Me complace enormemente estar aquí hoy ante la comunidad empresarial europea en Singapur para analizar la evolución del comercio y de la política comercial.

La economía mundial

Pero antes que nada, permítanme que sitúe el comercio en el contexto de la evolución general de la economía mundial.  Desde hace algunos meses nos preocupa de nuevo la solidez de la economía mundial, que logró recuperarse de la gran recesión que se produjo después de 2008.

Esta parte del mundo contribuyó en gran medida a esa rápida recuperación, ya que en muchas economías de Asia se volvieron a registrar sólidas tasas de crecimiento, mientras Europa, el Japón y los Estados Unidos experimentaban una fuerte contracción.  En estas últimas economías la senda hacia la recuperación pasó por una estrategia macroeconómica expansiva, y las políticas presupuestarias y monetarias que adoptaron entonces contribuyeron luego en gran parte a los déficit presupuestarios y el endeudamiento público y privado a los que hoy se enfrentan.

No quiero que se piense que no tenga en cuenta los problemas de ajuste a que hacen frente muchas economías, que son muy reales y apremiantes.

Esta vez el crecimiento está desacelerando en casi todo el mundo, lo que demuestra, por si había alguna duda, que en la economía mundial Oriente y Occidente, y Norte y Sur no están desconectados.

La Eurozona ha vivido tiempos difíciles y de considerables divisiones, en que se han planteado no pocas dudas fundamentales acerca de la visión futura de Europa y el papel de la moneda común.  Los últimos acontecimientos pueden considerarse las primeras medidas creíbles para elaborar una hoja de ruta que permita a Europa salir de la crisis en los próximos años.  El éxito se medirá por el grado en que esta crisis consolide la integración, y que ésta sirva para introducir reformas estructurales que generen crecimiento.

Aunque actualmente el crecimiento del PIB es negativo en Europa, y es relativamente lento o está desacelerando en la mayor parte del resto del mundo, es razonable pensar que la situación mejorará en los próximos años, siempre que no se produzca un contratiempo importante.  Con todo, la recuperación será lenta y exigirá que los países con mayores problemas de sostenibilidad económica demuestren una disciplina continua en la aplicación de sus políticas.

El escenario de la política comercial

Este año el comercio mundial crecerá menos de lo que se previó al final del primer trimestre de 2012.  Hoy mismo la OMC ha revisado a la baja sus previsiones para el crecimiento del comercio en volumen en precios constantes, del 3,7 por ciento al 2,5 por ciento.

Estas cifras son bajas si se comparan con los niveles registrados en el pasado, y eso no es nada bueno, pero fundamentalmente reflejan la desaceleración mundial y no pueden atribuirse a otras circunstancias que repercutan en el comercio.

Esto significa que la política comercial se ha mantenido estable y que las economías han permanecido abiertas.  En gran parte eso es cierto, pero también ha habido gobiernos que han impuesto medidas comerciales restrictivas.  Y no hay que hacerse ilusiones.  Hoy en día se ejerce más presión sobre los gobiernos para que apliquen medidas proteccionistas que después de 2008.  Esto es preocupante y lo vemos en nuestros ejercicios periódicos de vigilancia en la OMC.

Nos encontramos en una etapa de las relaciones comerciales en que es realmente necesario que los gobiernos reafirmen en la práctica su compromiso con la cooperación en el comercio internacional y con los mecanismos institucionales que respaldan el sistema multilateral de comercio.  Si no reafirmamos este compromiso con algo más que palabras, especialmente cuando se presentan dificultades, corremos el riesgo de que la situación se deteriore hasta tal punto que sea muy difícil invertir la tendencia.

Es indiscutible que la apertura de los mercados y el hecho de que estos se hayan mantenido abiertos, sobre la base de normas mundiales, han contribuido al crecimiento y la prosperidad de muchos países durante la posguerra, y eso debería ser suficiente para convencer a los gobiernos y al público de la necesidad de proseguir la cooperación comercial.  Pero todos sabemos que las cosas no son tan sencillas.  Los gobiernos se sienten presionados para adoptar a corto plazo medidas que pueden parecer oportunistas en favor de la producción nacional, y olvidan no sólo las consecuencias que esas medidas tienen para la eficiencia y la productividad de la economía nacional, sino también que es probable que los interlocutores comerciales les acaben pagando con la misma moneda.

No creo que tenga que convencerles a ustedes, representantes de empresas internacionales, de las ventajas de tener una economía internacional abierta y eficiente.  Pero tal vez puedan ejercer su influencia en sus contactos con los gobiernos.

El aumento del regionalismo y el sistema multilateral de comercio

Se me ha pedido que esta tarde les hable de la relación entre los acuerdos comerciales regionales y el sistema multilateral de comercio.  Sé que es un tema de actualidad en Singapur y en el resto de Asia, y que se están celebrando intensos debates en diversos formatos, ya sea en el marco del APEC, del Acuerdo de Asociación Transpacífico, de la ASEAN o de la ASEAN +.  La ASEAN, con su larga experiencia en materia de integración regional, es un interlocutor importante en muchas de estas configuraciones.

En promedio, cada Miembro de la OMC es parte en por lo menos 13 acuerdos comerciales preferenciales distintos.  Esto significa que, además de sus compromisos multilaterales, los Miembros de la OMC tienen que administrar en promedio otros 13 regímenes comerciales distintos.  Estarán de acuerdo conmigo en que ésta no puede ser la manera más eficiente de comerciar y hacer negocios a través de las fronteras nacionales.

Se plantean varios problemas.

