WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO


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Observaciones del Director General, Roberto Azevêdo

Señoras y señores,

Es un verdadero placer estar aquí, en Copenhague. Les agradezco que me hayan invitado a participar hoy en esta reunión.

Creo que es justo decir que Dinamarca ocupa una posición de liderazgo en el comercio mundial, tomando la iniciativa tanto de palabra como de obra.

Continuando la tradición de esta nación de navegantes, las empresas navieras danesas actualmente transportan casi el 10% del comercio mundial.

Esa es una parte impresionante del mercado y es prueba de la apertura y proyección hacia el exterior de la economía y el país.

Así pues, no debe sorprendernos que nos encontremos reunidos hoy aquí, en Copenhague, para examinar la política comercial a nivel mundial.

Desde luego, la Organización Mundial del Comercio ocupa un lugar central en esta clase de conversación.

A continuación, haré una reseña de la situación actual del comercio internacional, la función que desempeña la OMC en él y los desafíos y las oportunidades que veo perfilarse en el horizonte.

Aunque estoy seguro de que todos ustedes conocen bien la OMC, quisiera decir unas palabras sobre el papel que desempeña la Organización.

La OMC es la única organización que se ocupa de las normas comerciales a nivel mundial. Actualmente tiene 162 Miembros, quienes, en su conjunto, concentran aproximadamente el 98% del comercio mundial.

La OMC sigue de cerca la política comercial de los Miembros, ayuda a resolver las diferencias comerciales entre ellos y, de ese modo, a evitar que deriven en conflictos, y ayuda a los países en desarrollo a desarrollar su capacidad para comerciar.

Esas tareas son una contribución indispensable al mantenimiento de la estabilidad y previsibilidad del sistema de comercio, lo que, a su vez, es indispensable para que el comercio se desenvuelva sin tropiezos, y para que las empresas de todo el mundo crezcan y prosperen.

Además, la OMC negocia nuevas normas comerciales y reforma el sistema a fin de adaptarlo a las necesidades de sus Miembros en una economía mundial en evolución.

Durante muchos años, se avanzó muy poco en las negociaciones comerciales a nivel mundial. Sin embargo, esto ha comenzado a cambiar en la OMC.

En los últimos dos años y medio, hemos celebrado varios nuevos acuerdos comerciales que han tenido importantes efectos económicos.

A continuación, señalaré algunos de los logros recientes.

En 2013, los Miembros de la OMC concertaron el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Al permitir que las mercancías atraviesen las fronteras más rápidamente, con un menor costo y menos trámites burocráticos, el Acuerdo podría incrementar el valor de las exportaciones mundiales de mercancías en 1 billón de dólares por año, lo que tendría un efecto mayor que la eliminación de todos los aranceles existentes a nivel mundial.

La repercusión económica del Acuerdo será considerable, pero la concertación del Acuerdo también fue importante desde el punto de vista de la evolución de la cooperación mundial en la esfera del comercio. En efecto, el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio fue el primer acuerdo comercial mundial concertado desde la creación de la OMC. Inspirándose en ese logro, los Miembros de la OMC han visto sus esfuerzos coronados por el éxito en otros ámbitos.

A finales de 2015, los Miembros de la Organización acordaron la mayor reforma del comercio mundial de productos agropecuarios de los últimos 20 años cuando convinieron en abolir las subvenciones a las exportaciones de esos productos.

Desde luego, mucho queda por hacer para reducir las distorsiones en los mercados de productos agropecuarios, pero ese fue un importante avance.

Al eliminar las subvenciones que distorsionan el comercio, el Acuerdo contribuirá a promover condiciones equitativas en los mercados de productos agropecuarios, lo que redundará en beneficio de los agricultores y exportadores de los países en desarrollo y los países menos adelantados.

La Unión Europea cumplió una función importante en esas negociaciones, tanto durante la etapa de los preparativos llevados a cabo en Ginebra como en la Conferencia Ministerial de Nairobi, donde se concertó el Acuerdo.

Para ello, fue necesario tomar algunas decisiones difíciles. Por lo tanto, doy las gracias a Dinamarca, y a la UE, por el apoyo que prestaron para que fuera posible llegar a un acuerdo. Ese apoyo constituyó una señal clara de su compromiso con la reforma del sistema de comercio y el desarrollo.

De hecho, la eliminación de las subvenciones es uno de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Es, pues, un importante logro haber llegado a un acuerdo sobre esa cuestión apenas tres meses después de haberse adoptado los nuevos Objetivos.

A finales de 2015, los Miembros también adoptaron importantes decisiones encaminadas a ayudar a los países menos adelantados a incorporarse a las corrientes comerciales, y acordaron medidas sobre el algodón y la seguridad alimentaria, entre otras cuestiones.

Además, un grupo de Miembros llegó a un acuerdo destinado a eliminar los aranceles que gravan una nueva generación de diversos productos de la tecnología de la información. El valor del comercio de esos productos asciende a unos 1,3 billones de dólares anuales, y es superior al valor del comercio mundial de los productos de la industria del automóvil, por ejemplo.

