WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

“El comercio como plataforma para un desarrollo sostenible e inclusivo”


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Frans van den Boom, Presidente y Director Ejecutivo del Comité Nacional para la Cooperación Internacional y el Desarrollo Sostenible (NCDO)
Señoras y señores:

Es para mí un placer estar de vuelta en los Países Bajos, un poco más de un año después de haber tenido el honor de hacer uso de la palabra en la Conferencia para celebrar el aniversario de la creación del NCDO.

Agradezco a los organizadores que me hayan invitado a compartir con ustedes mis ideas sobre el desarrollo sostenible e inclusivo.

Los Países Bajos son un pilar del sistema de comercio basado en normas, un firme defensor de la importancia de mantener abiertos los mercados, y un adalid de la cooperación para el desarrollo. El país cuenta con varias empresas mundiales dinámicas, y tiene una excelente trayectoria en materia de comercio e inversión. Sin embargo, no es un país que permanezca estacionario. El constante diálogo que mantiene a fin de incrementar la eficacia de su cooperación para el desarrollo es prueba fehaciente de que los Países Bajos valoran el importante papel que desempeñan la Asistencia Oficial para el Desarrollo, la inversión y el crecimiento en la promoción de la agenda para el desarrollo.

Dentro de unos mil días, a finales de 2015, se cumplirá el plazo fijado para la consecución de los actuales Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). La importancia de los ODM estriba ante todo en el hecho de que dieron al mundo una agenda para el desarrollo común. Gracias a ellos, se estableció un conjunto de objetivos comunes en torno a los cuales hemos podido movilizarnos de manera colectiva, así como un calendario con hitos precisos y, en muchos casos, con metas cuantificables, que nos han permitido medir nuestro desempeño.

Pero más allá de esas metas y esos objetivos, mediante los ODM se asignó a la reducción de la pobreza máxima prioridad en la agenda mundial. Como resultado de ello, se reorientaron las prioridades en materia de política y se logró atraer la atención y el interés de los gobiernos, las organizaciones internacionales, el sector privado y los particulares.

La OMC se hizo cargo de esa función mediante su contribución activa al logro del ODM 8, consistente en fomentar una alianza mundial para el desarrollo y, en particular, mediante su labor rectora en relación con el programa de Ayuda para el Comercio encaminado a crear una plataforma en favor de la coherencia interinstitucional.

El crecimiento económico y el comercio —como motor de crecimiento— merecen ocupar un lugar destacado en la agenda para el desarrollo. Necesitamos una agenda que integre el crecimiento económico con la inclusión social y la protección del medio ambiente. Necesitamos una agenda de transformación que permita crear empleo, desarrollar infraestructuras, aumentar la productividad, incrementar la competitividad y promover la producción y el consumo sostenibles. La intensificación de la cooperación internacional en el ámbito del comercio es un elemento importante para llevar a cabo esa agenda.

Tenemos pruebas de que es así. Prácticamente todos los casos de desarrollo humano y de reducción de la pobreza en gran escala se han caracterizado por una elevada tasa media de crecimiento económico que se ha mantenido durante un período prolongado. Todos y cada uno de los países que han logrado esa clase de crecimiento rápido y sostenido han participado activamente en el comercio internacional. Asimismo, una capacidad de producción diversificada es indispensable para un crecimiento robusto. Por consiguiente, el crecimiento, el comercio y la capacidad de producción deben formar parte de toda iniciativa de desarrollo mundial a largo plazo.

Pero el crecimiento no es un fin en sí mismo, sino más bien un factor importante que permite a los particulares y las empresas desarrollar su potencial y hacer realidad sus sueños. Como bien dijo Mike Spence, de la Comisión de Crecimiento y Desarrollo, el crecimiento puede sacar al grueso de la población de la pobreza y la servidumbre. Nunca ha habido otra forma de lograrlo.

La Comisión ofrece una interpretación pragmática de la relación entre comercio y crecimiento, basada en pruebas empíricas obtenidas en el curso de decenios. Según la Comisión, la apertura de la economía mundial constituye una fuente de demanda mucho mayor que la que ofrecen muchos mercados nacionales, pero es también una fuente de ideas, tecnología y conocimientos prácticos que permite a los países especializarse, añadir valor y aumentar la producción. Una lista de ingredientes no es lo mismo que una receta; sin embargo, en los dos últimos decenios, muchos países en desarrollo han logrado un mayor crecimiento gracias al comercio, lo cual ha contribuido a la consecución de muchas de las metas de los ODM.

Actualmente, el auge de las cadenas de valor brinda nuevas e importantes oportunidades para el comercio, el crecimiento y la diversificación. En el caso de los países en desarrollo en particular, las cadenas de valor regionales y mundiales facilitan su entrada en la economía mundial. Para poder participar de manera significativa en el comercio internacional, los países más pequeños y las pequeñas y medianas empresas ya no necesitan contar con una industria plenamente desarrollada e integrada verticalmente que produzca productos terminados. Esta es la razón por la que en el Cuarto Examen Global de la Ayuda para el Comercio de la OMC, que se llevará a cabo en julio de 2013, se concentrará la atención en la manera de apoyar los esfuerzos de los países en desarrollo por conectarse a las cadenas de valor.

