WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Los diez primeros años del Centro de Asesoría Legal en Asuntos de la OMC— Una mirada retrospectiva y prospectiva

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Buenos días y muchas gracias por haberme invitado a intervenir en este acto de celebración del décimo aniversario del establecimiento del Centro de Asesoría Legal en Asuntos de la OMC.

Como posiblemente recordarás, Frieder, en mayo de 2006 visité el Centro.  Esa ocasión me confirmó lo que había venido oyendo entonces de diversas fuentes, que en sólo cinco años el Centro de Asesoría Legal había adquirido la autoridad y la influencia de una organización internacional bien desarrollada.

En aquella ocasión observé que el Centro “proporcionaba un bien público esencial para hacer realidad los objetivos de la OMC”, y que “al velar por que todos los Miembros compartan las ventajas jurídicas de la OMC, el Centro de Asesoría contribuye a la eficacia del sistema jurídico de la OMC, en particular de sus procedimientos de solución de diferencias, y al logro de los objetivos de desarrollo de la OMC”.  Cinco años después esas palabras siguen siendo igualmente válidas, porque prestar asistencia jurídica a los países en desarrollo sobre la normativa de la OMC en general, y en particular sobre las diferencias en la OMC, es la razón de ser del Centro.

Aprovecho esta oportunidad para felicitar a Frieder y a su equipo, así como a los miembros de la Junta Directiva, por haber hecho del Centro un verdadero éxito.  También deseo felicitar a Claudia Orozco y Otto Genee, conocidos como los progenitores del Centro.  “Chapeau” a ellos por su visión, sentido común y dinamismo sin tregua, sin los cuales el Centro no existiría.

De hecho, la previsión de Claudia y de Otto fue realmente notable:  ¿quién habría imaginado que 10 años después el Centro habría prestado asistencia a países en desarrollo y menos adelantados en cerca de 40 diferencias, ofrecido formación a más de 200 delegados y respondido a una necesidad cada vez mayor de asesoramiento jurídico, emitiendo más 200 dictámenes jurídicos sólo el año pasado y un total de 900 desde que se estableció el Centro?

Naturalmente huelga decir que un sistema de comercio basado en normas no debe ser solamente seguro y previsible, sino también equitativo e imparcial.  La seguridad, previsibilidad, equidad e imparcialidad son las notas distintivas del sistema de solución de diferencias de la OMC.  Al garantizar que todos los Miembros — grandes y pequeños, ricos y pobres — disfruten de un sistema basado en normas, y no en el poder económico o político, la solución de diferencias no es, como Bob Hudec dijo en una ocasión del sistema de solución de diferencias del GATT, un sistema “que responde más a los intereses de los fuertes que de los débiles”.

No se trata de una observación puramente teórica.  En la práctica, en el sistema de solución de diferencias de la OMC ha habido numerosos ejemplos de países en desarrollo Miembros que han vencido en diferencias a grandes naciones comerciales.  De hecho así fue en la primera decisión que adoptó el Órgano de Apelación en el asunto de la gasolina reformulada.

Sin embargo, para los arquitectos del ESD era evidente que, en vista de los recursos económicos y humanos limitados, algunos países en desarrollo, y en especial los PMA, tendrían dificultades para recurrir al sistema de solución de diferencias, incluso tratándose de un sistema concebido para tratar a todos equitativamente.  Sabían que la capacidad de los Miembros para utilizar de manera eficaz este sistema es esencial para que puedan obtener todas las ventajas a que tienen derecho en virtud de los Acuerdos de la OMC.  También eran conscientes de que era necesario que todos los Miembros pudieran participar plenamente para que el sistema de solución de diferencias lograra su objetivo fundamental de ser, como se enuncia en el párrafo 2 del artículo 3 del ESD, “un elemento esencial para aportar seguridad y previsibilidad al sistema multilateral de comercio”.

Por esos motivos el ESD trata de abordar la situación especial de los países en desarrollo Miembros estableciendo diversas normas sobre trato especial y diferenciado y encomendando a la Secretaría que ponga a disposición de los países en desarrollo que lo soliciten un experto jurídico competente para que les ayude en la solución de diferencias.  Sin embargo, la Secretaría está obligada a ser neutral y la asistencia jurídica que presta solo puede ser muy limitada.  Por lo tanto, la existencia de una organización independiente como el Centro de Asesoría Legal en Asuntos de la OMC, cuya misión es proporcionar a los países en desarrollo y los PMA la capacidad jurídica necesaria para que puedan aprovechar plenamente las oportunidades que ofrece la OMC, es esencial.

Las disposiciones especiales del ESD no eliminarán por sí solas, y ni siquiera aliviarán necesariamente, las limitaciones de recursos económicos y humanos con que tropiezan algunos países en desarrollo para participar plena y efectivamente en las diferencias sustanciadas en la OMC.  El volumen abrumador de normas de la OMC, unido a la complejidad cada vez mayor de los casos y a la ya considerable jurisprudencia, a menudo lleva a los Miembros, incluso a los desarrollados, a recurrir a asesoramiento jurídico externo especializado.  Sin embargo, contratar los servicios de despachos jurídicos privados no es una opción para muchos Miembros, especialmente para los más pobres.

Por esa razón algunos países en desarrollo Miembros han propuesto la idea de establecer un fondo especial dentro de la OMC para financiar la participación de los países en desarrollo en el sistema de solución de diferencias.  Sin embargo, como ya he indicado, la Secretaría tiene la obligación de ser neutral y probablemente sería difícil establecer un procedimiento para asignar esos fondos a fin de evitar todo conflicto de intereses.  A mi juicio, lo mejor sería reforzar el Centro, que desde 2001 ha prestado asistencia jurídica asequible y de alta calidad, a través de su equipo de competentes abogados y asesores especializados en temas comerciales, a numerosos países en desarrollo que intervienen en diferencias.

