DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Secretaria de Estado Susanne Hyldelund,
Secretario General Kituyi,
Excelencias,
Señoras y señores,

Buenos días.

Es un gran placer para mí reunirme hoy con ustedes.

Me gustaría agradecer al Gobierno de Dinamarca su amable invitación y su liderazgo en la organización del debate de hoy.

Este debate sobre el comercio digital y el comercio electrónico nos concierne a todos. Internet y las nuevas tecnologías están teniendo una enorme repercusión en nuestra vida, que no habríamos podido imaginar hace tan solo unos años.

De modo que no puede sorprender a nadie que estén transformando también nuestra manera de comerciar.

El comercio electrónico es un aspecto cada vez más importante de la economía actual. Permite superar algunos obstáculos tradicionales al comercio, como los costos asociados a la distancia física, lo que brinda a las empresas oportunidades sin precedentes de tomar parte en el comercio transfronterizo.

Por ejemplo, solo con un teléfono y una conexión a Internet se tiene acceso al mercado mundial. Todos tenemos hoy los medios para llegar a una red más amplia de consumidores y a una mayor selección de productos de un abanico más amplio de proveedores.

El cambio ya parece enorme, pero apenas estamos en los albores de esta revolución.

Un estudio de la OMC ha concluido que, al reducir los costos y elevar la productividad, las tecnologías digitales podrían hacer crecer el comercio hasta en un 34% para 2030.

Eso podría ser un poderoso motor de crecimiento y desarrollo. Pero no podemos dar por sentado que se vayan a aprovechar esas oportunidades.

Aunque es indudable que el comercio electrónico puede liberar un gran potencial, también tenemos que ser conscientes de los problemas que conlleva.

Actualmente no todo el mundo tiene acceso a las oportunidades que ofrece el comercio electrónico. Sigue habiendo grandes brechas.

Por ejemplo, el grado de conectividad sigue siendo desigual.

Según la UIT, la proporción de hogares con acceso a Internet en los países desarrollados es el doble que en los países en desarrollo.

En los PMA, cuatro de cada cinco personas no tienen conexión.

Son datos preocupantes. Esta brecha podría suponer una clara desventaja en una economía cada vez más digital.

Hay que aprovechar las nuevas tecnologías para subsanar los problemas y las desigualdades persistentes, no para exacerbarlos.

Por otra parte, es obvio que no todo se reduce a las diferencias en la conectividad.

Aunque se tenga conexión, otros problemas, como una infraestructura deficiente o un marco reglamentario inadecuado, pueden constituir graves obstáculos.

Cuando no se ha establecido un marco adecuado, existe el claro riesgo de que las grandes empresas impongan cada vez más su dominio, dejando atrás a las más pequeñas.

¿Qué se puede hacer? ¿Cómo se puede convertir el comercio electrónico en una fuerza realmente inclusiva?

Aunque gran parte del trabajo se tiene que realizar a nivel interno, las iniciativas a escala mundial también pueden desempeñar una importante función.

El comercio electrónico ha alcanzado una gran notoriedad en los debates internacionales. Cada vez surgen más iniciativas en este terreno.

Por ejemplo, un número creciente de acuerdos regionales contienen disposiciones relativas a cuestiones específicas relacionadas con el comercio electrónico. Actualmente, en torno al 30% de los ACR notificados a la OMC contienen disposiciones de este tipo, y su número no puede sino aumentar.

Eso parece indicar que los países están adoptando medidas a nivel regional y bilateral para tratar de reglamentar el comercio electrónico transfronterizo.

Y también se están haciendo esfuerzos con miras a un enfoque más coordinado.

En los últimos años hemos visto en la OMC un creciente interés por examinar más detalladamente las cuestiones relacionadas con el comercio electrónico.

A escala multilateral, los Miembros siguen realizando trabajos exploratorios en el marco del Programa de Trabajo sobre el Comercio Electrónico. Se están celebrando debates en nuestros órganos ordinarios y bajo los auspicios del Consejo General de la OMC, centrados principalmente en evaluar la repercusión y el alcance de la decisión adoptada por los Miembros de no imponer derechos de aduana a las transmisiones electrónicas.

