WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO


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Señoras y señores, es para mí un placer estar aquí.

El Reino Unido ocupa un lugar especial en la historia de la OMC.

Fue, como ustedes saben, uno de los ocho miembros fundadores del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), la institución precursora de la OMC.

De hecho, la segunda ronda de negociaciones del GATT se celebró en el Reino Unido (en Torquay) en 1950, y logró reducir los aranceles cerca de un 25% con respecto a los niveles de 1948.

Pero incluso antes de eso, el Reino Unido ya desempeñaba una función muy importante en el sistema multilateral de comercio.

En la célebre Conferencia de Bretton Woods de 1944, donde se fundaron el FMI y el Banco Mundial, John Maynard Keynes y sus colegas reconocieron la necesidad de una institución internacional comparable dedicada al comercio, que se denominaría Organización Internacional del Comercio.

Se creó un comité preparatorio encargado de crear ese organismo, que en 1946 celebró su primera reunión aquí, en Londres (en Church House), a escasos metros de donde nos encontramos ahora, según tengo entendido.

Aunque hubo muchos cambios y contratiempos en el camino, esa reunión fue crucial para la creación de la OMC, y me complace reconocer que el compromiso del Reino Unido con el sistema multilateral de comercio sigue siendo sólido e inequívoco.

Quiero agradecer a la Cámara de Comercio Internacional (CCI) y a CityUK la organización de este acto, pero también quiero aprovechar esta oportunidad para darles las gracias a todos ustedes por el apoyo que prestaron en diciembre al paquete de Bali.

La comunidad empresarial del Reino Unido, y de todo el mundo, jugó un papel absolutamente indispensable en la creación de las condiciones necesarias para alcanzar un acuerdo.

Y no está de más reiterar la importancia de Bali.

Por lo pronto, Bali demostró por primera vez que la OMC puede lograr resultados acordados en el plano multilateral. Se trata del primer acuerdo de este tipo desde que se creó la Organización en 1995.

Bali anunció al mundo que la OMC está de nuevo en marcha. Y también demostró que podemos ofrecer resultados de gran trascendencia para las empresas.

Cuando se lleve a efecto, el paquete de Bali será una inyección de vitalidad para la economía mundial, estimulará el crecimiento y creará empleo.

El propio Primer Ministro dijo que era un acuerdo histórico, que supondrá un salvavidas para las personas más pobres del mundo. Pero, además, señaló que podría estimular la actividad de las empresas británicas.

Se estima que el acuerdo alcanzado en Bali aportará 1 billón de dólares a la economía mundial, y 1.000 millones de dólares al Reino Unido. Al reducir la burocracia comercial, el acuerdo podría reducir un 10% el costo de las actividades comerciales internacionales de las economías avanzadas.

Además, y esto es importante, favorecerá la actividad exportadora de las PYME, que representan casi la mitad del empleo en el sector privado del Reino Unido.

También reducirá los costos de las empresas de mayor tamaño, sin duda, pero las multinacionales están bien preparadas para afrontar las dificultades de introducirse en nuevos mercados.

Las PYME no tienen esa capacidad y el acuerdo reducirá los obstáculos a los que tienen que hacer frente, les ayudará a exportar y a acceder a nuevos mercados y, por consiguiente, a crecer y a crear aún más empleo.

La experiencia muestra que el empleo basado en la exportación es por lo general de mejor calidad y los salarios significativamente más elevados que en otros sectores.

El debate sobre el comercio mundial atraviesa un momento interesante.

Bali ha vuelto a poner a la OMC en primer plano, aunque los gobiernos y el sector privado tienen todavía un gran interés en las grandes iniciativas comerciales regionales que se están negociando, como la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión entre la UE y los Estados Unidos.

Creo que este enfoque se basa en el convencimiento de que las distintas vías (regional, plurilateral y multilateral) no son mutuamente excluyentes. Coexisten, pueden coexistir y, de hecho, son complementarias.

El propio Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio de 1947 significó, en la práctica, la multilateralización de la red de acuerdos comerciales recíprocos que existía en ese momento.

