WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO


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Ministro Arnaldo Brown,
Profesor Ishenkumba Kahwa,
Decano Derrick McKoy,
Dr. Christopher Malcolm,
Distinguidos invitados,
Señoras y señores,

Es un auténtico placer estar aquí en la Universidad de las Indias Occidentales, y en Kingston, en este maravilloso entorno.

Estamos aquí reunidos a comienzos de un año rico en promesas.

En 2015 la comunidad internacional dio grandes pasos al frente en diversas cuestiones de vital importancia.

Tuvo lugar el acuerdo sobre los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

En París se produjo el notable avance en la lucha contra el cambio climático.

Y a finales de diciembre, en la Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en Nairobi, los Miembros acordaron un conjunto de resultados muy importantes. De hecho, presentaron algunas de las mayores reformas que se han introducido en la política comercial mundial desde hace 20 años.

En 2016, debemos tratar de aprovechar estos progresos.

Enseguida volveré a tratar esta cuestión, pero antes quiero rendir homenaje al liderazgo de Jamaica.

Ustedes siempre han desempeñado un destacado papel en la OMC. Jamaica se adhirió al GATT, el predecesor de la OMC, un año después de declarar su plena independencia. ¡No perdieron el tiempo, pues!

Hoy, en la OMC, se conoce a Jamaica por hacer oír su voz, en representación de sus propios intereses específicos y, más ampliamente, de los intereses de las economías pequeñas y vulnerables.

Y si bien Jamaica es una nación relativamente pequeña, no por eso ha hablado en voz baja: todo lo contrario.

Para las naciones más pequeñas, los costos de mantener una misión en Ginebra son de consideración, y por tanto para esas naciones es aún más importante que avancemos y obtengamos resultados que mejoren las condiciones de vida de las personas. Tenemos la responsabilidad de lograrlo.

De hecho, Jamaica desempeñó un importante papel en los trabajos preparatorios de la Conferencia Ministerial de Nairobi, y su participación fue determinante en el éxito mismo de la Conferencia.

El Ministro Arnold Nicholson formó parte de un reducido grupo de ministros elegidos para presidir las negociaciones. Y quiero felicitarlo por la excelente -e infatigable- labor que realizó allí.

Una gran ventaja de la OMC es que todos los Miembros ocupan un lugar en la mesa de negociación, y todas las voces son escuchadas. Los países en desarrollo desempeñan un papel cada vez más importante en la toma de decisiones y en el establecimiento del programa. Y la voz de Jamaica siempre se destaca en las deliberaciones.

En Jamaica se concede clara prioridad al comercio. Para los Estados insulares como este, el comercio es un medio esencial para asegurar el crecimiento y el desarrollo.

Durante mi visita se me informará sobre algunas de las medidas que están ustedes adoptando para que el comercio desempeñe plenamente su función, en particular mediante reformas destinadas a mejorar la circulación de mercancías.

De hecho, durante mi visita recibiré la ratificación formal del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC por parte de Jamaica, lo cual es para mí una gran satisfacción. Este Acuerdo contribuye a reducir los costos del comercio, y en consecuencia mejorará la capacidad de comerciar de Jamaica.

Las medidas como esta, destinadas a mejorar el clima de las actividades económicas, serán muy importantes. Me complació observar que en 2015 Jamaica avanzó 27 puestos en la clasificación "Doing Business" del Banco Mundial, y que ocupa ahora la posición 58 entre 189 economías de todo el mundo.

Este es un dato muy positivo y ciertamente impresionante. Aun así, todavía queda mucho por hacer, desde luego. Por consiguiente, hay que seguir trabajando para promover el crecimiento y el desarrollo.

Creo que el comercio será más importante que nunca en este empeño. Las reformas de las normas comerciales llevadas a cabo por la OMC en los últimos años lo ponen de relieve.

 

LA OMC LOGRA RESULTADOS

Permítanme que explique un poco más detalladamente los resultados obtenidos en Nairobi.

El Paquete de Nairobi contenía varias decisiones importantes, entre ellas la relativa a la competencia de las exportaciones. Esto es sin duda un hito histórico. Es la reforma más importante introducida en las normas del comercio internacional en el ámbito de la agricultura desde la creación de la OMC.

La eliminación de las subvenciones a las exportaciones de productos agropecuarios tiene especial importancia en la mejora del entorno comercial mundial.

Los Miembros de la OMC, en especial los países en desarrollo, han pedido una y otra vez que se adopten medidas sobre esta cuestión debido al enorme efecto de distorsión del comercio que pueden tener estas subvenciones. De hecho, se trata de una tarea que está pendiente desde que se prohibieron las subvenciones a la exportación de productos industriales hace más de 50 años. Esta decisión corrige, pues, un desequilibrio histórico.

Los países han recurrido a menudo a las subvenciones a la exportación durante las crisis económicas, y la historia reciente nos muestra que cuando un país actúa así, los demás se apresuran a imitarlo. Con el Paquete de Nairobi, nadie se sentirá tentado de recurrir a medidas como esas en el futuro.

