WTO NOTICIAS: DISCURSOS DG PASCAL LAMY
“La globalización y el medio
ambiente en una Organización de las Naciones Unidas reformada: Trazar
una ruta de desarrollo sostenible”
224º período de sesiones del Consejo de Administración/Foro Ambiental
Mundial a Nivel Ministerial, Nairobi
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Pascal Lamy
Señoras y señores,
“Gaia” —que significa “Madre Tierra” en griego— atraviesa una etapa
difícil: una zona de turbulencias. Ya en 1979, cuando James Lovelock
publicó su famosa obra —Gaia: Una nueva visión de la vida sobre la
Tierra— se nos advirtió que la materia viva no es pasiva y que si se
la provoca, la Tierra responde. Aprendimos que el aire, los océanos y
las superficies terrestres de la Tierra reaccionan frente a las amenazas
a su propia existencia. Luchan para defenderse. Hoy, que nos enfrentamos
a retos ambientales de una magnitud sin precedentes, como el cambio
climático, no cabe duda de que Gaia efectivamente reaccionará y de que
la humanidad podría sufrir las consecuencias.
Para aquellos de ustedes que no lo conozcan, James Lovelock no fue
solamente el padre de la teoría Gaia, sino también el inventor del
detector de electrones, instrumento que hizo posible la detección de los
CFC.
El 4 de julio de 1994, cuando los Estados Unidos concedieron la Medalla
de la Libertad al Presidente checo, Vaclav Havel, éste pronunció las
siguientes palabras:
Según la hipótesis Gaia, somos partes de un todo mayor (dijo Havel). Nuestro destino no depende solamente de lo que hacemos por nosotros, sino también de lo que hacemos por Gaia como un todo. Si la ponemos en peligro, ella prescindirá de nosotros en aras de un valor más elevado: la vida misma.
La reunión del Consejo de Administración del
PNUMA no podría haber sido más oportuna. Tiene lugar después de las
numerosas y serias señales de alarma que hemos recibido en relación con
el cambio climático, y otros problemas ambientales. Basta echar una
mirada a las Perspectivas del Medio Ambiente Mundial para 2007 del PNUMA
para ver toda la magnitud del desafío al que nos enfrentamos.
En 1987, fecha en que el Informe Brundtland acuñó la expresión
“desarrollo sostenible”, muchos de nosotros lo consideramos como una
opción. La otra opción era la hipótesis de “seguir como hasta ahora”.
Veinte años después, nadie puede argüir que el desarrollo sostenible sea
una opción. Se ha convertido en un imperativo.
El desarrollo sostenible debería ser la piedra angular de nuestro
enfoque de la globalización y de la estructura de gobernanza mundial que
nosotros creamos. Si he venido a este foro, es para transmitir un
mensaje: la OMC está dispuesta a cumplir la parte que le corresponde.
Cuando se creó la OMC, allá en 1995, el “desarrollo sostenible” ocupó un
lugar en el centro mismo de su carta fundacional. Los gobiernos vetaron
el tipo de comercio que se basa en el agotamiento de los recursos
naturales. En lugar de ello, preconizaron el uso “sostenible” de esos
recursos. Después fueron más lejos en su compromiso de seguir la vía del
desarrollo sostenible al dar inicio a las negociaciones sobre el medio
ambiente en la Ronda de Doha. Es la primera vez en la historia de las
conversaciones comerciales multilaterales que se han comenzado
negociaciones de ese tipo. El mérito por ello no debe atribuirse
solamente a los gobiernos de los Miembros de la OMC. La comunidad
ambiental ha contribuido sin duda de forma decisiva al inicio de esas
negociaciones con sus repetidos llamamientos para que el apoyo mutuo
entre el comercio y el medio ambiente sea mayor.
Señoras y señores, la globalización se puede entender de muchas maneras.
Algunos la ven como un fenómeno económico, impulsado por el mayor flujo
de bienes, servicios y capitales entre los países. En esta definición,
la OMC desempeña un papel central. Otros la ven como un fenómeno
tecnológico, impulsado por la revolución que hemos presenciado en la
tecnología de la información, etc. La única certeza en todo esto es que
el mundo está interconectado hasta tal punto que hoy es imposible que un
país viva y prospere aislado del resto del mundo.
