WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

Observaciones del Director General Azevêdo


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Discursos: Roberto Azevêdo

  

Viceprimer Ministro Reynders,
Director General Ryder,
Profesor Joost Pauwelyn,
Señoras y señores:

Buenas tardes. Es para mí un placer estar hoy aquí con ustedes.

Creo que el tema que nos ocupa hoy, “hacer más inclusivo el comercio”, encaja perfectamente con lo que se está debatiendo más ampliamente a nivel mundial.

El rechazo de que son objeto el comercio y la globalización está en boca de todos. Cada vez es más evidente que la mundialización se podría haber gestionado mejor, y que no se ha hecho lo suficiente para apoyar a aquellos que han salido perdiendo y permitirles aprovechar también los beneficios generados.

Hay que escuchar a esos colectivos y darles una respuesta.

Es frecuente oír la queja de que el comercio ha contribuido al desempleo. Es cierto que el comercio puede originar un trasvase de puestos de trabajo, pero no debería magnificarse el efecto de este fenómeno.

La tecnología y la innovación están teniendo un impacto mucho mayor en la estructura de la fuerza de trabajo. Los estudios parecen indicar que en torno al 80% de las pérdidas de puestos de trabajo en las economías avanzadas se debe a la tecnología y la innovación. Casi el 50% de los empleos de algunos países desarrollados corre un elevado riesgo de automatización. Y la proporción es todavía mayor en muchos países en desarrollo.

Al igual que el comercio, el progreso tecnológico es imprescindible para el crecimiento y el desarrollo sostenidos. Por tanto, la solución no es oponerse a estas fuerzas. Debemos sumarnos a ellas y aprender a adaptarnos.

Al mismo tiempo, son cada vez más numerosas las voces que claman por la adopción de políticas aislacionistas. Sin embargo, el proteccionismo no resolvería los problemas a los que nos enfrentamos; de hecho, los agravaría.

Según un estudio de la OCDE, por cada dólar de aumento de la protección se produce una caída de 66 centavos de dólar en el PIB.

Los obstáculos al comercio también suponen un costo para los consumidores.

Según un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y la Universidad de Columbia, si las fronteras estuvieran cerradas al comercio, los consumidores más pobres, que dedican una proporción mayor de sus ingresos a vestirse y alimentarse y a la electrónica de consumo, podrían perder un 63% de su poder adquisitivo.

Además, cuando una parte erige obstáculos al comercio, provoca una respuesta, lo que puede generar un efecto dominó.

Ese es el motivo de mis llamamientos a la prudencia. No debemos dejarnos arrastrar a una crisis ni a una guerra comercial.

Creo que en realidad el comercio es parte de la solución de muchos de los problemas más candentes del debate actual.

El comercio es una fuente vital de empleo, crecimiento y desarrollo.

El comercio fue un agente catalizador en la consecución del Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la proporción de personas que viven en la extrema pobreza, y es un elemento fundamental de la Agenda 2030 y de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Además, el comercio también genera empleo. En los Estados Unidos y el Japón, el 10% de los puestos de trabajo depende de las exportaciones; en Francia, el 20%. En Bélgica, el porcentaje es aún mayor: el 32% de los puestos de trabajo se basa en las exportaciones.

Y en muchos sitios el comercio goza de muy buena reputación.

En los países en desarrollo se considera que el comercio es beneficioso. En África, la opinión pública es abrumadoramente favorable.

De acuerdo con una serie de encuestas de opinión realizadas en 23 países de la OCDE, en 2016 el libre comercio seguía teniendo una imagen pública favorable.

Y, aunque pueda resultar sorprendente, según una encuesta de Gallup de este mismo mes, el 72% de los estadounidenses ve el comercio como una oportunidad en términos económicos. Nunca había sido tan alta la proporción. Hay varios motivos que podrían explicarlo. Quizá el debate actual ha permitido aclarar las cosas, o puede que se trate de una reacción a ese mismo debate. Pero es llamativo ver cuántas personas consideran el comercio una oportunidad.

El comercio ha demostrado que puede ser beneficioso para las personas. La clave está en la inclusión.

A mi juicio, son varias las medidas que podemos adoptar para conseguir que los beneficios del comercio se repartan de manera más equitativa entre los diferentes sectores de la sociedad.

