WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

Observaciones del Director General Roberto Azevêdo


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> Discursos: Roberto Azevêdo

  

Decano Rodrigo Noguera Calderón,
Profesores, estudiantes,
Señoras y señores:

Buenos días. Es un gran placer estar hoy aquí en la Universidad Sergio Arboleda. Muchas gracias por su amable invitación.

Deseo saludar también a la Embajadora del Brasil en Colombia, Embajadora Maria Elisa Berenguer.

Esta es la primera vez que visito Colombia como Director General de la Organización Mundial del Comercio. Y estar aquí en un momento tan especial para el país me es aún más grato.

El gran Gabriel García Márquez escribió una vez: "Estoy a merced de un destino que no es el mío."

Tengo la impresión de que, durante muchos años, eso ha sido lo que han pensado muchos en Colombia. Pero ya no es así.

Tras más de medio siglo de conflictos, Colombia parece preparada para adentrarse en una nueva era, más pacífica y próspera, adueñándose de su destino.

Eso abrirá al país un abanico de nuevas oportunidades económicas. Y, a mi juicio, el comercio puede ser crucial para aprovecharlas.

En un entorno económico mundial incierto, el comercio puede impulsar un crecimiento económico más amplio y la creación de empleo. Es cierto que el comercio no es suficiente por sí solo, ni es el único factor. Pero es un ingrediente esencial en cualquier estrategia para lograr un crecimiento económico sostenible.

Además, el comercio ha evolucionado considerablemente en los últimos decenios. Ha habido una revolución en la esfera tecnológica. Han emergido nuevas economías. En los 20 últimos años, la participación de los países en desarrollo en el comercio mundial de mercancías ha pasado del 27% a más del 43%.

Y, en gran parte como consecuencia de esas transformaciones, las cadenas de valor se han vuelto cada vez más internacionales.

Los componentes de un Boeing 787 Dreamliner proceden de más de 40 proveedores establecidos en más de 130 lugares distintos de todo el mundo. Incluso en el caso de productos aparentemente sencillos, la fabricación se realiza a menudo en complejas redes mundiales. Un tarro de Nutella puede contener avellanas de Turquía, aceite de palma de Malasia, cacao de Nigeria, azúcar del Brasil y aromatizantes de China.

Esas redes de producción globalizadas se conocen como cadenas de valor mundiales. Suele considerarse que son muy positivas, porque, gracias a ellas, puede ser más fácil para los países en desarrollo empezar a comerciar. Se parte de la base de que es más fácil desarrollar las capacidades y la infraestructura necesarias para fabricar una pieza de un motor que las requeridas para construir la aeronave entera.

Eso es cierto, evidentemente, pero muchos países en desarrollo siguen teniendo dificultades para incorporarse a esas cadenas de valor mundiales. Y cuando lo logran, suele resultarles difícil ascender en la cadena de valor para producir los componentes más complejos y de mayor valor añadido.

Por lo tanto, para países como Colombia esas nuevas redes de producción constituyen a la vez oportunidades y desafíos.

En efecto, Colombia ha hecho esfuerzos por aumentar su participación en las cadenas de valor mundiales. Actualmente, esa participación representa aproximadamente el 38% de las exportaciones del país, si se cuentan tanto las exportaciones que utilizan componentes importados como las que se utilizan como componentes en otros países.

No obstante, ese porcentaje es inferior al promedio de las demás economías en desarrollo, que ronda el 48%.

Por lo tanto, se puede hacer más, y es ahí donde la OMC puede desempeñar un papel importante.

Tengo la seguridad de que, con el actual sistema de normas del comercio mundial, y mediante nuevas reformas, podemos ayudar a Colombia a aprovechar esas oportunidades y a integrarse aún más en las cadenas mundiales.

A mi juicio, la OMC puede ayudar claramente de tres formas.

En primer lugar, podemos ayudar ofreciendo a Colombia una plataforma abierta, transparente y basada en normas para realizar actividades comerciales en el extranjero.

