WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO


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Profesor Peter Drysdale, distinguidos invitados, señoras y señores:

Muchas gracias por su generosa presentación.

Me complace sobremanera haber encontrado un hueco en mi apretada agenda para estar aquí con ustedes. Hoy mismo hemos celebrado una reunión bilateral muy provechosa con funcionarios australianos, y me satisface particularmente venir a la Universidad Nacional de Australia, porque es de sobra conocido el firme apoyo que esta institución ha dado al sistema multilateral de comercio. Muchas gracias por ello.

Muchos de los funcionarios públicos australianos que he conocido a lo largo de los años han obtenido algún título de esta universidad. ¡Es evidente, pues, que aquí se están haciendo las cosas bien!

Durante los próximos minutos me gustaría abordar el siguiente tema: "¿Puede el éxito de Bali transformar la OMC?"

Transcurridos seis meses desde Bali, nos hallamos en una importantísima coyuntura: este es el momento de asegurarnos de que todas las decisiones tomadas en Bali se aplican plenamente tal como se acordaron allí, incluido el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, sobre racionalización de los procedimientos aduaneros. Asimismo, tenemos por delante la urgente tarea de establecer un programa de trabajo sobre otras cuestiones que son objeto de negociación en el marco de la OMC.

Pero esta urgencia no se debe a los plazos fijados en Bali. Deriva también de la necesidad de materializar las ventajas para el crecimiento y el desarrollo que están ahora a nuestro alcance, así como de impedir que se introduzcan más medidas de restricción del comercio.

Un informe que publicamos hace solo unas semanas indicaba que en estos últimos seis meses los miembros del G-20 han seguido estableciendo restricciones al comercio, aunque a un ritmo ligeramente más lento que en los seis meses anteriores.

Se introdujeron 112 medidas nuevas, frente a las 116 del período anterior. Se aplican a un ritmo más lento, pero continúan aplicándose.

Aunque también se han adoptado algunas medidas de liberalización, está claro que el manto de restricciones al comercio se ha vuelto a engrosar un poco más durante este período, y que sigue engrosándose.

Trabajar sobre la base de Bali para dar nuevo impulso a la OMC sería una manera contundente de invertir esa tendencia, para fijar un tope o trazar una línea bajo la posición actual a fin de prevenir futuras medidas restrictivas. En lo referente a las subvenciones y los aranceles, por ejemplo, podríamos asegurarnos de que no sigan aumentando.

Por ello, acojo con agrado la capacidad de liderazgo que han demostrado el Primer Ministro Abbott y el Ministro Robb en el empeño de poner el comercio en primer plano durante la presidencia australiana del G-20, centrándose especialmente en la función del comercio como instrumento de crecimiento y desarrollo. Espero con interés la oportunidad de tratar estas cuestiones en la reunión de los Ministros de Comercio del G-20 que se celebrará en Sydney este fin de semana. Transmitiré un firme mensaje sobre la necesidad de que el G-20 respalde los esfuerzos que estamos desplegando en Ginebra para aprovechar los resultados de Bali y dar nueva vida a la OMC.

LOS RESULTADOS DE BALI

Según cálculos de los economistas, el paquete acordado en Bali el pasado mes de diciembre podría tener un valor de hasta un billón de dólares EE.UU. para la economía mundial y crear hasta 21 millones de puestos de trabajo en todo el mundo.

Por lo tanto, desde el punto de vista económico no cabe duda de que Bali ha sido un momento importante.

Pero Bali también ha tenido gran trascendencia en un sentido sistémico. Hasta ese momento, en sus 18 años de historia la OMC no había logrado obtener resultados negociados.

Así pues, Bali ha supuesto un verdadero avance. Ha dado un extraordinario impulso a la Organización.

Pero ¿transformará las perspectivas de la OMC y el sistema multilateral de comercio a largo plazo y propiciará el logro de más resultados negociados? Esa es la pregunta que debemos contestar.

Sinceramente, aún es pronto para dar una respuesta definitiva. Pero está claro, en mi opinión, que Bali ha creado una oportunidad única para lograr ese cambio -para revitalizar las conversaciones sobre el comercio en el plano multilateral- y aportar importantes beneficios en lo que se refiere al crecimiento y el desarrollo.

