Es una gran satisfacción para mí pronunciar
algunas palabras con ocasión del lanzamiento de la publicación más
emblemática de la OMC, el Informe sobre el comercio mundial. Cada año
elegimos un tema de política comercial de interés actual y analizamos
detalladamente sus aspectos destacados. En el Informe sobre el comercio
mundial no se pretende indicar de forma definitiva o prescriptiva cómo
se debe abordar una determinada cuestión en un marco de cooperación
internacional, sino que se tratan los temas de forma exploratoria,
procurando identificar elementos teóricos útiles, su importancia
práctica y su incidencia en las políticas. De esta forma, nos esforzamos
por comprender mejor cuestiones a veces complejas y por enriquecer el
debate sobre la forma en que deben de afrontarlas los responsables de la
adopción de las políticas.
Reconozco, no obstante, que defiendo una posición, la de la cooperación
frente al enfrentamiento. Esto se corresponde con la razón de ser
fundamental de la existencia de la OMC: ofrecer a los gobiernos un
contexto en el que puedan identificar sus intereses mutuos y actuar en
consecuencia, aun cuando entrañen soluciones de compromiso.
En una u otra forma, los recursos naturales son de importancia
fundamental prácticamente para todo cuanto hacemos, para aquello de lo
que dependemos y para la forma en que conducimos nuestra existencia. En
efecto, los recursos naturales son esenciales para la vida humana. Por
eso tiene tanta importancia la forma en que los administramos y
consumimos o comerciamos con ellos. Los recursos no renovables, como el
petróleo y el gas natural, se transforman en la energía indispensable
para producir prácticamente cualquier otro bien o servicio, y los
recursos renovables, como los bosques, el pescado y los acuíferos,
figuran entre los activos naturales más valiosos del mundo.
Los mercados de recursos naturales están evolucionando, debido
principalmente al rápido crecimiento y al aumento de la demanda en
algunas partes del mundo, especialmente en algunos países asiáticos. Los
recursos naturales tienen una presencia importante en el comercio
mundial y representan casi la cuarta parte de las exportaciones de
mercancías. Aunque el volumen de este comercio se ha mantenido estable
durante el último decenio, su valor ha crecido el 20 por ciento anual.
Los recursos naturales tienen características singulares que en
ocasiones pueden obligar a revisar hipótesis económicas básicas y la
estructura de las normas que rigen el comercio. El hecho de que sean
esenciales para muchos procesos de producción y de que, al mismo tiempo,
su suministro sea limitado o resulten agotables y potencialmente finitos
si no se administran de forma adecuada plantea una dificultad. Su
extracción y utilización deben ser gestionadas de forma racional para
que se puedan conciliar las necesidades contrapuestas de las
generaciones actuales y futuras. El uso poco cuidadoso de estos
valiosísimos activos por la sociedad de hoy puede tener graves
consecuencias para la sociedad de mañana.
Por su naturaleza, algunos recursos naturales son lo que denominamos
recursos “de libre acceso” potencial. Esto significa que pueden ser
utilizados sin tener en cuenta que son limitados o agotables y sin que
su precio refleje su escasez real. Si no se establece un control eficaz
por parte del gobierno o un sistema de derechos de propiedad que se
pueda hacer cumplir, estos recursos se sobreexplotarán y extraerán a un
ritmo inadecuado desde el punto de vista social.
La manera de extraer y consumir los recursos naturales puede provocar
también graves efectos ambientales negativos. Muchos recursos naturales
se distribuyen de forma muy desigual entre los países y ello puede abrir
la perspectiva de beneficiarse del comercio pero también generar
tensiones entre quienes poseen los recursos y quienes quieren acceder a
ellos. Por distintas razones, los precios de los recursos naturales
pueden experimentar fuertes fluctuaciones y ello puede causar tensiones
internacionales. Esa volatilidad también puede plantear dificultades
para la política de desarrollo.
También pueden plantearse problemas para el desarrollo cuando las
economías de países pequeños están dominadas por un solo recurso natural
o por un número muy reducido de ese tipo de recursos, pues esto puede
hacer difícil conseguir una estructura de desarrollo homogénea que
suponga una menor dependencia de un único sector. Las rentas económicas
asociadas a la extracción y utilización de tales recursos también pueden
plantear en ocasiones graves problemas de gobernanza.
A medida que el mundo se recupera de la recesión global, es probable que
los intereses contrapuestos existentes en el comercio de recursos
naturales se conviertan en una fuente más importante de tensiones
políticas. En esas circunstancias es particularmente importante contar
con unas normas comerciales bien diseñadas, que se consideren
equitativas y eficaces. El comercio de recursos naturales se
desarrollará con independencia de si la comunidad mundial se ha dotado o
no de unas normas adecuadas, dado que las necesidades que motivan esos
intercambios persisten y aumentan con el paso del tiempo.
Sin embargo, unas normas poco adecuadas entrañan el riesgo de agudizar
las actitudes nacionalistas respecto de los recursos naturales cuando
las políticas comerciales están determinadas por las diferencias de
poder entre los países y por políticas de empobrecimiento del vecino.
Cabe destacar que en lo que respecta a la política comercial, las
restricciones de las importaciones suelen ser mínimas y tener pocas
consecuencias económicas. Esto refleja la escasez intrínseca de los
recursos naturales y el interés de los países importadores en conseguir
recursos naturales como insumos para su producción.
Es más bien la política de exportación la que domina los debates sobre
el comercio de recursos naturales. La teoría económica nos enseña que
son varios factores los que explican la razón por la que los gobiernos
pueden querer restringir las exportaciones de recursos naturales. Las
restricciones pueden tener efectos de distorsión, estar orientadas a
conseguir ventajas en la relación de intercambio o responder al intento
de rectificar disfunciones del mercado y efectos externos de varios
tipos que no tienen en cuenta los mercados. Es posible que los gobiernos
quieran diversificar la actividad económica y promover las ramas de
producción nacionales reduciendo los precios de insumos esenciales para
la producción, efecto que se puede conseguir estableciendo un impuesto o
una restricción a la exportación.
Por otro lado, es posible que los gobiernos quieran reducir las tasas de
extracción por razones ambientales o preservar los recursos para las
generaciones futuras. Algunos gobiernos también dependen de los
impuestos a la exportación para obtener sus ingresos. Aunque ninguna
gran doctrina económica sostiene que éstas son políticas negativas que
nunca deben aplicarse, es bien sabido que dichas políticas, si no se
formulan y se llevan a la práctica cuidadosamente, pueden imponer costos
indebidos a los países que las aplican y a los países extranjeros
interesados en adquirir recursos naturales de los que carecen.
Creo que en este breve análisis de todas estas cuestiones relacionadas
con la economía y el comercio de los recursos naturales he aportado
argumentos suficientes para demostrar la importancia de la cooperación
internacional. Sin duda, hay diferencias importantes entre los intereses
nacionales en este ámbito, pero creo también que existen soluciones de
compromiso que pueden beneficiar a todos. Ésta es la razón por la que es
crucial trabajar activamente para reforzar la cooperación internacional
en esta esfera y por la que es tan importante la coherencia entre las
diferentes instancias de la cooperación internacional.
Gracias por la atención que me han dispensado.
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