WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

El panorama cambiante de la OMC


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Señoras y señores:

Es para mí un honor estar hoy aquí en el Instituto Japonés de Asuntos Internacionales, una entidad que ha fomentado el debate y la comprensión de los asuntos internacionales durante más de 50 años.

Quiero centrarme hoy en la manera en que han cambiado en los últimos años aspectos fundamentales del comercio internacional y en lo que esto significa para la forma en la que gestionamos las relaciones comerciales internacionales.

Hay dos hechos en el ámbito del comercio internacional que tienen una importancia crucial a este respecto.

El primero guarda relación con el auge de las principales economías emergentes y el cambio en la realidad económica que ello implica.

El segundo se refiere a la internacionalización de los procesos productivos, que lleva a un aumento de la interdependencia, a la ampliación de los vínculos comerciales y a un interés común más profundo en el buen funcionamiento del sistema de comercio.

 

La composición cambiante de la producción, el comercio y la IED en el mundo

Tanto en el PIB, como en el comercio y la inversión, la participación relativa en la actividad económica está pasando rápidamente de las actuales economías industriales hacia las economías en desarrollo y emergentes.  Esto ha ocurrido, por cierto, a medida que crecía la producción mundial, que se ha duplicado en los últimos 20 años.

Sólo en los últimos 10 años, la participación de las economías en desarrollo y emergentes en el PIB mundial ha aumentado del 37 al 49 por ciento en paridad de poder adquisitivo.  Desde comienzos de este siglo, la participación de las economías en desarrollo en la actividad económica mundial ha pasado de ser algo más de una tercera parte a casi la mitad.  Se mire como se mire, es una transformación rápida.

El volumen de exportación se ha cuadruplicado con creces en los últimos 30 años.  El valor del comercio Sur-Sur ha aumentado de alrededor de un 10 a un 40 por ciento del comercio total.  La participación de los países en desarrollo en las exportaciones mundiales ha pasado del 33 al 43 por ciento en los últimos 10 años.  Las exportaciones de China han crecido a un asombroso ritmo del 20 por ciento anual en términos de valor.

En la inversión extranjera directa se observa un panorama parecido de composición cambiante.  Las entradas de IED en todo el mundo se han estancado en promedio en la última década, pero la parte correspondiente a los países emergentes y en desarrollo ha pasado del 19 al 52 por ciento;  esto equivale a la parte correspondiente a las economías desarrolladas en 2010.

 

La importancia de las cadenas de suministro mundiales en el comercio

Me ocuparé ahora de las cadenas de suministro mundiales.  Este fenómeno tiene ya varias décadas, pero se ha hecho cada vez más prominente y recibe en consecuencia más atención en las políticas.  Asistimos actualmente a la fragmentación de los procesos productivos a nivel internacional.

En este “comercio de tareas”, ya no tiene sentido basarse exclusivamente en las corrientes comerciales brutas como medida de la interacción internacional a través del comercio.  Las cifras brutas pueden ser muy engañosas.  Tenemos que pensar dónde se añade el valor en los productos.

Quiero expresar aquí mi reconocimiento por la labor pionera realizada por el Instituto de Desarrollo Económico — Organización de Comercio Exterior del Japón (IDE-JETRO) en lo que se refiere a analizar el comercio en valor añadido.  Hemos tenido en la OMC el privilegio de colaborar estrechamente con el IDE-JETRO en una publicación conjunta titulada “Trade Patterns and Global Value Chains in East Asia”, que ha aclarado el funcionamiento de las cadenas de suministro mundiales y sus repercusiones en el comercio internacional y ha ofrecido nuevas ideas al respecto.

Me permito señalar tres aspectos fundamentales de estas nuevas modalidades en el comercio.

El primero es el empleo.  Si se examinan de forma superficial las estadísticas comerciales brutas, sería fácil deducir que un iPhone de Apple importado de China simplemente está hecho en China, lo que sugeriría que todos los puestos de trabajo necesarios para producir ese artículo son puestos de trabajo chinos.  Pero esto es sumamente engañoso.  De hecho, China añade una pequeña fracción de valor a ese producto — como se refleja en el precio final —, normalmente en la fase de ensamblaje.  La participación de China está muy por debajo del 10 por ciento.  Mientras tanto, muchos otros países, incluidos el Japón, los Estados Unidos y Corea, habrán añadido valor y creado puestos de trabajo mediante el diseño, la producción de componentes, la creación de la marca, la comercialización y otros varios servicios que forman parte del producto.  Además, en el caso de algunos productos a los que pueden incorporarse servicios de post-venta o productos de software posteriores a la venta, la cadena de suministro va más allá de la venta al por menor del producto.