Al crear la OMC en 1995, y al acordar los textos jurídicos en que se basa, nuestros Miembros establecieron el equivalente de una constitución para el comercio mundial.

Esa constitución consagra los principios básicos e imperecederos del comercio y ayuda a evitar las medidas unilaterales, discriminatorias o arbitrarias.

Actualmente, la Organización tiene 162 Miembros, en todas las etapas de desarrollo, y ese número va en aumento. El 98% del comercio mundial se realiza dentro de este marco de normas.

¿Y qué significa eso en la práctica?

En el día a día, la OMC constituye un foro para el diálogo sobre políticas y el intercambio de información, en el que los Miembros pueden vigilar las prácticas y las reglamentaciones de los demás y asegurarse de que se están respetando los acuerdos.

Puede parecer algo muy técnico, pero en realidad afecta a muchas de las cosas que nos importan a todos.

La manera en que se administra el sistema de comercio influye en las grandes cuestiones, como la salud de la economía o su capacidad de crecer, desarrollarse y crear empleo. Pero también repercute en cuestiones más cotidianas, como el precio de los productos en los comercios, o incluso el contenido de productos químicos en los juguetes o los niveles de toxinas de los alimentos.

Lo que singulariza a la OMC es que todos los Miembros pueden participar en pie de igualdad en esos debates.

Y Colombia lo hace intensamente en todos los ámbitos.

Su Embajador, el Sr. Gabriel Duque, es una figura muy activa y bien conocida en Ginebra. Actualmente preside el grupo de la OMC encargado de examinar las nuevas normas sobre el comercio de servicios. Y desempeñó un papel muy importante en la dirección de los debates que condujeron al éxito de la Conferencia Ministerial que celebramos en diciembre del pasado año. En seguida volveré a referirme a la Conferencia Ministerial.

Otra esfera de nuestra labor -que suele aparecer en los titulares y en la que Colombia participa asiduamente- es nuestro sistema de solución de diferencias.

Ese mecanismo ayuda a los Miembros de la OMC a resolver sus diferencias comerciales de una manera abierta y transparente. En solo 20 años hemos tratado satisfactoriamente más de 500 diferencias comerciales.

Colombia ha participado en 58 de esos asuntos, ya sea como reclamante, demandado o parte interesada. Eso equivale a más de 1 de cada 10 de los asuntos tratados, lo que pone claramente de manifiesto que Colombia considera muy valiosa esa función.

La OMC también proporciona a los países ayuda práctica para participar en los debates y para mejorar su capacidad de comerciar. Esa ayuda se presta por medio de diversas iniciativas destinadas a la creación de capacidad y el desarrollo de competencias. Colombia, por ejemplo, es beneficiaria del programa de Ayuda para el Comercio de la OMC, que ayuda a los países a superar las limitaciones de infraestructura que afectan a su comercio.

Y esto es solo un resumen. Aun así, creo que nos permite hacernos una idea de la manera en que el marco de la OMC, como tal, contribuye a que el comercio funcione correctamente, y a que Colombia comercie en mejores condiciones.

Esta es, por lo tanto, la primera forma en que la OMC sirve a Colombia y promueve su acceso a las cadenas de valor mundiales.

La segunda forma de ayudar consiste en aplicar las reformas recientes del sistema de comercio.

En los dos últimos años la OMC ha acordado varias grandes reformas que pueden marcar una importante diferencia para Colombia.

En la Conferencia Ministerial celebrada en Bali en 2013, los Miembros adoptaron una serie de importantes decisiones, entre las que se incluye el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Actualmente, los costos que acarrea la circulación de las mercancías a través de las fronteras pueden constituir un obstáculo insuperable que impida comerciar a las empresas, especialmente a las pequeñas y medianas empresas.

El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio reducirá considerablemente esos costos, al racionalizar, simplificar y uniformizar los procedimientos aduaneros. De hecho, prevemos que, una vez que el Acuerdo se aplique plenamente, los costos del comercio se reduzcan en Colombia aproximadamente un 13%.

