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14ª actividad paralela: Las cualificaciones al servicio de la competitividad (OIT/OMC)

Me es muy grato sentarme con Guy Ryder en la sala W, la misma en la que hace seis años se presentó el primer estudio conjunto de la OIT y la OMC.

La relación de trabajo entre las dos organizaciones es sólida y dinámica a la vez.

Es sólida porque la OMC y la OIT suelen colaborar entre sí. Tras la publicación del primer libro en 2007, presentamos una segunda publicación conjunta en 2009 y otra más en 2011. En 2013, nos hemos asociado en una actividad que organiza la OIT en el marco del cuarto Examen Global de la Ayuda para el Comercio a fin de analizar las "cualificaciones", un tema de actualidad que es decisivo para la economía mundial.

La relación es también dinámica porque la naturaleza de nuestra asociación y su centro de atención han ido evolucionando para adaptarse a las nuevas necesidades. Después de publicar dos libros escritos por funcionarios de ambas Secretarías, hemos emprendido una colaboración en un volumen editado con contribuciones de los círculos académicos ajenos a las organizaciones. Además, hemos trabajado juntos en el marco de una colaboración interinstitucional más amplia encabezada por la OCDE: la Iniciativa Internacional de Colaboración en materia de Comercio y Empleo. Y en 2010 se encomendó a la OMC, la OIT, la OCDE y el Banco Mundial la preparación de un informe sobre la relación entre el comercio, el crecimiento y el empleo para la Cumbre del G-20 celebrada en Seúl.

Hoy nos ocupamos de una nueva esfera de posible colaboración: "las cualificaciones al servicio de la competitividad". Las cualificaciones constituyen una esfera de trabajo en la que la OIT participa muy activamente; la cuestión de la competitividad tiene un lugar destacado en el programa de todos los organismos que se ocupan del comercio y el desarrollo, y es prioritaria para los Miembros de la OMC y la OIT. Las cualificaciones de la mano de obra son un factor determinante de la competitividad de las empresas y los países. Debido a la estrecha relación que existe entre las cualificaciones y la competitividad, es comprensible que la OIT y la OMC aúnen esfuerzos en esta esfera técnica.

Las cualificaciones determinan la capacidad de los países para incorporarse a nuevos mercados de exportación y absorber nuevas tecnologías. Por ello, no es de extrañar que en uno de los capítulos de la publicación conjunta de la OIT y la OMC de 2011 se subraye que las cualificaciones son un factor determinante del crecimiento económico. En ese capítulo se constata también que cuanto más abiertas son las economías, mayor es la contribución de las cualificaciones al crecimiento. En contra de la lógica tradicional, según la cual los recursos naturales y la presencia de industrias extractivas son una medida de la riqueza, creo firmemente que la riqueza de los países en desarrollo está en su gente. Considero que las personas constituyen el principal recurso de que disponen esos países: un recurso que se puede invertir, que es flexible y dinámico. La mejora de las cualificaciones es un componente importante de esa inversión en las personas.

El cuarto Examen Global de la Ayuda para el Comercio centra su atención en las cadenas de valor mundiales. En el marco de los preparativos del Examen, la OCDE y la OMC realizaron conjuntamente un ejercicio de vigilancia encaminado a determinar los principales obstáculos que afrontan las empresas de los países en desarrollo cuando se incorporan a las cadenas de valor o avanzan en ellas. Como contexto de la actividad paralela de hoy sobre "las cualificaciones y la competitividad", la OMC ha analizado los datos reunidos mediante ese ejercicio a fin de comprender mejor el papel de las cualificaciones en el aumento de la competitividad de las pequeñas y medianas empresas (PYME) y como factor que les permite integrarse con éxito en las cadenas de valor y ascender en ellas.

El estudio confirma que las cualificaciones son una importante limitación para las PYME desde el punto de vista de la oferta. En los países en desarrollo, alrededor del 45% de los proveedores que participan en las cadenas de valor en los sectores del turismo, los textiles y las prendas de vestir y las TICy el 38% de los proveedores de la cadena agroalimentaria señalaron que las cualificaciones de la fuerza de trabajo constituían una de las principales limitaciones.

Los trabajadores y las pequeñas y medianas empresas de los países en desarrollo afrontan graves limitaciones de recursos cuando se trata de invertir en enseñanza y formación. La capacidad de las PYME para conseguir personal que sea adecuado para la empresa dependerá, pues, de manera decisiva de la calidad del sistema nacional de educación y del sistema de enseñanza y formación profesional. Esos sistemas deben estar en condiciones de dotar a los jóvenes que terminan sus estudios secundarios o superiores de los conocimientos, las cualificaciones y las actitudes que buscan los empleadores. También tienen que ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a los mercados mundiales, que se caracterizan por la rapidez de los cambios tecnológicos y un alto nivel de innovación.

La asistencia técnica en la esfera de la enseñanza y la formación puede tener, por lo tanto, repercusiones importantes y arrojar resultados concretos, al dar a las PYME de los países en desarrollo acceso a las cualificaciones necesarias. En términos sencillos, la fórmula consiste en que, cuanto más acceso tengan esas empresas a las cualificaciones adecuadas, mayores serían sus posibilidades de incorporarse a las cadenas de valor regionales y mundiales o avanzar en ellas.

Según los criterios que aplicamos habitualmente, la definición tradicional de la "Ayuda para el Comercio" no comprende la asistencia técnica destinada a la enseñanza y la formación. Sin embargo, los datos obtenidos como resultado del ejercicio de vigilancia de la OCDE y la OMC parecen indicar que, cuando el desarrollo de las cualificaciones de la fuerza de trabajo constituye un elemento de la Ayuda para el Comercio, contribuye eficazmente a que los proveedores locales puedan conectarse a las cadenas de valor o ascender en ellas. Por ese motivo, es necesario seguir impulsando la labor de coordinar la asistencia y orientarla hacia el perfeccionamiento profesional, haciendo hincapié en el fortalecimiento de la función de los proveedores de los países en desarrollo en las cadenas de valor.

La OIT tiene una dilatada historia de prestación de asistencia técnica en la esfera de la enseñanza y la formación profesional. La comunidad comercial puede obtener grandes beneficios de una colaboración más estrecha con la OIT y otros organismos que actúan en el ámbito de la enseñanza y la formación. El Grupo de Reflexión que convoqué el año pasado para analizar el futuro del comercio también destacó en su informe la importancia de que haya una mayor coherencia entre las políticas comerciales y las políticas en la esfera de la enseñanza, las cualificaciones y la innovación.

Quiero dar las gracias a Guy Ryder y a Chris Evans-Klock y su equipo por haber aportado a la OMC la experiencia técnica no sólo de la OIT, sino también de la OCDE y del Banco Mundial sobre la cuestión de las cualificaciones y la competitividad. También agradezco a la Sra. Petri Gornitzka que haya presidido esta reunión, así como su sugerencia de que examináramos estas cuestiones en el marco de la labor del Marco Integrado mejorado. Confío plenamente en que el análisis y los resultados del debate de hoy contribuirán a que comprendamos mejor y valoremos en mayor medida el hecho de que superar las lagunas en materia de cualificaciones que existen en los países en desarrollo puede ayudarlos a obtener más beneficios de su participación en el sistema multilateral de comercio.

Muchas gracias.

 

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