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Pascal Lamy
Señor Presidente
Mi mensaje de hoy es inequívoco. En este Comité, en el G 8, en la OMC y
en todos los demás foros, hemos conseguido -por encima de todas las
expectativas- destacar la importancia de la Ayuda para el Comercio y
convencer a los países en desarrollo de que es una prioridad. Ahora
tenemos que cumplir nuestros compromisos.
No es necesario que les explique por qué la Ayuda para el Comercio es
importante para la OMC. Muchos países en desarrollo solamente han
obtenido beneficios “virtuales” de las Rondas multilaterales anteriores,
en parte debido a que carecen de la capacidad necesaria para comerciar
con eficacia, y esto ha hecho que algunos se muestren reacios a
considerar siquiera la posibilidad de una mayor apertura del comercio en
el marco de la Ronda de Doha. Si bien la Ayuda para el Comercio no forma
parte de esta Ronda —en el marco denominado del “todo único”—, será
decisiva para que muchos países puedan sacar el máximo partido del éxito
que se obtenga.
Sin embargo, la Ayuda para el Comercio es importante en un sentido más
amplio. Al centrarse en las políticas, instituciones e infraestructura
que los países en desarrollo necesitan para beneficiarse de la apertura
del comercio —y de la globalización—, la Ayuda para el Comercio ha
dirigido una nueva atención hacia la agenda del crecimiento y la
competitividad, de la que el comercio es parte central. Conseguir una
mayor y mejor Ayuda para el Comercio es una prioridad, pero el objetivo
también es cambiar las mentalidades y no limitarse a construir puertos y
carreteras.
Ahora que estamos más centrados y nuestras expectativas han aumentado,
tenemos que producir resultados. La función que se ha atribuido a la OMC
es la de movilizar, vigilar y evaluar la Ayuda para el Comercio.
Actualmente estamos estableciendo un sistema de vigilancia en tres
niveles: vigilancia mundial, sobre la base de la labor llevada a cabo
por la OCDE; vigilancia de los donantes, sobre la base de las
autoevaluaciones; y vigilancia de los receptores, sobre la base de las
evaluaciones en los países.
A fin de unir los puntos de la figura y obtener una imagen más precisa
de la situación, también estamos organizando tres exámenes regionales
—en América Latina, Asia y África— en cooperación con el Banco Mundial y
los bancos regionales de desarrollo pertinentes, en que los bancos
regionales tomarán la iniciativa sobre el terreno. La finalidad de esos
eventos es alentar a los receptores, los donantes y el sector privado
—de forma conjunta— a que encaren los desafíos del mundo real, prioricen
las necesidades y trabajen para establecer planes de actividad
factibles.
Todo ello culminará en un evento anual de Ayuda para el Comercio que se
celebrará en la OMC en noviembre, en el marco de nuestro mandato
relativo a la coherencia.
Que quede clara la finalidad de este ejercicio: no se trata de convertir
a la OMC en un organismo de desarrollo, puesto que no es ahí donde
radica la ventaja comparativa de la Organización. El objetivo no es
crear un nuevo mecanismo, sino más bien conseguir que los numerosos
mecanismos que existen funcionen conjuntamente de forma más eficiente y
eficaz. Al aumentar la transparencia arrojando una luz más esclarecedora
sobre la ayuda para el comercio podemos crear incentivos para cumplir
los compromisos, hacer frente a las necesidades, mejorar la eficacia y
reforzar la responsabilidad mutua.
En lo que se refiere al esclarecimiento, el objetivo ya se está
cumpliendo. En viajes recientes a África, Asia, América Latina y el
Caribe, he comprobado que los países en desarrollo se están tomando la
ayuda para el comercio en serio, y muchos de ellos han empezado a
participar activamente en la identificación de prioridades, la
incorporación del comercio a las estrategias nacionales y la
colaboración con países vecinos en planteamientos regionales. Consideran
que la Ayuda para el Comercio es un catalizador necesario que les hace
falta para movilizar las inversiones, el espíritu empresarial y la
reforma.
Corresponde a los países donantes responder. En la Cumbre de Gleneagles,
la Conferencia Ministerial de la OMC en Hong Kong, y de nuevo en las
Reuniones Anuales del año pasado en Singapur, se hicieron promesas de
aumentar notablemente la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) en
general y la Ayuda para el Comercio en particular. Ahora los donantes
tienen que dar seguimiento a esos compromisos, aclarar sus planes y
empezar a facilitar los recursos adicionales, comenzando por el Marco
Integrado mejorado para los países menos adelantados. Es más: deseo
instar al Comité para el Desarrollo a que siga ocupándose de la cuestión
de la Ayuda para el Comercio en su próxima reunión de octubre. Si
queremos que el comercio se convierta en una prioridad para los países
en desarrollo —y así está sucediendo— los donantes deben reafirmar que,
como instrumento de desarrollo, también es una prioridad para ellos.
Esto me lleva a la Ronda de Doha, en cuyo marco la OMC puede hacer una
gran contribución al desarrollo reduciendo aún más los obstáculos al
comercio y fortaleciendo las normas del comercio internacional. La Ayuda
para el Comercio puede y debe ser un complemento importante de una Ronda
de Doha exitosa, pero no puede sustituirla.
La Ronda de Doha está llegando a un momento decisivo. Si queremos que
concluya para finales de 2007, tal como han prometido varios actores en
Delhi esta semana, tendremos que ver progresos tangibles durante las
próximas semanas en Ginebra. El éxito está sin duda a nuestro alcance, a
condición de que todos los Miembros de la OMC estén dispuestos a
contribuir.
Según expresaron los Ministros de finanzas africanos en la reunión
celebrada en Addis Abeba a principios de este mes, la apertura del
comercio, las inversiones y la asistencia para el desarrollo son piezas
del engranaje de una estrategia más amplia en favor del crecimiento,
cuyo objetivo general es aumentar los niveles de vida y reducir la
pobreza. Es una visión del desarrollo que vienen defendiendo desde hace
tiempo este Comité y los gobiernos que aquí están representados. Ahora
que la tenemos a nuestro alcance, no es el momento de darle la espalda.
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