DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Observaciones del Director General Azevêdo

Excelencias,

Señoras y señores:

Buenas tardes a todos.

Me complace estar hoy aquí con ustedes en este taller sobre la mujer en las cadenas de valor mundiales.

En primer lugar, quisiera expresar mi agradecimiento a los países del grupo MIKTA por su iniciativa de organizar este evento. Me complace constatar que este debate está ganando impulso en la OMC.

Tan solo hace 10 meses que 118 Miembros de la OMC y observadores suscribieron la Declaración de Buenos Aires sobre el Comercio y el Empoderamiento Económico de las Mujeres, y creo que se ha avanzado mucho desde entonces.

Otros Miembros han firmado la Declaración, con lo que el número total de signatarios asciende a 121.

Además, los Miembros están tomando medidas para cumplir los compromisos asumidos, incluido el de profundizar en nuestro diálogo mediante una serie de sesiones específicas sobre cuestiones de género.

Esos debates han contribuido a determinar la importancia de estas cuestiones. Han servido para identificar los obstáculos que pueden impedir a las mujeres participar plenamente en la economía mundial, y han ayudado a los Miembros a estudiar de qué forma el comercio y la OMC pueden ayudar a superar o eliminar esos obstáculos.

Se han organizado diversas sesiones temáticas.

En un seminario celebrado a principios de este año se destacó la importancia de mejorar el análisis del comercio desde la perspectiva de género. En la actualidad, la falta de datos nos impide comprender mejor los vínculos existentes entre el comercio y el género.

Para ayudar a resolver este problema, la OMC ha aunado esfuerzos con el Banco Mundial en un proyecto de investigación destinado a recopilar esos datos. La idea es presentar una publicación especializada el próximo año, de modo que los invito a permanecer atentos.

Los Miembros también celebraron una reunión sobre la importancia de los mercados de contratación pública para el desarrollo económico inclusivo, en particular en lo que respecta a las mujeres. El papel del Acuerdo sobre Contratación Pública de la OMC fue uno de los temas centrales.

Hoy vamos a proseguir ese debate.

La presente sesión se centrará en la forma de aumentar la participación de las mujeres empresarias y comerciantes en las cadenas de valor mundiales.

Durante gran parte del siglo XX, las mercancías se fabricaban en un lugar y se enviaban a otro. Las empresas exportaban sus productos o estaban implantadas en el mercado objetivo a través de la IED y fabricaban, ensamblaban y distribuían sus productos desde allí.

Hoy en día el comercio es mucho más polifacético, pues intervienen en él corrientes de mercancías, servicios, inversiones y personas y todas ellas contribuyen a las cadenas de valor mundiales. Casi dos tercios de las mercancías comercializadas se fabrican actualmente con componentes que proceden de al menos dos países distintos.

Por tanto, parece evidente que ayudar a las mujeres a acceder a esas redes generará numerosas oportunidades, que a su vez tendrán una incidencia directa en el bienestar económico. El hecho de incorporarse a las cadenas de valor mundiales podría ayudar a las empresarias a mejorar la calidad de sus productos y a ampliar y diversificar su producción.

No obstante, los datos apuntan a que aún nos queda un largo camino por recorrer.

Las mujeres están mucho menos integradas en el comercio internacional, por lo que no perciben sus beneficios.

A nivel mundial, solo el 15% de las pymes exportadoras están dirigidas por mujeres.

Esto indica que las mujeres se enfrentan a una serie de obstáculos para conectarse a las cadenas de valor mundiales. El taller de hoy nos ayudará a entender cuáles son las dificultades que se plantean y cómo podemos trabajar juntos para subsanarlas.

Una posible solución sería ayudar a las mujeres a integrarse en el sector formal. Las empresarias acaparan un tercio de todas las empresas del sector formal a escala mundial.

En la actualidad muchas mujeres trabajan en el sector no estructurado. En Benin, el Chad y Malí, por ejemplo, el sector no estructurado agrupa a más del 95% de las mujeres que trabajan en sectores distintos del agropecuario, y en la India e Indonesia esa proporción es del 90%.

