WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

“La política energética y la OMC”


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> Discursos: Pascal Lamy

> Taller sobre el papel de los acuerdos intergubernamentales en la política energética    

Señoras y señores:

Embajador Rusnák, Embajador Kuneralp:

En primer lugar permítanme dar las gracias a la Secretaría de la Carta de la Energía que ha optado por reunirse en la OMC. Nos complace colaborar con ustedes para promover el diálogo sobre la energía y todas las cuestiones comerciales conexas. Embajador Kuneralp, sé que usted tuvo una participación decisiva en la organización de este taller y sólo puedo decir que los Miembros de la OMC se benefician de este doble papel que desempeña usted, el de Embajador de Turquía ante la OMC — con la tarea de presidir el Grupo de Negociación sobre el Comercio y el Medio Ambiente — y el de Presidente de la Conferencia sobre la Carta de la Energía.

La energía es un factor esencial del bienestar humano. Por ello, corresponde a la comunidad internacional explorar todas las vías posibles para aprovechar al máximo las ventajas de la cooperación internacional a fin de lograr nuestros objetivos de política energética.

La idea central de uno de mis discursos precedentes sobre el tema de la energía y el comercio fue que el fortalecimiento de las normas de la OMC podía aportar importantes beneficios al sector de la energía. Este mensaje no ha perdido nada de su validez en los dos años transcurridos desde entonces.

En las observaciones que formularé hoy, me centraré en la contribución más inmediata que la OMC puede hacer a las deliberaciones en curso sobre la mejora de la gobernanza energética mundial. Me gustaría considerar los múltiples beneficios que tanto la OMC como la comunidad de la política energética, podrían obtener de un diálogo más intenso en la OMC sobre la creciente interacción entre comercio y energía.

 

La energía y el comercio están estrechamente relacionados

Es difícil encontrar esferas que estén vinculadas al comercio como la de la energía. La energía constituye un insumo esencial para la producción de bienes y servicios y, por tanto, repercute en la ventaja comparativa de los países y en la composición de las corrientes comerciales internacionales. La energía hace posible la circulación de mercancías y personas a través de las fronteras. No hay comercio internacional sin energía.

Sin embargo, esta relación entre la energía y el comercio es recíproca. La energía es vital para el comercio, y el comercio es de importancia decisiva para la energía. Que el comercio sea abierto, previsible y transparente es muy importante para conseguir los objetivos energéticos de la comunidad internacional, en particular la mejora del acceso y la sostenibilidad.

Es frecuente que éste y otros objetivos de política energética tengan una dimensión política, geoestratégica, social y ambiental, todas ellas estrechamente relacionadas entre sí, que nos obligan a encarar la urgente necesidad de mejorar la cooperación internacional. Aunque el comercio sólo es parte de la respuesta para lograr esos objetivos, puede aportar una contribución importante mejorando el acceso a tecnologías y productores de energía diferentes y haciendo posible que el suministro energético aumente y viaje más rápidamente desde los países con un excedente energético hasta los países en que hay exceso de demanda.

 

Energía: pocas disciplinas mundiales para una cuestión mundial

Habida cuenta de la relación recíproca entre energía y comercio, es paradójico que el sistema multilateral de comercio no haya prestado más atención a la energía.

Hay varios factores que explican esta paradoja. Algunos son permanentes: hay preocupaciones muy arraigadas en materia de estrategia y de soberanía que hacen que los países ricos en recursos sean reacios a someterse a las disciplinas internacionales.

Pero hay otros factores que están cambiando. Por ejemplo, los grandes agentes del sector de la energía están cada vez más representados en la OMC, lo que podría propiciar que la Organización preste más atención a las cuestiones energéticas. La Arabia Saudita, Rusia y Ucrania han pasado a ser Miembros de la OMC. Otros importantes productores de energía, como Kazajstán, Azerbaiyán, Argelia, Libia, el Irán, el Iraq y el Sudán, están en proceso de adhesión.

