WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO


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Embajador Abou,
Sr. Ehouzou, Representante Permanente de la Unión Africana en Ginebra,
Secretario General Kituyi,
Director General Ryder,
Dr. Hamdok,
Director General Swing,
Excelencias,

Buenos días. Quiero agradecer a la Unión Africana la oportunidad que se me brinda de estar hoy aquí.

Es para mí un gran placer asistir a este Foro y tener la ocasión de abordar cuestiones tan importantes como el comercio y el papel fundamental que éste puede desempeñar en la industrialización, la creación de capacidad productiva y el desarrollo inclusivo en África.

Permítanme empezar haciendo referencia al contexto histórico en que se inscriben estas cuestiones.

En los años sesenta se cifraron grandes esperanzas en el desarrollo de los países del África Subsahariana que habían alcanzado la independencia recientemente.

Pero esas esperanzas se desmoronaron pronto debido a una serie de perturbaciones que empezaron a mediados de los años setenta con los primeros picos del precio del petróleo, a lo que siguió en los ochenta y principios de los noventa un acusado descenso del crecimiento del PIB y el aumento de la pobreza.

Para mediados de los años noventa, sin embargo, la economía de algunos países africanos había vuelto a crecer.

A ello contribuyeron positivamente las reformas económicas, una mejor gestión macroeconómica, los recursos de los donantes y el fuerte incremento de los precios de los productos básicos.

En la primera década de este siglo, muchos países africanos lograron una alta tasa de crecimiento económico, y algunas de las economías del mundo que crecieron con más rapidez se encontraban en el África Subsahariana.

Angola, Nigeria, el Chad, Mozambique y Rwanda registraron un crecimiento anual del PIB superior al 7%.

En 2012, las exportaciones africanas ascendieron en total a 630.000 millones de dólares y las importaciones, a 610.000 millones, es decir, desde el inicio del milenio se cuadruplicaron.

Y las perspectivas de crecimiento a largo plazo son buenas.

La Economist Intelligence Unit prevé un crecimiento medio de la economía regional de un 5% anual en el período que va de 2013 a 2016.

Con todo, el continente aún desempeña un papel marginal en el mercado mundial, ya que representa apenas el 3% del comercio mundial.

Una razón importante de ello, aunque desde luego no la única, es que las economías africanas aún están basadas en gran medida en la producción y exportación de productos agropecuarios sin elaborar, minerales y petróleo crudo.

Hoy en día, dado que su productividad y su nivel tecnológico son relativamente bajos, estas economías son poco competitivas en los mercados mundiales, salvo en el caso de los productos de extracción en bruto.

La agricultura tradicional, con una baja productividad, y las actividades informales siguen absorbiendo más del 80% de la fuerza de trabajo.

Y el crecimiento sigue siendo muy vulnerable a las conmociones externas.

Así que, en líneas generales, se podría decir que estamos ante un panorama dispar. No obstante, creo que este medio siglo de lucha, avances y retrocesos pone de manifiesto dos cosas:

En primer lugar, el camino hacia un desarrollo verdadero e inclusivo parece ser largo todavía.

En segundo lugar, estamos en mejores condiciones que nunca de hacer progresos verdaderos y sostenibles. De manera que debemos aprovechar al máximo esta oportunidad.

Y celebro los esfuerzos de muchos gobiernos en ese sentido.

Muchos están trabajando intensamente para que su fortaleza en el ámbito de los productos básicos se haga extensiva a otros ámbitos, es decir, se están valiendo de esos productos para estimular el crecimiento en diversos sectores.

El Informe Económico de 2013 de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África se hace eco de esta idea, y propugna que los productos básicos del continente se utilicen para apoyar la industrialización, el empleo, el crecimiento y la transformación económica.

De hecho, en la Agenda 2063 de la Unión Africana se hace un llamamiento para que las economías de la región se integren y se incorporen a la economía mundial desarrollando su capital humano, acelerando el desarrollo de la infraestructura y promoviendo alianzas sólidas con el sector privado.

