DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Ministros,

Excelencias,

Señoras y señores,

Buenas tardes.

El débil crecimiento del comercio ha sido un tema recurrente en los debates que hemos mantenido en nuestras reuniones de los últimos años. No obstante, desde nuestro último encuentro, el panorama ha cambiado.

En 2017, el comercio experimentó el mayor ritmo de crecimiento anual de los últimos seis años, y el comercio de mercancías creció un 4,7% en términos de volumen. Las exportaciones registraron un fuerte aumento en todas las regiones del mundo y presentaron un crecimiento sincronizado que no se observaba desde hacía una década. Las exportaciones de servicios comerciales se incrementaron un 7,4%, medido en términos de valor.

Los pronósticos para este año y el próximo indican que ese fuerte crecimiento se mantendrá. Según parece, el comercio está desempeñando una vez más su plena función en el crecimiento y en la recuperación de la economía.

Con todo, debe quedar claro que esta visión general muestra el panorama económico, pero no refleja adecuadamente los riesgos políticos. Los pronósticos podrían variar fácilmente si los principales interlocutores comerciales adoptan medidas restrictivas del comercio.

Se están debatiendo en la OMC las cuestiones que subyacen a las crecientes tensiones comerciales. Asimismo se están sometiendo nuevas diferencias a la Organización, que es una manera apropiada de abordar las divergencias en las relaciones comerciales. Y yo estoy en conversaciones con todas las partes para intentar resolver esta situación. Los contactos bilaterales también son muy importantes para hallar maneras de avanzar. Este diálogo ya está teniendo lugar.

De hecho, ayer, el Presidente Macron contribuyó de forma muy positiva y útil a este debate. Fue alentador escuchar las firmes palabras de apoyo a la OMC del Presidente. Ese es precisamente el tipo de liderazgo político que necesitamos. Coincido plenamente con él en que es necesario fortalecer la OMC y hacerla más eficaz para abordar los actuales desafíos a los que se enfrenta el comercio. Como dije al Presidente en nuestra reunión de ayer, estoy dispuesto a apoyar los esfuerzos encaminados a estudiar la manera de mejorar el funcionamiento de la OMC en beneficio de todos.

Y creo que no disponemos de mucho tiempo para tratar de llevar adelante ese debate.

De momento, la mayor parte de la actual retórica en favor de las restricciones al comercio no se ha traducido en medidas concretas. Pero esto podría empezar a cambiar pronto. Además, la retórica en sí misma puede ser perjudicial, y observamos ya las primeras señales de advertencia. Por ejemplo, el índice anticipado de pedidos de exportación ha disminuido de forma acusada desde enero.

Debemos evitar una posible escalada. Si esta se produjera, la consecuencia predominante sería la desorganización del comercio. Y la interconexión de la economía mundial ejercería un efecto multiplicador en esa desorganización.

Casi dos tercios de las mercancías con que se comercia hoy día están conectados a cadenas de valor mundiales. Así pues, es muy probable que las perturbaciones del sistema de comercio se globalizaran.

Si queremos que el comercio contribuya a impulsar el crecimiento y la recuperación, no debemos seguir adentrándonos por ese peligroso camino. Y hemos de valorar debidamente y defender la estabilidad a la que ha aspirado el sistema multilateral de comercio desde la Segunda Guerra Mundial.

El sistema proporciona un entorno comercial estable y previsible.

Gracias a esa estabilidad, las empresas pueden planificar sus inversiones con cierto grado de certidumbre. Conocen las normas y pueden prever sus costos sobre la base de unos aranceles estables.

Naturalmente, hay cierta flexibilidad a este respecto. En muchos casos, los aranceles aplicados son inferiores a los tipos consolidados, por lo que los Gobiernos tienen margen para maniobrar si lo desean. No obstante, el hecho de que haya consolidaciones garantiza la certidumbre. Según algunos estudios, el actual sistema de consolidaciones ha impulsado el comercio mundial en un 30%, en comparación con un mundo sin límites arancelarios.

Todos contamos con esa estabilidad.

Por consiguiente, la salud del comercio mundial debería ser un elemento central de la planificación económica. Deberían tenerla presente todos los Ministros de Hacienda. Las mercancías y los servicios representan conjuntamente el 28% del PIB mundial. La estabilidad del sistema de comercio es fundamental para nuestro bienestar económico, a pesar de lo cual la damos por sentada sin más.

Así pues, debemos fortalecer y salvaguardar el sistema.