La OMC no está en absoluto separada del mundo de la energía. El propósito de la OMC, su estructura y el contenido de algunas de sus normas (que se basan en principios establecidos hace mucho tiempo, a saber, la no discriminación, la transparencia, la previsibilidad y una mayor apertura de los mercados) son directamente pertinentes para responder a muchas de las cuestiones a que hace frente el sector de la energía.

Entre las restricciones al comercio que parecen especialmente pertinentes para el sector de la energía, cabe mencionar las subvenciones que distorsionan el comercio, determinadas prácticas de las empresas comerciales del Estado, la exclusión de la participación en los mercados de contratación pública, las restricciones al tránsito que afectan al transporte de energía y las restricciones a la exportación, a la inversión y a la circulación de proveedores de servicios energéticos. En las disciplinas de la OMC se abordan muchas de estas cuestiones, aunque no siempre deliberadamente y desde luego no forman parte de un enfoque general que tenga en cuenta los objetivos de política energética acordados multilateralmente.

Así pues, al reflexionar sobre la forma en que la OMC puede contribuir de la manera más eficaz posible a los objetivos energéticos de la comunidad internacional, no hay que preguntarse si el marco existente de la OMC es pertinente y aplicable al comercio de bienes y servicios energéticos, porque es evidente que sí lo es.

Tenemos que preguntarnos cómo se puede seguir mejorando la contribución de la OMC en vista de la rapidez con que cambian las circunstancias en la esfera de la política energética y de los objetivos de la comunidad internacional en relación con la energía. Se trata, pues, de una cuestión de coherencia, en el sentido de las conclusiones del recién publicado informe del Grupo de Reflexión sobre el Futuro del Comercio, que convoqué el año pasado.

 

Necesidad de impulsar el diálogo sobre el comercio y la energía en la OMC

Esta segunda cuestión supone analizar cómo podrían utilizarse mejor las normas existentes de la OMC en el marco de un esfuerzo más amplio por mejorar la gobernanza energética mundial. Confío en que las deliberaciones de hoy serán un primer paso para encontrar respuestas a esta cuestión que sean sólidas, analíticas y fundadas en los hechos.

Sin embargo, debemos ser conscientes de la realidad política: la forma en que la OMC enfoca la energía no cambiará de la noche a la mañana. Esta realidad exige una reflexión paralela sobre cómo puede la OMC apoyar en la práctica, a corto y medio plazo, los esfuerzos por mejorar la gobernanza energética mundial hasta que se alcance el objetivo, de importancia decisiva aunque más lejano, de un enfoque holístico con respecto a la energía en la OMC.

Seré claro: en el actual contexto de la OMC se echa mucho de menos un debate constructivo y prospectivo de los Miembros sobre la relación cada vez más estrecha entre comercio y energía. Un debate de este tipo es requisito previo para generar el consenso necesario sobre el papel que deberá desempeñar en el futuro la OMC en la gobernanza energética mundial. De hecho, la ausencia de esos debates priva a la comunidad de la política energética de los tan necesarios conocimientos técnicos de la comunidad de la política comercial sobre la forma en que el comercio encaja en el cambiante entorno de la energía.

Permítanme que desarrolle estas cuestiones refiriéndome a las subvenciones a la energía limpia y a los combustibles fósiles, dos cuestiones que ponen de manifiesto la relación cada vez más estrecha entre comercio y energía.

Veamos primero la energía limpia. Dada la trayectoria al alza del PIB y de la población mundiales, la Agencia Internacional de la Energía estima que las necesidades energéticas mundiales se incrementarán casi un tercio de aquí al año 2035, sobre todo como consecuencia de la creciente demanda de energía en las economías emergentes.

Tenemos que conciliar el hecho de que el mundo necesitará más energía con la evidencia innegable de que las actuales pautas de uso de energía dañan el planeta. Para que el mundo adopte un modelo energético más seguro y sostenible será imprescindible lograr una mayor eficiencia energética y recurrir a la energía limpia.