Esta decisión ayudará a crear condiciones más igualitarias en los mercados agropecuarios, a favor de los agricultores y los exportadores de los países en desarrollo y los países menos adelantados.

Ayudará también a limitar otros efectos distorsionadores similares relacionados con los créditos a la exportación y las empresas comerciales del Estado.

Y establecerá un marco más favorable para la ayuda alimentaria internacional, manteniendo esta tabla de salvación esencial y, al mismo tiempo, velando por que los productores nacionales no se vean desplazados.

Los Miembros también tomaron medidas relativas a otras cuestiones que afectaban a los países en desarrollo, comprometiéndose a encontrar una solución permanente para la cuestión de la constitución de existencias públicas con fines de seguridad alimentaria y a desarrollar un mecanismo de salvaguardia especial.

Los Miembros acordaron además un conjunto de decisiones específicas para los países menos adelantados, a fin de apoyar su integración en la economía mundial. Entre estas se incluían medidas destinadas a mejorar las normas de origen preferenciales para estos países y el trato preferencial para sus proveedores de servicios.

Se incluían asimismo diversas medidas relativas a la cuestión del algodón, con las que se ayudará a los productores de algodón de bajos ingresos a acceder a nuevos mercados.

Por último, un gran número de Miembros estuvo de acuerdo en ampliar el Acuerdo sobre Tecnología de la Información, lo que de nuevo representa un avance histórico. Se eliminarán los aranceles sobre el 10% del comercio mundial -con un valor equivalente a 1,3 billones de dólares EE.UU. en actividades comerciales-, lo cual representa nuestro primer acuerdo importante de reducción arancelaria desde 1996.

En su conjunto, estas decisiones darán verdadero impulso al crecimiento y el desarrollo en todo el mundo.

Este éxito es tanto más significativo porque se ha producido muy poco después de nuestra satisfactoria Conferencia de Bali, donde se lograron resultados importantes, entre ellos el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Permítanme insistir una vez más en la trascendencia de este Acuerdo.

Con él, aumentará el nivel de previsibilidad y transparencia de las formalidades aduaneras en todo el mundo, lo que facilitará a las empresas, sobre todo a las más pequeñas, el acceso a las cadenas de valor mundiales.

Permitirá reducir los costos del comercio en un 14,5% por término medio, y será en los países en desarrollo donde más se note el ahorro.

Al reducir los elevados costos del comercio, el Acuerdo puede lograr que el valor de las exportaciones mundiales de mercancías aumente en, por lo menos, 1 billón de dólares al año y crear 20 millones de puestos de trabajo en todo el mundo.

Eso podría tener un efecto mayor que la eliminación de todos los aranceles restantes.

 

DESPUÉS DE NAIROBI: CON MIRAS AL FUTURO

Durante muchos años las negociaciones comerciales mundiales dieron escasos resultados.

Pero, como ven, eso lo estamos cambiando. La OMC ha obtenido numerosos resultados en los últimos años. Empezamos a acostumbrarnos al éxito.

De esta forma, estamos poniendo la labor negociadora de la OMC en consonancia con otras esferas de la Organización que ya funcionan muy eficazmente.

En la actualidad el 98% del comercio mundial se realiza de conformidad con las normas de la OMC.

Los 162 Miembros de la OMC vigilan que sus respectivas prácticas y reglamentaciones se ajusten a esos principios para mejorar la transparencia y evitar el proteccionismo. Y en caso de que se produzcan conflictos, hemos creado uno de los sistemas de solución de diferencias más eficaces del mundo para resolverlos.

El sistema ha resuelto más de 500 casos en solo 20 años.

Para reformar las normas del comercio mundial, es necesario mantener este tipo de disciplina.

En las negociaciones de los últimos años hemos cosechado el éxito no porque se hayan resuelto las divisiones de fondo que sigue habiendo entre los Miembros, sino a pesar de ellas.

El prolongado punto muerto en las negociaciones sobre el programa básico de negociación de la OMC, el llamado "Programa de Doha para el Desarrollo", ha sido una fuente de frustración para muchos.

Esa es una de las razones por las que algunos países han estado volcando su energía en otras iniciativas comerciales, como los acuerdos bilaterales y regionales. Tenemos que hacer frente a eso.

En los últimos dos años hemos intentado revitalizar el programa de Doha, estudiando distintas maneras de vencer las dificultades existentes. Probamos distintas alternativas a lo largo de varios meses de fructífero diálogo, pero en las conversaciones se pusieron de manifiesto diferencias significativas, que es poco probable que se resuelven a corto plazo.

En Nairobi, los Ministros reconocieron formalmente sus diferencias con respecto a nuestra labor futura. Ese fue un momento crucial.

Pero, a pesar de esas diferencias, existe cierta convergencia. Por ejemplo, hay una clara voluntad de llevar adelante las negociaciones relativas a las cuestiones restantes de Doha y de mantener el desarrollo en el centro de nuestra labor.