Esta realidad tiene enormes implicaciones para la forma en que pensamos que se ven afectadas las naciones por el comercio, y se aplica a muchos productos y servicios en las economías.  Desde el punto de vista de una economía, en su totalidad, no es correcto pensar unidimensionalmente que las importaciones quitan puestos de trabajo y las exportaciones los crean.  El panorama es mucho más complicado.

En segundo lugar, la medición de las corrientes comerciales bilaterales en términos de valor añadido presenta un panorama muy diferente al que estamos más acostumbrados en lo que respecta a los superávit o los déficit, y ello nos permite poner en perspectiva el debate sobre las políticas.  El superávit comercial de China con los Estados Unidos en los últimos tiempos, por ejemplo, es aproximadamente un 40 por ciento inferior a lo que podría deducirse de las cifras comerciales brutas.

Mi tercer argumento se desprende de los dos anteriores.  Lejos quedan los días en los que teníamos que pensar en el comercio como un mundo de “ellos” y “nosotros” — sus exportaciones y nuestras importaciones, y a la inversa.  Durante demasiado tiempo hemos permitido que esta manera de pensar tergiverse el verdadero carácter de las relaciones comerciales internacionales.  Ello ha creado una mentalidad maniquea, alimentada por la preocupación espuria de la reciprocidad, y ha hecho que se pierda de vista la verdadera naturaleza de nuestra interdependencia y de los beneficios del comercio entre las naciones.

 

Cuestiones de política que plantea el análisis de las cadenas de suministro

Esta evolución plantea varias cuestiones cuando reflexionamos sobre la forma de enfocar nuestro mundo de producción integrada desde una perspectiva basada en las políticas.  En mi opinión, ello merece un examen más detenido.

Un desafío consiste precisamente en la forma de descomponer los complejos elementos de la producción de la cadena de suministro en sus componentes, especialmente en el caso de los servicios.  Algunos servicios están radicados en componentes físicos y se cuentan como mercancías.  Otros forman parte de las fases de producción anterior y posterior a la manufactura.  Juntos representan una gran parte de los costos de producción totales.  La comprensión de los insumos de los servicios permite que los gobiernos piensen en las formas en que los productores podrían incorporar más valor añadido en las cadenas de suministro, y también en la manera de establecer el mejor marco normativo para los servicios.

Otro desafío se refiere a la evaluación y la gestión de los riesgos en las cadenas de suministro.  La minimización de los costos puede entrañar riesgos que deben abordarse.

Un tercer desafío es cómo facilitar el comercio de maneras que puedan alentar la participación de las pequeñas y medianas empresas en la producción de la cadena de suministro, teniendo presente que las PYME han demostrado estar entre los principales creadores de puestos de trabajo.  Estas cuestiones ya se están tratando en parte en las negociaciones relativas al Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.  Sin embargo, seguramente se podría hacer más para aumentar la transparencia mediante bases de datos adecuadas.

Un cuarto desafío se refiere a la forma de equilibrar la generación de valor económico con los imperativos sociales, medioambientales y de empleo.  Este es el desafío consistente en conformar el modelo apropiado de “optimización con restricciones”.

Todos éstos son elementos fundamentales de un análisis completo de cómo deberíamos gestionar las redes de producción internacionales.  Muchos de ellos tienen implicaciones para la naturaleza y la formulación de los instrumentos de cooperación internacional en el ámbito de las políticas.

 

¿Cómo afecta la distribución internacional de la producción a la cooperación comercial multilateral y regional?

La apertura del comercio establecida a lo largo de los años en contextos multilaterales y regionales, junto con una buena dosis de medidas unilaterales encaminadas a reducir los obstáculos al comercio, han disminuido la importancia de los aranceles.  Al mismo tiempo, han cobrado mucha más importancia las normas sobre el comercio.  Hoy día nos preocupamos mucho más que en el pasado por los reglamentos y las normas, y por los obstáculos administrativos al comercio.  No todos estos factores están necesariamente concebidos para reducir o complicar el comercio.  Algunos están destinados simplemente a lograr una mayor eficiencia y a mejorar la gobernanza.

