WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

“El cambiante entorno económico: el mundo necesita una brújula”


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Señoras y señores:
Buenos días — Dia Dhíbh.

Me complace iniciar esta visita a Irlanda en el Instituto de Asuntos Internacionales y Europeos, un destacado centro de investigación e innovación para la solución de los problemas actuales. Francamente, ¡esos no nos faltan!

Quiero agradecer ante todo al Director General Dáithí O’Ceallaigh sus amables palabras de presentación.

Voy a referirme hoy a estas tres cuestiones:

    — las transformaciones tectónicas que presenciamos en nuestras economías y, más concretamente, en el comercio;

    — los retos que plantean a los responsables políticos; y, finalmente;

    — cómo pueden capear el temporal Irlanda y Europa.

     

Placas tectónicas en movimiento en la economía y el comercio mundiales

En los albores del siglo XXI, somos testigos de un desplazamiento de placas tectónicas en la economía mundial. El año 2012 marcará un hito en la historia de la economía mundial por ser la primera vez en que el PIB de los países en desarrollo superó al de las economías desarrolladas. Ello ha ocurrido como resultado del notable crecimiento registrado por las economías en desarrollo en las últimas décadas, acentuado por las descorazonadoras tasas de crecimiento de las economías avanzadas desde el inicio de la crisis. En los próximos años, se prevé que los países en desarrollo, empezando por África, crezcan tres veces más rápido que las economías avanzadas. Somos testigos de la forma en que estos países ganan terreno a pasos agigantados.

En definitiva, el crecimiento mundial de los próximos años se generará básicamente en los países en desarrollo, en los que también aumentará la clase media. En 2030, su número se habrá duplicado con creces, pasando de los 2.000 millones actuales a unos 5.000 millones.

Las previsiones de la actividad comercial para 2013, publicadas hace apenas una semana, confirman ese extremo. Tras el débil crecimiento del 2% del comercio mundial el año pasado, se prevé que el volumen de los intercambios comerciales crezca en 2013 un escaso 3,3%, muy por debajo de la media de 20 años, que se sitúa en torno al 5%. El crecimiento del comercio en las economías avanzadas estará alrededor del 1%, mientras que el de las economías en desarrollo se situará alrededor del 5%. El crecimiento actual del comercio proviene del Sur.

También la geografía del comercio está cambiando. Hace veinte años, un 60% del comercio mundial era Norte-Norte; un 30%, Norte-Sur; y solo un 10%, Sur-Sur. Se espera que para 2020 el comercio Sur-Sur constituya un tercio del comercio mundial.

Estos cambios en los agentes del comercio mundial se deben en gran medida a los avances tecnológicos y del transporte, que han llevado al desarrollo de las “cadenas de valor”. En las cadenas de suministro, los países en desarrollo han encontrado un medio a su alcance para insertarse en la economía mundial. El comercio ya no es una cuestión de productos acabados o servicios completos sino de tareas. El 60% del comercio de mercancías consiste en productos intermedios. Se trata de añadir valor contribuyendo a una fase de la elaboración del producto acabado o prestando servicios. Por esa razón, hace cinco años decidí poner en marcha un proyecto internacional para obtener datos y cifras del comercio de productos con valor añadido mediante la iniciativa “Hecho en el mundo”.

En enero de este año, la OMC y la OCDE publicaron una primera serie de datos que miden el comercio de productos en valor añadido. Los resultados preliminares fueron sorprendentes.

Primero: los servicios constituyen una mayor proporción del comercio internacional que las mercancías.

Segundo: cerca del 40% de lo que exportan los países son, de hecho, insumos importados. ¡El proteccionismo no protege!