Entre esas cuestiones se incluyen la ayuda interna y el acceso a los mercados para los productos agropecuarios, el acceso a los mercados para los productos industriales, los servicios, las subvenciones a la pesca y varias esferas más.

Se trata, pues, de cuestiones importantes, que los Miembros desean abordar en el marco de negociaciones. La cuestión que se plantea, en vista de las diferencias que acabo de mencionar, es: ¿cómo hacerlo?

Simultáneamente, algunos Miembros desean estudiar la posibilidad de debatir acerca de otras cuestiones y finalmente acabar negociando sobre ellas.

Sin duda, todos los Miembros piensan que la OMC puede hacer más, y que podemos hacerlo a un ritmo más rápido.

Por eso los Ministros dieron instrucciones a sus representantes en Ginebra para que buscaran maneras de llevar adelante las negociaciones.

Y hablando de esto, pienso que debemos aprender de nuestros recientes éxitos.

El enfoque multilateral, como ya hemos visto, es claramente viable, pero en la OMC hay distintas maneras de negociar.

Recientemente hemos obtenido resultados satisfactorios trabajando en distintas configuraciones. Grupos de Miembros han colaborado para resolver cuestiones específicas que eran importantes para ellos, como las negociaciones en materia de comercio de productos de tecnología de la información, que fueron muy fructíferas en Nairobi. Asimismo están en marcha otras iniciativas similares, por ejemplo, la relativa a los bienes ambientales.

Independientemente de cuál sea el enfoque adoptado, ha quedado demostrado que la flexibilidad en la manera de contraer nuevos compromisos es un ingrediente esencial para tener éxito.

El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio -un empeño plenamente multilateral- culminó con éxito precisamente gracias a eso: su flexibilidad. El Acuerdo permite a los Miembros participar de forma proporcionada a su capacidad.

También les permite decidir individualmente a qué ritmo desean asumir los compromisos e incluso si necesitan apoyo práctico para cumplirlos.

Jamaica se beneficiará de este apoyo.

La flexibilidad es también el rasgo distintivo de los acuerdos plurilaterales, como el Acuerdo sobre Tecnología de la Información, en el que los Miembros que están preparados contraen nuevos compromisos, y otros se incorporan después si así lo desean.

Tal vez necesitemos recurrir más a estos enfoques flexibles si queremos alcanzar el consenso en una Organización cuyos Miembros están en distintas fases de desarrollo y tienen circunstancias económicas distintas.

Estoy convencido de que aprenderemos de estos éxitos y trabajaremos sobre la base de los elementos comunes existentes entre los Miembros, porque no tenemos otra alternativa.

El precio de la pasividad en las negociaciones sería muy alto.

Tendría efectos nefastos en las perspectivas de todos aquellos que dependen actualmente del comercio, y perjudicaría a todos aquellos que podrían beneficiarse en el futuro de un sistema mundial de comercio reformado y modernizado, en particular en los países más pobres.

Cuanto más pequeño y más pobre es un país, más probable es que necesite el comercio como medio para atraer inversiones e impulsar el desarrollo económico y social. Esa es una realidad que sencillamente no podemos perder de vista.

 

CONCLUSIÓN

Por lo tanto, tenemos ante nosotros un importante desafío.

Este desafío no se reduce exclusivamente a lo que ocurra con las cuestiones de Doha, sino que se trata de la función negociadora de la OMC. Se trata de lo que los Miembros desean para el futuro de la Organización como organismo encargado de establecer normas y reglas.

Tiene amplias implicaciones sistémicas para el multilateralismo en el comercio, y para el multilateralismo en general.

Y es un desafío urgente.

El mundo no esperará a la OMC. Otros acuerdos comerciales seguirán adelante. La OMC tiene que seguir ofreciendo resultados.

Cuanto mayor sea la brecha entre las disciplinas regionales y las multilaterales, peor será el entorno comercial para todos, en particular para las empresas, los países pequeños y todos aquellos que quedan al margen de las principales negociaciones regionales.

Pero el panorama no es desalentador. Al principio he dicho que 2016 es un año rico en promesas. Y realmente lo pienso, porque si bien nos enfrentamos a auténticas dificultades, también se nos presentan auténticas oportunidades.

La conversación que ya está desarrollándose en Ginebra determinará la dirección futura de las negociaciones comerciales mundiales, así como la dirección futura de la OMC.

Es una oportunidad para encontrar soluciones que hemos buscado en vano desde hace tiempo.

Es una oportunidad para asegurar que el comercio logre más resultados, y que apoye el crecimiento y el desarrollo para todos.

Confío, pues, en que los Miembros afronten este desafío, y aprovechen esta oportunidad. No me cabe duda de que Jamaica desempeñará un papel activo y fundamental en ese debate.

Muchas gracias.

Nota: El discurso no se ha cotejado con la exposición oral.

 

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