WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Programa de Doha para el Desarrollo de la OMC: la Ronda Uruguay como base para lograr un sistema de comercio mundial más libre y más justo
Celebración del 20º aniversario del comienzo de la Ronda Uruguay, Montevideo

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Señoras y señores:

Se encuentran hoy entre nosotros varios altos funcionarios que participaron en la Ronda Uruguay de Negociaciones Comerciales Multilaterales. Algunos de ellos —algunos de ustedes— estuvieron presentes en Punta del Este, cuando se firmó la Declaración Ministerial sobre la Ronda Uruguay. Que mis primeras palabras en el presente acto sean un homenaje a ustedes, a todos los que, con sus virtudes diplomáticas y su pericia negociadora, contribuyeron al éxito de la Ronda Uruguay. Su actuación fue decisiva para configurar y desarrollar las normas del comercio multilateral y crear la Organización Mundial del Comercio. Que el ejemplo y la experiencia de ustedes inspire a los negociadores de hoy.

Hace 20 años, los Ministros que representaban a las Partes Contratantes del GATT, reunidos en Punta del Este, decidieron iniciar un nuevo ciclo de negociaciones comerciales y darle el nombre de “Ronda Uruguay”, en reconocimiento de los esfuerzos y la hospitalidad de este país en la preparación de esas negociaciones.

El Uruguay no sólo albergó el lanzamiento de la nueva ronda, sino que hizo algo aún más importante: durante los siete años de deliberaciones destinó a sus mejores funcionarios, Ministros, Embajadores y negociadores a la tarea de llevar a buen puerto las negociaciones. Con la celebración de hoy, el Uruguay renueva su compromiso de larga data con el sistema multilateral de comercio, con su preservación y con su perfeccionamiento. Deseo valerme de la oportunidad para expresar al Gobierno uruguayo mi aplauso y mi agradecimiento por esta trascendental iniciativa.

La “Declaración Ministerial sobre la Ronda Uruguay”, firmada el 20 de septiembre de 1986, es un documento que revela cuánto se ha logrado desde entonces, pero también cuánto queda por hacer. Es notable la claridad con que los Ministros expresaron, en el preámbulo de la Declaración, la filosofía básica del sistema multilateral de comercio: estaban “resueltos a contener el proteccionismo” y “a eliminar las distorsiones del comercio”, y estaban “convencidos de promover así el crecimiento y el desarrollo”.

Hace 20 años ya tenían claro los Miembros de la OMC que había un vínculo simple e inequívoco entre la apertura de los mercados y la eliminación de las distorsiones, por un lado, y, por otro, la promoción del crecimiento y el desarrollo. Hoy en día es frecuente poner en entredicho este mensaje explícito y directo, fundamento de nuestro sistema, aun cuando ahora como entonces deba ser matizado por factores y políticas propios de cada país.

Los temas de negociación enunciados en la Declaración Ministerial de 1986 eran un desafío: incorporar la agricultura al sistema, integrar plenamente en el GATT los textiles y el vestido, elaborar normas sobre propiedad intelectual, establecer un marco para disciplinas con respecto a los servicios y fortalecer los procedimientos de solución de diferencias, además de recortar los aranceles, reducir las subvenciones y mejorar la normativa del comercio de mercancías.

Estos objetivos se alcanzaron en gran medida. En algunos ámbitos, los resultados fueron aún más ambiciosos de lo inicialmente previsto: en 1986 nadie podía imaginarse que el GATT, un simple contrato apoyado por una plantilla minimalista de funcionarios, se transformaría en la Organización Mundial del Comercio, una institución integrada por 150 Miembros, dotada de pleno estatus jurídico internacional, investida de una función capital en materia de vigilancia, solución de diferencias, negociaciones y asistencia técnica relacionada con el comercio.

No es menos cierto que en otras esferas los objetivos siguen pendientes; de ahí la necesidad de la nueva Ronda, que se inició en Doha en 2001. El primer objetivo de la Declaración de 1986 era “aportar una mayor liberalización y expansión del comercio mundial en provecho de todos los países, y especialmente de las partes contratantes en desarrollo”. En Punta del Este los Ministros también convinieron en “la corrección y prevención de las distorsiones […] de los mercados de productos agropecuarios”. Mayor apertura de los mercados, menor distorsión del comercio, y desarrollo: estos objetivos, expresados hace 20 años, todavía no se han cumplido.

En cierto modo, la actual Ronda — el Programa de Doha para el Desarrollo, con la mira puesta en el desarrollo y el foco en la agricultura — representa la continuación, la ampliación y la mejora de los resultados de la Ronda Uruguay. Y la posibilidad de realizar esa mejora está a nuestro alcance. Si se compara lo conseguido en la Ronda Uruguay en las principales áreas de negociación y lo que está propuesto ahora, se ve cuánto se perdería si no se concluyera con éxito la presente Ronda.