Si se facilita el acceso de más mujeres al sector formal se ofrecerá a estas la posibilidad de comerciar y de participar en mayor medida en las cadenas de valor mundiales.

Obviamente, esta formalización también implica registrar las empresas y, en última instancia, pagar impuestos. Los empresarios solo estarán dispuestos a soportar ese costo si consideran que operar en el sector formal les resultará beneficioso.

Por eso las políticas nacionales pueden desempeñar un papel clave.

Ahora bien, incluso cuando las empresas dirigidas por mujeres se formalizan, siguen quedando obstáculos por superar.

El acceso al capital es un factor importante.

En muchos países las mujeres suelen disponer de menos garantías colaterales. Para abrir una cuenta bancaria o registrar una empresa a veces se les exige la autorización de su marido o su padre.

Un estudio del Banco Mundial muestra que las necesidades financieras desatendidas de las pymes propiedad de mujeres oscilan entre 260.000 millones y 320.000 millones de dólares EE.UU. por año.

La financiación del comercio también puede plantear problemas, por lo que estamos trabajando en colaboración con varios asociados para aumentar el acceso a la financiación, en particular de las empresarias y las pymes dirigidas por mujeres. La próxima semana me reuniré con la Corporación Financiera Internacional, los bancos regionales de desarrollo, el Consejo de Estabilidad Financiera y otros organismos para examinar qué más se puede hacer en este ámbito.

Otro de los problemas es el acceso a la información.

Según el Banco Mundial, los bajos niveles de alfabetización y la falta de información y sensibilización en materia de reglamentaciones y procedimientos del comercio transfronterizo son mucho más frecuentes entre las mujeres comerciantes.

La creación de capacidad es, a todas luces, un instrumento importante en esta esfera.

Un buen ejemplo es el trabajo que está realizando el Marco Integrado mejorado en Malí.

En el marco de este proyecto, las mujeres productoras de mango están aprendiendo a cumplir las normas sanitarias y fitosanitarias que requiere el comercio mundial. El proyecto las ha ayudado a aprovechar las oportunidades que brinda el comercio. Incluso han podido ampliar su actividad a la producción de mermelada y jugo de mango, y ascender así en la cadena de valor.

El papel de la Iniciativa de Ayuda para el Comercio en la eliminación de los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres que se dedican al comercio merece un examen mucho más profundo. Me complace, por tanto, que figure en el orden del día de hoy.

El último ámbito que me gustaría mencionar, y en el que la adopción de medidas podría marcar la diferencia, es el de la facilitación de la inclusión digital.

Internet brinda a las mujeres empresarias vías de acceso a los mercados extranjeros más fáciles y menos costosas. Por tanto, la mejora de la inclusión digital podría hacer que disminuyeran notablemente los obstáculos a la incorporación de las mujeres a las cadenas de valor mundiales.

Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el porcentaje de mujeres que utilizan Internet es un 12% inferior al de hombres. Esta brecha de género se eleva a aproximadamente un 33% en los países menos adelantados.

Un amplio grupo de Miembros está celebrando debates sobre cómo garantizar que todos participen en la economía digital y se beneficien de ella. Esto podría contribuir a reducir la brecha de género en materia de conectividad.

Evidentemente, hay muchas otras esferas en que quizá habría que adoptar medidas.

Es lo que vamos a estudiar hoy aquí, y aguardo con interés sus puntos de vista al respecto.

La justificación económica del empoderamiento de la mujer es clara.

De hecho, se estima que el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral hasta equipararla a la de los hombres tendría efectos impresionantes: elevaría el PIB entre un 5% y un 34%.

Pero, por supuesto, se trata de algo más que una cuestión meramente económica.

Tener libertad para participar en la economía también es tener libertad para explorar plenamente el propio potencial y contribuir a la sociedad en la forma que uno elija.

El comercio es solo una parte de un todo, pero una parte fundamental. Así pues, sigamos aprovechando este impulso.

Confío en que el debate de hoy será muy constructivo y positivo, y espero con entusiasmo colaborar con ustedes a medida que avance este debate.

Muchas gracias.

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