WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY


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24ª actividad paralela: Conferencia en ocasión del 30º aniversario de CUTS

Sr. Pradeep,
Distinguidos Embajadores,
Señoras y señores,

Es para mí un gran placer intervenir en el trigésimo aniversario del Consumer Unity Trust, especialmente en el marco del interesante eje temático “Treinta años que han cambiado la faz del comercio mundial”. Es una oportunidad de contemplar retrospectivamente la evolución del mundo del comercio durante los tres últimos decenios.

En los últimos meses me han pedido en varias ocasiones que pasara revista a mis ocho años en la OMC; a veces incluso a las más de dos décadas que he dedicado a los asuntos económicos y comerciales.

Pero hoy es un día especial. Especial porque el Sr. Pradeep me ha pedido que reflexione sobre los cambios que han conocido el comercio mundial y el sistema multilateral de comercio durante los 30 últimos años. Quizá porque durante ese mismo período de tiempo él logró por sí solo que el Consumer Unity Trust -o CUTS, como lo llamamos ahora- pasara a ser de una organización modesta que coordinaba a pequeños grupos de consumidores del Rajasthán rural a ser una institución genuinamente mundial respetada por igual por los gobiernos y la sociedad civil.

El CUTS hizo su aparición en la escena local en 1983, por medio del periódico mural Gram Gadar, que, según mis traductores indios, significa “Revolución Rural”. Y Pradeep lo ha puesto en el candelero mundial. El CUTS ha cambiado en los 30 últimos años, y lo mismo ha ocurrido con el panorama geopolítico. Hemos asistido al auge de los países emergentes y a un cambio en los equilibrios de poder económico y político. Estos cambios también se han reflejado en la evolución del comercio mundial durante este período. A principios del decenio de 1980, el comercio mundial presentaba un aspecto completamente distinto: para empezar, ¡la OMC ni siquiera existía! El GATT, antecesor de la OMC, se solía tachar de club exclusivo reservado a los miembros. De modo que quizá el cambio más importante, con el que empezaré, sea el carácter mucho más universal de la composición actual de la OMC.

Se ha producido un aumento exponencial de las 89 Partes Contratantes del GATT en 1983 a los 159 Miembros actuales de la OMC, que en su mayoría son países en desarrollo. Hoy hay 24 países inmersos en diversas fases del proceso de adhesión, de los cuales el Yemen, Serbia, Bosnia y Herzegovina, Kazajstán y Seychelles, como mínimo, se encuentran en fases avanzadas. Hay que tratar seriamente de acelerar estas adhesiones, porque su conclusión es la “última frontera” que hemos de cruzar para hacer de la OMC una organización realmente universal.

¿Cuál sería el segundo gran cambio que me viene a la mente cuando contemplo los últimos 30 años de comercio mundial? Hoy se intercambian menos productos y servicios enteros y hay una mayor proporción de comercio de tareas en cadenas de valor que a menudo no solo abarcan países, sino incluso continentes. No es de extrañar por lo tanto que la amplitud y el alcance de las normas actuales de la OMC hayan aumentado significativamente en comparación con los que tenían hace 30 años.

En el decenio de 1980, el comercio de mercancías medido en volumen ascendía aproximadamente a 2 billones de dólares EE.UU. En 2012 es por lo menos de 18 billones de dólares EE.UU. Entre 1982 y 2012, la tasa media anual de crecimiento del comercio de mercancías ha girado en torno al 8%.

A principios del decenio de 1980, pese a que se conocía la importancia de los servicios por derecho propio, carecíamos de un acuerdo multilateral que abarcara este sector. De la misma manera, hoy damos prácticamente por sentada la obvia función que desempeñan los derechos de propiedad intelectual para impulsar la innovación y propiciar la producción y el crecimiento de la industria; y a menudo olvidamos que hace 30 años no disponíamos de normas convenidas a escala multilateral en este ámbito. Además, aunque había algunas normas muy elementales sobre el comercio de productos agrícolas, es indudable que todavía no creíamos que se pudiera someter la agricultura a disciplinas, como se había hecho con las manufacturas, y menos aún en la forma prevista en los proyectos de textos presentados en la Ronda de Doha.

Podría continuar indefinidamente, especialmente si pienso en la manera en que han ido abriéndose paso en los debates mundiales sobre comercio cuestiones como la contratación pública, la tecnología de la información, el comercio electrónico, la transferencia de tecnología, el comercio, la deuda y las finanzas, el medio ambiente o la facilitación del comercio.

Al mismo tiempo, hemos incorporado a nuestros trabajos las deliberaciones sobre cuestiones como el desarrollo sostenible y la Ayuda para el Comercio, que hace 30 años no se habrían considerado necesariamente comprendidas en el rubro “comercio”.