Como indica el título de esta reunión, hemos de esforzarnos por renovar el multilateralismo.

Esto es aplicable a muchas esferas, pero sin duda alguna es aplicable al comercio.

Podría decirse que, en cierto sentido, el cambio radical que se ha producido en el debate sobre el comercio mundial ha sido positivo, pues la gente vuelve a hablar de estas cuestiones. Estamos verificando antiguas certezas, reconsiderando supuestos y planteándonos cómo mejorar las normas y las instituciones.

Y debemos tener en cuenta el panorama más amplio. La situación del comercio actual es la siguiente:

  • En primer lugar, intervienen muchos más actores importantes.
  • En segundo lugar, desde que se estableció el sistema del GATT/OMC, los modelos económicos han evolucionado.
  • En tercer lugar, en muchas partes el debate tiene una gran carga emocional.

Observamos la puesta en marcha de nuevas iniciativas comerciales en todo el mundo.

En los últimos meses, hemos sido testigos de acuerdos como el de la Zona de Libre Comercio del Continente Africano, el Acuerdo Global y Progresivo para la Asociación Transpacífica y otros. Todos ellos se basan en las normas de la OMC.

De hecho, la propia OMC ha concertado una serie de importantes acuerdos en los últimos años, tales como:

  • el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio,
  • el acuerdo para eliminar las subvenciones a la exportación de productos agropecuarios, y
  • la ampliación del Acuerdo sobre Tecnología de la Información.

Por tanto, cuando hablamos de comercio, debemos tener en cuenta el panorama en su conjunto, y es preciso situar este debate en el siglo XXI.

En el debate popular, los servicios rara vez ocupan un lugar destacado, y sin embargo este es un sector de enorme importancia económica, en particular para el mercado laboral. Según las estimaciones de la OIT, el número total de puestos de trabajo en el sector de los servicios aumentó en promedio un 3% al año entre 2000 y 2016.

Al mismo tiempo, debemos escuchar a los trabajadores de los sectores en que se están perdiendo puestos de trabajo, en especial el manufacturero y el agrícola.

La mayor parte de estos puestos, alrededor del 80%, se han perdido como consecuencia no del comercio, sino de la automatización y las nuevas tecnologías. Estos cambios son estructurales y constituyen un fenómeno de alcance mundial, que no se está produciendo únicamente en las economías avanzadas y que persistirá durante bastante tiempo.

Según las investigaciones de McKinsey, de aquí a 2030 los empleos en el sector manufacturero descenderán un 22% en China y un 15% en la India. La tecnología es el motor que impulsa actualmente el cambio económico. Un diagnóstico erróneo de esta situación podría llevarnos a asfixiar el comercio mundial, lo cual agravaría aún más las cosas.

Estamos entrando en una nueva era económica. Eso requiere una respuesta de igual magnitud. Requiere una nueva forma de pensar.

Los Gobiernos tendrán que estudiar nuevamente cómo apoyar y capacitar a sus trabajadores para prepararlos para este nuevo mundo feliz. El sector privado también tiene un papel que desempeñar a este respecto, por ejemplo, con los programas de capacitación en el empleo.

Las instituciones internacionales en las que se basan el multilateralismo y la economía mundial también tendrán que evolucionar, y eso incluye a la OMC.

Nuestros Miembros son conscientes de ello. En los últimos años ha habido una oleada de creatividad en diversos frentes.

El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC es un buen ejemplo. Salió adelante porque los Miembros tenían la voluntad de hacer las cosas de manera distinta y de crear un marco más flexible para ese Acuerdo.

Naturalmente, nuestros Miembros están manteniendo intensos debates sobre cómo lograr avances en las esferas de negociación tradicionales.

Pero algunos grupos de Miembros también han entablado conversaciones sobre varias esferas nuevas, relacionadas con los cambios económicos que he mencionado, entre las que se encuentran:

  • el comercio electrónico,
  • la facilitación de las inversiones,
  • las medidas para ayudar a las empresas más pequeñas a comerciar, y
  • cómo se relaciona el comercio con el empoderamiento económico de la mujer.

Debemos velar por que el sistema multilateral de comercio siga teniendo en cuenta los intereses de los Miembros y siendo importante para ellos, y por que ayude a los Gobiernos y las empresas a satisfacer las exigencias de una economía mundial en rápida evolución.

Para eso es necesario renovar y fortalecer el multilateralismo de manera general. Espero con interés trabajar con todos ustedes para conseguirlo.

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