WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

“Aprovechar el potencial de desarrollo de la Estrategia Regional de Ayuda para el Comercio”


MÁS INFORMACIÓN:
> Discursos: Pascal Lamy

  

Presidente Martelly:
Ministro de Comercio Laleau:
Secretario General de la CARICOM LaRocque:
Señoras y señores:

Gracias por acogerme en esta tierra de Haití, devastada por las catástrofes naturales, pero con un enorme tesoro: su población, tanto aquí como en la diáspora. La mayor baza de este país son los haitianos.

Estamos reunidos aquí hoy porque compartimos la creencia de que el comercio puede ser un motor para el crecimiento, el empleo y la reducción de la pobreza, pero sabemos que no basta con tener oportunidades de comercio. Debemos transformar lo que “el comercio puede hacer” en lo que “el comercio hace” velando por que los países en desarrollo tengan la capacidad comercial necesaria. Esa es precisamente la función de la Ayuda para el Comercio: contribuir a transformar las oportunidades comerciales en realidades comerciales.

Han pasado más de cuatro años desde la última vez que me reuní con la Comunidad del Caribe, en Montego Bay, para abordar el tema de la Ayuda para el Comercio. En ocasión de ese examen regional, les transmití un mensaje claro: la Ayuda para el Comercio puede ser para la región una plataforma que reúna a los asociados para el desarrollo y a los inversores privados. Desde entonces, el programa mundial de la Ayuda para el Comercio ha seguido madurando. Muestra de ello es la especial atención que se prestará en el Cuarto Examen Global de la Ayuda para el Comercio a los medios de conectar a los países en desarrollo con las cadenas de valor y a destacar la creciente importancia del sector privado. Espero con interés verles a todos ustedes el mes que viene en el Examen.

La región ya ha tomado algunas medidas iniciales pero decisivas para concretar la función que la Ayuda para el Comercio puede desempeñar en su desarrollo económico. Belice y Jamaica pusieron en marcha dos excelentes estrategias nacionales, que se presentaron en Ginebra como ejemplo de buenas prácticas, y en el último año la región ha estado trabajando intensamente en la elaboración de una estrategia regional.

Esa estrategia es una excelente evaluación de las dificultades y las posibilidades de la región, y también un buen marco para sus prioridades, que se ajusta a las prioridades de los Estados miembros. La estrategia refleja el tiempo y el esfuerzo que se dedicaron a su concepción y contiene muchos de los resultados de las exhaustivas consultas nacionales que se celebraron en los distintos Estados miembros. La región ha cumplido su promesa.

Ha llegado el momento de centrarnos en la aplicación práctica, en el seguimiento de la estrategia a nivel nacional y regional y en hacer de ella el punto de referencia para el diálogo de la región con los asociados para el desarrollo y los inversores nacionales y extranjeros.

Este proceso no será automático. La estrategia se pone en marcha en un momento en que los presupuestos de los tradicionales asociados para el desarrollo son objeto de presiones cada vez mayores. Pese a que la movilización de recursos es un pilar de la Ayuda para el Comercio que ha dado buenos resultados, también es evidente que nos esperan tiempos difíciles. Sin embargo, aunque el apoyo de los donantes tradicionales pueda verse debilitado, el apoyo al comercio por parte de los asociados Sur-Sur va en aumento, al igual que los fondos procedentes del sector privado.

En 2011 la región del Caribe registró compromisos de Ayuda para el Comercio de casi 1.000 millones de dólares EE.UU., lo que supone un aumento considerable respecto del período de referencia 2002-2005, en el que la región recibió menos de 300 millones de dólares EE.UU. Los desembolsos también han aumentado, pasando de unos 100 millones de dólares EE.UU. en el mismo período de referencia a casi 600 millones de dólares EE.UU. en 2011.

Gran parte de la Ayuda para el Comercio destinada a esta región se dirige a Haití, que es el único país menos adelantado del hemisferio. Los elevados ingresos per capita de la región y su alto endeudamiento en relación con el PIB suelen verse como un impedimento para acceder a la asistencia para el desarrollo tradicional en forma de donaciones. Es poco probable que esa situación cambie en el futuro.

Soy consciente de que la utilización del ingreso per capita como criterio para la concesión de asistencia para el desarrollo es una cuestión sensible para esta región. Por ello es importante explorar otras formas de apoyo y de colaboración, en particular con el sector privado.

Eso es lo que se pretende lograr con la estrategia regional, aprovechando la integración regional y el creciente interés en los proyectos y programas regionales que pueden dar resultados con efectos exponenciales para beneficio de más países y más personas.

La estrategia trata de explotar la promesa de una región sin obstáculos seleccionando proyectos con capacidad de transformación que favorezcan una mayor integración. El Caribe necesita una integración regional de mayor calado. Este año en que se celebra el 40 aniversario de la firma del Tratado de Chaguaramas, me parece justo que nos preguntemos cómo puede la región acelerar el ritmo, en comparación con lo que vi hace unos diez años, cuando todavía era comisario europeo, y cómo puede honrar las ideas de Williams, Burnham, Barrow y Manley, los fundadores del movimiento de integración.

El mejor modo de rendir homenaje a estos arquitectos de la Comunidad del Caribe es renovar el compromiso en pro de la integración regional, que es el camino más directo y económicamente más viable para lograr un desarrollo más importante y sostenido de la región.

Pero para aprovechar ese potencial, habrá que esforzarse más por aumentar el comercio intrarregional. El comercio actual dentro de la zona del Caribe asciende solo al 13%, lo que, según la propia CARICOM, representa en promedio el 46% de su potencial. Son muy grandes las oportunidades de aumentar la contribución del comercio al crecimiento de la región.