Es evidente que la globalización es un fenómeno que requiere una gestión
cuidadosa. Al conectar a personas de extremos opuestos del planeta, la
globalización ofrece un potencial enorme, pero también puede tener
inconvenientes. Al igual que los bienes, los servicios y las personas,
la polución, por ejemplo, también cruza las fronteras. La gestión de la
globalización nos permitiría retener sus ventajas y evitar sus
inconvenientes. No cabe duda de que el mundo necesita una “gobernanza
mundial” más eficaz: gobernanza a un nivel que trascienda las fronteras
nacionales. Es preciso por tanto fortalecer nuestras instituciones de
gobernanza mundial. Es preciso también lograr que funcionen como un todo
más coherente. Esto se aplica a la OMC y a todas las demás instituciones
internacionales, que deberían complementarse entre sí.
No cabe duda de que el comercio da lugar a una asignación más eficaz de
los recursos a escala mundial. Ahora bien, todos sabemos que para que
esta asignación eficaz pueda hacerse realmente, hay que comenzar por
fijar el precio de los recursos de forma adecuada, que habría que
internalizar las externalidades. En el mundo de hoy, nuestras políticas
no están plenamente sincronizadas. Los gobiernos tienen, ante todo, que
tomar mayor conciencia de la necesidad de esta sincronización.
Tenemos que dejar atrás la época en la que los gobiernos acudían a los
diferentes foros con posiciones contradictorias. En un gobierno, la mano
derecha no debería competir con la mano izquierda. La OMC, el PNUMA y
los AMUMA, así como todas las demás instituciones internacionales,
tienen que ponerse a trabajar con una visión compartida de desarrollo
sostenible.
La Ronda de Doha de negociaciones comerciales contiene una promesa para
el medio ambiente. La promesa de permitir una asignación más eficaz de
los recursos, incluidos los recursos naturales, a escala mundial,
gracias a la constante reducción de los obstáculos al comercio
(aranceles y subvenciones). Pero también contiene la promesa de asegurar
una mayor armonía entre la OMC y los AMUMA: la promesa de derribar los
obstáculos que impiden el comercio de tecnologías y servicios limpios,
así como la promesa de reducir las subvenciones agrícolas perjudiciales
para el medio ambiente que están conduciendo a la sobreproducción, y las
subvenciones a la pesca perjudiciales que fomentan la sobrepesca y
agotan las poblaciones mundiales de peces.
La OMC necesita que participe en estas negociaciones la comunidad
ambiental. Necesita la participación de los ministros de medio ambiente,
del PNUMA, de los AMUMA y de la sociedad civil. Como he dicho antes,
estas negociaciones han sido posibles gracias, en gran parte, a los
esfuerzos de la comunidad ambiental. Pero esos esfuerzos deben
continuar, en especial en esta fase crucial de la Ronda de Doha. Por muy
imperfecta que sea, la OMC continúa siendo el único foro en todo el
mundo que está dedicado exclusivamente a debatir la relación entre el
comercio y el medio ambiente. Gracias a la Ronda de Doha, se pueden
finalmente adoptar decisiones a este respecto que influirán en la forma
que adopte esa relación. Pido a la comunidad ambiental que preste apoyo
al capítulo ambiental de la Ronda de Doha y que aporte su contribución,
que es tan necesaria.
El mundo debe seguir adelante con estas negociaciones tan rápido como
pueda, no porque vayan a salvar el medio ambiente mundial, sino porque
son el primer pequeño paso que la comunidad internacional ha aceptado
dar para afrontar los retos ambientales a través del prisma del
comercio. El fracaso de las negociaciones fortalecería la posición de
quienes sostienen que no se debe poner control al crecimiento económico,
que el crecimiento económico está por encima de todo y no necesita tener
en cuenta el medio ambiente. El comercio, y más aún la OMC, deben
contribuir al logro de un desarrollo sostenible. Están empezando a
hacerlo.
Este primer pequeño paso que han dado los gobiernos les permitirá ser
más audaces en el futuro, abordar cuestiones que hasta ahora van a la
zaga. La fijación de precios adecuados para los recursos, la
internalización de las externalidades y una política energética adecuada
no son sino algunos de los temas que requieren mucha más atención.
La contribución de la Ronda de Doha al medio ambiente no es más que una
gota en el océano de las soluciones necesarias para resolver los
problemas ambientales del mundo. No obstante, esa gota es necesaria para
que los gobiernos se animen a empezar a contemplar el océano como un
todo. Nuestro objetivo ha de ser una estrategia de desarrollo sostenido
que vincule a todos los actores internacionales. ¡No esperemos a que
Gaia reaccione!
Les agradezco mucho su atención.
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