Tercero: ha cambiado el perfil de las balanzas comerciales bilaterales, que a menudo son fuente de tensión entre los principales interlocutores comerciales. Las estadísticas tradicionales atribuyen la totalidad del valor comercial de las importaciones al último eslabón de la cadena de producción, aunque su contribución sea mínima. Si consideramos que ese último eslabón suele ser China y que el principal importador son los Estados Unidos, las repercusiones geopolíticas de aplicar estas mediciones se aprecian de inmediato a simple vista.

Cuarto: esta nueva medida contribuirá a identificar el desempleo vinculado al valor añadido y a que las políticas nacionales se concentren en lo que verdaderamente importa: crear empleo.

Quiero referirme por último a otro de los cambios en el comercio mundial: el peso cada vez mayor de los obstáculos no arancelarios en el comercio. Las sucesivas rondas de negociaciones de la OMC, los tratados comerciales bilaterales y la apertura unilateral del comercio han reducido considerablemente el peso relativo de los aranceles en el comercio mundial. Hoy por hoy, los derechos arancelarios que se aplican a los intercambios internacionales se sitúan en un valor medio del 5%. Es cierto que se mantienen crestas arancelarias en algunos ámbitos particulares, como los textiles, el calzado, el acero o los productos agrícolas, y esa cuestión sigue presente en la lista de tareas de los negociadores comerciales. Pero es cada vez más evidente que para crear nuevas oportunidades comerciales y reducir los costos será necesario hacer frente a los obstáculos no arancelarios.

Tomemos el caso de las negociaciones que se han anunciado para la firma de un acuerdo de comercio e inversión entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Según un estudio reciente del Ministerio de Economía alemán, si bien la media ponderada de los aranceles que aplican estos dos países está por debajo del 3%, el impacto estimado de los obstáculos no arancelarios es mucho mayor. El estudio señala que los exportadores europeos de alcohol y tabaco a los Estados Unidos asumen costos añadidos medios de alrededor del 14%, mientras que las exportaciones de las empresas de los Estados Unidos se enfrentan a costos adicionales de más del 50% en sus exportaciones a la UE. En esta misma línea, en el sector químico de Europa los obstáculos no arancelarios entrañan costos adicionales de más del 100%, más de tres veces por encima de los Estados Unidos.

En resumidas cuentas, las empresas no podrán acelerar si la autopista del comercio está atestada de obstáculos no arancelarios.

 

Retos para los responsables políticos

¿Qué pueden hacer los responsables políticos ante estos cambios tectónicos?

Mejorar la gobernanza económica sigue siendo una prioridad. Cooperación y no unilateralidad. Cooperación para reparar y reformar el sector financiero. Cooperación para garantizar el equilibrio de la demanda. El G-20 ya ha definido un programa de trabajo sobre el tema y ahora lo principal es ponerlo en práctica.

Pero la clave para los responsables políticos está ahora en restablecer el crecimiento, porque el crecimiento es el que permitirá generar los puestos de trabajo que tanto se necesitan.

Como bien sabe Irlanda, el comercio puede ser un instrumento útil para el crecimiento, siempre que sea fiscalmente sostenible. El programa de trabajo de apertura del comercio es así aun más pertinente que en el período anterior a la crisis. Y la vía multilateral es la más eficaz.

Un buen programa de trabajo para la apertura del comercio mundial tiene, a mi parecer, cuatro componentes clave.

El primero es reconocer que el mercantilismo ha muerto. Los negociadores comerciales tienen que cambiar sus narrativas. Las importaciones son un componente fundamental de la competitividad de las exportaciones de un país. La clave no es así exportar más sino añadir más valor, y emplear el comercio para que la economía crezca mejor y más rápido.

El segundo componente es poner en marcha una iniciativa mundial para replantear cómo puede lograrse la igualdad de condiciones en el ámbito de los obstáculos no arancelarios. Perseguir la uniformidad podría derivar en intromisiones excesivas, dado que los obstáculos no arancelarios suelen reflejar distintos valores sociales. El reto sería en cambio lograr una cooperación normativa y evitar que los obstáculos no arancelarios se empleen con fines discriminatorios.