Ese acuerdo, que fue el primer acuerdo de la OMC sobre reducción de aranceles en 19 años, contribuirá a hacer bajar los precios de esos productos, lo que redundará en beneficio de muchos otros sectores que utilizan como insumos productos de la TI, y ayudará a crear puestos de trabajo.

Esta serie de acuerdos no tiene precedentes en la Organización, y el resultado es que la gente está comenzando a prestar atención.

Estamos viendo un interés renovado en el quehacer de la Organización. Evidentemente, esto es muy positivo, y tenemos que aprovechar el impulso generado a fin de revitalizar nuestra labor.

Paralelamente a estos acontecimientos, en los últimos años se ha prestado mucha atención a las iniciativas comerciales a nivel bilateral y regional, como la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) entre los Estados Unidos y la Unión Europea.

Sin embargo, esta clase de acuerdos no tienen nada de nuevo. En realidad, vienen coexistiendo desde hace mucho tiempo con el sistema de la OMC.

Las iniciativas de esa naturaleza son positivas y pueden reportar considerables beneficios económicos, pero, al mismo tiempo, no cabe duda de que los acuerdos mundiales pueden generar beneficios aún mayores.

Una maraña de normas y reglamentos comerciales que se superponen es menos eficiente que una normativa mundial.

Tener que cumplir normas diferentes en jurisdicciones diferentes puede crear dificultades y menoscabar las posibilidades de las empresas de aunar esfuerzos y funcionar en los mercados internacionales.

Además, algunos grandes temas, como las subvenciones internas en el ámbito de la agricultura y la pesca, solo pueden ser abordados satisfactoriamente aplicando un enfoque mundial.

Ningún acuerdo comercial regional puede ofrecer los beneficios que reportan un sistema de normas comunes y un mayor acceso a los mercados de 162 países.

Por lo tanto, es indispensable que también sigamos avanzando a nivel mundial. Necesitamos un sistema de comercio sólido, que funcione bien a todos los niveles.

¿Y por qué es esto tan importante?

Es importante porque el comercio puede impulsar el crecimiento del PIB y la creación de puestos de trabajo. Desde luego, no es el único factor, pero es un componente indispensable de toda estrategia de crecimiento económico sostenible.

Y precisamente en estos momentos, eso es más importante que nunca.

La atonía de la demanda mundial como resultado de la gran lentitud con que los países desarrollados están saliendo de la recesión y de la maduración de las economías emergentes ha asestado un duro golpe al crecimiento del comercio.

El volumen del comercio mundial aumentó en un 2,8% en 2015 y, a menos que cambien las previsiones en relación con el crecimiento del PIB, en 2016 se mantendrá al mismo nivel.

Si así fuera, 2016 sería el quinto año consecutivo con una tasa de crecimiento del comercio mundial inferior al 3%, en comparación con una tasa media de más del 5% desde 1990.

Frente a esta situación general, es evidente que es necesario reactivar el comercio.

Una opción evidente es que los Gobiernos de los miembros del G-20 tomen medidas en relación con las medidas de restricción del comercio. La OMC ha seguido de cerca la aplicación de esa clase de medidas desde que estalló la crisis y ayer publicamos el informe más reciente sobre esta cuestión.

En el informe se hace hincapié en que los miembros del G-20 siguen adoptando medidas de restricción del comercio, por lo que el total de las restricciones comerciales sigue en aumento. Desde octubre del año pasado, se ha registrado el mayor aumento medio mensual de las nuevas medidas desde que comenzó la crisis.

El aumento de las restricciones comerciales es lo último que necesita actualmente la economía mundial.

Esa clase de medidas podrían tener un efecto muy negativo en las corrientes comerciales e, indirectamente, atentar contra el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo. Si realmente queremos hacer algo para reactivar el crecimiento económico, tenemos que reactivar el comercio en lugar de erigir obstáculos entre las economías.

La mejor salvaguardia contra el proteccionismo de que disponemos es un sistema multilateral de comercio sólido y, desde luego, se puede hacer más para fortalecerlo. Es menester abordar importantes cuestiones. Por ejemplo ...

Los aranceles siguen obstaculizando el comercio, especialmente el comercio de los países más pobres. Algunos de los aranceles más elevados se aplican en sectores de especial interés para los países menos adelantados.

Las medidas no arancelarias y la falta de coordinación de las políticas constituyen obstáculos aún mayores. Por ejemplo, en 2010 el costo de comerciar para los países en desarrollo equivalió a la aplicación de un arancel de importación del 219%. Si se reduce el costo de comerciar nada más que en un 1%, el comercio crecerá a una tasa de entre un 3% y un 4%.

Las restricciones en el sector de los servicios también pueden atentar contra el crecimiento del comercio y la inversión, especialmente debido a que en la actualidad el comercio de servicios representa el 40% del comercio transfronterizo mundial en función del valor añadido, y el monto de las inversiones extranjeras directas representa más del 60% del comercio de servicios.