Para ello, creo que hay que adoptar una serie de medidas fundamentales:

  1. diversificar la estructura económica, en particular la producción y las exportaciones;
  2. aumentar la competitividad de las exportaciones;
  3. mejorar las tecnologías;
  4. aumentar la productividad de todos los recursos, incluida la mano de obra; y
  5. reducir las deficiencias en materia de infraestructura.

Solo si obtienen resultados en estos y otros ámbitos, los responsables de formular políticas podrán lograr que el crecimiento redunde en la mejora del bienestar humano y contribuya al desarrollo inclusivo.

¿Pero cómo podemos adoptar esas medidas?

No se sorprenderán si les digo que creo que el comercio puede desempeñar un papel decisivo.

A continuación, me gustaría centrarme en el modo en que el comercio, y la OMC, pueden ayudar a los países africanos a industrializar su economía, con el objetivo último de apoyar el desarrollo inclusivo.

Huelga decir que si bien estos países tienen algunas características en común, no habrá nunca un conjunto único de políticas, incluidas las comerciales e industriales, que se pueda aplicar a todos de forma uniforme.

Por ejemplo, aunque casi todos los países africanos son Miembros de la OMC, algunos de ellos son países menos adelantados, por lo que se benefician de una mayor flexibilidad que los países no comprendidos en esa categoría.

Incluso entre los PMA, hay países que ya son exportadores de productos manufacturados, aunque por lo general de un solo producto, mientras que otros son más dependientes de los productos básicos.

No obstante, creo que es evidente que, para tener éxito, deben darse ciertas condiciones esenciales que son universales. Por ejemplo:

  • la estabilidad política;
  • un entorno favorable a la actividad empresarial, tanto para la inversión nacional como extranjera;
  • la capacidad administrativa para adoptar decisiones y formular, aplicar y revisar las políticas; y
  • la coherencia de esas políticas con otras políticas en materia de comercio y desarrollo.

La integración regional africana ocupa, claro está, un lugar destacado en los programas de trabajo. No cabe duda de que el mercado regional ofrece buenas posibilidades a las empresas africanas para diversificar su producción y generar mayor valor añadido.

En la actualidad los productos manufacturados ya constituyen el 40% de las exportaciones a otros países africanos, en comparación con el 13% de las exportaciones africanas al resto del mundo.

Hace poco estuve en Kenya y Uganda, donde conocí algunos aspectos de la excelente labor que se está haciendo en África Oriental, en particular los esfuerzos por mejorar la infraestructura comercial común y agilizar el tránsito de las mercancías a través de las fronteras, tarea que ya está dando fruto.

Sin embargo, a pesar de los avances logrados en muchos ámbitos, el mercado africano en su conjunto sigue estando bastante fragmentado.

El paquete de Bali, acordado por los Miembros de la OMC en diciembre del año pasado, ayudará a resolver algunos de estos problemas.

El desarrollo inclusivo y sostenible fue un aspecto central de todo el proyecto de Bali, y los Miembros africanos de nuestra Organización desempeñaron una función capital en el éxito de ese proyecto.

En Bali se lograron algunos avances en la agricultura.

Se acordó un conjunto de medidas de apoyo a los PMA.

Se acordó un Mecanismo de Vigilancia del trato especial y diferenciado.

Y, además, se logró el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, una respuesta concreta a algunos de los problemas de fragmentación que acabo de mencionar.

Los procedimientos en frontera costosos y engorrosos, las infraestructuras inadecuadas y las cargas administrativas suelen elevar los costos de las transacciones en África a niveles insostenibles, lo que crea un obstáculo adicional al comercio entre los países africanos.

Este Acuerdo ayudará a superar algunos de esos escollos.

Apoyará la integración regional, por lo que complementará los esfuerzos de la Unión Africana encaminados a crear una zona de libre comercio continental.

