WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

22 de junio de 2006

Décima segunda reunión del Comité Directivo — Conferencia Parlamentaria sobre la OMC

Discurso de apertura del Sr. Pascal Lamy, Director General de la OMC

Señoras y señores,

Es un placer para mí reunirme de nuevo con todos ustedes. En septiembre pasado nos reunimos aquí y posteriormente en Hong Kong. Creo que mi visita de hoy es particularmente oportuna, no sólo porque sucede antes de un momento crucial para la OMC y el Programa de Doha para el Desarrollo, sino también porque se produce cuando ustedes acaban de publicar dos informes muy importantes: uno sobre los resultados de un cuestionario sobre cómo perciben los parlamentarios el comercio internacional y cómo lo abordan; y otro sobre la función de los parlamentos de análisis de la política comercial y de influencia en ella. Personalmente, los dos informes me han parecido esclarecedores y debo agradecerles el tiempo y la energía que dedican a examinar cuál es la mejor forma de ocuparse del comercio internacional.

También he tomado nota de la resolución que adoptaron en mayo, en Nairobi, sobre la necesidad de obtener un reconocimiento adecuado en las Conferencias Ministeriales de la OMC, cuestión que he debatido largamente con el Sr. Anders Johnsson este año.

El objetivo de mis observaciones iniciales el día de hoy es doble: en primer lugar, compartir con ustedes mis opiniones sobre esos informes y sobre la relación de ustedes con la OMC; y en segundo, exponer las cuestiones que se plantearán en los próximos días en relación con el Programa de Doha para el Desarrollo.

A juzgar por sus informes, ustedes consideran que su función con respecto al comercio internacional tiene tres dimensiones diferentes: la primera es una función de “supervisión”, en virtud de la cual ustedes vigilan las acciones de sus gobiernos y se aseguran de que rindan cuentas. La segunda es una función de ratificación de los tratados internacionales que se someten a sus parlamentos. Y la tercera es la función de elaborar la legislación de aplicación de los tratados internacionales y velar por su aplicación. Esta función tridimensional hace de ustedes interlocutores esenciales de la OMC. Su función es fundamental para asegurar tanto el entendimiento como la aceptación de la OMC a nivel nacional, e igualmente esencial para adaptar las nuevas obligaciones internacionales a los intereses y necesidades nacionales.

Sin embargo, de sus informes se desprende que hay esferas en las que ustedes sienten que se pueden introducir mejoras. Sus estudios señalan que la forma en que los distintos parlamentos abordan el comercio internacional varía mucho. Mientras que algunos han establecido comités específicos para analizar el tema, y parecen tener un conocimiento profundo de la OMC, otros sienten que cuentan con menos herramientas para influir en la política comercial. Además, los poderes conferidos a los parlamentos en distintos países parecen variar enormemente. Mientras que algunos parlamentos tienen un peso determinante en la posición que sus gobiernos adoptan en los foros internacionales y pueden pedir que se modifique esa posición, otros no disfrutan de funciones tan amplias. Algunos sólo participan al final de las negociaciones internacionales para dar un “sí” o un “no” a los acuerdos internacionales. Si bien ésta es evidentemente una función muy poderosa, no obstante limita el ámbito de la participación parlamentaria.

Ustedes también han señalado la forma en que la Ley sobre las facultades para promover el comercio de los Estados Unidos define la función del Congreso estadounidense con respecto a los acuerdos comerciales. Esa Ley, como ustedes saben, ha tenido repercusiones importantes en la política comercial, no sólo de los Estados Unidos, sino de todo el mundo. De hecho, esa Ley, que expirará a principios del próximo año, determina el calendario del Programa de Doha para el Desarrollo, y por lo tanto, antes de que eso suceda, estamos obligados a concluir las negociaciones de Doha.

