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Señor Presidente,
Excelentísimos señores, señoras y señores:
Ante todo, quiero unir mi voz a la de los oradores que me han precedido
para felicitar al Embajador Zniber por su elección como Presidente de
esta importante reunión. También quiero decir que me siento muy honrado
por la oportunidad de dirigirme a ustedes esta mañana, en una ocasión
tan importante. En particular, quiero dar las gracias a mi amigo Kandeh
por haberme invitado y por el constante apoyo de la ONUDI a la labor de
la OMC.
Habida cuenta del tema de la presente conferencia, deseo dedicar mi
intervención de esta mañana a poner de relieve lo que, en mi opinión,
son elementos esenciales del Programa de Doha para el Desarrollo de la
OMC y la forma en que pueden contribuir a la elaboración y adopción de
estrategias de desarrollo industrial bien fundadas y sostenibles para
los países en desarrollo.
Para empezar, permítanme recordar que, en mi opinión, la OMC y la ONUDI
son dos caras de la misma moneda. El mandato básico de la OMC es
propiciar la apertura del comercio de una manera que apoye las
prioridades de desarrollo de los países en desarrollo, y el mandato de
la ONUDI consiste en ayudar a los países en desarrollo a crear la
capacidad industrial y productiva que necesitan para aprovechar las
ventajas potenciales de la apertura del comercio.
También conviene señalar que un número significativo de ministros aquí
presentes son responsables de las políticas tanto industriales como
comerciales de sus países, lo que facilita mi tarea, ya que todos
ustedes conocen perfectamente en qué consiste la interacción de las
políticas de comercio e industria y, lo que es más importante, saben lo
que está en juego ahora.
Asimismo, debo aprovechar esta oportunidad para felicitar a la ONUDI por
el éxito de la conferencia de países menos adelantados celebrada aquí la
semana pasada. En particular, me complace que los ministros hayan
reconocido la contribución potencial del Programa de Doha para el
Desarrollo a la expansión económica de los países menos adelantados.
Para la OMC, el logro de ese objetivo de impulsar el crecimiento y
contribuir al desarrollo de los países en desarrollo nunca ha sido tan
importante como ahora. Actualmente existe una conciencia creciente de
que muchos países pobres, en particular del África Subsahariana, no
participan plenamente en los beneficios y oportunidades de la
globalización.
Mucho antes de establecerse la OMC en 1995, el desarrollo industrial se
consideraba ya esencial para las aspiraciones de crecimiento económico
de los países en desarrollo en el marco del sistema multilateral de
comercio. Los vigentes Acuerdos de la OMC, en particular el Acuerdo
sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias, el Acuerdo sobre las
Medidas en materia de Inversiones relacionadas con el Comercio, el
Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
relacionados con el Comercio, el Acuerdo General sobre el Comercio de
Servicios y las diversas normas sobre trato especial y diferenciado,
contienen todos ellos disposiciones que favorecen el desarrollo
industrial de los países en desarrollo.
Una de las numerosas formas de evaluar el cumplimiento satisfactorio del
mandato de desarrollo de la Ronda de Doha consistirá en determinar si
los resultados finales son favorables para las aspiraciones industriales
de los países en desarrollo. En nuestra opinión, ese resultado sólo se
logrará si las negociaciones sirven para establecer, por ejemplo, normas
comerciales revisadas entre las que figuren las relativas a las
subvenciones a la pesca o la mejora del acceso a los mercados, no sólo
para los productos básicos en su fase primaria, sino también para la
producción con valor añadido, mediante la eliminación de las crestas y
la progresividad arancelarias y, lo que es más importante, mediante la
asunción de compromisos más amplios en el sector de los servicios.
Mientras me dirijo a ustedes, los negociadores siguen muy ocupados,
tratando de elaborar textos de compromiso en todas las esferas, y en
particular en las esferas esenciales de la agricultura y los productos
industriales.
Permítanme destacar algunos elementos de las propuestas que están ya
sobre la mesa.
En lo que respecta al sector de la agricultura, las propuestas que ya
han presentado son muy importantes. En nuestra última Conferencia
Ministerial, celebrada en diciembre de 2005 en Hong Kong, los países
desarrollados Miembros convinieron en adoptar un importante paquete de
reformas, entre ellas la reducción sustancial de las subvenciones
agrícolas con efectos de distorsión del comercio, la eliminación de las
subvenciones a la exportación, el acceso a los mercados libre de
derechos y de contingentes para las exportaciones agrícolas de los
países menos adelantados y medidas específicas para el algodón. Ni que
decir tiene que ese paquete de reformas está vinculado a la conclusión
satisfactoria de la ronda de negociaciones en su conjunto.
También hay consenso en reducir los aranceles aplicables a los productos
agropecuarios y, de ese modo, crear nuevas oportunidades de mercado. No
obstante, los países en desarrollo podrán designar como productos
especiales los comprendidos en varias de sus líneas arancelarias
agrícolas, y protegerlos así de reducciones arancelarias drásticas. Al
mismo tiempo, los países menos adelantados no estarán obligados a asumir
compromisos de reducción, lo que les dejará margen para aplicar sus
estrategias de desarrollo industrial.
Recordemos que dos tercios de las líneas arancelarias que son objeto de
negociación en el marco del PDD corresponden a productos agropecuarios
elaborados. En cierto modo, la apertura del comercio de productos
agropecuarios conlleva en gran medida la del comercio de productos
agroindustriales, contrariamente a la idea extendida de que esta
negociación se relaciona exclusivamente con la agricultura.
