DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Embajador Haqjo,
Excelencias,
Señoras y señores,
Buenos días.

Me complace estar hoy aquí con ustedes y tener la oportunidad de facilitarles información actualizada sobre las cuestiones relacionadas con la financiación del comercio.

Las enormes y persistentes deficiencias en la financiación del comercio representan un importante obstáculo para el comercio. He oído plantear esta cuestión en muchos contextos diferentes. De hecho, se planteó ayer mismo en la sesión de los Diálogos sobre el Comercio con las empresas.

Según el Foro Económico Mundial, la financiación del comercio representa uno de los tres principales obstáculos a la exportación para la mitad de los países del mundo.

El Banco Asiático de Desarrollo estima que el déficit mundial de la financiación del comercio es de alrededor de 1,5 billones de dólares EE.UU., cifra que representa la cantidad de financiación del comercio que los importadores y los exportadores han solicitado pero ha sido rechazada. En muchos países en desarrollo, las alternativas a la financiación bancaria son escasas, por lo que se renuncia a la transacción cuando los bancos la rechazan.

Les pondré un ejemplo de por qué esto es tan importante.

En Burkina Faso, los bancos mundiales proporcionaban tradicionalmente la financiación previa a la expedición de la cosecha de algodón. Esto es vital, puesto que la cosecha representa una cuarta parte del total de las exportaciones y un 40% de los ingresos de la población rural.

Sin embargo, en los últimos años los bancos se han retirado.

Afortunadamente, han intervenido la Corporación Financiera Internacional y la Corporación Internacional Islámica para la Financiación del Comercio. No obstante, necesitan aún la participación de bancos asociados que respalden las transacciones. Convencieron a un banco para que participase, y juntos financiaron el 80% de la cosecha de algodón.

Si en los años venideros ningún banco está dispuesto a participar, se corre el riesgo de que las exportaciones de algodón disminuyan drásticamente y se reduzca lo que es la principal fuente de ingresos para aproximadamente 3 millones de personas.

Por eso debemos tomar medidas. Si no lo hacemos, esta clase de riesgos proliferará, y se perderán oportunidades.

Los Miembros de la OMC son conscientes de esta situación, que afecta desproporcionadamente a los países más pobres y las empresas más pequeñas. Y me consta que algunos Miembros que llevan a cabo trabajos sobre las MIPYME están examinando esta cuestión.

En 2016, sacamos a la luz una publicación sobre la financiación del comercio en la que se exponían algunas de las posibles medidas que podríamos adoptar en respuesta a este problema. Entre estas medidas se incluían:

  1. apoyar los programas de facilitación de la financiación del comercio establecidos por los bancos multilaterales de desarrollo mediante medidas de promoción y movilización;
  2. reducir el déficit de conocimientos con respecto a los productos de financiación del comercio, alentando a nuestros asociados a aumentar sus programas de formación;
  3. entablar un diálogo con los reguladores en el ámbito de la financiación del comercio; y
  1. continuar llevando a cabo el seguimiento y la vigilancia de las deficiencias relativas a la financiación del comercio.

He estado trabajando con muy diversos asociados para promover estas cuestiones.

¿Cómo están las cosas, pues?

Hemos creado una sólida coalición en torno a estas cuestiones.

He estado en contacto con los directores de los bancos regionales de desarrollo, con Philippe Le Houérou, Director Ejecutivo del CFI, con Mark Carney, Presidente de la Junta de Estabilidad Financiera, y con muchos más.

Los Miembros también han examinado está cuestión en varias ocasiones, en particular en el Examen Global de la Ayuda para el Comercio del año pasado.

A mi juicio, este esfuerzo de sensibilización empieza a dar frutos. Hemos observado que en los últimos años se han adoptado diversas medidas importantes de alcance general.

El informe elaborado por el Grupo de Expertos sobre Financiación del Comercio, que ha sido distribuido a ustedes, proporciona una visión amplia de estas novedades. Quiero dar las gracias a Marc Auboin por su participación en la elaboración de este informe y por el apoyo brindado a nuestra labor en esta esfera.

Permítanme destacar, pues, algunas esferas específicas en las que se han realizado avances a raíz del plan que establecimos en 2016.

La primera esfera guarda relación con la mejora de los actuales programas de facilitación de la financiación del comercio.

