DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Vicepresidente Osinbajo,
Ministro Enelamah,
Presidente de Souza,
Comisario Muchanga,
Secretario General Kituyi,
Excelencias,
Señoras y señores:

Buenos días.

Es un gran placer para mí reunirme hoy con ustedes. Les doy las gracias por su amable invitación; una invitación que no podía perderme.

En primer lugar, quisiera felicitar al Gobierno de Nigeria, la Comisión de la CEDEAO y los Amigos de la Facilitación de las Inversiones para el Desarrollo por esta importante y oportuna iniciativa.

Resulta alentador ver que muchos países -así como el conjunto de la comunidad de desarrollo representada aquí — se interesan por explorar el modo en que el comercio y la inversión pueden contribuir a promover el desarrollo sostenible.

Creo que ambos elementos — el comercio y la inversión — son fundamentales para ayudar a los países a integrarse con éxito en la economía mundial.

Hay algunas vinculaciones importantes a este respecto.

A lo largo de la historia, el comercio ha demostrado ser uno de los instrumentos más eficaces para luchar contra la pobreza y promover el desarrollo.

Hoy en día, el comercio desempeña un papel importante en la economía de los países en desarrollo. Para hacernos una idea, el comercio representa ahora, por término medio, el 34% del PIB de los países en desarrollo, frente al 20% de los países adelantados.

Y los motores de crecimiento más rápido en lo que respecta al comercio y la inversión no están hoy en Europa ni América del Norte, sino en África, Asia y América Latina.

China, por ejemplo, es en la actualidad el mayor exportador mundial y el segundo inversor en el extranjero; hace 30 años, ocupaba el puesto 32 en el comercio mundial.

Y la misma impresionante trayectoria de desarrollo basado en el comercio y las inversiones se ha repetido en países de todos los tamaños y regiones, desde Etiopía e Indonesia hasta Ghana y Camboya.

Esto es algo muy positivo.

Sin embargo, para que el comercio desempeñe plenamente su función, es necesario que se den las condiciones adecuadas y aquí entran muchos elementos en juego.

Entre ellos se incluye la conectividad física. Si alguien desea vender mercancías, necesita contar con la infraestructura material que le permita enviarlas al comprador.

Y para respaldar esta conectividad necesitamos una infraestructura no física adecuada. Eso significa contar con un marco normativo que sirva para facilitar el comercio.

Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para que todos puedan participar y competir. La conectividad sigue siendo uno de los principales obstáculos en muchos lugares.

Por ejemplo, se calcula que las necesidades de inversión en infraestructura de África oscilan entre 120.000 y 150.000 millones de dólares al año, y el déficit de financiación es de unos 60.000 a 80.000 millones de dólares anuales.

A nivel mundial, las estimaciones de las Naciones Unidas señalan que tan solo los países en desarrollo necesitarán 2,5 billones de dólares al año adicionales en inversión extranjera e interna para poder cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.

Esta situación merece nuestra atención. Colmar esas lagunas podría contribuir a reducir los costos comerciales de África, y a impulsar la competitividad, diversificación, e industrialización del continente y su participación en el comercio mundial.

También puede contribuir a difundir más ampliamente los beneficios del comercio, de modo que lleguen a más personas y se aproveche el potencial del comercio para promover el crecimiento y el desarrollo.

Puede que muchos gobiernos simplemente no dispongan de los recursos públicos necesarios para crear la infraestructura que precisan. Por tanto, una gran parte de las inversiones en infraestructura deberá proceder de otros asociados.

Permítanme recalcar que la infraestructura es tan solo un aspecto de esta cuestión. Las inversiones también ayudarán a superar las limitaciones de la oferta, promoviendo la diversificación de la estructura productiva, reduciendo la dependencia de las exportaciones de productos básicos y añadiendo valor al producto exportado.

Además, las inversiones mejoran el acceso a tecnologías, técnicas de producción y métodos de gestión más avanzados.

Los países podrían dar un salto cuantitativo hacia una economía más moderna. También se generará un efecto positivo en la capacidad y las cualificaciones de la fuerza de trabajo, que tendrá acceso a puestos de trabajo que requieren mayor preparación y están mejor remunerados.

La adopción de medidas para crear un entorno más propicio para la inversión haría que estos países resultaran más atractivos para una inversión extranjera directa productiva y sostenible, tanto en infraestructura como en activos productivos. Si las condiciones son las adecuadas, todos saldremos ganando.

