DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Permítanme empezar dando las gracias al Comité de Bretton Woods y a sus miembros por su labor de apoyo a la cooperación económica internacional.

Es para mí un gran placer estar aquí esta tarde, entre amigos. La OMC, el Banco Mundial y el FMI tienen un largo historial de trabajo en común. Esto es algo que he tratado de fomentar durante mi mandato. Teniendo en cuenta mis recientes interacciones con David en el G-7 y en Berlín, y el firme apoyo de Kristalina al sistema de comercio, suponemos que esa cooperación seguirá aumentando.

Los aniversarios señalados son una ocasión para mirar hacia atrás y reflexionar. El evento de hoy es oportuno por razones que van más allá de un 75 aniversario. No porque las enseñanzas fundamentales de la Conferencia de Bretton Woods hayan cambiado. Más bien porque, más que en cualquier otro momento de los siete últimos decenios, parece que estamos en peligro de olvidar esas enseñanzas.

Cuando los responsables políticos de 44 naciones aliadas se reunieron en New Hampshire en julio de 1944, las confrontaciones bélicas seguían asolando Europa y el Pacífico. Sin embargo, esos responsables no centraron su atención en la guerra, sino en la paz que se vislumbraba en el horizonte.

Su objetivo era evitar la repetición de las políticas comerciales y monetarias de "empobrecimiento del vecino" del decenio de 1930.

El aislacionismo económico había agudizado la Gran Depresión e impulsado el extremismo político, la fragmentación y la guerra.

Creían que una mayor interdependencia comercial y económica fomentaría una prosperidad y una seguridad duraderas. La cooperación económica era el medio para lograrlo.

Lo consiguieron. La Conferencia de Betton Woods sentó las bases para una nueva era de cooperación económica mundial. Esta cooperación se enmarcaba en el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el sistema multilateral de comercio.

Cualquier institución creada por seres humanos es imperfecta. Nuestras instituciones no eran -ni son- una excepción. No obstante, en ese sistema de cooperación económica basada en normas se han sustentado decenios de una paz y una prosperidad sin precedentes.

El comercio internacional ha aumentado más de 37 veces desde que se creó el GATT en 1947, superando con creces el crecimiento de la producción económica. Las normas vinculantes de la OMC se aplican ahora a 164 Miembros, que abarcan el 98% del comercio mundial.

Como era previsible, los mercados internacionales abiertos han contribuido a un rápido crecimiento y a la reducción de la pobreza en los países en desarrollo. En fechas tan recientes como 1980, el 40% de la población vivía en condiciones de pobreza extrema. Hoy esas condiciones afectan a menos de 1 persona de cada 10, y la comunidad internacional aspira a poner fin a la pobreza extrema para 2030.

Esto nos da una medida del éxito del orden posterior a Bretton Woods: traten de hacerse una idea de cómo sería el mundo de hoy sin una cooperación económica institucionalizada. Con un poco de imaginación no nos basta.

En cambio, los participantes en Bretton Woods sabían perfectamente cuál era el escenario resultante de la falta de cooperación. Habían vivido el desastre político y económico del período de entreguerras. Habían surgido buenas ideas: por ejemplo, en las conferencias económicas mundiales que se celebraron en los decenios de 1920 y 1930 y resultaron fallidas se había tratado de reducir las restricciones al comercio y restablecer el orden monetario. Pero las instituciones eran débiles. Y la Depresión acabó con la voluntad que podían tener las principales economías de trabajar de consuno. Los países entraron en un proceso de involución, y los resultados, en su conjunto y de manera individual, fueron desastrosos. Como dijo el difunto economista jefe del MIT, Charles Kindleberger: "Cuando todos los países se volcaron a proteger sus intereses nacionales privados, el interés público mundial se fue al garete, arrastrando los intereses privados de todos."

Comparen esto con la respuesta a la crisis financiera de 2008 -2009. Actuando a través de foros internacionales como la OMC, el FMI y el G-20, y gracias al incremento del apoyo a los préstamos por parte del Banco Mundial, los gobiernos imprimieron un estímulo fiscal y monetario coordinado. Mantuvieron ampliamente abiertos los mercados. Las cadenas de valor mundiales quedaron intactas, al igual que los puestos de trabajo y el poder adquisitivo asociados. Al prestar atención al interés público mundial, los países respondieron mejor a sus intereses nacionales y a los intereses de sus ciudadanos.

No obstante, un decenio más tarde, el orden económico mundial se ve sometido a fuertes tensiones. Voces poderosas sostienen que el bienestar nacional se ve perjudicado, y no respaldado, por las normas internacionales.

Sin embargo, hay que reconocer que la cooperación económica internacional es tal vez aún más necesaria hoy que en 1944. La economía mundial es cada vez más multipolar, lo que hace que los intereses económicos nacionales e internacionales estén entrelazados incluso en el caso de las economías más grandes.

Instituciones como la OMC, el Banco Mundial y el FMI tienen un papel fundamental que desempeñar en la gestión de los efectos indirectos y la mediación en las tensiones que afectan al interés colectivo. Solo trabajando juntos - y de manera coherente - podremos alcanzar nuestros objetivos comunes de crecimiento, sostenibilidad, empleo y desarrollo.

No podemos permitirnos el lujo de seguir así. Durante los últimos 75 años nuestras tres instituciones ya han cambiado de una manera que habría resultado asombrosa para los funcionarios que asistieron a Bretton Woods.

En lo que respecta a la OMC, nuestra capacidad para fomentar la previsibilidad, la inversión y el crecimiento nos obliga a adaptarnos a un mundo en rápida evolución, un mundo con tecnologías perturbadoras y formas de hacer negocios que no tienen parangón.

La buena noticia es que los Miembros de la OMC están trabajando para modernizar nuestras normas. De hecho, la tan esperada reforma de la OMC ya está en marcha. Empezando por el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio adoptado en 2013, los Miembros han ido alcanzando con pragmatismo acuerdos que han resultado beneficiosos para todos.

Además de las cuestiones de larga data como la agricultura y el desarrollo, están abordando ahora cuestiones que definen el comercio del siglo XXI, tales como el comercio electrónico o la facilitación de las inversiones directas y la reglamentación en la esfera de los servicios.

En el mes diciembre, los Miembros de la OMC tienen la oportunidad de llegar a un acuerdo sobre la reducción de las subvenciones a la pesca. Esto contribuiría de manera importante a la recuperación de las poblaciones de peces marinos agotadas.

Las normas son fundamentales para el crecimiento económico mundial, y son mejores cuando pueden hacerse aplicar con eficacia. Por ello estamos trabajando con miras a encontrar soluciones para mejorar nuestro sistema de solución de diferencias.

Para terminar, quiero recordar algo que dijo el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos Henry Morgenthau al final de la Conferencia de Bretton Woods: "Reconocemos que la manera más juiciosa y eficaz de proteger nuestros intereses nacionales es a través de la cooperación internacional, es decir, a través del esfuerzo concertado para alcanzar objetivos comunes."

Sus palabras eran tan ciertas en 1944 como lo son hoy.

Muchas gracias.

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