DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Sr. Ministro Carr,
Excelencias,
Señoras y señores,

Buenas tardes y gracias por su amable invitación.

Al hablar del comercio en la era digital, creo que ante todo hemos de reconocer que estamos inmersos en una revolución. Todos tratamos de comprender mejor qué significa esa revolución para nuestras economías y para nuestras normas, prácticas e instituciones comunes.

Como es natural, comenzamos por debates fundamentados como el de hoy.

Los progresos tecnológicos están modificando nuestra forma de comerciar y hacer negocios. Han facilitado aún más el comercio de productos digitales y de algunos tipos de servicios.

Los datos más recientes, relativos a 2017, muestran que las ventas mundiales de comercio electrónico crecieron a un ritmo anual del 13%, hasta alcanzar aproximadamente los 29 billones de dólares. El número de compradores en línea ha registrado un aumento similar. En 2017, una cuarta parte de la población mundial adquirió bienes y servicios en línea. Y cabe destacar que el porcentaje de quienes realizaron compras desde el extranjero aumentó del 15% en 2015 al 21% en 2017.

Estas estadísticas no consideran por separado los bienes o los servicios comprados en línea. No obstante, la tendencia al alza es clara.

Este tipo de comercio presenta innumerables oportunidades de llegar a una red más amplia de compradores, acceder a los proveedores más competitivos, entrar en los mercados internacionales y participar en las cadenas de valor mundiales.

Un estudio reciente de la OMC ha concluido que, al reducir los costos y elevar la productividad, las tecnologías digitales podrían dar un impulso adicional al comercio de hasta un 34% para 2030.

Aunque es indudable que el comercio electrónico puede liberar un gran potencial, también tenemos que ser conscientes de los problemas que conlleva.

La brecha digital sigue constituyendo un enorme obstáculo. Según la UIT, la proporción de hogares con acceso a Internet en los países desarrollados es el doble que en los países en desarrollo.

También se dan brechas digitales dentro de cada país. Los hombres, la población urbana y los jóvenes tienden a operar en línea en mayor medida que las mujeres, la población rural y las personas mayores.

Por ejemplo, se calcula que el número de hombres en línea supera en 250 millones al de mujeres en todo el mundo.

Debemos colmar estas brechas. Pero estar conectado no es suficiente. Aunque se tenga conexión, otros problemas, como un marco reglamentario inadecuado o la falta de las aptitudes adecuadas, pueden constituir graves obstáculos.

Cuando no se ha establecido un marco adecuado, existe el claro riesgo de que las grandes empresas impongan cada vez más su dominio, dejando atrás a las más pequeñas.

Para velar por que esta revolución sea inclusiva, cada país tiene que realizar grandes esfuerzos, un aspecto que tratarán hoy ustedes.

Huelga decir que la cooperación internacional, por conducto de organizaciones como la OMC, también puede ser importante.

En los últimos años hemos visto en la OMC un creciente interés por examinar más detalladamente las cuestiones relacionadas con el comercio electrónico.

A escala multilateral, los Miembros siguen realizando trabajos exploratorios en el marco del Programa de Trabajo sobre el Comercio Electrónico. En este terreno se hace un gran hincapié en la evaluación de la repercusión y el alcance de la moratoria en la aplicación de derechos de aduana a las transmisiones electrónicas.

Al mismo tiempo, hemos realizado grandes progresos en otros ámbitos.

En la Conferencia Ministerial que celebramos en Buenos Aires en 2017, un grupo de Miembros de la OMC, compuesto por países desarrollados, en desarrollo y menos adelantados, firmó una declaración conjunta para hacer avanzar la labor sobre el comercio electrónico.

Aunque no todos los Miembros participan en esas conversaciones, los proponentes han dejado claro que el debate está abierto a los Miembros que deseen participar.

Es una señal muy positiva sobre lo que puede hacerse en la OMC. Los Miembros están dispuestos a ser flexibles e innovadores para lograr avances.

Hasta ahora el nivel de participación ha sido excelente. El sector privado se muestra más interesado que nunca. Y el trabajo ha comenzado a dar frutos.

Durante el mes en curso, 77 Miembros de la OMC, que representan el 90% del comercio mundial, han entablado negociaciones sobre los aspectos puramente comerciales del comercio electrónico.

La semana pasada se celebró una ronda sustantiva de reuniones.

Tengo entendido que las delegaciones examinaron propuestas sobre una amplia gama de cuestiones, como la facilitación de las transacciones electrónicas, la protección de los consumidores, la transparencia, y la discriminación y la responsabilidad. El mes próximo se celebrarán nuevos debates.

Las cuestiones relacionadas con el comercio electrónico se caracterizan por una gran variedad en su nivel de complejidad y ambición. El tiempo dirá hasta dónde pueden llegar los Miembros.

Es importante velar por que estos debates sigan abiertos a todos los Miembros, pero los proponentes deberían asegurarse también de que se ayude a participar a los países más pobres que deseen hacerlo.

En última instancia, la prueba del éxito de nuestra respuesta a esta revolución será la medida en que la utilicemos como motor de una mayor inclusión.

Espero que este debate arroje nueva luz sobre la manera en que podemos aprovechar esta oportunidad.

Gracias.

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