Al mismo tiempo, hemos realizado grandes progresos en otros ámbitos.

En la Conferencia Ministerial que celebramos en Buenos Aires en 2017, 71 Miembros de la OMC, desarrollados, en desarrollo y menos adelantados, firmaron una declaración conjunta para hacer avanzar la labor sobre el comercio electrónico.

Aunque no todos los Miembros participan en ellas, esas conversaciones están adquiriendo impulso y los proponentes han dejado claro que puede sumarse cualquier Miembro que lo desee.

Hasta ahora el nivel de participación ha sido muy elevado, y el arduo trabajo de los Miembros ha comenzado a dar frutos. A principios de año, 76 Miembros de la OMC anunciaron su intención de entablar negociaciones sobre los aspectos comerciales del comercio electrónico.

Es una señal muy positiva sobre lo que puede hacerse en la OMC. Los Miembros están dispuestos a ser flexibles e innovadores para lograr avances.

Las cuestiones planteadas en esos debates son acordes con el debate más amplio sobre el comercio electrónico. Son, entre otras cosas, las siguientes:

  • facilitación de las transacciones de comercio electrónico, por ejemplo las medidas de facilitación de los procedimientos aduaneros, el comercio sin papel, las firmas y los pagos electrónicos;
  • cuestiones relacionadas con el acceso a los mercados y los flujos de datos;
  • cuestiones relativas a los consumidores y los datos personales; y
  • transparencia de las medidas y los reglamentos en materia de comercio electrónico.

También se ha planteado la necesidad de colmar la brecha digital. A este respecto, los Miembros han examinado las posibles flexibilidades, junto con la prestación de asistencia técnica y el apoyo a la creación de capacidad.

Creo que en el transcurso de estas conversaciones será importante mantener la inclusividad en el centro del trabajo.

Para alcanzar este equilibrio será necesario un diálogo constante con distintos agentes, a fin de recabar sus puntos de vista y sus conocimientos especializados. Tendrá que ser un esfuerzo de colaboración, que agrupe a Gobiernos, representantes laborales, consumidores y empresas, grandes y pequeñas, tanto de países desarrollados como de países en desarrollo.

La OMC está intensificando su participación con el conjunto de la comunidad comercial de diferentes formas. Por ejemplo, celebramos un foro público cada año, y hemos puesto en marcha la iniciativa "Diálogos sobre el Comercio", un cauce regular a través del cual los diferentes grupos sociales pueden dar a conocer periódicamente las cuestiones que más les preocupan. No deberíamos temer que se plantearan opiniones discrepantes: todas son bienvenidas, sean cuales sean. A través de estas plataformas ayudamos a las empresas, los consumidores, los medios académicos, los representantes laborales y cualquier otro grupo social que quieran presentar sus inquietudes e ideas a los Miembros de la OMC a hacerlo.

Y constatamos también que los Gobiernos están adoptando medidas.

Por ejemplo, sé que Dinamarca ha encabezado esfuerzos destinados a establecer un diálogo permanente con el sector privado, al designar al primer Embajador Tecnológico de la historia, encargado de mantenerse en contacto con las empresas tecnológicas.

Una noticia muy alentadora.

La reunión de hoy es otro importante paso en esa dirección. Tendremos la ocasión de escuchar a un amplio abanico de partes interesadas, incluidas las organizaciones internacionales, los Gobiernos, el sector privado y las organizaciones de consumidores.

Es importante alentar estos intercambios. Tenemos que estar dispuestos a aprender unos de otros, para comprender mejor qué tipo de marco de políticas propiciaría un comercio electrónico beneficioso para todos.

Espero que los debates de hoy puedan ayudar a orientar este trabajo y promover nuevos progresos en todas las iniciativas que he mencionado hoy.

Uno de los retos decisivos de nuestra época es cómo responder a esta revolución tecnológica.

Tenemos que hacer las cosas bien. Hemos de velar por que el comercio electrónico sea un motor del crecimiento y de un desarrollo realmente inclusivo.

De modo que espero que el diálogo de hoy sea estimulante y mire hacia el futuro.

Muchas gracias.

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