Primero:  este tipo de arreglos acarrea costos comerciales.  Sé que para algunos miembros de la comunidad empresarial es un obstáculo tener que hacer frente a una multitud de normas de origen cuando producen para cadenas de suministro en las que intervienen varios países.

Segundo:  el hecho de que se sigan añadiendo nuevos acuerdos comerciales preferenciales a los que ya existen repercute directamente en el valor de estos últimos.  Los acuerdos existentes pasan a ser menos preferenciales y añaden un factor de inestabilidad a las condiciones comerciales.

Tercero:  aunque no parece que la mayor parte de los acuerdos preferenciales se hayan establecido con la intención expresa de excluir o penalizar a terceros, pueden crear tensiones geopolíticas y conllevar un elemento de exclusividad que hace que difícilmente puedan suministrar un marco realmente multilateral para las relaciones comerciales.

Cuarto:  no se incluyen temas que revisten importancia para muchos de los Miembros más pequeños y débiles del sistema multilateral de comercio, como las subvenciones agrícolas causantes de distorsión del comercio, las subvenciones a la pesca o incluso las medidas de defensa comercial.

Quinto:  sea cual sea el objetivo político o de política comercial de los acuerdos comerciales preferenciales, éstos pueden tener el efecto indeseable de crear divergencias de enfoque, que hacen más difícil establecer acuerdos comerciales más amplios y más multilaterales.  Este riesgo de divergencia es aún mayor en el mundo actual, donde los aranceles son cada vez más un instrumento del pasado y las medidas no arancelarias son la punta de lanza de la política comercial.  Luego hablaré de esto con más detalle.

Antes de que empiecen a pensar que estoy organizando una campaña contra las iniciativas comerciales regionales les diré brevemente por qué, en mi opinión, han proliferado en estos últimos años los acuerdos comerciales preferenciales.

Uno de los motivos es que no ha sido fácil abrir los mercados o mejorar las normas comerciales en el marco del sistema multilateral de comercio.  El hecho de que el sistema multilateral se sustituya por acuerdos preferenciales refleja la reticencia de algunos gobiernos a utilizar este formato para impulsar la actividad comercial y la frustración de otros gobiernos por no haber conseguido llevar adelante iniciativas multilaterales.

En segundo lugar, los acuerdos comerciales preferenciales pueden satisfacer otras necesidades a las que la OMC no puede responder, que van desde intereses generales de vecindad hasta preocupaciones no comerciales concretas que son comunes a varios países y que se pueden abordar de forma más efectiva mediante una mayor integración económica, incluso a través del comercio.  Además, cuando los países tienen más intereses económicos en común con sus vecinos, incluso en el marco de las cadenas de valor mundiales, pueden querer establecer relaciones comerciales más estrechas y de mayor alcance que las que podrían esperar forjar en un contexto multilateral.

Sin embargo, no debemos caer en el error de pensar que los acuerdos comerciales preferenciales son la "vía fácil" para crear condiciones de igualdad a nivel mundial.

La importancia creciente de las medidas no arancelarias

El primer problema que se plantea es la mayor importancia que han cobrado las medidas no arancelarias.  Por su naturaleza y su alcance estas medidas son bastante distintas de los instrumentos de política más tradicionales que afectan al comercio o de una forma u otra.

Es más difícil identificarlas y medir sus efectos.  A menudo, no son meros instrumentos administrativos o de protección, sino que obedecen a importantes objetivos de política pública.  Por eso no necesariamente queremos eliminarlos.  Pero tenemos que saber distinguir entre políticas públicas legítimas y proteccionismo encubierto.

Por muy legítimo que sea el objetivo de política pública que se persigue una medida no arancelaria, ésta puede aumentar el costo de hacer negocios si los países no se basan todos en los mismos valores y normas.  La solución no consiste simplemente en tratar de lograr una uniformidad que no tenga en cuenta las diferencias culturales, sino en buscar enfoques que supongan el menor costo posible para el comercio.

En la práctica, la forma en que se administra una medida no arancelaria, incluso tal vez en el día a día, puede ser mucho más importante que el objetivo en sí.  La posibilidad de que el proceso se desvíe con fines proteccionistas tal vez sea más preocupante todavía desde la perspectiva de la política comercial.

El multilateralismo y la gobernanza mundial

Creo que esta breve incursión en el mundo de las medidas no arancelarias ha mostrado que hay varias cuestiones importantes en relación con la política comercial que no se pueden solucionar fácilmente fuera de un contexto multilateral.  También hubiera podido hacer exactamente la misma demostración tomando como ejemplo las subvenciones.

Por tanto, el desafío que plantea la gobernanza mundial es evitar que, por descuido, se vayan olvidando o erosionando los beneficios del sistema multilateral de comercio.  No he escuchado a ningún gobierno poner en duda el valor y la importancia de la dimensión multilateral de la cooperación en el comercio internacional.  Es más, incluso me atrevería a decir que este tipo de cooperación también es fundamental en otros muchos ámbitos normativos.

Por tanto, sostengo que en interés de la comunidad mundial los encargados de la adopción de decisiones deben encontrar la forma de renovar la cooperación a nivel multilateral y de volver a poner en marcha las negociaciones de la OMC a fin de que puedan responder más eficazmente, y con carácter urgente y continuo, a nuestra necesidad común de cooperación internacional.  Todos sabemos que la OMC es más que el Programa de Doha para el Desarrollo.  Es también el sistema de solución de diferencias, la función de supervisión y vigilancia, y la Ayuda para el Comercio.  Sin embargo, el estancamiento de las negociaciones es de carácter político y debe resolverse a nivel político si queremos que el sistema multilateral de comercio nos ayude a salir de la crisis cuanto antes.

Muchas gracias por su atención.