Además, permitirá empezar a eliminar algunos de los obstáculos que impiden la plena integración en las cadenas de valor mundiales.

Por consiguiente, dará mayor impulso a la industrialización y al desarrollo sostenible e inclusivo.

Hay que señalar asimismo que el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio ha sido innovador para los países en desarrollo y los países menos adelantados por la forma en que se pondrá en aplicación.

Por primera vez en la historia de la OMC, la aplicación de un acuerdo guarda relación directa con la capacidad de cada país para ponerlo en práctica.

Antes se daba más bien un cierto número de años adicionales: los países desarrollados aplicaban un acuerdo inmediatamente y los países menos adelantados y en desarrollo tenían unos cuantos años más para hacerlo.

Nunca se consideró si, una vez terminado el plazo, esos países tendrían la capacidad de aplicar las disposiciones acordadas.

Así que ahora, por primera vez, tenemos algo más; hemos adoptado un enfoque más dinámico.

En virtud del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, un país no solo debe contar con la capacidad necesaria antes de tener que aplicar las disposiciones, sino que también se le debe prestar asistencia y apoyo para adquirir esa capacidad.

Además, los países en desarrollo y los países menos adelantados pueden determinar por sí mismos cuándo tienen la capacidad de aplicar cada una de las medidas de facilitación del comercio contenidas en el Acuerdo.

Esto no ha sucedido nunca antes y no ha sucedido por casualidad. Los Miembros han tomado la decisión entre todos. Y la participación de África en ese proceso ha sido muy importante.

Evidentemente, un elemento central de la aplicación del Acuerdo será asegurar a los países en desarrollo y menos adelantados la asistencia que necesitan.

Ya se ha hecho mucho en ese sentido, cosa que celebramos. No obstante, por las consultas que he mantenido con los Miembros, incluidos los coordinadores del Grupo Africano, el Grupo de los Países de África, el Caribe y el Pacífico, y el Grupo de los PMA, sé que aún hay preocupaciones reales acerca de la disponibilidad y accesibilidad de esa asistencia técnica en la práctica.

Hemos trabajado mucho para resolverlas y asegurar de que se preste asistencia técnica a todos, sin excepciones.

Mi equipo y yo hemos mantenido conversaciones con los donantes y consultas con los Miembros para tratar de hallar una solución que permita a la OMC ayudar a quienes soliciten asistencia técnica y apoyo para la creación de capacidad. Esta solución deberá:

  • permitir la circulación de información entre donantes y receptores sobre sus necesidades y sobre las opciones que se ofrecen;
  • ayudar a los Miembros a preparar sus evaluaciones de las necesidades y a actualizarlas;
  • ayudar a los Miembros a elaborar proyectos de asistencia técnica;
  • identificar posibles asociados para el desarrollo en el caso de los países que puedan tener dificultades para hacerlo por sí mismos;
  • y asegurar la disponibilidad de recursos para todos aquellos que soliciten asistencia técnica.

Esperamos poder establecer, antes de la pausa estival, un nuevo mecanismo de la OMC con esos fines.

Otra cuestión decisiva a este respecto es la importancia del desarrollo agropecuario para la industrialización y el papel de la colaboración industrial mediante la cooperación regional.

La contribución del sector agropecuario es sumamente importante para la creación de una base industrial sólida. Este sector puede generar excedentes que permitan invertir en la creación de capacidad industrial y suministrar materias primas agrícolas para su utilización como insumos en el proceso de producción, en especial en la industria alimentaria, que hoy en día tiene un alto nivel de especialización.

Además, el sector agropecuario puede contribuir de manera significativa a la industrialización proporcionando una cantidad importante de productos alimenticios. Esto es así porque los asalariados de los países africanos destinan gran parte de sus ingresos a la compra de alimentos. La disponibilidad de productos alimenticios a precios bajos contribuye a aumentar el poder adquisitivo de los salarios y con ello la competitividad del país en los mercados internacionales.