Tan solo en las economías en desarrollo, el valor de las exportaciones podría aumentar casi 730.000 millones de dólares al año. En total, las exportaciones mundiales de mercancías podrían incrementarse hasta 1 billón de dólares al año.

Al permitir que los intercambios comerciales se realicen de manera más fluida, más rápida y más barata, el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio puede ayudar a Colombia a integrarse en las cadenas de valor mundiales y a beneficiarse del impulso que estas pueden dar al crecimiento económico.

Colombia fue desde el principio partidaria de la facilitación del comercio. Su delegación en Ginebra participó activamente en las negociaciones y patrocinó un número considerable de propuestas.

Y ese compromiso sigue siendo tan firme como siempre.

Me he reunido hoy con el Presidente Santos, y hemos tenido una magnífica conversación, en la que hemos abordado diversos temas comerciales. En esa conversación el Presidente ha expresado su convicción de que la facilitación del comercio es importante y de que, por lo tanto, es necesario avanzar y ratificar ese acuerdo.

Así pues, el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC es una reforma importante de estos últimos años. Se logró otro avance decisivo hace apenas unos meses, en diciembre, en la siguiente Conferencia Ministerial, que celebramos esta vez en Nairobi.

En esa ocasión, los Miembros adoptaron la decisión histórica de eliminar las subvenciones a la exportación de productos agropecuarios. Se trata de la mayor reforma de las normas del comercio en este ámbito realizada en los 20 últimos años.

Al suprimir ese apoyo causante de distorsión del comercio, esta decisión contribuirá a crear condiciones de igualdad en los mercados agropecuarios, lo que beneficiará a los agricultores y exportadores de Colombia.

En situaciones de crisis económica, los países han recurrido a menudo a las subvenciones a la exportación, y la historia reciente muestra que, cuando un país lo hace, rápidamente otros siguen su ejemplo. Con esta decisión, nadie tendrá la tentación de recurrir a esas medidas en el futuro.

Evidentemente, hay que hacer mucho más para reducir las distorsiones en los mercados agropecuarios, pero este es un paso importante.

De hecho, la eliminación de esas subvenciones era uno de los elementos de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, por lo que es un gran logro haber alcanzado ese resultado tan solo tres meses después de haberse acordado los objetivos.

En Nairobi los Miembros también acordaron otras medidas importantes en materia de seguridad alimentaria, así como un conjunto de medidas para ayudar a los países menos adelantados a exportar sus bienes y servicios.

Además, en la reunión de Nairobi un grupo de Miembros de la OMC -entre los que se incluía Colombia- convino en ampliar el Acuerdo sobre Tecnología de la Información de la OMC.

Gracias a ese acuerdo, se eliminarán los aranceles sobre 201 productos de tecnología de la información adicionales, por ejemplo, los semiconductores de última generación, los aparatos de GPS, los productos médicos avanzados y las máquinas herramienta.

El comercio de esos productos se ha valorado en aproximadamente 1,3 billones de dólares anuales, lo que representa alrededor del 10% del comercio mundial. Esta cifra supera, por ejemplo, la del comercio mundial de productos de la industria del automóvil. Con ese acuerdo, los aranceles aplicables a esos productos se reducirán a cero, y se garantizará jurídicamente que se mantienen en ese nivel.

El acuerdo permitirá reducir los costos de todas las empresas colombianas, sea cual sea su tamaño. Además, contribuirá al descenso de los precios, lo que tendrá efectos positivos en muchos otros sectores que utilizan como insumos productos de tecnología de la información, favoreciendo así la integración de Colombia en las cadenas de valor.

Aplicar todos estos acuerdos recientes marcará una gran diferencia.

Pero con eso no terminará nuestro trabajo. Lo cierto es que apenas ha comenzado.