Las perspectivas de crecimiento de América Latina y el Caribe para 2013 se sitúan en torno al 3,5%, es decir, ligeramente superiores al 3% del año pasado. Pero en el caso del Caribe, el alto endeudamiento y la escasa competitividad supondrán una traba para el crecimiento, de ahí que las previsiones se sitúen en torno al 1,25% para 2013. Esto confirma que subsisten la mayoría de los obstáculos estructurales al crecimiento, como el pequeño tamaño de los mercados, el elevado costo de la energía, la limitada interconectividad, la débil infraestructura logística, la escasa diversificación y mercados de exportación limitados, así como una elevada deuda pública. Incluso en la esfera del turismo, en que la región tiene obviamente una ventaja comparativa, el número de turistas disminuyó en la segunda mitad de 2012, lo que refleja una demanda moderada en los mercados de turismo tradicionales.

La estrategia regional, que se centra en el transporte marítimo, las TIC y la energía como sectores clave, será fundamental al ayudar a las economías de la región a colmar las lagunas existentes. La gran atención que se presta a las cuestiones relacionadas con el transporte denota la creciente importancia de potenciar la conectividad, reducir los costos y los plazos necesarios para la actividad mercantil, y crear economías favorables a la inversión. El costo de transportar mercancías a través de la región es prohibitivo. Esto se debe en parte al elevado costo de los insumos, principalmente por la dependencia de la región de las importaciones, pero sobre todo por la insuficiencia de la infraestructura material e inmaterial para facilitar el comercio entre los países de la región.

Para darse cuenta de ello basta con remitirse a la clasificación Doing Business del Banco Mundial y al índice de competitividad del Foro Económico Mundial. De los 185 países incluidos en Doing Business, Santa Lucía, que ocupa el puesto número 53, es el primero de los países de la CARICOM, y Haití es el último, en el puesto 174. En cuanto al índice de competitividad, que comprende 144 países, Barbados es el primer país de la región, en el puesto número 44 del índice, y Haití en el 142. Los países que ocupan los primeros puestos de estas listas, son Singapur, Nueva Zelandia, Hong Kong y Finlandia. Estos países tienen en común, entre otros factores, mercados relativamente abiertos, pocos obstáculos al comercio y una facilitación eficaz del comercio. En lo que a estos elementos se refiere, sabemos que los países del Caribe son de los más abiertos del mundo, por lo que la parte del engranaje que necesita más aceite es probable que sea la facilitación del comercio.

Para la OMC, ese es uno de los posibles resultados de la Conferencia Ministerial que se celebrará en Bali este año. Junto con algunos elementos relativos a la agricultura, un conjunto de medidas en favor de los PMA y algunas cuestiones sobre el plan de desarrollo, la conclusión de un Acuerdo sobre Facilitación del Comercio es una contribución esencial que la OMC puede ofrecer al sistema multilateral de comercio. Lo que hace falta para impulsar el mecanismo del comercio son procedimientos de facilitación del comercio efectivos y transparentes. Ese es uno de los principios fundamentales del ADN de la actividad comercial a nivel mundial: aumentar al máximo la eficiencia y reducir al mínimo el costo y los plazos de importar y exportar. En un mundo que se caracteriza cada vez más por una amplia red de cadenas de valor regionales y mundiales, en el que la etiqueta “hecho en el país X” ya no tiene valor, mientras que “hecho en el mundo” se ajusta más a la realidad, la facilitación del comercio no es una elección estratégica, sino una necesidad.

A las pruebas me remito. Según un estudio efectuado recientemente por la OCDE, una reducción de los costos ocasionados por el paso de fronteras que fuera equivalente al 1% del valor del comercio mundial produciría una mejora del bienestar de unos 40.000 millones de dólares EE.UU., que beneficiarían principalmente a los países en desarrollo. En una simulación efectuada recientemente por el ITC se concluyó que una mejora de la infraestructura de transportes y una reducción a la mitad del tiempo y los costos del transporte de mercancías, podría aumentar el comercio en un 51%, especialmente el comercio intrarregional.

La estrategia regional del Caribe, que tiene por principal finalidad aumentar la conectividad, puede ser un vínculo importante con estas negociaciones multilaterales. Por ello estoy convencido de que un Acuerdo sobre Facilitación del Comercio redundaría en interés de todos los Miembros de la OMC, en especial de los más pequeños. Para las pequeñas economías del Caribe, a las que es probable que no se tenga en cuenta en los grandes acuerdos de libre comercio que se están examinando, la renovación de este compromiso con el multilateralismo es esencial.

Asimismo insto a los asociados para el desarrollo a que respalden esta estrategia, que es una instantánea amplia, bien concebida y bien articulada de lo que, a juicio de los países de la región, requiere más atención en lo que hace a la financiación y la creación de capacidad.

Asimismo, la estrategia debería tenerse en cuenta en el diálogo con los asociados no tradicionales, entre ellos el sector privado.

Por supuesto, la región tiene el apoyo de la Organización Mundial del Comercio en ese sentido y confío en que, gracias al intenso seguimiento de la secretaría de la CARICOM, el Banco de Desarrollo del Caribe, el Banco Interamericano de Desarrollo y el sinfín de donantes que apoyan esta región, la estrategia dará resultados tangibles.

Gracias por su atención.

 

Servicio de noticias RSS

> Si tiene problemas para visualizar esta página,
sírvase ponerse en contacto con [email protected], y proporcionar detalles sobre el sistema operativo y el navegador que está utilizando.