia de agricultura, hay un acuerdo de eliminar las subvenciones a la exportación, consideradas el tipo más perjudicial de subvenciones agrícolas. Se encuentra sobre la mesa un tope de la cuantía total de las subvenciones causantes de distorsión del comercio que los países desarrollados podrán otorgar a sus agricultores, así como un máximo respecto de determinados productos para evitar una concentración excesiva de la ayuda. En materia de aranceles sobre los productos agropecuarios, los países desarrollados reducirían sus aranceles en no menos del 52 por ciento, y los países emergentes en no más del 36 por ciento. Hay flexibilidades para unos y otros a fin de atender sensibilidades específicas. Puesto que se alega a menudo que los países en desarrollo disponen de una ventaja comparativa en muchos productos agrícolas, una mayor apertura del sector agropecuario será de gran provecho para ellos.

Análogamente, respecto de los aranceles sobre productos industriales, está sobre la mesa una reducción de aranceles basada en una fórmula con arreglo a la cual los aranceles más elevados se reducirían en un porcentaje mayor. Esto atendería las crestas arancelarias y la progresividad arancelaria, dos características bien conocidas del legado de colonialismo económico. La fórmula se aplicaría sin excepciones por los países desarrollados, mientras que los países en desarrollo dispondrían de algunas flexibilidades limitadas. También hay un acuerdo en cuanto a negociar mayores reducciones en sectores específicos con carácter voluntario. El resultado final sería una combinación de reducciones de los tipos actualmente aplicados y una reducción de los máximos, con lo cual se aseguraría un acceso a los mercados mayor y más previsible.

La conclusión de la Ronda de Doha también haría realidad una aspiración de larga data de los PMA: el acceso a los mercados libre de derechos y de contingentes para sus productos de exportación. La mayoría de los países en desarrollo Miembros de la OMC ya han alcanzado el umbral de 97 por ciento en el otorgamiento de acceso a sus mercados libre de derechos y de contingentes para los productos originarios de los PMA, y la conclusión satisfactoria de la Ronda aseguraría que todos los países desarrollados dieran ese beneficio a los PMA.

También se crearán importantes oportunidades de acceso a los mercados mediante la apertura del comercio de servicio, que hoy constituye una parte muy importante de nuestras economías. Además, al tratar de mejorar la eficiencia de las transacciones agilizando la circulación, el levante y el despacho de las mercancías a través de las fronteras, habrán de surgir nuevas oportunidades para mejorar la participación de los países en desarrollo en el comercio mundial.

En síntesis: si se completa la Ronda de Doha, y una vez que ello ocurra, el sistema multilateral de comercio será más abierto —en particular para las exportaciones de los países en desarrollo— y tendrá una estructura normativa más firme que lo hará más equilibrado, sobre todo para los intereses y las preocupaciones de los países en desarrollo. Por consiguiente, la conclusión satisfactoria de la Ronda de Doha contribuirá a ayudar a esos países en su objetivo de alcanzar los ODM, en particular en su lucha por atenuar la pobreza.

Pero debo añadir que, si bien la conclusión de la Ronda de Doha crearía oportunidades de acceso a los mercados, para que esas oportunidades se traduzcan en beneficios reales los países en desarrollo, y en particular los menos adelantados, necesitarán todavía asistencia para desarrollar su capacidad de oferta y mejorar su infraestructura relacionada con el comercio.

Este es el fundamento en que se basa la iniciativa de Ayuda para el Comercio, que la OMC puso en marcha en 2005. En su aspecto esencial, la Ayuda para el Comercio se refiere al suministro de asistencia financiera y técnica a los países en desarrollo a fin de que puedan “producir más y comerciar mejor”. Mediante la iniciativa de Ayuda para el Comercio, la OMC —en asociación con otras organizaciones internacionales— está desempeñando una importante función para ayudar a los países en desarrollo a mejorar su participación en el comercio mundial y aproximarse más, de ese modo, al cumplimiento de sus aspiraciones de desarrollo.

Los resultados positivos de la Ayuda para el Comercio pueden comprobarse en el aumento de los compromisos que se produce año tras año. En 2007, la Ayuda para el Comercio se incrementó en un 20 por ciento, aproximadamente, respecto del período de base de 2002-2005, alcanzando los compromisos a más de 30.000 millones de dólares EE.UU., frente a la cifra anterior de 25.000 millones. El aumento de los compromisos de Ayuda para el Comercio para 2008 ha sido aún más notable, y las estimaciones preliminares indican un incremento del 35 por ciento que lleva la cuantía a 42.000 millones de dólares EE.UU. Es muy importante señalar que estos aumentos de los compromisos de Ayuda para el Comercio se han alcanzado sin afectar a los compromisos mundiales en los sectores sociales que son fundamentales para el logro de los ODM.

La reciente crisis financiera y económica mundial ha puesto a prueba a la OMC y sus compromisos y normas vinculantes. Parece que estamos en la senda de la recuperación, parte de lo cual puede atribuirse a que los Miembros de la OMC han respetado sus compromisos en el régimen de la OMC y no han recurrido a un proteccionismo generalizado.

Las normas y principios de la OMC han ayudado a los gobiernos a mantener abiertos los mercados, y esas mismas normas ofrecen hoy una plataforma a partir de la cual el comercio puede crecer a medida que mejora la economía mundial. Esto tiene particular importancia para los países en desarrollo, cuya economía depende más del comercio internacional que la economía de los países más ricos.

Creo sinceramente que una conclusión rápida de la Ronda de Doha puede dar un gran apoyo a los países en su empeño por alcanzar las metas establecidas en la Declaración del Milenio. La mayor apertura de los mercados y el fortalecimiento de las normas mundiales de comercio que se obtendrán habrán de contribuir de modo fundamental a la solidez de largo plazo de la economía mundial y a las aspiraciones de desarrollo de los países en desarrollo. También es decisivo que el nivel de las corrientes de Ayuda para el Comercio se mantenga en el futuro, por lo que cabe recibir con gran satisfacción el compromiso de la reunión del G 20 de Toronto de “mantener el impulso de la Ayuda para el Comercio”. Los miembros del G-20 reconocen así que los efectos de la crisis, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo no hacen más que acentuar la necesidad de compromisos sostenibles y previsibles de Ayuda para el Comercio.

En conclusión, permítanme decir que la OMC concentra sus esfuerzos y su empeño en que la Cumbre de los ODM de septiembre de 2010 alcance el éxito y se oriente a resultados concretos, en lo que a mi juicio constituye un momento importante para que la comunidad internacional reflexione sobre los logros alcanzados hasta ahora y actúe respecto de los problemas que se plantean. La principal contribución de la OMC se referirá al octavo de los ODM, mediante la conclusión oportuna y satisfactoria del PDD y el fortalecimiento del sistema multilateral de comercio. Al mismo tiempo, la OMC seguirá colaborando también con otras organizaciones internacionales para impulsar el logro de todos los demás ODM. Hace falta un esfuerzo enérgico en todo el mundo, en colaboración y armonía, para que los Objetivos de desarrollo del Milenio se alcancen, y la OMC está profundamente empeñada en apoyar esos esfuerzos.

Muchas gracias por su amable atención.

Servicio de noticias RSS

> Si tiene problemas para visualizar esta página,
sírvase ponerse en contacto con [email protected], y proporcionar detalles sobre el sistema operativo y el navegador que está utilizando.