Empecemos por la agricultura, un tema que así como mereció entonces especial atención, está ahora en el primer plano de las negociaciones. En 1993, cuando concluyó la Ronda Uruguay, los negociadores habían podido crear un marco para someter a disciplina las subvenciones y habían iniciado un proceso de apertura de los mercados en el comercio agropecuario. La Ronda de Doha promete desarrollar los resultados de la Ronda Uruguay avanzando mucho más en la creación de condiciones más equitativas en la agricultura.

La Ronda Uruguay incorporó la agricultura al sistema multilateral de comercio, como parte integrante del Acuerdo de Marrakech, sometiendo plenamente el Acuerdo sobre la Agricultura a las normas de la OMC sobre solución de diferencias. En acceso a los mercados, en cambio, no satisfizo las expectativas de muchos Miembros. La Ronda de Doha, por su parte, tiene la posibilidad de crear nuevas oportunidades concretas de mercado para las exportaciones de productos agropecuarios.

La Ronda Uruguay estableció un primer nivel de referencia para las subvenciones agrícolas. La Ronda de Doha tiene la posibilidad de reducir las subvenciones causantes de distorsión del comercio a niveles mucho más bajos que los aceptados anteriormente. En diciembre del año pasado, en Hong Kong, los Miembros de la OMC convinieron en que esta categoría de subvenciones quedaría completamente eliminada para el año 2013. La Ronda de Doha también fortalecería las disciplinas o formularía disciplinas nuevas con respecto a otras formas de apoyo a las exportaciones, como los créditos a la exportación, la ayuda alimentaria y las empresas comerciales del Estado, cuestiones no del todo tratadas durante la Ronda Uruguay.

En el ámbito más tradicional de los productos industriales, la Ronda Uruguay estableció recortes medios: los Miembros eran libres de elegir aquellos productos a los que afectarían las reducciones de los aranceles y aquellos a los que no, lo que dio lugar a crestas arancelarias y a la progresividad arancelaria, en particular con respecto a productos de interes para los países en desarrollo, como los textiles y el vestido o el calzado.

En la presente Ronda, los Miembros han acordado recortar los aranceles con arreglo a una mueva metodología, en virtud de la cual se reducen más los aranceles elevados que los bajos. Utilizando esta fórmula, los países desarrollados aplicarán los recortes arancelarios línea por línea, sin excepciones, al tiempo que los países en desarrollo tendrán a su disposición flexibilidades limitadas. Esto generará oportunidades comerciales nuevas e insospechadas, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo, lo que a su vez traerá consigo un enorme potencial de incremento y diversificación para el intercambio Sur-Sur.

La Declaración Ministerial de 1986 preconizaba el establecimiento de un marco de principios y normas para el comercio de servicios, con miras a la expansión de dicho comercio. La Ronda Uruguay produjo un amplio acuerdo sobre el comercio de servicios, que es actualmente uno de los ámbitos clave de la OMC. Empero, quedó mucho por hacer para la apertura de los mercados de servicios, que es uno de los objetivos de la presente Ronda.

En esta Ronda, los Miembros ya han convenido en una serie de medidas y compromisos que incrementarán sustancialmente la previsibilidad y el acceso a los mercados para los proveedores de servicios. Los Miembros de la OMC han convenido también en un método plurilateral de negociaciones basadas en peticiones y ofertas, como complemento del método bilateral. En los sectores de servicios básicos, como los servicios financieros, las telecomunicaciones y los servicios relacionados con el medio ambiente, las negociaciones han de producir mejoras tangibles del acceso a los mercados.

En la esfera de las normas, la Ronda Uruguay dio lugar a un nuevo Acuerdo Antidumping y a un nuevo Acuerdo sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias. Las negociaciones de la Ronda de Doha mejorarán los Acuerdos vigentes aportando más transparencia y previsibilidad. Asimismo, establecerán disciplinas más rigurosas en relación con los acuerdos comerciales regionales. El Grupo de Negociación sobre las Normas es presidido actualmente por el Embajador Guillermo Valles, que continúa la tradición de la generosa contribución uruguaya al desarrollo de las negociaciones.

El Programa de Doha para el Desarrollo contiene también varios temas que no se trataron en la Ronda Uruguay. Me limitaré a uno de ellos: la facilitación del comercio. Cuando las mercancías atraviesan fronteras se generan efectos significativos de aumento de los precios y de limitación de la actividad comercial. Este tema es motivo de especial preocupación para los países sin litoral. Según el Banco Mundial, cada día de demora en el tránsito de una mercancía supone una reducción del 1 por ciento como mínimo en el comercio.