Si tuviera una bola de cristal y pudiera ver el futuro, quizá en comparación estos cambios me parecerían leves. Pero, dado que estas son las últimas semanas que voy a pasar aquí, haré bien en guardarme para mí mis opiniones sobre las “cuestiones del futuro”, ¡al menos hasta que pueda volver a hablar libremente!

La puesta en marcha de una ambiciosa ronda comercial en Doha, que abarca cerca de dos docenas de temas sobre los que negociar y trabajar y, sobre todo, que está muy centrada en el desarrollo, es otro hito en la historia del sistema multilateral de comercio. Poner el desarrollo en el centro de las negociaciones de Doha significa dos cosas: reconocer claramente que una mayor apertura del comercio puede ser útil para el desarrollo. Pero significa también que, para que sea eficaz, dicha apertura debe ir acompañada de actividades de creación de capacidad relacionada con el comercio, o Ayuda para el Comercio. Ahora bien, todos sabemos que el éxito real será naturalmente la conclusión de estas negociaciones, que todos esperamos se produzca en un futuro no demasiado lejano.

Si el grueso de las sucesivas rondas del GATT sirvió para reducir los aranceles industriales (con la excepción de las crestas arancelarias), Doha brinda la oportunidad de abordar importantes obstáculos al comercio actuales como los obstáculos no arancelarios o la burocracia en la frontera, así como de incrementar el grado de apertura del comercio de servicios. Constituye asimismo una ocasión de velar por que el comercio apoye al desarrollo sostenible abordando las subvenciones a la pesca y abriendo el comercio de bienes y servicios ambientales. Todos estos elementos tienen una importancia crucial para el buen funcionamiento de las cadenas de valor.

Cualquier exposición sobre los cambios en el mundo del comercio mundial estaría incompleta sin una mención al sistema de solución de diferencias de la OMC. No tiene parangón en términos de aprovechamiento eficiente del tiempo y calidad de los fallos emitidos. Tampoco lo tiene por lo que se refiere a la intensidad con que los Miembros se identifican con las constataciones de los informes de los grupos especiales y del Órgano de Apelación de la OMC. Con todo, en 1983 el GATT todavía funcionaba de conformidad con las escuetas disposiciones de sus artículos XXII y XXIII: un sistema cuyo propio diseño lo reducía a una estructura operativa intrínsecamente débil.

No creo que los fundadores de la OMC imaginaran la notable contribución que iba a realizar esta Organización a la estabilidad de la economía mundial. Su antecesor, el GATT, había sentado sin duda los cimientos de la cooperación mundial en la reglamentación del comercio internacional y había contribuido sobremanera al mantenimiento de la paz mundial. Pero esta joven organización (efectivamente, solo tenemos 18 años de edad) no solo ha contribuido a la paz y la seguridad mundiales, al reforzar la confianza mutua de las naciones en lo que respecta al comercio, sino que, en los tres últimos años gracias a su ejercicio periódico de transparencia y vigilancia, también ha impedido que las naciones adoptaran medidas proteccionistas a gran escala.

Finalmente, en los 30 últimos años se ha producido un enorme cambio en la dinámica de las negociaciones. En la OMC de nuestros días, resultaría inimaginable que el hecho de que la “Cuadrilateral” de la década de 1980 conviniera en algo bastara para concluir un acuerdo.

Aunque comparto sin lugar a dudas el optimismo general sobre la evolución hacia un reparto más equilibrado del poder en la OMC, quizá personalmente lo que más me agrada es el notable cambio que se ha producido en la destreza negociadora del grupo de los países menos adelantados (PMA). Hace 30 años era inconcebible que los PMA llegaran a ser una fuerza que tener en cuenta en las negociaciones multilaterales sobre comercio. Hoy los PMA tienen posiciones comunes, sólidamente fundamentadas, que han ayudado a dar a su programa un lugar preeminente en las negociaciones multilaterales.

En suma, el sistema multilateral de comercio se ha transformado radicalmente: lo que antes era un grupo reservado a los miembros es hoy una organización abierta a todos, sin duda también a las organizaciones no gubernamentales (ONG). Quizá puedan establecerse algunos paralelismos entre la evolución del CUTS y el crecimiento de la OMC: el empeño por crear organizaciones mundiales abiertas a un crecimiento interno que reflejen las necesidades en constante cambio de la economía mundial en la que operamos. Esa ha sido mi filosofía, la que ha guiado mis esfuerzos como Director General de esta Organización.

Ahora que estoy a punto de poner fin a mi mandato aquí, en la OMC, creo que organizaciones como el CUTS y otras organizaciones de la sociedad civil pueden desempeñar una función crucial para que el sistema multilateral de comercio asuma sus responsabilidades frente al reto del desarrollo. Allí donde esté en el futuro, siempre seré un ardiente defensor de este tipo de iniciativas.

Muchas gracias por su atención.

 

 

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