Además, para que el comercio pueda seguir apuntalando el crecimiento, tenemos que intervenir en el debate en curso en materia de comercio y responder a la retórica anticomercial, que se está convirtiendo en moneda corriente.

Debemos reconocer que muchos grupos de interés no ven el comercio con buenos ojos. Tenemos que encontrar la forma de atender sus preocupaciones.

En primer lugar, debemos corregir la impresión de que las importaciones son la causa de la desaparición de los puestos de trabajo. En realidad, la gran mayoría de los puestos de trabajo desaparecen como consecuencia de nuevas tecnologías y del aumento de la productividad.

En segundo lugar, debemos reconocer que, si bien los beneficios que reporta el comercio se difunden a toda la economía, los efectos del aumento de la competencia pueden tener graves consecuencias para determinadas comunidades. Debemos concentrar la atención en las medidas que pueden adoptar los gobiernos para mitigar esos efectos.

Y debemos hacer hincapié en la otra cara del comercio. En efecto, en los últimos años, el comercio ha ayudado a sacar de la pobreza a cientos de millones de personas, lo que simplemente no es posible en una economía cerrada. Al fin y al cabo, esto es algo que beneficia a todos.

En tercer lugar, a veces se considera que el comercio es una actividad económica que solo favorece a las grandes empresas.

Está claro que esto no es verdad. Sin embargo, es cierto que comerciar a nivel internacional es mucho más caro y difícil para las pequeñas empresas. Tenemos que ocuparnos de esta cuestión, especialmente porque las microempresas y las pequeñas y medianas empresas son importantísimas fuentes de generación de empleo.

De lo antedicho se desprende que debemos promover un debate con conocimiento de causa, y esto significa demostrar que podemos reactivar el comercio, tanto para las microempresas como para las pequeñas y medianas empresas, en todo el mundo.

De hecho, muchas de estas cuestiones también son parte del debate que se está celebrando en la OMC.

Tras obtener los resultados positivos a que he hecho referencia, los Miembros de la Organización han comenzado a deliberar sobre la forma en que la OMC puede hacer más, más rápido.

Es evidente que todos los Miembros de la OMC quieren obtener resultados en relación con las denominadas cuestiones de negociación de Doha, como las subvenciones internas en el sector de la agricultura y un mayor acceso a los mercados para los productos agropecuarios, los productos industriales y los servicios.

Sin embargo, no se ponen de acuerdo sobre cómo abordarlas.

Pese a las discrepancias entre los Miembros, existen algunos puntos de convergencia importantes. Así, por ejemplo, existe un vivo deseo de que el desarrollo siga ocupando un lugar central en nuestra labor.

Algunos Miembros han sugerido que, además de estas cuestiones, se examinen otros asuntos.

Entre ellos, cabe mencionar la facilitación de las inversiones, el comercio electrónico, las normas privadas, la financiación del comercio y las medidas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas.

Los Miembros aún no han entrado en detalles sobre lo que querrían examinar en el marco de estos temas generales. En todos los casos se necesita un grado de especificidad mucho mayor que el que existe en la actualidad.

Sin embargo, el debate es más abierto y dinámico que lo que lo ha sido en años. Los Miembros están participando cada vez más activamente.

Por mi parte, creo que, por importantes que sean los temas, también es importante examinar la estructura que podrían tener los futuros acuerdos.

El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio abrió nuevos derroteros en este sentido al dar a los Miembros gran flexibilidad a nivel de la aplicación.

El futuro de las negociaciones dependerá de nuestra capacidad para reconocer plenamente las diversas circunstancias que afrontan los Miembros. También tenemos que desplegar mayores esfuerzos a fin de ayudar a quienes necesitan asistencia a poner en práctica los compromisos contraídos e incrementar su capacidad para comerciar.

Además, podríamos estudiar la posibilidad de adoptar enfoques que combinen elementos tanto multilaterales (que constituyen el resultado preferido) como plurilaterales.

Hay diversas ideas y corresponde a los Miembros trazar el camino que hemos de seguir, pero creo que el factor fundamental en este proceso será la flexibilidad, tanto a nivel del fondo como del procedimiento.

En efecto, las deliberaciones sobre el futuro de la OMC están bien avanzadas y podrían contribuir a dar forma a nuestra labor de negociación en los años venideros.

Por último, cabe señalar que, si bien hay motivos para estar preocupados por las tendencias proteccionistas y las críticas al comercio, también tenemos motivos para ser optimistas.

Los países siguen celebrando importantes acuerdos comerciales -y en la OMC los Miembros están participando más que nunca en el pasado-.

Si seguimos dando prueba de la voluntad y el compromiso políticos necesarios, podremos seguir fortaleciendo el sistema mundial de comercio en beneficio de todos.

Y no me cabe la menor duda de que Dinamarca seguirá siendo un importante aliado en ese proceso.

Muchas gracias.

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