Uno de los ámbitos en que la cooperación mundial debe seguir desempeñando una función constructiva es la mejora del entorno económico y político general en el que producen y comercian los países en desarrollo. Y es ahí donde, a mi juicio, los esfuerzos de la OMC por concertar un acuerdo sobre facilitación del comercio cumplen un papel importante.

La facilitación del comercio, un asunto fundamental en el que están trabajando los Miembros de la OMC para aportar su contribución a la Novena Conferencia Ministerial de la OMC, que se celebrará en Bali en diciembre, puede ayudar a reducir la “densidad” de las fronteras, por ejemplo, reduciendo el tiempo, los trámites burocráticos y el costo de las operaciones de tránsito y despacho de aduana. La previsibilidad y eficiencia de las actividades de importación y exportación son indispensables para incorporarse a las cadenas de valor. Y sus beneficios pueden ser impresionantes: la concertación de un acuerdo sobre facilitación del comercio en el marco de la OMC permitiría reducir el costo de la circulación de mercancías del 10% al 5% aproximadamente [del valor del comercio]. A nivel mundial, la supresión de esos obstáculos podría hacer crecer en 1 billón de dólares EE.UU. la economía mundial, que tiene actualmente un valor de 22 billones de dólares EE.UU. La simple reducción a la mitad de esos trámites burocráticos tendría el mismo efecto económico que la eliminación de todos los aranceles restantes.

Pero es evidente que muchos países pobres necesitarán ayuda para llevar a la práctica ese acuerdo. Y es en ese sentido que el acuerdo que se está negociando en Ginebra es ingenioso: por primera vez se vincula “la aplicación de las normas” a la “obtención de asistencia”. No se trata de un acuerdo con excepciones ni exclusiones, sino de un acuerdo que potenciará a los países sobre la base de una evaluación exhaustiva e individual de sus necesidades.

Iniciativas catalizadoras como la facilitación del comercio resultarían especialmente provechosas en los próximos años, ya que un mayor crecimiento impulsado por el comercio permitiría crear círculos virtuosos con otras prioridades después de 2015. Hay una simbiosis clara entre crecimiento, desarrollo sostenible y reducción de la pobreza, por lo cual hay que lograr que se reconozca cada vez más que la mejor manera de progresar es adoptar un enfoque holístico.

El mundo después de 2015 será en algunos aspectos radicalmente diferente del mundo de 2000, cuando se establecieron los ODM. Tenemos que encontrar la forma de reflejar de manera efectiva esa evolución. Los polos de crecimiento económico han cambiado; existen agentes nuevos y emergentes en el ámbito del comercio y el desarrollo que tal vez cuenten con los medios y la voluntad necesarios para contribuir en mayor medida a una prosperidad mundial compartida. Esos nuevos agentes -los países emergentes, el sector privado y las organizaciones filantrópicas- deben participar activamente en esta labor a fin de crear una verdadera alianza mundial para el desarrollo.

La crisis también está repercutiendo en los niveles de la AOD. Aunque es posible que la AOD se mantenga estancada en un futuro próximo, creo que incluir el crecimiento y el comercio en la agenda para el desarrollo después de 2015 permitiría movilizar nuevos recursos y centrar la atención en la consecución de esos objetivos.

Pese a las difíciles circunstancias económicas existentes, los Países Bajos han mantenido el gasto por concepto de AOD por encima del umbral del 0,7%. No sólo los felicito por ello, sino que también los aliento enérgicamente a que sigan considerando que la ayuda para el desarrollo no es un acto de caridad, sino una inversión en el crecimiento y el desarrollo. Les ruego que sigan invirtiendo en el desarrollo, que sigan invirtiendo en la Ayuda para el Comercio.

Todos juntos debemos planificar una agenda para el desarrollo después de 2015 con un destino común. Necesitamos una brújula que guíe a los países hacia un mismo destino. La “convergencia” debe ser el principio general. Al mismo tiempo, tenemos que permitir que se llegue a ese destino a velocidades y ritmos diferentes. Y tenemos que esforzarnos especialmente por ayudar a los más pobres y débiles. Estos son, a mi juicio, los tres ingredientes básicos de un programa para el desarrollo después de 2015.

Puede que aún no hayamos logrado erradicar la pobreza, pero para muchos miles de millones de personas el mundo es un lugar mejor hoy que en 2000, cuando se formularon los ODM. Indudablemente, la reducción de la pobreza absoluta no ha permitido reducir las desigualdades, que se han acentuado durante el mismo período en muchos países. Deberíamos aprender de esta experiencia, de lo que hicimos bien y de lo que podríamos haber hecho mejor, para establecer una agenda para el desarrollo común después de 2015 que redunde en beneficio de todos los ciudadanos.

Muchas gracias.

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