WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

20° Congreso Mundial de la Energía, Roma

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Señoras y señores:
Es para mí un placer participar en este 20° Congreso Mundial de la Energía. La visión de su fundador, Daniel Dunlop, sigue viva en la actualidad en las acciones del Consejo Mundial de la Energía, cuyo objetivo, la promoción del suministro y el uso sostenibles de la energía para el mayor beneficio posible de todos los pueblos, es más pertinente que nunca.
 
Resulta alentador ver que la comunidad comercial asume el liderazgo y su responsabilidad colectiva frente a uno de los mayores desafíos de nuestros días: responder a la necesidad de energía del mundo, que se ha disparado, y a su repercusión en el desarrollo sostenible.
 
En nuestra búsqueda colectiva de una mejor gestión mundial de la energía, la mayoría reconoce que los mecanismos del mercado han demostrado su valía. Como ha observado el Presidente del Consejo entrante, los mercados siguen siendo el medio más eficaz de asignar los recursos. Sin embargo, los mercados deben regirse por normas transparentes y previsibles, y es en este aspecto en el que la OMC, como foro para la negociación y aplicación de normas comerciales multilaterales, tiene un papel que desempeñar. El informe que han elaborado ustedes sobre las normas comerciales y la energía constituye una contribución oportuna a este debate.
 
Hoy quisiera compartir con ustedes la forma en que la OMC puede contribuir a una asignación más eficiente de los recursos energéticos y, en general, a una mejora del entorno para el comercio de energía.
 
Permítanme comenzar diciendo que en la actualidad una buena parte de los grandes agentes mundiales en el sector de la energía, como Rusia, Irán, Kazajstán, Ucrania, el Iraq, Argelia o Libia no son aún Miembros de la OMC. Otros importantes participantes, como Arabia Saudita y otros Estados del Golfo, acaban de adherirse a la Organización. Por ello, no resulta sorprendente que la energía no se haya designado como un sector específico del comercio en la OMC.
 
Cuando se negociaron hace 60 años las normas del GATT, que precedió a la OMC, la apertura del comercio de energía no era una prioridad política. La demanda mundial de energía era una fracción de lo que es en la actualidad, y podía adquirirse un barril de crudo por 20 dólares, a precios corrientes.
 
En consecuencia, las normas de la OMC no se ocupan de la energía en como sector independiente. No obstante, dado que nuestras normas básicas se aplican a todas las formas de comercio, también se aplican al comercio de productos y servicios energéticos. Además, estas normas pueden aplicarse a través del mecanismo de solución de diferencias de la OMC, incluso a pesar de no haber sido negociadas teniendo en mente la energía.
 
Por ejemplo, disponemos de una norma general sobre transparencia que exige que los gobiernos publiquen a nivel nacional todos los reglamentos relacionados con el comercio y notifiquen la legislación pertinente a la OMC. Existe una norma que prohíbe las restricciones a la exportación en general. También prohibimos la discriminación basada en el origen o el destino de los productos. Tenemos además normas sobre la libertad de tránsito, sobre las medidas adoptadas por las empresas comerciales del Estado y sobre las subvenciones con efectos de distorsión del comercio. En algunas circunstancias, los Miembros pueden acogerse a exenciones que les permiten aplicar restricciones si están relacionadas con la protección de “recursos naturales agotables”. En virtud de las excepciones relativas a la seguridad, los Miembros pueden adoptar todas las medidas que estimen necesarias para la protección de los intereses esenciales de su seguridad, con inclusión de medidas relativas a las materias fisionables. Como pueden observar, muchas de estas normas pueden resultar pertinentes para el comercio de productos energéticos.
 
Lo mismo ocurre en el caso de nuestras normas sobre el comercio de servicios. El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) de la OMC comprende todos los servicios en general, con inclusión de los servicios energéticos, y puede proteger las inversiones en estos servicios.
 
No obstante, también debemos reconocer que existen ciertas características específicas del sector de la energía que lo hacen diferente en varios aspectos de otras actividades económicas.
 
Por ejemplo, las características físicas de los productos energéticos afectan a la forma en que son transportados a través de las fronteras y distribuidos a los consumidores finales. La existencia de monopolios naturales y el papel de las empresas del Estado también plantean desafíos particulares.
 
Puede que las normas vigentes de la OMC, que no se negociaron pensando en las características específicas del sector de la energía, no respondan adecuadamente a todas las necesidades del comercio de energía. En los años 70 y 80, los gobiernos intentaron, sin lograrlo, hacer frente a las cuestiones de las prácticas de doble precio y las restricciones a la exportación de materias primas. Surgieron diferencias en cuanto al alcance exacto de la obligación de tránsito, que se solucionaron finalmente entre los países interesados.
 