En primer lugar, a nivel nacional. Tenemos que trabajar con los gobiernos para ayudarlos a establecer políticas que respondan a los numerosos desafíos que se plantean actualmente en la economía.

Como ya he dicho, el desempleo y otros problemas no dependen estricta ni principalmente del comercio. Necesitamos una respuesta de amplio alcance y transversal para hacer posible que la gente adquiera las competencias necesarias para participar en los mercados de hoy en día.

Será fundamental aplicar políticas laborales más dinámicas y transversales, que también aborden aspectos de la formación y el desarrollo de competencias, la asistencia a las empresas pequeñas y la ayuda reforzada para la readaptación laboral de los desempleados.

La OMC está trabajando con la OIT en la elaboración de un informe sobre la relación entre comercio y empleo.

Nuestras Organizaciones tienen un amplio historial de cooperación, y estoy convencido de que seguiremos reforzando esa asociación para que las políticas comerciales y laborales se puedan complementar entre sí.

Esto me lleva a la segunda cuestión que deseo abordar. Globalmente, creo que podríamos hacer más por profundizar y ampliar los beneficios del comercio mediante nuevas reformas comerciales.

Por ejemplo, las pymes representan una gran proporción del empleo en muchas economías. Emplean a muchos jóvenes y mujeres.

Sin embargo, su participación en el comercio simplemente no se corresponde con la importancia económica que tienen en los diferentes países.

Los aranceles y los costos que conllevan el cumplimiento de determinadas normas u otros obstáculos no arancelarios a la hora de exportar pueden representar una especial dificultad para las pymes. Mientras más pequeña es la empresa, más grandes parecen los obstáculos.

La conectividad y la infraestructura también son factores importantes.

Como resultado de los avances tecnológicos y del rápido aumento del número de usuarios de Internet, el comercio electrónico está evolucionando a un ritmo sin precedentes, cambiando la manera en que comerciamos.

Sin embargo, queda todavía un largo camino para que todas las personas tengan acceso a las oportunidades que brinda el comercio electrónico. Sigue habiendo grandes desigualdades. En la actualidad hay en el mundo en desarrollo 4.000 millones de personas que siguen sin estar conectadas.

La OMC puede desempeñar un papel importante si logra reformar el sistema de comercio para reducir los obstáculos y ayudar a que todos participen en él.

En lo que respecta a esta cuestión tenemos noticias muy positivas. La semana pasada entró en vigor el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio (AFC) de la OMC.

Se concertó en 2013, en la Conferencia Ministerial de la OMC celebrada en Bali. Se trata del primer acuerdo mundial de la OMC y del mayor acuerdo comercial mundial celebrado en este siglo.

Se estima que la plena aplicación del Acuerdo podría reducir los costos del comercio a nivel mundial en torno a un 14,3% como promedio.

Esto supondría para el comercio mundial un impulso de hasta 1 billón de dólares anuales, y serían los países más pobres los que mayores beneficios obtendrían.

Calculamos que la aplicación del AFC permitiría crear 20 millones de puestos de trabajo, y que esta cifra podría aumentar hasta alcanzar alrededor de 30 millones, en función de los sectores afectados y de la intensidad de utilización de mano de obra en esos sectores.

Gracias a este y otros acuerdos que hemos completado en los últimos años, estamos viendo un interés renovado en el quehacer de la Organización.

Los Miembros están debatiendo ahora sobre cómo avanzar en las negociaciones, y esas conversaciones están tomando forma. Nuestra próxima Conferencia Ministerial, que se celebrará en Buenos Aires a finales de año, podría ser una oportunidad para avanzar en varias esferas de importancia.

Creo que el comercio ha sido y seguirá siendo un factor positivo dentro del conjunto adecuado de políticas.

Por consiguiente, considero que todos los que compartimos esa convicción tenemos hoy en día una responsabilidad.

Ya sea en la comunidad internacional, en los foros académicos o en el sector privado, tenemos que involucrarnos y ayudar a defender el comercio.

La historia nos enseña que todos salimos ganando en prosperidad y seguridad cuando las naciones comercian entre sí y cooperan dentro de normas acordadas mutuamente.

Gracias.

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