En vista de estos problemas, los Miembros decidieron negociar un nuevo acuerdo sobre facilitación del comercio, que adecuará las normas del comercio a las prácticas comerciales modernas. Para los países pequeños, en particular, este nuevo acuerdo dará lugar a una reducción de los costos de tránsito y a mejores condiciones comerciales para las pequeñas y medianas empresas, que no pueden permitirse un exceso de burocracia y papeleo, y ayudará a los gobiernos a aplicar y efectuar con mayor eficacia los controles en la frontera.

La actual Ronda encierra, pues, la promesa de completar, ampliar y mejorar los resultados de las negociaciones que se iniciaron hace dos décadas aquí en el Uruguay. La Ronda Uruguay creó un impresionante cuerpo de normas, pero la Ronda de Doha exige, además de la mejora de esas normas, la adopción de compromisos más vastos y más profundos de acceso a los mercados. Exige también reducciones sustanciales de las subvenciones causantes de distorsión del comercio y resultados más tangibles y más justos para los países en desarrollo. Esta Ronda tiene un nivel de ambición sin precedentes, ya sea en cuanto al contenido, al número de Miembros involucrados o al efecto multiplicador de sus resultados, y todo esto se está negociando de manera más transparente e inclusiva, en armonía con las demandas de muchos países en desarrollo Miembros y de la sociedad civil.

En la Ronda Uruguay, varios países en desarrollo no eran ni siquiera signatarios del GATT; en la presente Ronda, en cambio, hay una amplia variedad de circunscripciones de países en desarrollo y menos adelantados, reunidos en diferentes grupos, lo cual hace que el proceso sea más animado y democrático, aunque también mucho más complejo.

Nunca se consideró que esta Ronda era una empresa fácil. Las dificultades con que tropezamos para concluirla son la mejor prueba de que sus resultados serán ambiciosos y concretos. Esas dificultades son bien conocidas. Cuando decidimos suspender las negociaciones, en julio, en vista del atasco en que se hallaban los Ministros, todos los Miembros eran conscientes de la naturaleza de los problemas que se nos planteaban.

El período de suspensión no fue un vacío de negociación: hubo contactos intensivos, a diferentes niveles, de manera discreta; fue un período de “diplomacia silenciosa”, como dimos en llamarla. Asimismo, se hicieron oír muchas voces, desde distintas partes del mundo, a favor de la reanudación de las conversaciones. La última de ellas fue la de la cumbre del APEC, reunida en Hanoi la semana pasada. Acá y allá empezaron a verse signos políticos de flexibilidad, y la presión por reanudar los trabajos en Ginebra se intensificó en consecuencia.

Habida cuenta de esos signos de flexibilidad y de la presión de las delegaciones, los Miembros decidieron la semana pasada reiniciar la labor técnica en Ginebra, en el contexto de los grupos de negociación. El espectro del fracaso, seriamente considerado por los Miembros, ha despertado un sentimiento de urgencia por continuar. En esta etapa no ha llegado todavía el momento de convocar de nuevo a los Ministros a la mesa de negociación, pero estamos reanudando la labor técnica en todas las cuestiones, a instancia de los presidentes de los grupos de negociación.

En términos cronológicos, tenemos una ventana de oportunidad bastante limitada entre ahora y la primavera septentrional de 2007, dadas las condiciones parlamentarias en los Estados Unidos. Será muy importante utilizar este estrecho lapso de tiempo para hacer todo lo posible por salvar las distancias entre las diferentes posiciones.

Al tiempo que preparamos el terreno para la reanudación de plenas negociaciones, deseo reiterar mi llamamiento en pro de un renovado compromiso político de parte de todos los Miembros. Las negociaciones actuales, por muy difíciles que sean, pueden concluir con éxito -y confío en que así será- a condición de que haya iniciativa, compromiso y buena voluntad políticos. El Uruguay, y todos los aquí presentes que han venido a Montevideo a celebrar este vigésimo aniversario de la Ronda Uruguay, han dado muestras de iniciativa y buena voluntad.

Quisiera terminar mi intervención citando palabras pronunciadas por el representante del Uruguay en la ceremonia inaugural de la Conferencia de Punta del Este, en 1986: “Creo que es muy importante que digamos que todo depende del espíritu con que lleguemos a esa ronda. Si no vencemos los prejuicios que hoy existen […] no vamos a encontrar las soluciones, porque es muy claro que no hay soluciones simples […]; debemos trabajar, no para encerrarnos en nuestra muralla […] sino por el contrario, debemos salir de ella y tratar de crear un nuevo renacimiento.” En este momento se requiere ese mismo espíritu: vencer los prejuicios y salir de la muralla, a fin de crear, mediante la feliz conclusión de la Ronda de Doha, las condiciones necesarias para un sistema multilateral de comercio nuevo, más abierto y revitalizado.

Muchas gracias.

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