Una y otra vez ha quedado demostrado que el desarrollo agropecuario es un elemento importante de las políticas de industrialización y desarrollo. Esto resulta evidente cuando se analiza la experiencia de todos los países desarrollados e industrializados y de las economías de reciente industrialización de Asia Oriental.

Gracias al impulso generado por nuestro éxito en Bali, los Miembros de la OMC han vuelto a tratar estas cuestiones por primera vez en seis años. Nuestra meta es tener listo, a más tardar en diciembre de este año, un programa de trabajo para la conclusión del Programa de Doha para el Desarrollo.

El Programa de Doha para el Desarrollo es muy importante para mí. Trabajo en ello desde 2001 y si hay alguien que quiera verlo concluido soy yo.

En las conversaciones que he mantenido con dirigentes de todo el mundo he observado que hay una mayor voluntad de participar en la Ronda de Doha y darle otra oportunidad.

En la OMC estamos trabajando mucho en ese sentido. Sin ir más lejos, la semana pasada insté a todos los Miembros a que redoblaran sus esfuerzos para que podamos cumplir el plazo de diciembre.

La conclusión del PDD daría un enorme impulso al desarrollo. De manera que debemos aprovechar esta oportunidad.

Aparte del PDD, la OMC puede apoyar la causa de la industrialización y el desarrollo inclusivo de varias otras formas.

La infraestructura es indispensable para el comercio, como también lo son los servicios de apoyo necesarios.

Por eso es muy importante aplicar la decisión adoptada en Bali sobre la exención para los PMA en la esfera de los servicios.

Los Miembros de la OMC considerarán pronto las preferencias que podrían conceder a los PMA en esta esfera. Y confío en que los PMA presenten oportunamente su solicitud y apuntalen así el proceso.

Otra esfera en la que debemos centrarnos es la mejora de la capacidad de suministro y los recursos humanos.

La OMC está trabajando mucho en este aspecto a través de programas de asistencia técnica y creación de capacidad como la Ayuda para el Comercio y el Marco Integrado mejorado para los PMA.

Pese a las constantes presiones presupuestarias a que se ven sometidos los donantes a raíz de la crisis económica, desde 2011 los compromisos de Ayuda para el Comercio han aumentado un 20%. Y en 2012 ascendían a 54.000 millones de dólares.

Gran parte de ese incremento se ha destinado a África, que ahora se beneficia del 40% del total de las corrientes de Ayuda para el Comercio, la proporción más elevada de todas.

Y lo que es importante, la mayor parte de esos compromisos tiene por objeto mejorar la infraestructura económica y crear capacidad comercial en África. En 2012 se asignaron más de 20.000 millones de dólares a estas dos prioridades.

Con esos recursos se financian proyectos de carreteras transfronterizas, fondos de desarrollo para el sector privado de la región y fondos colectivos para la facilitación del comercio, el desarrollo agrícola y el apoyo a productos del comercio equitativo.

Así que creo que se trata de una valiosa contribución para dar respuesta a los retos que intentamos abordar hoy aquí.

Indudablemente estas cuestiones son complejas. Y para lograr un resultado satisfactorio hace falta una gran cantidad de programas: económicos, sociales y políticos; nacionales, regionales y multilaterales.

Sin embargo, a pesar de esta complejidad, es evidente que el comercio es un componente indispensable del conjunto de políticas.

Espero haber aclarado suficientemente esta idea, incluso el modo en que el comercio ya está contribuyendo a cambiar las cosas y todo lo que podríamos lograr si seguimos trabajando juntos.

Como dije antes, creo que estamos en mejores condiciones que nunca de hacer verdaderos progresos, en particular en el ámbito del comercio.

Por ese motivo considero que el comercio debe ser un elemento central de la agenda para el desarrollo después de 2015 y por ello también confío en que la OMC será un foro decisivo para alcanzar todos los objetivos que figuran en el programa de hoy.

Así que asegurémonos de obtener esos resultados.

Muchas gracias.

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