El tercero son las inversiones, que se han convertido en el segundo motor del comercio. Su regulación, no obstante, sigue estando fragmentada, si se considera desde una perspectiva bilateral. Por ello debemos elaborar cuanto antes un marco común para las inversiones.

Por último, para muchos países pobres la apertura del comercio no puede traducirse en crecimiento, desarrollo y empleo sin un aumento de la capacidad comercial. Algunos países, como Irlanda, han prestado un gran apoyo a los países pobres en esta empresa a través de la ayuda al desarrollo. Quiero reconocer públicamente la solidaridad que ha mostrado el pueblo irlandés, y dar las gracias al Primer Ministro Enda Kenny, en especial teniendo en cuenta las graves consecuencias de la crisis para el país. Ahora debemos determinar cómo aprovechar de la mejor manera la contribución del sector privado a la creación de capacidad. Esta cuestión adquirirá una relevancia particular en la Conferencia Mundial sobre Ayuda para el Comercio que la OMC celebrará en julio.

 

Irlanda y Europa ante el temporal de la crisis

¿Cómo pueden navegar Europa e Irlanda en estas aguas turbulentas?

Tendré oportunidad de debatir esto más tarde con los Ministros de Comercio europeos, a quienes ha convocado la presidencia y que se reunirán bajo la dirección del Ministro Richard Bruton.

La contribución de la demanda exterior al crecimiento económico está aumentando, y se espera que el 90% del crecimiento económico mundial de los próximos 10 a 15 años se genere fuera de Europa, y un tercio en China. Por ello, los mercados exteriores son clave para el crecimiento de Europa. Dadas estas circunstancias, Europa debería volver la mirada hacia donde yacen sus intereses en la defensa y el ataque.

En general, Europa ocupa una posición ventajosa en el comercio mundial. Ha logrado mantener en torno al 20% de las exportaciones mundiales, mientras que los Estados Unidos y el Japón han visto descender las partes que les corresponden. Su balanza comercial es, en general, positiva y desde 2005 se ha quintuplicado. El mercado único de la Unión Europea ha contribuido a que las cadenas de valor de la zona se amplíen e intensifiquen.

Pero tras esos totales se ocultan graves disparidades nacionales. ¿Cómo resolverlas? La respuesta reside en la calidad de las políticas nacionales.

Una política comercial efectiva tiene que estar enraizada en un conjunto de políticas nacionales sólidas.

Empecemos con la competitividad y sus factores monetarios y no monetarios. Los servicios tienen un potencial importante para los Estados miembros de la Unión Europea. Se trata de un ámbito en el que el mercado único puede seguir “perfeccionándose”, como mínimo.

La segunda esfera consiste en las calificaciones, los conocimientos, la educación y la innovación. La mano de obra calificada es fundamental para ascender en la cadena de valor. Si existe un ámbito del gasto público que debe protegerse del azote de la austeridad extrema, ese ámbito es la inversión en el capital humano y en la innovación.

La tercera son las redes de protección social. Necesitamos redes de protección social sólidas que garanticen la equidad en el inevitable proceso de ajustes causado por la crisis. Pero también, en un plano más amplio, por los constantes cambios en la pugna por la ventaja comparativa.

En definitiva, la mejor forma de salir del temporal de la crisis es una buena brújula y, en el caso de Europa, esa brújula debe ser la “confianza”. Confianza en que los esfuerzos estructurales que se están realizando tendrán como resultado una economía más equilibrada. Confianza en que, con las reformas iniciadas, ningún europeo quedará a la zaga. Confianza en que Europa tiene la fuerza para navegar por un mundo cada vez más globalizado. Confianza en que el equipo europeo es consciente de que la única vía para preservar los valores europeos en el mar de la globalización es permanecer a bordo del mismo barco.

Gracias por su atención.

Go raibh maith agaibh as bhur aird.

 

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