La falta de normas internacionales globales en materia de competencia y el hecho de que las disciplinas sobre contratación pública se apliquen únicamente a una fracción de los Miembros también pueden verse como carencias.
 
Por otra parte, las normas de la OMC se basan en una distinción entre mercancías y servicios, pero no siempre es fácil clasificar las transacciones en el sector de la energía en el comercio de “mercancías” o en el de “servicios”. Además, aún no se ha definido claramente la naturaleza de algunos productos energéticos, como la electricidad.

Recientemente, varios factores han hecho que la energía sea objeto de atención por parte de los Miembros de la OMC y, a la inversa, que la OMC sea objeto de atención por parte del sector energético.

  • Varios países exportadores de energía se han adherido recientemente a la OMC (Arabia Saudita, Omán), y otros (Rusia, varios países de Asia Central, Argelia, Libia, Irán, el Iraq o Ucrania) han solicitado su adhesión, la están negociando actualmente, trayendo consigo una parte sustancial del comercio de energía.

  • Con el aumento de las necesidades energéticas, las cuestiones relacionadas con el uso de los oleoductos internacionales han contribuido a renovar el interés por las disposiciones sobre libertad de tránsito.

  • Las reformas del sector de la energía y los adelantos tecnológicos han creado un espacio para los operadores privados, lo que ha permitido identificar los servicios de energía como un tema de negociación en la Ronda de Doha.

  • La interacción entre el comercio y el cambio climático, el papel de los biocombustibles y, de manera más general, las crecientes necesidades de energía y las preocupaciones en torno a la seguridad energética, también han contribuido a dar mayor realce a este sector en el ámbito de las normas comerciales multilaterales.

Las normas de la OMC son criaturas vivas, capaces de adaptarse a las nuevas situaciones, por lo que no me cabe duda de que evolucionarán para responder a las necesidades comerciales y políticas de la actualidad. En el pasado hemos visto muchos ejemplos de esto. En los años 60 y 70 no teníamos disciplinas sobre las subvenciones a la agricultura. Esta cuestión se introdujo en la OMC durante las negociaciones de los años 80 que culminaron en la Ronda Uruguay, y las negociaciones en curso en la Ronda de Doha para el Desarrollo darán un paso más al acordar reducciones considerables de las subvenciones que distorsionan el comercio.
 
El programa de negociación de la OMC siempre es determinado por los Miembros, sobre la base de sus prioridades económicas y políticas. Una vez que se llega a un consenso sobre el programa, pueden comenzar las negociaciones. Esto se aplica también a la energía, pero a falta de un acuerdo específico sobre el comercio de energía, este sector ya figura en las actuales negociaciones de Doha, que se iniciaron en 2001.
 
La primera esfera en que la energía figura explícitamente en el programa de Doha es en las negociaciones sobre servicios. Por primera vez los Miembros están debatiendo la energía como un sector de servicios específico.
 
La energía no se abordó de manera general en la Ronda Uruguay porque la liberalización del sector no figuraba aún en el programa político. En consecuencia, los Miembros de la OMC contrajeron compromisos limitados de apertura de sus mercados a los operadores extranjeros de servicios energéticos, incluidos los servicios relacionados con la minería en los yacimientos de petróleo y de gas, los servicios relacionados con la distribución de la energía (a base, entre otras cosas, de gas y electricidad) y el transporte de combustibles por oleoductos. No obstante, la progresiva cesión de los servicios públicos estatales y los adelantos tecnológicos han creado un espacio para los operadores privados, lo que a su vez ha dado mayor realce a los servicios energéticos en la OMC.
 
Las negociaciones en curso sobre los servicios de energía abarcan una amplia gama de actividades pertinentes para las empresas energéticas y comprenden todas las fuentes de energía, incluso las renovables. Se pretende obtener compromisos con respecto a actividades como la perforación, la ingeniería, los servicios de pruebas y análisis técnicos, los trabajos de construcción para oleoductos de larga distancia y locales y para la minería y los servicios de comercio de combustibles al por mayor y al por menor.
 
Las negociaciones abordan el establecimiento de presencia comercial, además de facilitar la transferencia dentro de las empresas de especialistas y profesionales que trabajan para compañías de servicios energéticos.
 
Además, algunos Miembros han propuesto que se negocien disciplinas adicionales, que tratarían, por ejemplo, de la transparencia de la reglamentación, el acceso no discriminatorio de terceros a las redes, la necesidad de un organismo independiente de reglamentación y los requisitos destinados a impedir las prácticas anticompetitivas. Todos estos temas ya están sobre la mesa.