Esto me lleva a la tercera forma en que, a mi juicio, la OMC puede ayudar a Colombia, a saber, mediante el logro de más resultados en el futuro.

Es necesario que logremos más reformas del sistema de comercio para seguir contribuyendo a que los países en desarrollo, como Colombia, comercien y compitan.

Y, si me lo permiten, explicaré por qué es importante hacerlo a escala mundial.

Aunque en los dos últimos años la OMC ha negociado con éxito varios acuerdos, en el período precedente las negociaciones comerciales mundiales dieron muy pocos frutos. Por eso, los países recurrieron a otras iniciativas, como los acuerdos comerciales regionales, con el fin de promover sus intereses económicos.

Esas iniciativas son positivas, se compaginan con el sistema mundial establecido en el marco de la OMC, y contribuyen a extender los beneficios del comercio. De hecho, las normas de la OMC constituyen la base de muchos acuerdos regionales.

Sin embargo, los acuerdos regionales también van más allá de las normas de la OMC en algunas esferas, y es necesario que pensemos en las implicaciones que eso tendrá en el futuro. Tener que cumplir normas diferentes en cada jurisdicción puede plantear dificultades a las empresas. Y puede significar, por lo tanto, que las empresas colombianas tengan menos oportunidades de incorporarse a las cadenas de valor mundiales y operar en los mercados internacionales.

Es esencial asegurar la coherencia a escala mundial.

Las iniciativas regionales han funcionado bien durante mucho tiempo en paralelo al sistema de normas establecido en el marco de la OMC. Tenemos que asegurarnos de que siga siendo así, por lo que también tenemos que asegurarnos de que la OMC siga obteniendo resultados y de que nuestras normas sigan evolucionando.

¿Y en qué situación se encuentran actualmente las negociaciones multilaterales?

Después de los positivos resultados de Bali y de Nairobi, los Miembros han comenzado un debate sobre cómo puede la OMC hacer más, y más deprisa.

Está claro que todos los Miembros de la OMC quieren obtener resultados en las llamadas cuestiones de negociación de Doha, como las subvenciones internas en el sector de la agricultura y la mejora del acceso a los mercados para los productos agropecuarios, los productos industriales y los servicios.

Sin embargo, no están de acuerdo en cómo tratarlas.

Pese a las discrepancias entre los Miembros, existen importantes puntos de convergencia. Hay, por ejemplo, un firme deseo de mantener el desarrollo en el centro de nuestra labor.

Y algunos Miembros desearían empezar a debatir también otras cuestiones con el fin de mejorar el funcionamiento de las cadenas de valor mundiales y fomentar la participación de los países en desarrollo.

Se han propuesto diversas cuestiones de esa naturaleza, por ejemplo medidas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, el comercio electrónico, la facilitación de las inversiones, las subvenciones a la pesca, las normas privadas, por nombrar solo algunas.

Los Miembros no han entrado aún en el detalle de lo que desean debatir en el marco de cada uno de esos epígrafes generales. Será necesario seguir trabajando para profundizar en esas cuestiones. Y, a mi juicio, también es necesario seguir trabajando para comprender los desafíos que plantea a los países en desarrollo la participación en las cadenas de valor, de modo que estemos en mejores condiciones para afrontarlos.

Ese debate ya ha comenzado, y nunca insistiré lo suficiente en la importancia que podría llegar a tener. Podría determinar la forma que adoptarán las negociaciones comerciales mundiales en los años venideros.

Tenemos la oportunidad de hacer verdaderos progresos. La participación de Colombia en esta labor será tan importante como siempre.

Es la ocasión de asegurarse de que la OMC adopte medidas en relación con las cuestiones que más les importan a ustedes y de que el comercio siga contribuyendo a los objetivos económicos y comerciales de su país.

Colombia está en el umbral de una nueva era.

Cuenten con mi apoyo para asegurarnos de que esa nueva era sea tan próspera como pacífica.

El comercio y la OMC pueden acompañarlos en ese empeño.

Muchas gracias.

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