DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Gracias, Embajador Muylle,

Distinguidos ponentes,
Señoras y señores,

Buenas tardes. Me complace estar hoy aquí con ustedes. No dispongo más que de unos minutos, pero quería asegurarme de tener la posibilidad de abordar esta cuestión tan importante.
El comercio electrónico y la evolución de la economía digital están cambiando radicalmente el panorama económico, lo que afecta directamente a la manera en que llevamos a cabo las actividades comerciales o empresariales. Y son cambios que se están sucediendo a un ritmo extraordinario.

Según los datos más recientes correspondientes a 2017, las ventas del comercio electrónico registraron un crecimiento anual del 13% y alcanzaron un valor aproximado de USD 29 billones.

De hecho, un estudio de la OMC ha concluido que, al reducir los costos y elevar la productividad, las tecnologías digitales podrían dar un impulso adicional al comercio de hasta un 34% para 2030.

Esa expansión ofrece un gran potencial para impulsar la inclusividad y ayudar a que más personas se beneficien del comercio.

Al reducir los costos del comercio derivados de la distancia, el comercio electrónico permite a las empresas (grandes y pequeñas) llegar a una red más amplia de compradores, acceder a los proveedores más competitivos, entrar en los mercados internacionales y participar en las cadenas de valor mundiales.

Pero conseguir que esas posibilidades se materialicen no es automático.

La brecha digital sigue lastrando la capacidad de los países para participar en el comercio electrónico.

Todos ustedes conocen las cifras. En África, solo 1 de cada 4 personas utiliza Internet; en los PMA, menos de 1 de cada 10 personas.

Y la brecha no existe solo entre los países desarrollados y en desarrollo, sino también entre hombres y mujeres, zonas rurales y urbanas, y grandes y pequeñas empresas.

El problema no radica solo en la conectividad. Los obstáculos van desde la infraestructura deficiente y el acceso limitado y costoso a Internet hasta marcos reglamentarios inadecuados o la necesidad de nuevas competencias y formación.

Debemos abordar estas dificultades si queremos que el comercio electrónico sea un verdadero motor de inclusión. El riesgo es que, si no actuamos, las brechas no harán sino ampliarse y supondrán un obstáculo aún mayor para que los países alcancen sus objetivos de crecimiento y desarrollo.

El hecho es que estas tecnologías seguirán evolucionando e impregnando nuestras vidas. Es algo que no podemos parar. Están aquí para quedarse. Debemos aceptar de buen grado esta realidad y aprovechar las oportunidades que nos brinda. Y debemos asegurarnos de que creamos los marcos y las capacidades necesarios para garantizar que todos puedan participar.

Aunque gran parte del trabajo se tiene que realizar a nivel interno, la comunidad internacional también puede desempeñar una importante función a tal efecto. En los últimos años hemos visto en la OMC un creciente interés por examinar más detalladamente las cuestiones relacionadas con el comercio electrónico.

Eso incluye la labor realizada en el marco del Programa de Trabajo sobre el Comercio Electrónico.

E incluye también la Iniciativa Conjunta sobre el Comercio Electrónico.

En esta iniciativa, que está abierta a todos los Miembros de la OMC, participan ya 78 Miembros, que representan el 90% del comercio mundial y han iniciado las negociaciones sobre cuestiones relacionadas con el comercio electrónico, puesto que conciernen al comercio.

Vemos que los debates tratan sobre diversas cuestiones e incluyen deliberaciones relativas al desarrollo. Los participantes están interesados en comprender las dificultades singulares que afrontan los países en desarrollo y los PMA y qué tipo de asistencia necesitan para participar en las corrientes del comercio electrónico.

Esto es alentador. Este esfuerzo debería ser lo más inclusivo posible.

No podemos permitir una fragmentación del mundo digital.

Tal fragmentación implicaría mayores costos y más obstáculos a la entrada, que afectarían sobre todo a los países en desarrollo y a las pequeñas empresas. De hecho, se trata de un mensaje contundente que también surgió en la cumbre del G-20 celebrada en Osaka, donde los líderes pusieron en marcha "La Vía de Osaka" para orientar los esfuerzos en este sentido.

Creo que la comunidad internacional tiene ahora una oportunidad única de abordar algunos de los desafíos fundamentales de la economía digital y de crear un sistema de comercio más inclusivo.

Las intervenciones de hoy son un valioso complemento que contribuye a enriquecer y ampliar el debate. Agradezco a Bélgica su liderazgo en la organización de este evento.

Animo a todos a seguir trabajando tan bien como hasta ahora.

Les deseo éxito en este evento y espero con interés tener noticias acerca de sus deliberaciones.

Gracias.

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