A este respecto, estamos trabajando con nuestros asociados, y hemos observado que algunos bancos multilaterales de desarrollo han intervenido para aumentar su financiación o sus garantías en las regiones más pobres del mundo. En 2016, esos programas permitieron respaldar transacciones comerciales por valor de 22.000 millones de dólares EE.UU. En 2017, esta cantidad aumentó a 30.000 millones de dólares EE.UU. Y se estima que en 2018 estos programas respaldarán un volumen de comercio por valor de más 35.000 millones de dólares EE.UU. Esto representaría un incremento de más del 50% con respecto a hace solo dos años.

Se trata de un avance muy significativo.

El año pasado el Banco Asiático de Desarrollo apoyó las transacciones comerciales de más de 2.800 pymes en países como Camboya, Myanmar y Bangladesh. Y se sigue observando una gran demanda.

También hemos observado que algunos bancos colaboran más estrechamente para proporcionar mejor cobertura. En julio de 2017, los directores de la Corporación Internacional Islámica para la Financiación del Comercio y el CFI se reunieron en la OMC y firmaron un memorándum de entendimiento para llevar a cabo financiación conjunta en África.

Todo esto es muy positivo. Sin embargo, está claro que es necesario hacer mucho más.

La segunda esfera guarda relación con la forma de abordar el déficit de conocimientos en las instituciones financieras nacionales.

Y también a este respecto tenemos noticias alentadoras.

Los bancos multilaterales de desarrollo han impulsado la labor encaminada a la creación de capacidad en lo relativo a financiación del comercio, en colaboración con la CCI. Juntos, en 2017, formaron a casi 2.600 personas en 85 países.

Esto es impresionante. Confío en que podamos seguir ampliando el alcance de estos programas mediante la incorporación de nuevos asociados.

Por eso es tan importante el tercer elemento, que guarda relación con la intensificación del diálogo con los reguladores.

Las deficiencias en la financiación del comercio surgieron en el período posterior a la crisis financiera. La crisis obligó a los bancos mundiales a revaluar sus cálculos de riesgos. Y esto no se debió solo a la exposición a los riesgos o a los riesgos de impago; también tuvo mucho que ver con los cambios en la reglamentación posteriores a la crisis.

A este respecto podría ser útil un diálogo renovado sobre reglamentación. Podría servir para crear capacidad en los bancos nacionales más pequeños a fin de atender la demanda de financiación del comercio, así como para animar a los bancos de mayor tamaño a volver a los mercados de los que se retiraron tras la crisis financiera.

Los directores de la JEF y del CFI y yo acordamos que nuestras organizaciones deben trabajar juntas para estudiar cómo abordar algunos de estos aspectos. De hecho, la JEF ha realizado avances en los últimos dos años en lo que se refiere a la actualización y la aclaración de las expectativas en materia de reglamentación, especialmente con respecto a las reglamentaciones relativas a la lucha contra el blanqueo de dinero y la identificación de los clientes.

También contemplamos la posibilidad de organizar misiones conjuntas de asistencia técnica para contribuir a impartir conocimientos sobre la financiación del comercio y las prescripciones de cumplimiento.

Todo esto es aún una labor en curso.

Por último, la cuarta esfera de actuación guardaba relación con la mejora de la vigilancia del acceso a la financiación del comercio.

El estudio del déficit mundial realizado por el Banco Asiático de Desarrollo sigue mejorando, gracias a la colaboración de un creciente número de instituciones.

Esto incluye a la OMC y otras instituciones multilaterales, además de asociaciones profesionales como la CCI, Factor Chain International, la Unión de Organismos y Aseguradores de Crédito a la Exportación ("la Unión de Berna") y otras.

El último estudio disponible se benefició de la participación de 515 bancos y más de 1.300 empresas, de las que un gran número eran pymes.

Seguiremos desarrollando estas asociaciones. Es importante, pues, continuar mejorando nuestro diálogo sobre estas cuestiones, en particular mediante reuniones como esta.

Así están las cosas a día de hoy. Creo que podemos constatar algunos avances muy importantes.

Y estoy seguro de que algunos de los procesos y debates que hemos iniciado pueden dar todavía más resultados positivos de aquí en adelante.

Por tanto, es necesario que sigamos impulsando esta labor.

Y por supuesto, tienen ustedes un papel central que desempeñar.

Pueden ser ustedes los promotores de esta cuestión, y los exhorto a serlo.

Además, sus comentarios, opiniones e información sobre las mejores prácticas pueden contribuir a hacer avanzar estas conversaciones y a establecer esferas concretas en las que podemos tener una verdadera incidencia.

Enhorabuena, pues, por los logros alcanzados hasta el momento. Sigamos trabajando juntos para asegurarnos de que la financiación del comercio mantiene un lugar destacado en el programa de trabajo.

Muchas gracias.

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