El sistema multilateral nació de esas iniciativas, y siempre ha permitido otras nuevas. Tanto el GATT como ahora la OMC disponen de normas específicas que dejan margen para ese tipo de acuerdos.

En mi opinión, las actividades que se desarrollan en la actualidad en el ámbito plurilateral y regional son positivas y encomiables. Es evidente que estas iniciativas tienen un papel que desempeñar. Servirán para levantar el edificio de las normas comerciales mundiales y la liberalización del comercio.

Pero deben coexistir con el sistema multilateral, no sólo porque hay cuestiones que no se pueden negociar en un entorno distinto del multilateral, sino también debido a la cobertura geográfica. Por ejemplo, las zonas más dinámicas de la economía mundial están fuera del ámbito de aplicación de esos acuerdos regionales.

En cuanto a la cuestión de fondo, el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio del paquete de Bali, por ejemplo, se negoció con éxito en la OMC, ya que no tendría sentido adoptar una reglamentación para simplificar los procedimientos aduaneros de forma bilateral: si se hace para un país, se hace para todos.

De modo análogo, no es posible liberalizar verdaderamente la reglamentación financiera o la reglamentación de las telecomunicaciones para un único interlocutor. Se pueden lograr avances de poca importancia, pero sin duda es preferible negociar concesiones mutuas en materia de servicios a nivel mundial en el seno de la OMC.

Las subvenciones a la agricultura o a la pesca son otro ejemplo, ya que no se pueden abordar mediante acuerdos bilaterales. Lo mismo cabe decir de las disciplinas relativas a las medidas comerciales correctivas, como los derechos antidumping o compensatorios, que no se pueden negociar en un marco bilateral.

Lo cierto es que los grandes desafíos para el comercio a nivel mundial sólo se pueden abordar a escala mundial; sólo pueden resolverse en el plano multilateral.

Y considero que se trata de un hecho reconocido con carácter general.

Desde la Conferencia de Bali, he viajado por todo el mundo para aprovechar el impulso creado por el acuerdo y velar por que la OMC pueda lograr todavía más resultados en el futuro. En las últimas semanas he visitado los Estados Unidos y he hablado con el Presidente Obama. En la UE, he conversado con los Presidentes Barroso y Van Rompuy. Me he entrevistado con la Presidenta Dilma en el Brasil, con el Presidente Mujica en el Uruguay, y con muchos otros dirigentes políticos de los dos hemisferios.

Allá donde voy, percibo un firme apoyo al sistema multilateral y a la OMC.

Esta tarde conversaré con representantes del gobierno aquí, en el Reino Unido, para debatir precisamente sobre la forma de hacer avanzar el programa de la OMC.

Ya que hablamos del programa de la OMC, me pregunto ¿dónde nos encontramos ahora? ¿Qué estamos haciendo? ¿Cuál es la situación después de Bali?

Creo que en Ginebra la sensación de impulso es palpable. Hay nuevas energías y nuevos objetivos, y eso ha quedado claro en las conversaciones que he mantenido. Bali ha dado un vuelco considerable a la situación.

Ahora, tenemos ante nosotros dos tareas muy importantes en Ginebra.

En primer lugar, y ante todo, tenemos que obtener los beneficios de Bali, y la forma de hacerlo es aplicar plenamente las decisiones y acuerdos alcanzados en la Conferencia Ministerial.

En segundo lugar, en cumplimiento de las instrucciones de los Ministros en Bali, debemos preparar para diciembre un programa de trabajo claramente definido a fin de concluir, de una vez por todas, el Programa de Doha para el Desarrollo, y en este momento tenemos sobre la mesa algunas cuestiones realmente importantes.

Estoy cada vez más convencido de que, no importa qué enfoque adoptemos, tendremos que afrontar abiertamente las cuestiones verdaderamente controvertidas: la agricultura, el acceso a los mercados para los productos no agrícolas (o los productos industriales) y los servicios. Son las esferas más difíciles, sencillamente porque de ellas provendrán los grandes resultados.