En un mundo en el que los acuerdos comerciales preferenciales se han hecho tan prominentes, es posible que encontremos pros y contras.  Por un lado, muchos de estos acuerdos han contribuido de manera significativa a aumentar las oportunidades comerciales, más allá de lo que se podía conseguir en un contexto multilateral.  También han creado un “dividendo NMF” en áreas en que la reforma y la facilitación han generado beneficios que no están limitados únicamente a las partes en los acuerdos comerciales preferenciales.

Sin embargo, se plantean por otro lado, dos cuestiones en particular.  Una es que las múltiples normas de origen entrecruzadas establecidas para proteger las preferencias en el marco de los acuerdos comerciales preferenciales pueden resultar en sí mismas un auténtico obstáculo al comercio.

Una segunda amenaza que se plantea con la integración más estrecha dentro de grupos determinados es que los enfoques reglamentarios de los acuerdos comerciales preferenciales pueden divergir, acumulando problemas para casos posteriores de integración más plena.

En lo que respecta a las cadenas de suministro, es importante recordar que los efectos de los obstáculos innecesarios al comercio, especialmente cuando éstos se plantean en una etapa temprana e inicial de la cadena, aumentarán cada vez que los componentes o servicios afectados crucen una frontera.  Los obstáculos se multiplican en las estructuras de integración verticales.

Esto, a mi modo de ver, exige que se preste mucha atención a la posibilidad de multilateralizar algunos de estos enfoques divergentes, pero en última instancia compatibles, para obtener los beneficios del comercio.

 

¿Deberíamos replantearnos nuestro enfoque de las negociaciones sobre los elementos fundamentales del programa comercial?

Una cuestión obvia que se plantea a raíz de la manera en que la política, las tecnologías y las prácticas empresariales han transformado la producción a nivel internacional es si debemos actualizar nuestro enfoque para negociar una mayor cooperación entre las naciones.  Creo que tenemos aquí un programa de investigación emergente, y en esta etapa solamente quiero plantear algunas cuestiones para reflexionar sobre ellas.  Mencionaré unas cuantas;  no se trata en absoluto de una lista completa, y tampoco las menciono por orden de prioridad.

En primer lugar, ¿tiene sentido negociar sobre las mercancías y los servicios por vías separadas, en el marco de acuerdos diferentes, como hacemos ahora?  Hemos aprendido del funcionamiento de las cadenas de suministro, en particular, lo suficiente para apreciar lo estrechamente vinculadas que están las políticas en los ámbitos de las mercancías y los servicios.

En segundo lugar, ¿sería posible encontrar maneras innovadoras de gestionar las normas de origen, en los casos en que éstas se consideren necesarias, con el fin de reducir o eliminar sus efectos inhibidores y de aumento de los costos en el comercio?

En tercer lugar, ahora que las medidas no arancelarias se han convertido en una parte tan importante del conjunto de herramientas de la política comercial, ¿cómo deberíamos abordar la convergencia necesaria de los regímenes normativos?  ¿Mediante la armonización?  ¿El reconocimiento mutuo?  ¿Cuál es el foro apropiado para abordar esa convergencia?

En cuarto lugar, dados los vínculos orgánicos existentes entre el comercio y la inversión, ¿deberíamos seguir compartimentando estas dos maneras de acceder a los mercados?

En quinto lugar, ¿tiene sentido separar la política comercial de la política de competencia?  Algunas veces pueden parecer sustitutivas, pero hay entre ellas muchas sinergias que son pertinentes para las condiciones del mercado.

En sexto lugar, considerando la interdependencia entre los países en las cadenas de suministro, ¿deberíamos replantearnos la motivación y la utilidad de las medidas comerciales correctivas, como los derechos antidumping o compensatorios?  Podría tener sentido replantearse esta cuestión respecto de algunos productos en que las importaciones y las exportaciones están íntimamente vinculadas.

Como ya he dicho, me limito a formular estas preguntas para incitar a una mayor reflexión.  Espero haber alentado suficientemente al Instituto Japonés de Asuntos Internacionales para que nos ayude a encontrar respuesta a todas ellas.

Quiero por último rendir tributo a la incalculable contribución del Japón a la creación de un sistema multilateral de comercio estable y eficaz.  Cuento con el Japón para que nos ayude a profundizar la cooperación comercial mundial en el futuro.

Gracias por su atención.

 

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