Cada vez son más los gobiernos que se dan cuenta de esto y ofrecen incentivos para estimular la producción de energía a partir de fuentes limpias. Estas medidas no sólo se justifican por motivos ecológicos, sino que también obedecen a objetivos de política más amplios, por ejemplo para estimular el crecimiento económico, generar puestos de trabajo y promover la diversificación de las exportaciones.

Desde el punto de vista del futuro del comercio y la OMC, existe el riesgo de que la mezcla de objetivos ecológicos y nuevos de la política industrial haga que los incentivos a la energía renovable sean más vulnerables a los grupos de presión y al afán de enriquecimiento, o de que, por falta de información de los gobiernos, esas medidas no se diseñen adecuadamente para lograr los objetivos de política, que son muchos y con frecuencia poco definidos. Esto podría exacerbar los efectos adversos de algunos incentivos sobre el comercio y poner en peligro sus ventajas para el medio ambiente.

Ya se ha recurrido al sistema de solución de diferencias de la OMC para plantear diferencias en relación con la energía renovable. Entretanto, sigue sin entablarse en la OMC un verdadero debate, informal e inspirado en la realidad política, sobre los aspectos de las medidas de fomento de la energía limpia relacionados con el comercio, y eso a pesar de que en la estructura de la Organización hay foros específicos en los que se podrían celebrar debates de ese tipo.

El mecanismo de solución de diferencias de la OMC, en el marco del cual los jueces de la OMC resuelven conflictos con arreglo a las normas existentes de la OMC, es un elemento sumamente importante del sistema multilateral de comercio, pero no puede remplazar un diálogo prospectivo que permita generar consenso.

Asimismo, la OMC casi no ha intervenido en el actual debate político sobre la reforma de las subvenciones a los combustibles fósiles. El incremento súbito de los precios mundiales de la energía en los últimos años ha hecho que a alto nivel se preste atención a las subvenciones a los combustibles fósiles, incluso por parte del G-20. El vínculo entre las subvenciones, el consumo de energía y el cambio climático ha añadido una nueva dimensión al debate. Como los Miembros de la OMC han decidido abordar la cuestión de las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente en el sector de la pesca en el marco de la Ronda de Doha, el que la cuestión no figure entre los temas de interés de la OMC puede considerarse una oportunidad perdida.

Mientras tanto, los Miembros de la OMC todavía no han aprovechado las oportunidades que brindaron las primeras negociaciones multilaterales jamás celebradas sobre el medio ambiente, en particular el mandato de liberalizar el comercio de bienes y servicios ambientales. Muchos de estos bienes y servicios, como los paneles solares y los calentadores de agua por energía solar, las turbinas hidroeléctricas, el equipo para la producción de biogás y los servicios de consultoría ambiental, tienen una aplicación directa a la energía limpia y la eficiencia energética. Si se redujeran los obstáculos al comercio de estos bienes y servicios, los Miembros de la OMC conseguirían acceder de forma más barata a una mayor variedad de tecnologías de energía limpia. La rápida conclusión de estos esfuerzos tendría beneficios tangibles para el desarrollo, el medio ambiente y el comercio.

 

Observaciones a modo de conclusión

Concluiré mi intervención reiterando que desde su creación, la OMC — mediante sus normas, sus instrumentos de transparencia, sus comités de debate y su mecanismo de vigilancia — puede contribuir, y contribuye, a la gobernanza energética mundial. Pero su contribución podría ser mayor si se adoptara un enfoque holístico de la energía que lograra un equilibrio entre las necesidades de los países exportadores de energía y las de los países importadores.

La OMC ofrece a sus Miembros un foro excepcional para entablar un diálogo prospectivo sobre la relación cada vez más estrecha entre energía y comercio. Esto podría ayudar a trazar el camino a seguir a fin de potenciar el apoyo mutuo y la coherencia entre los objetivos de la política comercial y los de la energética. A mi juicio, este apoyo y esta coherencia son elementos esenciales de un marco de la gobernanza energética mundial eficiente y efectivo.

Muchas gracias.

 

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