Las negociaciones ya han durado demasiado. No se ha debatido sobre esas tres cuestiones en casi seis años, así que ha llegado el momento de volver a plantearlas. No podemos seguir evitándolas, hay que hacerles frente. No me cabe duda de que, si avanzamos en estas esferas se aclararán todas las demás cuestiones. Si no logramos avances y se consiguen en otros ámbitos, estos serán muy, muy limitados.

No quiero dar a entender que debamos tener una ambición mayor o menor en relación con el Programa de Doha. Lo que necesitamos es un nuevo enfoque para lograr resultados. En muchos sentidos, se trata de una nueva Ronda de Doha.

Nuestro propósito debe ser nada menos que completar la Ronda, y hacerlo rápidamente.

Ayer mismo me dirigí a todos los Miembros de la OMC y señalé que debemos pasar a una nueva etapa en nuestras deliberaciones. En este momento, entramos en una fase más decisiva, que no sólo debe centrarse en nuestra percepción de lo que no se resolvió con éxito, sino también en proponer nuevas ideas y soluciones y ponerlas a prueba.

Me complació mucho la respuesta de los Miembros.

Pero ya hemos hablado suficientemente del proceso de Ginebra.

Tomémonos un instante para recordar por qué son importantes todas esas cosas.

Tengo la sensación de estar predicando a los conversos. A menudo digo que el comercio es un motor de crecimiento y desarrollo, pero no tengo que insistir ante ustedes. O que estimula la innovación y la competitividad, pero no hace falta que se lo diga. O que impulsa la creación de empleo de calidad y el acceso a los centros de crecimiento más dinámicos del mundo; que hace caer los precios y el costo de la vida, que permite disfrutar de nuevos productos y mejora la calidad de vida de las personas.

Desde luego, todo eso es bien sabido en el Reino Unido.

Tienen ustedes la bien ganada reputación de ser una gran nación comerciante y líder mundial en la financiación del comercio.

Pero vale la pena pensar cómo se llegó a ello.

Si estudiamos la historia, veremos la importancia del sector privado en algunos momentos cruciales.

En el decenio de 1820, cuando se empezaban a poner en entredicho los principios proteccionistas de las Leyes de Navegación del siglo XVII, los mercaderes y los fabricantes estaban en primera línea del debate, reclamando un enfoque diferente.

Los mercaderes de las grandes ciudades comerciales de Londres, Manchester y Glasgow solicitaron a la Cámara de los Comunes la abolición de todos los derechos, iniciando así un proceso que terminó, como ustedes recordarán, con la derogación de las Leyes de Navegación y las Leyes del Trigo. Y a raíz de todo ello, el Reino Unido inició su larga trayectoria de compromiso con el libre comercio.

De camino aquí he sabido que se está celebrando la Semana de las Exportaciones en el Reino Unido, así que me congratulo de estar aquí en este momento y celebrar este acontecimiento con ustedes.

El apoyo del Gobierno de su Majestad a nuestra labor en Ginebra es esencial y, a mi juicio, nuestra labor en la OMC es, a su vez, esencial para los esfuerzos del Gobierno del Reino Unido para impulsar el crecimiento a escala nacional y el desarrollo y el multilateralismo a escala mundial.

Pero, para cumplir esta misión en el presente año, vamos a necesitar defensores en el campo de los negocios.

Como dije al comienzo, las voces concertadas de los dirigentes empresariales del Reino Unido y del mundo entero fueron decisivas para nuestro éxito en Bali.

Por ello, les insto a que continúen haciendo oír su voz de apoyo.

Bali constituyó un gran logro en sí mismo, pero, y esto es más importante, creó la oportunidad de lograr beneficios aún mayores en el futuro, una oportunidad que ahora debemos aprovechar.

Su apoyo será todavía más decisivo en esta nueva etapa.

Gracias por su atención.

 

Durante su viaje a Londres los días 8 y 9 de abril de 2014, el Director General Azevêdo se reunió con dirigentes políticos y de la comunidad empresarial.

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