Otro sector fundamental que se beneficiará de las reformas del sector
agrícola en los países desarrollados es el del algodón, que sé que es
importante para las economías de muchos de los países representados hoy
aquí. Además de las negociaciones para eliminar las subvenciones
causantes de distorsión del comercio y reducir los aranceles de los
países desarrollados que siguen perjudicando al sector algodonero
africano, nos hallamos también inmersos en un proceso paralelo de
movilización de la asistencia para el desarrollo, y a este respecto
quiero reconocer el liderazgo ejercido por la ONUDI en la formulación de
estrategias y la movilización de recursos en apoyo de los programas de
reforma del sector del algodón en África. Su amplia representación sobre
el terreno y su capacidad institucional en África convierten a la ONUDI
en el líder natural de esta iniciativa.
Las negociaciones que se llevan a cabo en relación con los productos
industriales son también decisivas para las estrategias de
industrialización de los países en desarrollo. De hecho, más del 70 por
ciento de las exportaciones totales de los países en desarrollo
consisten actualmente en productos manufacturados. Es más, la mayor
parte de los derechos pagados por los países en desarrollo corresponden
al comercio con otros países en desarrollo. La reducción resultante de
la Ronda de Doha podría contribuir al desarrollo industrial.
En cambio, la mayoría de los países en desarrollo no llevarán a cabo
reducciones arancelarias efectivas; sólo estarán obligados a aplicar
reducciones modestas y, por consiguiente, podrán disponer del margen que
necesitan para preservar sus estrategias de desarrollo industrial.
Otro ámbito esencial de las negociaciones que, lamentablemente y a pesar
de su importancia en aumento como motor del crecimiento económico en la
mayoría de los países en desarrollo, no tenemos muy en cuenta al
referirnos a la política industrial es el comercio de servicios.
El hecho es que, tradicionalmente, los debates sobre política industrial
han solido centrarse exclusivamente en el sector manufacturero, dejando
al margen el sector de los servicios, entre otras actividades. Sin
embargo, el crecimiento de la producción y las exportaciones
industriales de los países en desarrollo seguirá sujeto a graves
limitaciones si no se concede a la supresión de las restricciones al
comercio de servicios una prioridad política similar a la otorgada a la
capacidad manufacturera.
Para poner de relieve este aspecto, fijémonos en los casos de la India,
Costa Rica, Egipto o Mauricio, que han logrado situar los servicios en
el centro de sus estrategias de crecimiento económico. En general, se
reconoce que esas reformas de política, al propiciar una mayor apertura,
más competencia y una mejor reglamentación estatal, han estimulado el
impresionante crecimiento de sus industrias. Especial interés tienen las
repercusiones en el desarrollo industrial de determinadas políticas
gubernamentales destinadas a promover las inversiones en los sectores de
las telecomunicaciones, la tecnología de la información, el turismo y el
transporte.
Por consiguiente, les pido encarecidamente que no desatiendan al sector
de servicios en sus planes de crecimiento económico.
La conclusión satisfactoria de las actuales negociaciones sobre los
servicios dará por resultado mejores compromisos en materia de acceso a
los mercados en sectores básicos, como los de servicios financieros,
telecomunicaciones, servicios ambientales y una amplia variedad de
servicios prestados a las empresas, todos ellos de importancia
fundamental para cualquier estrategia de desarrollo industrial.
Mi intervención quedaría incompleta si no me refiriese a un aspecto
esencial al que, conjuntamente con la ONUDI y los demás organismos
asociados, estamos dedicando considerables energías. Se trata de la
ayuda para el comercio, que, como ustedes saben, fue el tema de la
reciente conferencia ministerial de la ONUDI sobre los PMA.
La ayuda para el comercio no es un tema de negociación de la OMC, pero
se considera un complemento importante de la conclusión satisfactoria de
la Ronda.
La razón de ser de la ayuda para el comercio es muy clara: los países en
desarrollo necesitan recursos adicionales que les permitan aumentar su
capacidad para aprovechar las ventajas potenciales de la apertura del
comercio, es decir, deben crear una capacidad productiva suficiente,
hacer frente a los costos del ajuste y cumplir las normas y
prescripciones aplicables a los productos en los mercados de
exportación, entre otros requisitos.
La ONUDI está bien situada para ejercer el liderazgo en la formulación y
aplicación de estrategias nacionales y regionales de ayuda para el
comercio en cooperación con las instituciones regionales, incluidos los
bancos regionales de desarrollo. Por ese motivo, me complace
especialmente que Kandeh haya desempeñado una función activa para
asegurar que la ONUDI tome la iniciativa en la formulación de una
estrategia de ayuda para el comercio en los países africanos.
Acabamos de celebrar nuestro primer examen mundial de la ayuda para el
comercio, en el que la ONUDI ha estado acertadamente representada, y
estamos empezando a estudiar la siguiente fase de nuestro trabajo en ese
terreno.
Para terminar, desearía observar que la aplicación eficaz de cualquier
estrategia de desarrollo industrial depende en gran medida de la
relación de intercambio predominante. Como hemos dicho, las actuales
normas comerciales multilaterales siguen siendo significativamente
desfavorables para los países en desarrollo, y sólo pueden mejorarse
mediante la conclusión global del PDD.
Por consiguiente, me despido con esta sencilla petición: den
instrucciones a sus negociadores de Ginebra para que redoblen sus
esfuerzos y aprovechen los progresos realizados en las últimas semanas.
Si no se llega a un final satisfactorio se habrá perdido la oportunidad
de dar respuesta a los desafíos de desarrollo económico a los que se
enfrentan todos los países en desarrollo, en particular los de África.
Gracias.
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