Por estas razones y otras muchas, considero que el debate de hoy sobre la facilitación de las inversiones es muy importante.

Necesitamos compartir ideas, intercambiar puntos de vista y aprender de las experiencias de los demás para que esas fuerzas puedan unirse y generar más oportunidades, en particular para los países en desarrollo.

Y creo que es muy positivo que tengamos algunos elementos importantes en los que basar este debate.

África constituye un buen ejemplo.

Muchos países africanos están tomando medidas para facilitar el comercio y las inversiones, y expondrán su experiencia durante este Foro. Se están llevando a cabo algunas iniciativas interesantes, que pueden contribuir a inspirar otras soluciones en el continente.

Por ejemplo, el año pasado el Presidente Buhari puso en marcha el Consejo Presidencial para la Creación de un Entorno Propicio a la Actividad Empresarial (PEBEC), presidido por el Vicepresidente Osinbajo. Esta iniciativa tiene por finalidad reducir los trámites burocráticos, eliminar los cuellos de botella, coordinar políticas y facilitar la actividad empresarial en Nigeria.

Otros muchos países están adoptando medidas coordinadas similares para facilitar el comercio y las inversiones; por ejemplo, están creando "ventanillas únicas" electrónicas tanto para las inversiones como para el comercio.

Además, algunos países representados aquí también están participando en la negociación de una Zona Continental de Libre Comercio y en la elaboración paralela de un código de inversiones panafricano paralelo.

Estas iniciativas pueden contribuir en gran medida a la creación de un entorno más propicio para las inversiones en África.

Y creo que también demuestran que la integración regional y las corrientes de inversión están claramente interrelacionadas, y que la cooperación regional puede contribuir a promover estos esfuerzos.

Dicho esto, la cooperación a nivel mundial también puede desempeñar un papel importante.

Algunos Miembros de la OMC han mantenido un diálogo abierto e informal sobre si la OMC debe contribuir mejor a facilitar las corrientes de inversión y cómo debería hacerlo.

Esas conversaciones siguen en curso. No sé a dónde conducirán ni qué conclusiones sacarán los Miembros.

Lo que sé con certeza es que, como ocurre con casi todo en la vida, hablar, escuchar y aprender es la mejor manera de tomar decisiones bien fundamentadas.

Y estoy convencido de que, si mantienen una conversación en el marco adecuado, verán que la OMC tiene mucho que ofrecer. Ahora bien, también debo decir que creo que la mayoría de los Miembros no estarían dispuestos a reavivar — al menos de momento — el tipo de conversaciones que manteníamos sobre inversiones hace varios años.

Así pues, cuestiones como el acceso a los mercados, la protección de las inversiones y la solución de diferencias entre inversores y Estados — en las que a menudo se centran los tratados bilaterales existentes sobre inversiones — no se abordan en los debates actuales. Lo que inspira la facilitación de las inversiones es el nuevo Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC, no los viejos "temas de Singapur".

Por mis conversaciones con los proponentes, considero que el desarrollo es una cuestión central del debate. El objetivo de su debate parece consistir en buscar la manera de facilitar las inversiones mediante un entorno propicio, esto es, un entorno que promueva la formulación de políticas nacionales.

También observo que todavía están tratando de determinar de qué modo la colaboración y los entendimientos en la OMC — a nivel mundial — podrían ayudarles a lograr estos objetivos. Y es precisamente en esta coyuntura en la que iniciativas como este Foro son decisivas para que consigan adoptar una posición común sobre el camino que se debe seguir.

Nuestra próxima Conferencia Ministerial se celebrará en Buenos Aires en diciembre de este año. Esta podría brindar a los Ministros la oportunidad de debatir de qué modo les gustaría proseguir esta conversación en la OMC.

Como siempre, lo que suceda allí dependerá de los proponentes. Y, al igual que con todas las cuestiones que los Miembros deseen debatir, estoy disponible para ayudar.

Por último, quisiera hacer hincapié en que este Foro constituye, en efecto, una importante oportunidad para contribuir a que se realicen aportaciones útiles a ese debate.

Trabajando juntos podemos asegurarnos de aprovechar todas las herramientas de que disponemos para lograr un crecimiento más fuerte y un desarrollo más sostenible, en África y en todo el mundo.

Así pues, permítanme felicitar una vez más al Gobierno de Nigeria y a los organizadores de este evento por su iniciativa y su visión.

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