DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Observaciones del director general

Senador Martí Batres, Presidente del Senado,
Diputada Dolores Padierna Luna, Vice-Presidente de la Cámara de Diputados,
Dra. Graciela Márquez Colín, Secretaria de Economía,
Excelencias, señoras y señores,

Buenas tardes.

Muchas gracias por su amable invitación. Es un honor para mí estar aquí hoy.

México es uno de los Miembros fundadores de la Organización Mundial del Comercio, y sigue desempeñando un papel muy importante en nuestra labor.

Quiero agradecerles su apoyo a la OMC y su compromiso con la mejora de la cooperación económica entre las naciones.

Me complace tener hoy la oportunidad de reforzar aún más nuestras relaciones.

En el curso de mi visita me he reunido con el Presidente, con la Secretaria de Economía y con representantes del mundo académico y de la comunidad empresarial.

Me ha impresionado el afán de México por seguir integrándose en la economía mundial y su apoyo decidido a la OMC. Esto es muy importante.

El comercio, complementado por políticas adecuadas, contribuye a generar puestos de trabajo. El comercio ayuda a reducir los precios a los consumidores y permite ofrecer una mayor selección de productos, impulsando el crecimiento y el desarrollo.

El Congreso, claro está, desempeña un papel fundamental a este respecto.

El poder legislativo es esencial para orientar el futuro del país.

Así que hoy estoy aquí para decirles que pueden contar con la OMC para apoyar sus objetivos económicos y de desarrollo.

La OMC es la única organización que se ocupa de las normas comerciales en el plano global. Actualmente, abarca cerca del 98% del comercio mundial.

La OMC establece los principios comunes en que se sustentan las prácticas comerciales en el mundo entero y con eso sienta las bases del comercio mundial.

La OMC es el único foro multilateral en que se puede deliberar y debatir sobre cuestiones comerciales.

Ofrece los mecanismos que permiten a los países vigilar y examinar sus respectivas políticas comerciales.

Y proporciona los medios para solucionar las diferencias que puedan surgir.

Este sistema de normas comunes ha demostrado ser esencial para el crecimiento y el desarrollo mundiales.

La Organización ha supervisado un proceso histórico de apertura de los mercados e integración de las economías.

Las negociaciones que llevaron al establecimiento de la OMC dieron lugar a una reducción de los aranceles del 40%.

El sistema ha aportado estabilidad y previsibilidad al comercio mundial y ha resistido incluso la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias posteriores.

Todo ello ha facilitado la consolidación de relaciones económicas pacíficas entre las naciones. Eso ha ayudado a las empresas mexicanas y a los Gobiernos a planificar la actividad económica con confianza.

Si la OMC no existiera, habría que inventarla.

Sin embargo, estos tiempos están demostrando ser tiempos difíciles para el comercio y para el sistema de comercio.

Las tensiones actuales entre importantes actores comerciales están poniendo seriamente a prueba a toda la comunidad internacional. Los riesgos son reales y sus repercusiones económicas también lo son.

Estamos siendo testigos de una desaceleración del crecimiento del comercio. Esta semana hemos publicado nuevas cifras sobre el comercio.

Nuestros economistas prevén que la tasa de crecimiento del volumen del comercio de mercancías caerá en 2019 hasta 2,6%. En 2018 el crecimiento fue del 3% y en 2017 alcanzó el 4,6%. O sea, en dos años, salimos de un crecimiento del 4,6% para una perspectiva de crecimiento del 2,6%.

Esta es una mala noticia para todo el mundo. Debemos responder a esta situación.

De hecho, entre los últimos acontecimientos positivos del panorama internacional figuran la firma del nuevo acuerdo comercial (T-MEC) entre México, Estados Unidos y Canadá, y la entrada en vigor del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico.

Sin embargo, en otras esferas sigue habiendo retos importantes, que también afectan a México.

En interés de todas las partes, debemos trabajar para mejorar las perspectivas del comercio mundial y para revitalizar el crecimiento del comercio. Y estamos adoptando medidas para ello.

Estamos trabajando de manera urgente para rebajar las tensiones.

Facilitamos el diálogo entre los Miembros acerca de cuestiones fundamentales, complementando los esfuerzos bilaterales. Y ayudamos a los Miembros a solucionar sus diferencias.

También estamos trabajando para reformar la arquitectura del comercio y asegurarnos de que pueda responder a una economía en proceso de cambio.

Los Miembros están debatiendo cómo mejorar el funcionamiento del sistema de comercio.

Por supuesto, evolucionar no significa tirar por la borda lo que ya tenemos. El sistema representa los mejores esfuerzos de los Gobiernos de todo el mundo, que han trabajado juntos por más de 70 años. Debemos valorarlo.

Sin la OMC, el mundo sería la ley de la selva.

¿A qué me refiero exactamente cuando digo esto?

