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Hace unos pocos meses, una de las personas
presentes me ofreció un vídeo de una película que se titula “El día de
la marmota” (también se conoce como “Atrapado en el tiempo” o “Hechizo
del tiempo”). En esa película, el protagonista se ve forzado a revivir
una y otra vez el mismo día hasta que aprende a desistir de su egoísmo y
convertirse en una persona mejor. Al releer mis notas de la Conferencia
Ministerial de la OCDE del año pasado, se me ha ocurrido que las cosas
han cambiado muy poco y la Ronda de Doha va camino de convertirse en el
Día de la Marmota …
Bromas aparte, creo que un año después hay tres elementos fundamentales
que han cambiado y que me llevan a pensar que estamos llegando a la hora
de la verdad.
El primer elemento nuevo en el panorama es un grave empeoramiento del
clima económico y de los niveles de confianza en la economía mundial. Lo
confirmó la edición de ayer mismo del Economic Outlook de la OCDE.
En estos tiempos de mayor incertidumbre financiera, el sistema de
comercio basado en normas que ofrece la OMC es una fuente de estabilidad
económica de inmensa importancia para los gobiernos, para las empresas y
para los consumidores. En las circunstancias de hoy, el inmediato
mensaje de confianza que podemos enviar es que se puede contar con la
OMC y con la conclusión de la Ronda de Doha.
El segundo elemento nuevo consiste en altos precios de los productos
básicos, incluido el petróleo. La Conferencia de la FAO celebrada ayer
en Roma nos recordó los padecimientos que en todo el mundo causa el alza
de los precios de los alimentos, con los países más pobres, importadores
netos de alimentos, sometidos al golpe más duro.
También en este caso, a largo plazo, el comercio puede ser una parte de
la solución. Para hacer frente al alza de los precios de los alimentos,
la oferta tiene que ajustarse a la demanda; y la correa de transmisión
que lleva de la oferta a la demanda, ya sea en el plano interno o a
nivel mundial, tiene un nombre: comercio. Para que eso pueda ocurrir,
los intercambios y la apertura de los mercados ayudan. Un comercio más
fácil y más abierto puede fortalecer la capacidad de producción de los
países en desarrollo, haciéndolos menos vulnerables.
Mediante una competencia mayor y más justa, el comercio internacional
puede contribuir a que los precios de los alimentos bajen. Pero todo
esto presupone que se aborde el problema de las subvenciones agrícolas
que distorsionan el comercio dando una ventaja injusta a los
agricultores de ricos del mundo. Presupone también que se reduzcan los
aranceles aplicables a la importación de productos agropecuarios. Estos
dos objetivos son partes medulares de la Ronda de Doha.
El tercer elemento nuevo es la maduración de las negociaciones de Doha
en su faz técnica. Un año después y tras innumerables reuniones y varios
textos de transacción revisados sobre la agricultura y los productos
industriales, las negociaciones están llegando al punto en que los
Ministros podrán reunirse en breve plazo para convenir en lo que
llamamos las modalidades para esos dos sectores.
Debo mencionar, sin embargo, que para que esto sea posible necesitamos
todavía preparar el terreno para un compromiso ministerial, en
particular en la esfera de los productos industriales. En las dos
semanas próximas hará falta una participación intensa de altos
funcionarios en Ginebra. Y a todos los negociadores aquí presentes les
agradecería que aseguraran que sus altos funcionarios tengan las debidas
instrucciones para trabajar a plena marcha en Ginebra a partir del lunes
9 de junio.
Todos sabemos que el tiempo es escaso, pero todos sabemos que lo que nos
queda por hacer es realizable y limitado en comparación con lo que ya
hemos logrado forjar gracias a estos siete años de negociaciones.
Ahora que nos preparamos para entrar en esta fase decisiva de las
negociaciones, permítanme que haga cuatro observaciones sobre lo que me
parecen simplificaciones excesivas y frecuentes acerca de esta Ronda.
La primera observación es que, contrariamente a una noción muy
difundida, en esta Ronda no se trata simplemente de que los países
desarrollados “paguen” en la agricultura y los países en desarrollo
“paguen” en los productos industriales. Los países desarrollados también
harán concesiones en el sector de los productos industriales, y los
países en desarrollo también reducirán algunos de sus aranceles en el
sector de la agricultura.
Mi segunda observación tiene que ver con otra creencia generalizada que
consiste en presentar estas negociaciones como una Ronda Norte-Sur. Veo
claramente una importante dimensión Norte-Norte, tanto en la agricultura
como en los productos industriales; pero igualmente veo un importante
componente Sur-Sur en ambos sectores. Estas negociaciones tienen un
aspecto multidimensional.
En tercer término quiero destacar que la Ronda de Doha prevé
flexibilidad tanto para los países desarrollados como para los países en
desarrollo, y no sólo para estos últimos. Esa flexibilidad se manifiesta
para los Miembros desarrollados respecto de las subvenciones agrícolas y
los aranceles de los productos agropecuarios. En realidad, la
flexibilidad es una válvula de seguridad para asegurar un nivel de
ambición general, y por eso tiene que calibrarse cuidadosamente.
Al prepararnos para establecer las modalidades en la agricultura y los
productos industriales, no debemos olvidar que las modalidades, por más
que sean elementos importantes del programa, no son sino algunos de los
más de 20 temas de negociación. Más allá de la agricultura y los
productos industriales, necesitamos avanzar también en la esfera de los
servicios, en la que espero que la conferencia de manifestación de
intenciones, que se celebrará junto con la adopción de las modalidades,
habrá de abrir camino para mejores ofertas revisadas sobre los servicios
que preparen el paquete final en este sector. Los servicios son un
aspecto importante de nuestra economía, y la Ronda de Doha nos da la
posibilidad de seguir destrabando las posibilidades que ofrece.
Y también están los temas de las medidas antidumping, las subvenciones a
la pesca, la facilitación del comercio, el trato especial y diferenciado
y los bienes y servicios ambientales, para no mencionar sino algunos.
Incluso en la agricultura y los productos industriales, las modalidades
son un escalón para que los gobiernos puedan elaborar listas de
compromisos detalladas. Todos estos buques tendrán que llegar a puerto a
la vez, y nada estará acordado hasta que todo lo esté.
Tenemos mucho por hacer y poco tiempo para hacerlo. Pero sigo convencido
de que es realizable. Confío en ver un impulso renovado gracias a las
numerosas reuniones que tendrán lugar esta semana en París. Y espero,
Christine, que hayamos concluido las modalidades para cuando Francia
asuma la presidencia de la UE, el 1º de julio. Pero supongo que, por si
no lo logramos, ¡más les vale empezar a prepararse!
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