WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Reunión ministerial del Consejo de la OCDE — París

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Hace unos pocos meses, una de las personas presentes me ofreció un vídeo de una película que se titula “El día de la marmota” (también se conoce como “Atrapado en el tiempo” o “Hechizo del tiempo”). En esa película, el protagonista se ve forzado a revivir una y otra vez el mismo día hasta que aprende a desistir de su egoísmo y convertirse en una persona mejor. Al releer mis notas de la Conferencia Ministerial de la OCDE del año pasado, se me ha ocurrido que las cosas han cambiado muy poco y la Ronda de Doha va camino de convertirse en el Día de la Marmota …

Bromas aparte, creo que un año después hay tres elementos fundamentales que han cambiado y que me llevan a pensar que estamos llegando a la hora de la verdad.

El primer elemento nuevo en el panorama es un grave empeoramiento del clima económico y de los niveles de confianza en la economía mundial. Lo confirmó la edición de ayer mismo del Economic Outlook de la OCDE.

En estos tiempos de mayor incertidumbre financiera, el sistema de comercio basado en normas que ofrece la OMC es una fuente de estabilidad económica de inmensa importancia para los gobiernos, para las empresas y para los consumidores. En las circunstancias de hoy, el inmediato mensaje de confianza que podemos enviar es que se puede contar con la OMC y con la conclusión de la Ronda de Doha.

El segundo elemento nuevo consiste en altos precios de los productos básicos, incluido el petróleo. La Conferencia de la FAO celebrada ayer en Roma nos recordó los padecimientos que en todo el mundo causa el alza de los precios de los alimentos, con los países más pobres, importadores netos de alimentos, sometidos al golpe más duro.

También en este caso, a largo plazo, el comercio puede ser una parte de la solución. Para hacer frente al alza de los precios de los alimentos, la oferta tiene que ajustarse a la demanda; y la correa de transmisión que lleva de la oferta a la demanda, ya sea en el plano interno o a nivel mundial, tiene un nombre: comercio. Para que eso pueda ocurrir, los intercambios y la apertura de los mercados ayudan. Un comercio más fácil y más abierto puede fortalecer la capacidad de producción de los países en desarrollo, haciéndolos menos vulnerables.

Mediante una competencia mayor y más justa, el comercio internacional puede contribuir a que los precios de los alimentos bajen. Pero todo esto presupone que se aborde el problema de las subvenciones agrícolas que distorsionan el comercio dando una ventaja injusta a los agricultores de ricos del mundo. Presupone también que se reduzcan los aranceles aplicables a la importación de productos agropecuarios. Estos dos objetivos son partes medulares de la Ronda de Doha.

El tercer elemento nuevo es la maduración de las negociaciones de Doha en su faz técnica. Un año después y tras innumerables reuniones y varios textos de transacción revisados sobre la agricultura y los productos industriales, las negociaciones están llegando al punto en que los Ministros podrán reunirse en breve plazo para convenir en lo que llamamos las modalidades para esos dos sectores.

Debo mencionar, sin embargo, que para que esto sea posible necesitamos todavía preparar el terreno para un compromiso ministerial, en particular en la esfera de los productos industriales. En las dos semanas próximas hará falta una participación intensa de altos funcionarios en Ginebra. Y a todos los negociadores aquí presentes les agradecería que aseguraran que sus altos funcionarios tengan las debidas instrucciones para trabajar a plena marcha en Ginebra a partir del lunes 9 de junio.

Todos sabemos que el tiempo es escaso, pero todos sabemos que lo que nos queda por hacer es realizable y limitado en comparación con lo que ya hemos logrado forjar gracias a estos siete años de negociaciones.

Ahora que nos preparamos para entrar en esta fase decisiva de las negociaciones, permítanme que haga cuatro observaciones sobre lo que me parecen simplificaciones excesivas y frecuentes acerca de esta Ronda.

La primera observación es que, contrariamente a una noción muy difundida, en esta Ronda no se trata simplemente de que los países desarrollados “paguen” en la agricultura y los países en desarrollo “paguen” en los productos industriales. Los países desarrollados también harán concesiones en el sector de los productos industriales, y los países en desarrollo también reducirán algunos de sus aranceles en el sector de la agricultura.

Mi segunda observación tiene que ver con otra creencia generalizada que consiste en presentar estas negociaciones como una Ronda Norte-Sur. Veo claramente una importante dimensión Norte-Norte, tanto en la agricultura como en los productos industriales; pero igualmente veo un importante componente Sur-Sur en ambos sectores. Estas negociaciones tienen un aspecto multidimensional.

En tercer término quiero destacar que la Ronda de Doha prevé flexibilidad tanto para los países desarrollados como para los países en desarrollo, y no sólo para estos últimos. Esa flexibilidad se manifiesta para los Miembros desarrollados respecto de las subvenciones agrícolas y los aranceles de los productos agropecuarios. En realidad, la flexibilidad es una válvula de seguridad para asegurar un nivel de ambición general, y por eso tiene que calibrarse cuidadosamente.

Al prepararnos para establecer las modalidades en la agricultura y los productos industriales, no debemos olvidar que las modalidades, por más que sean elementos importantes del programa, no son sino algunos de los más de 20 temas de negociación. Más allá de la agricultura y los productos industriales, necesitamos avanzar también en la esfera de los servicios, en la que espero que la conferencia de manifestación de intenciones, que se celebrará junto con la adopción de las modalidades, habrá de abrir camino para mejores ofertas revisadas sobre los servicios que preparen el paquete final en este sector. Los servicios son un aspecto importante de nuestra economía, y la Ronda de Doha nos da la posibilidad de seguir destrabando las posibilidades que ofrece.

Y también están los temas de las medidas antidumping, las subvenciones a la pesca, la facilitación del comercio, el trato especial y diferenciado y los bienes y servicios ambientales, para no mencionar sino algunos.

Incluso en la agricultura y los productos industriales, las modalidades son un escalón para que los gobiernos puedan elaborar listas de compromisos detalladas. Todos estos buques tendrán que llegar a puerto a la vez, y nada estará acordado hasta que todo lo esté.

Tenemos mucho por hacer y poco tiempo para hacerlo. Pero sigo convencido de que es realizable. Confío en ver un impulso renovado gracias a las numerosas reuniones que tendrán lugar esta semana en París. Y espero, Christine, que hayamos concluido las modalidades para cuando Francia asuma la presidencia de la UE, el 1º de julio. Pero supongo que, por si no lo logramos, ¡más les vale empezar a prepararse!

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