Una segunda esfera de la Ronda de Doha pertinente para ustedes es la relativa a las tecnologías limpias. La Ronda de Doha tiene por objetivo abrir los mercados a los bienes y servicios ambientales. Muchos de ellos tienen una aplicación directa en la promoción de la eficiencia energética, por ejemplo los materiales necesarios para la producción de energía renovable, la gestión del calor y el control de la contaminación. Entre los bienes ambientales propuestos cabe citar el ejemplo de las turbinas eólicas, los paneles solares, los sensores de energía geotérmica, las células de combustible y los contadores de electricidad. La supresión o la reducción de los aranceles sobre los productos y las tecnologías favorables para el medio ambiente facilitaría su más amplia difusión.
 
Del mismo modo, las negociaciones sobre servicios ambientales incluyen negociaciones sobre actividades pertinentes para la energía, como los servicios para reducir los gases de escape y mejorar la calidad del aire, los servicios de protección de la naturaleza y el paisaje, o los servicios para la rehabilitación de zonas mineras. Por consiguiente, el capítulo ambiental de la Ronda de Doha de la OMC puede contribuir de manera muy concreta al fomento de tecnologías que sean energéticamente eficientes. Esta es una aportación que la comunidad comercial podría hacer a la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebrará en Bali.
 
Una tercera esfera de importancia para ustedes es la de las negociaciones sobre “facilitación del comercio”. Los Miembros han estado examinando posibles mejoras y aclaraciones de la obligación contenida en las antiguas normas del GATT, en virtud de la cual los Miembros deben permitir el paso de mercancías en tránsito por su territorio. Esta disposición se redactó en 1947. En la actual Ronda de Doha se han presentado propuestas para aclarar el significado de esta obligación y si incluye las instalaciones fijas, tales como los oleoductos.
 
Las preocupaciones relacionadas con la energía también se manifiestan en las propuestas sobre impuestos y subvenciones a la exportación. Se han presentado propuestas relativas a las restricciones a la exportación de productos energéticos y otras materias primas porque estas restricciones afectan más a estos productos que a otras mercancías objeto de comercio, y constituyen un motivo de inquietud para los países importadores porque aumentan los precios de los insumos. La cuestión de las subvenciones en forma de reducción de los precios de los productos energéticos, en especial el gas natural, ha suscitado en repetidas ocasiones acalorados debates entre los Miembros de la OMC, y también forma parte de las negociaciones en curso.
 
Por último, el panorama no estaría completo si no se mencionaran los biocombustibles. Aunque los biocombustibles pueden ofrecernos la oportunidad de hacer frente al cambio climático, la seguridad energética y el desarrollo rural, es necesaria una planificación cuidadosa para garantizar que no creen nuevos problemas medioambientales y sociales. Las negociaciones para reducir los aranceles e imponer disciplinas a las subvenciones a la agricultura pueden contribuir al establecimiento de un comercio ordenado de biocombustibles.
 
Señoras y señores:
 
En la actualidad la energía representa una preocupación global, y globales deberían ser también las soluciones. El ritmo de crecimiento de muchos países en desarrollo incrementará inevitablemente la demanda mundial de energía. Serán precisas inversiones privadas en gran escala para responder a las nuevas necesidades de la investigación tecnológica. El consumo de energía habrá de conciliarse con el desarrollo sostenible si queremos responder a los desafíos que plantea el cambio climático.
 
La OMC, con sus 151 Miembros, puede hacer una contribución importante al complejo tablero de juego de la energía.
 
Unas normas comerciales más previsibles y transparentes podrían beneficiar a los países importadores y exportadores de energía y, además, a las empresas dedicadas al comercio de energía y a los consumidores, es decir, a todos nosotros.
 
Las fuerzas del mercado pueden desempeñar un papel fundamental en la asignación óptima de unos recursos escasos y en el fomento de mejoras tecnológicas.
 
Unas reglas del juego más justas podrían contribuir a luchar contra la tentación del nacionalismo energético y evitar que surjan conflictos.
 
Es evidente que en los próximos años habrá que tomar decisiones socioeconómicas fundamentales, que repercutirán en la vida cotidiana. El reto consistirá en crear un futuro energético sostenible, que garantice la seguridad de la energía al tiempo que respete el bienestar de las personas y proteja el medio ambiente. Un futuro que no ponga en peligro las perspectivas de desarrollo ni la seguridad alimentaria.
 
La magnitud y la dificultad de esta tarea exigen el fortalecimiento de la gobernanza mundial.

La OMC puede contribuir positivamente a este objetivo. Esa es la razón por la que es tan importante para ustedes concluir la Ronda de Doha para el Desarrollo, y por ello quisiera instarles a que pidan a sus gobiernos que den pasos atrevidos para recorrer la recta final.
 
Es necesaria una OMC más fuerte, a la que se unan pronto nuevos Miembros, como Ucrania y, esperemos, Rusia.
 
Gracias por su atención.

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