WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

“Las causas antropógenas de la volatilidad de los precios”
Foro mundial sobre los productos básicos, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, 31 de enero — 1 de febrero de 2011


> Discursos: Pascal Lamy

  

Señoras y señores:

En los últimos 50 años, los precios de los productos básicos han evolucionado en forma cíclica, con aumentos y disminuciones de diversa magnitud y duración.  Tras un período de disminución constante entre 1995 y 2002, los precios internacionales invirtieron su tendencia.

En 2011 aumentará el precio de la mayor parte de los productos básicos, a medida que el crecimiento del PIB mundial impulse una demanda encabezada por las economías emergentes.  Se ha calculado que el PIB mundial aumentará en un 4 por ciento este año.  Más del 70 por ciento del crecimiento se registrará en mercados emergentes con una fuerte demanda de productos básicos.  China, la India y América Latina, en particular, actuarán como impulsoras respecto de  los productos básicos a nivel mundial.

En términos generales, es probable que el alza de precios sea más pronunciada para el petróleo crudo, debido a la contracción de las reservas mundiales, el cobre, el oro, el maíz y las habas de soja.  En varias regiones del mundo las existencias de maíz y de soja han disminuido a causa de las sequías y de los biocombustibles;  se ha registrado además una demanda mucho mayor de soja en Asia.

El alza de los precios del gas natural, el zinc y el ganado podría ser menos marcada.  Los altos precios de los cereales han hecho que se reduzca la demanda de animales vivos.  Si se confirma, el alza de los precios tendrá, probablemente, un carácter volátil.  Los mercados tendrán que hacer frente a dificultades como riesgos soberanos, persistentes, el temor de que las economías de alto crecimiento puedan adoptar políticas erróneas y períodos de elevado valor del dólar.

Si bien el alza de los precios podría suponer un alivio temporal para las economías dependientes de los productos básicos, la subida de los precios de los alimentos suscita enorme preocupación en todo el mundo.  Apenas superada la crisis de los precios de los alimentos de 2008, el mundo parece haber entrado en una nueva etapa de alza de precios.  Actualmente la subida de los precios de los alimentos está atizando la inflación mundial, a lo que hay que sumar una inestabilidad política de proporciones difíciles de imaginar. 

La cuestión de la volatilidad de los precios de los productos agrícolas figura entre las principales prioridades que se ha fijado para este año el G-20, que ha previsto abordarla mediante mecanismos innovadores que permitan impulsar las inversiones y la productividad en el sector agrario, aumentar la disponibilidad de alimentos y promover la agricultura en pequeña escala.  El objetivo del G-20 es así mitigar la volatilidad de los precios sin distorsionar los mercados.

La volatilidad es sin duda una cuestión que reviste gran importancia para el Foro mundial de los productos básicos.  Dado que me dedico personalmente a la tarea “a largo plazo” de la elaboración de normas, permítanme que haga algunas observaciones sobre las ventajas que ofrecen las normas del comercio mundial para atenuar, al menos en parte, esa volatilidad, en particular la que ha sido generada de forma artificial mediante obstáculos al comercio creados artificialmente, como los muros arancelarios, las subvenciones que tienen por efecto la contención de la subida de precios y las restricciones a la exportación.  Los efectos más nefastos de la volatilidad se observan en los mercados restrictivos y  cerrados.  Sus efectos disminuyen en los mercados abiertos, es decir, los de mayor envergadura.

Desde la creación del sistema multilateral de comercio hace unos 60 años, los aranceles medios aplicados a nivel mundial a los productos industriales y agrícolas han disminuido considerablemente.  Se han creado normas para las subvenciones y la competencia leal.  Se han establecido normas para las reglamentaciones sanitarias y fitosanitarias que afectan al comercio de productos básicos como el trigo, el arroz y el maíz.  Y el libro de normas de la OMC sigue abierto.

Pero, gracias a la Ronda de Doha de negociaciones comerciales, los Miembros de la OMC tienen la oportunidad de desmantelar un número aún mayor de los obstáculos artificiales que dificultan el comercio de productos básicos.  Tienen asimismo la posibilidad de reducir las crestas arancelarias que subsisten en los países desarrollados (como los altísimos aranceles sobre el arroz que se aplican en partes del Hemisferio Norte) y la oportunidad de reducir los aranceles de las economías emergentes y las subvenciones a la agricultura otorgadas en los países desarrollados que distorsionan el comercio internacional.  El algodón, producto de gran importancia para muchos de los presentes en este Foro, es un ejemplo claro de la distorsión del comercio que causa la concesión de subvenciones.  Estas subvenciones dejan a los países en desarrollo fuera de los mercados internacionales y les impiden competir en condiciones justas.

Para algunos de los países más pobres del mundo, cuyo comercio internacional depende de sólo uno o dos productos básicos, la Ronda es también una oportunidad de abordar la progresividad arancelaria, es decir, el fenómeno del aumento de los aranceles con la elaboración, que desalienta la industrialización en los países en desarrollo y afecta a una amplia gama de productos básicos, desde el cacao hasta los metales,  y que es un legado de las pautas comerciales coloniales.  De hecho, al concluir esta Ronda, los países menos adelantados obtendrían un acceso a los mercados de los países desarrollados casi totalmente libre de derechos y de contingentes. 

La Ronda de Doha también ofrece la oportunidad de abordar los impuestos a la exportación y las restricciones a la exportación de productos agrícolas.  No cabe duda de que en el libro de normas de la OMC hay un desequilibrio entre la severidad de las normas aplicables a las importaciones y su relajación en lo que respecta a las exportaciones.  Por ejemplo, en la OMC se permiten algunas prohibiciones y restricciones a la exportación destinadas a aliviar las escaseces críticas de alimentos.  Estas restricciones afectan a los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios y, de hecho, podrían hacerles morir de hambre.  Además, pueden impedir que el Programa Mundial de Alimentos cumpla su función, privándole de los alimentos con los que puede ayudar a otras personas. 

Estas restricciones fueron la causa más importante de la explosión de los precios en el mercado del arroz en el período 2007‑2008;  en aquel momento no se había observado ningún desequilibrio fundamental de los mercados.  El incremento del precio de los cereales registrado en el período 2010-2011 también tiene mucho que ver con las restricciones a la exportación impuestas por Rusia y Ucrania después de que ambos países sufrieran una grave sequía.  Espero que se logre generar la voluntad política necesaria para superar esa situación.

Una vez concluida, la Ronda de Doha lubricará los engranajes del comercio internacional de productos básicos, dando al mundo en desarrollo su justa parte del mercado.  Mejorará el funcionamiento de lo que, en definitiva, no es más que una correa de transmisión entre los países en los que hay demanda y aquellos en los que hay oferta.  En el caso del comercio de alimentos, la crisis medioambiental hace aún más necesaria una correa de transmisión que funcione adecuadamente.  Las sequías y otras catástrofes naturales no deberían privar de alimentos a ninguna parte del mundo. 

Señoras y señores, el comercio de recursos naturales fue, de hecho, el tema central del Informe sobre el Comercio Mundial del año pasado.  Les insto a que lean ese informe y, en particular, a que apoyen el marco normativo del comercio mundial, que puede contribuir a una mejor reglamentación y ordenación de los mercados de productos básicos, y a que lo fortalezcan a través de la Ronda de Doha.

Gracias por su atención.

 

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