Imaginen un escenario en el que el comportamiento no cooperativo fuera la norma,

  • en que fuera posible aumentar los aranceles sin restricciones y sin previo aviso,
  • en que no existieran disciplinas comunes sobre las subvenciones, sobre los servicios o sobre la propiedad intelectual, ni foro alguno en el que solucionar las diferencias comerciales.

Las empresas no tendrían certitud. La inversión disminuiría, el comercio disminuiría, el crecimiento disminuiría y se destruirían puestos de trabajo.

Algunos conflictos técnicos menores se convertirían rápidamente en guerras comerciales. Y las guerras comerciales suelen tener consecuencias políticas. Afortunadamente, no es esa la realidad hoy.

Cuando llegó la crisis en 2008, el proteccionismo pudo contenerse, lo que limitó el daño económico.

Gracias a este sistema de normas comunes, los Miembros eran conscientes de sus compromisos y sabían dónde estaban las líneas rojas, en gran medida.

No es necesario tratar de imaginar qué habría sucedido si este sistema no hubiera existido: basta con observar lo que ocurrió con la Gran Depresión de los años treinta.

En aquel momento no contábamos con el sistema de comercio multilateral como mecanismo de seguridad, y la crisis se agravó rápidamente. Se establecieron obstáculos comerciales que hicieron desaparecer dos tercios del comercio mundial.

Necesitamos el sistema. Pero, por supuesto, hay margen de mejora y estamos trabajando en ello. Existe un verdadero impulso tras este debate.

Los líderes del G-20 pidieron que se tomasen medidas para mejorar y reformar la OMC, y México ha prestado un gran apoyo en este frente. Se están presentando nuevas ideas para reforzar el sistema, mejorar la transparencia, agilizar las negociaciones y resolver los desafíos del sistema de solución de diferencias. El debate sigue su curso.

Cualesquiera que sean las medidas concretas que los Miembros deseen adoptar, es evidente que la OMC debe mejorar, actuar con más rapidez y ofrecer respuestas más eficaces a los desafíos de la actualidad.

Debemos seguir alcanzando nuevos acuerdos que tengan repercusiones económicas reales. En los últimos años hemos alcanzado una serie de acuerdos importantes, como:

  • el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio,
  • el Acuerdo sobre Tecnología de la Información ampliado
  • y el acuerdo para eliminar las subvenciones a la exportación en el sector agrícola. México ha desempeñado un papel importante a este respecto a través del Embajador de Mateo, que presidió el Consejo General de la OMC en 2015 y ayudó a dirigir nuestra labor preparatoria de la Conferencia Ministerial celebrada en Nairobi, donde se alcanzó este acuerdo.

Actualmente estamos trabajando para aplicar estos importantes acuerdos, y los Miembros están debatiendo la forma de avanzar en otras esferas.

Por ejemplo, los Miembros están trabajando intensamente a fin de cumplir el plazo de 2019 para cerrar un acuerdo sobre las subvenciones a la pesca. Esta es una importantísima labor. México está presidiendo estas negociaciones bajo la dirección del Embajador Zapata, el representante de México en la OMC.

Otras cuestiones objeto de debate son la agricultura, la seguridad alimentaria, la reglamentación nacional en materia de servicios y el desarrollo.

Además, algunos grupos de Miembros están desplegando una intensa actividad en torno a diversas esferas que tienen cada vez más importancia económica.

En particular, existen iniciativas relacionadas con

  • la facilitación de las inversiones,
  • las micro, pequeñas y medianas empresas,
  • el empoderamiento económico de las mujeres,
  • y el comercio electrónico, un ámbito en el que tenemos algunas noticias muy importantes: en el mes de enero, 76 Miembros de la OMC anunciaron su propósito de iniciar negociaciones sobre esta cuestión, que tiene una importancia trascendental para todas las economías.

México participa en todas estas iniciativas. Son temas importantes para la economía mexicana.

Y lo que es más importante: estas iniciativas conjuntas están abiertas a cualquiera que quiera sumarse a ellas o participar en sus debates.

Hay una verdadera ambición detrás de algunas de las cuestiones que he mencionado hoy.

Pero la cooperación internacional no es fácil. Exige un compromiso continuo. Exige diplomacia, negociación, diálogo.

La tentación de tomar las riendas y tratar de resolver las cosas por uno mismo, sin tener que pasar por los "dolores" del multilateralismo, está siempre presente. Pero, como he señalado hoy, con un enfoque no cooperativo todos perdemos.

Así que debemos redoblar nuestros esfuerzos para resolver todas estas cuestiones. Y debemos trabajar por el sistema. Cuento con el liderazgo de México a este respecto.

Aprovechemos esta oportunidad para reforzar la OMC y el comercio basado en normas previsibles y actualizadas, en beneficio de las generaciones venideras.

No tengo dudas de que la intervención y el apoyo de México serán muy importantes para hacer avanzar este diálogo.

Muchas gracias.

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