Creo que la mejor forma de evitar toda sospecha de conflicto de intereses es establecer un funcionamiento claramente distinto de la OMC.  Si se observa a los Miembros de la OMC, es justo decir que la participación de los países en desarrollo en el sistema de solución de diferencias de la OMC ha sido efectiva.  De hecho, en 2010 la mayoría de los casos iniciados los plantearon países en desarrollo.  Además, hubo más países en desarrollo que países desarrollados que participaron como terceros en las diferencias.  Los países en desarrollo siguen participando activamente este año.  Por ejemplo hay una diferencia en curso en la que intervienen Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Honduras contra la República Dominicana;  la apelación en la diferencia Tailandia — Cigarrillos afecta a dos países en desarrollo Miembros de Asia;  el caso planteado por Indonesia sobre los cigarrillos de clavo de olor;  el caso de México sobre los productos de atún;  el caso antidumping de Viet Nam sobre los camarones, y el de Filipinas relativo a los impuestos sobre los aguardientes.  El Centro de Asesoramiento interviene en muchos de estos casos, así como en diferencias entre países desarrollados cuando ayuda a los países en desarrollo a participar como terceros en esas diferencias.

Sin duda se podría aducir que los países en desarrollo que acabo de mencionar no son PMA.  Es cierto.  De hecho, hasta la fecha solamente un PMA ha participado directamente en un procedimiento del ESD.  Las razones son numerosas, pero personalmente creo que son los miembros del Centro los que tienen que enfrentarse a esta realidad y trabajar para mejorarla, inclusive aproximándose a los representantes de los PMA en la OMC.

Sería negligente si no destacara también la importante labor que realiza el Centro al emitir dictámenes jurídicos, que ayudan a los países en desarrollo a comprender y defender mejor sus derechos, cumplir sus obligaciones y lograr sus objetivos de política comercial de forma compatible con las normas de la OMC.  No cabe duda de que este servicio también contribuye a evitar diferencias y a solucionarlas.  Yo mismo tuve la oportunidad de experimentarlo cuando se me pidió que prestara mis buenos oficios en la diferencia sobre el banano.  El Centro de Asesoría Legal, que asesoraba a los países latinoamericanos, hizo un trabajo admirable.  Las amplias actividades de formación y el programa de adscripción de personal del Centro también han contribuido a mejorar la capacidad de los Miembros en desarrollo.  Quizás haya que reconocer al Centro algún mérito por el hecho de que, desde que se creó la OMC, aproximadamente el 50 por ciento de los miembros de grupos especiales procedían de países en desarrollo.

El Centro no podría llevar a cabo toda esta excelente labor sin las contribuciones generosas de sus miembros, países desarrollados y en desarrollo, incluido su miembro más reciente, Australia.  Estas contribuciones inestimables sólo pueden servir para reforzar el sistema multilateral de comercio.  Aunque me satisface señalar que los recursos deberían ser suficientes para financiar el funcionamiento del Centro durante el período 2012-2016 — siempre que sus principales contribuyentes sigan prestando apoyo- su financiación sigue siendo frágil.  Depende del apoyo de unos cuantos países, en lugar de contar con una financiación de amplia base, segura y previsible.  Teniendo en cuenta la función crucial que el Centro desempeña para mantener un sistema multilateral de comercio basado en normas viable y digno de crédito, confío en que esta situación pueda cambiar.  Por supuesto, esto es algo que corresponde ante todo al Centro, pero saben que estoy dispuesto a ayudar y defender sus argumentos ante posibles donantes.

Sin embargo, el Centro no puede dormirse en sus laureles.  Como nos enteramos en el Foro Público de la OMC hace dos semanas, el déficit de capacidad de los países en desarrollo ha cambiado:  ya no se trata simplemente de participar efectivamente en las diferencias sustanciadas en la OMC.  Es cierto que esa cuestión era crucial cuando se creó el Centro hace 10 años, pero eso ya se ha conseguido.  Actualmente el Centro tiene que hacer frente a cuestiones menos evidentes, a menudo más complejas, relacionadas con la participación de los países en desarrollo en el sistema multilateral de comercio en su conjunto.  Entre ellas figuran las repercusiones en los derechos de participación de los Miembros de la OMC en regímenes preferenciales, acuerdos comerciales regionales y acuerdos de inversión que, según sostienen algunos, pueden reducir los derechos reconocidos en la OMC.  El Centro tiene que encontrar una forma eficaz de prestar asesoramiento jurídico a los países en desarrollo sobre esas cuestiones que, a primera vista, no parecen estar relacionadas con la OMC o con el mandato del Centro.  Sin embargo, este tipo de asesoramiento es fundamental para los Miembros de la OMC que quieren que sus derechos en esta Organización, incluido el recurso al mecanismo de solución de diferencias de la OMC, no queden comprometidos por descuido.

Permítanme terminar felicitando al Centro con motivo de su décimo aniversario por su valiosa contribución a la eficacia del sistema de solución de diferencias de la OMC.  No me cabe duda alguna de que los próximos años seguirá desempeñando una función fundamental para garantizar que todos los Miembros puedan beneficiarse de uno de los logros más perdurables de la OMC, un sistema de solución de diferencias seguro y previsible.  También estoy seguro de que el Centro es capaz de ayudar a los países en desarrollo a resolver los numerosos problemas, nuevos y complejos, que se vislumbran en el horizonte.  Ello se debe a que, como hemos visto a lo largo de los últimos 10 años, el Centro no solo ha proporcionado a los países en desarrollo toneladas de pescado sino que, lo que es más importante, les ha enseñado a pescar y sigue haciéndolo.  Esa es la clave del futuro.

Gracias por su atención.

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