Valoro la reflexión que ustedes han planteado sobre la mejor forma en que pueden estructurarse los parlamentos para desempeñar una función significativa en la esfera del comercio. Opino que tres de las cuestiones que ustedes plantean son de particular importancia: en primer lugar, que puede ser útil crear foros especializados dentro de los parlamentos para abordar el comercio internacional; en segundo lugar, que la colaboración regional e internacional entre parlamentarios puede facilitar el intercambio de información y la comprensión de las negociaciones internacionales; y en tercer lugar, que para desempeñar una función efectiva ustedes necesitan información oportuna y exacta. Los gobiernos, y también las instituciones internacionales como la OMC, tienen la responsabilidad de facilitar el flujo de información.

Actualmente, casi todos los documentos de la OMC se publican en el sitio Web de la Organización. Además, la OMC da cursos de formación especializada a los parlamentarios. Hemos organizado:

  • 7 seminarios regionales para parlamentarios en colaboración con la Asociación Parlamentaria del Commonwealth;

  • 1 seminario regional con la Francophonie; y

  • 1 seminario regional con el Parlatino.

Por supuesto, es necesario hacer más. Pero tal vez les sorprenda que toda la OMC apenas sea del tamaño de un departamento del Banco Mundial y que el presupuesto de la OMC sea aproximadamente una décima parte del de la FIFA. No es de extrañar, pues, que la Ronda de Doha sea más difícil de organizar que el Mundial. Hablando en serio, digo eso para señalar a su atención las enormes limitaciones de recursos con las que trabajamos.

En lo que se refiere a su relación con la OMC, comprendo su necesidad de tener una participación más directa. Algunos de ustedes ya han asistido a las Conferencias Ministeriales de la OMC como parte de las delegaciones gubernamentales. Sé que ya han iniciado un diálogo con sus gobiernos respecto a una participación más sistemática y que ello se refleja en su resolución de mayo. También me alegra que estén en contacto con el Presidente del Consejo General de la OMC en lo que se refiere a la manera de mejorar su colaboración con la Organización. Sin embargo, cualquier ampliación de la participación requerirá un consenso entre los Miembros de la OMC pues, como ustedes saben, la OMC es una Organización dirigida por los Miembros. Mientras prosiguen sus esfuerzos por tener una mayor representación, sólo les pido que no suspendan su labor con respecto al comercio. Estoy convencido de que ya pueden ejercer una enorme influencia sobre la OMC por la naturaleza misma de la función que desempeñan. Sus documentos de posición y sus declaraciones públicas no se pueden ignorar. Recuerden que a la larga son ustedes quienes tienen que aprobar todo acuerdo de negociación. Muchos de ustedes tienen “poder de veto” sobre lo que nosotros hacemos.

Permítanme pasar ahora al Programa de Doha para el Desarrollo. La próxima semana será un momento decisivo para las negociaciones. Varios ministros viajarán a Ginebra con miras a reducir las diferencias en dos esferas clave: la apertura comercial para los productos industriales y para los agrícolas. Hay muchos otros temas en la Ronda de Doha, como la apertura del comercio de servicios, el perfeccionamiento de nuestras normas antidumping, la creación de nuevas normas relativas a las subvenciones a la pesca y a toda una gama de asuntos ambientales. Pero sólo podremos ocuparnos de esa larga lista cuando hayamos solucionado la cuestión de los productos agrícolas e industriales. Apenas esta mañana los Presidentes de los grupos de negociación sobre la agricultura y los productos industriales han publicado los llamados “proyectos de modalidades” para sus negociaciones. Estos son documentos en los que se resume la situación actual y que servirán de base para las negociaciones que se llevarán a cabo la próxima semana. Presagian el inicio de un maratón ya que queda mucho trabajo por hacer.

Gran parte del mundo en desarrollo ha depositado sus aspiraciones en la agricultura, un sector que llegó tarde al sistema de normas del comercio multilateral, y que tiene un atraso de alrededor de 50 años con respecto al sector industrial. Las diversas formas de subvención que el mundo rico otorga a sus productores han desplazado a los agricultores africanos y otros agricultores de los mercados internacionales, lo que ha frenado su comercio agrícola. Además, los aranceles tan elevados que se aplican a los productos agrícolas han obstaculizado seriamente las corrientes comerciales. Algunos países en desarrollo alegan que necesitan esos aranceles para contrarrestar los efectos de las subvenciones del mundo rico, que conducen a que su producción sea objeto de dumping en los mercados de los países en desarrollo. Así, una distorsión ha llevado esencialmente a otra. Mientras que el arancel medio a nivel mundial sobre los productos industriales es apenas el 5 por ciento, el de los productos agrícolas es el 60 por ciento. Al poner en marcha la Ronda de Doha, el mundo en desarrollo insistió en que se corrigieran esos desequilibrios, y desde entonces se ha mostrado muy activo en las negociaciones.

Los “Cuatro del Algodón”, Burkina Faso, el Chad, Benin, y Malí, colocaron al algodón en el centro de las negociaciones e insistieron en que, debido a su enorme importancia para más de 30 economías africanas, debía beneficiarse de un trato especial. Se acordó que en el caso del algodón se llevarían a cabo reducciones de los aranceles y de las subvenciones más rápidas y ambiciosas que en otros productos agrícolas. Y, de hecho, en Hong Kong los Cuatro del Algodón obtuvieron una importante victoria cuando se acordó conceder un trato libre de derechos y de contingentes a las exportaciones de algodón de todos los países menos adelantados. La vigorosa coalición de países en desarrollo conocida como el G20 también insistió en que se pusiera a la agricultura en el primer plano de la Ronda de Doha. Temas como la progresividad arancelaria, que obstaculiza la exportación de productos agrícolas elaborados procedentes del mundo en desarrollo y que es un obstáculo importante para el desarrollo, están ahora claramente sobre la mesa.

Si bien se han logrado progresos sustanciales en las negociaciones sobre la agricultura, persisten amplias divergencias entre nuestros Miembros. En lo que se refiere a las subvenciones a la exportación, los países ya han acordado eliminarlas para 2013. También se está llegando a un consenso sobre las nuevas normas que se están elaborando para controlar los créditos a la exportación, evitar el desplazamiento del comercio provocado en ocasiones por la ayuda alimentaria y establecer disciplinas relativas a la función de las empresas comerciales del Estado que son exportadoras importantes. Sin embargo, sigue habiendo divergencias entre nuestros Miembros en cuanto a la magnitud de las reducciones que deben realizarse en materia de aranceles y de subvenciones nacionales que distorsionan la adopción de decisiones sobre los cultivos. Dos de los lados de lo que se ha llamado “el triángulo mágico”, la Unión Europea, en lo que respecta a los aranceles sobre los productos agrícolas, y los Estados Unidos, en lo que respecta a las subvenciones a la agricultura, tendrán que dar pasos en los próximos días si se quiere alcanzar un acuerdo.

Con respecto a los productos industriales, la situación es un poco menos complicada puesto que nos enfrentamos a una gama más limitada de cuestiones. Debemos acordar la magnitud de los recortes arancelarios correspondientes a los países desarrollados y a los países en desarrollo. Si bien los aranceles industriales medios a nivel mundial son bajos, como dije anteriormente, los aranceles de los países en desarrollo siguen siendo bastante elevados, y los países desarrollados conservan determinadas crestas arancelarias. Además, los aranceles que los países desarrollados aplican a algunos de los productos que revisten un interés comercial clave para los países en desarrollo, como los textiles, tienden a aumentar. La reducción de los aranceles de los países en desarrollo también será crucial para lograr un resultado satisfactorio en esta parte de las negociaciones. Los aranceles elevados de los países en desarrollo han sofocado la competitividad en sus mercados, han elevado el costo para los consumidores de los productos esenciales y obstaculizado no sólo el comercio Norte-Sur sino también el comercio Sur-Sur. Insto al Brasil, la India, Egipto y otros países en desarrollo, que forman el tercer lado del “triángulo mágico”, a que hagan un esfuerzo para llegar a los compromisos necesarios la próxima semana.

Un fracaso de la Ronda de Doha sería antes que nada una pérdida para el mundo en desarrollo, que puso gran empeño en poner en marcha una negociación comercial que enderezara la situación comercial. Tenemos una oportunidad única de corregir los desequilibrios existentes en el comercio multilateral. Pido que no la dejemos escapar.

Gracias por su atención.