Los avances que logremos en los meses venideros serán cruciales y determinarán si somos capaces de aprovechar esta oportunidad.

Echemos, pues, un vistazo a la situación en que se encuentra el debate sobre el comercio hoy día en el mundo, pero empecemos por aquí, por Australia.

Quiero aprovechar esta ocasión para expresar mi reconocimiento por el papel que ha desempeñado Australia en los esfuerzos destinados a lograr el paquete de Bali.

Tanto el Gobierno como el sector privado contribuyeron a crear las condiciones que hicieron posible el acuerdo. Por tanto, deseo dar las gracias a los sectores privado y público de Australia por el apoyo ofrecido.

AUSTRALIA: UNA VOZ DESTACADA EN EL DEBATE SOBRE EL COMERCIO

Australia es un país comerciante.

Con una población reducida en términos relativos y una situación geográfica idónea, es quizá inevitable que el comercio sea desde hace mucho tiempo una parte importante de las características de la economía australiana.

Hoy día, las exportaciones australianas de bienes y servicios representan aproximadamente el 20% de la economía, una cifra significativa.

Se exporta alrededor del 60% de la producción agropecuaria, así como la mayor parte de los recursos minerales.

Australia también es un importante comerciante de servicios, tanto financieros, educativos, de salud o relativos al transporte como de otros sectores en los que Australia, por su situación geográfica en la región de Asia y el Pacífico, es un destino prioritario para el comercio.

Y el comercio repercute enormemente en la vida de las personas. En Australia, más del 13% de los puestos de trabajo están relacionados con la exportación. Según algunos estudios que he visto, se calcula que durante los dos últimos decenios la liberalización del comercio ha aumentado la economía australiana entre un 2,5% y un 3,5%. También la familia trabajadora media australiana se ha visto beneficiada con un aumento anual de sus ingresos de hasta 3.900 dólares australianos.

La reducción de los trámites burocráticos en las fronteras prevista en el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio logrado en Bali debería reportar beneficios adicionales a la economía.

Veamos un ejemplo sencillo. En la actualidad, los exportadores de naranjas de Nueva Gales del Sur o Victoria, o los productores de mangos de Queensland, tienen que presentar quizás hasta 40 documentos a 20 o más partes para enviar un contenedor a determinados mercados. El papeleo puede provocar grandes retrasos, que además de echar a perder la mercancía hacen perder dinero.

Los retrasos de los envíos provocan costos innecesarios a todos los exportadores, y los complejos procedimientos en frontera crean obstáculos de entrada insalvables, especialmente para las pequeñas y medianas empresas.

El nuevo acuerdo racionalizará y uniformará los procedimientos en frontera y a la vez dará prioridad a los bienes perecederos, lo cual será de gran ayuda para las empresas de toda la región. De eso no nos cabe la menor duda.

Pero no tengo que convencerlos de la importancia del comercio y de la apertura de los mercados.

Australia es, en efecto, una voz destacada en lo referente al comercio en el escenario mundial.

Como Miembro fundador de la OMC en 1995 y, en 1947, del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio que la precedió, Australia es una defensora de larga data del sistema multilateral de comercio.

Ustedes siempre han desempeñado un liderazgo vital en la OMC.

A través del Grupo de Cairns, formado por países exportadores de productos agropecuarios y presidido por Australia, propugnan ustedes desde hace tiempo que se introduzcan reformas en el sector agropecuario.

Pero Australia también ha encabezado otras esferas.

Por ejemplo, desde hace muchos años se reconoce a Australia su capacidad de liderazgo en la esfera de los servicios, y quizá la mejor prueba de ello sea su reciente actuación en Ginebra en calidad de Copresidente de las negociaciones del Acuerdo sobre el comercio de servicios.

Australia también lucha por que se dé voz a los países en desarrollo más pequeños de su región, en especial las islas del Pacífico, causa que constituye otra parte importante del papel que desempeña Australia en la OMC. En los últimos años hemos dado la bienvenida en la OMC a Samoa, Vanuatu y Tonga, por cuya adhesión abogó Australia; así, ahora contamos en Ginebra con nuevas voces, particularmente importantes dadas las dificultades que afrontan muchos países de las islas del Pacífico debido a su lejanía y sus pequeñas dimensiones.

Por otra parte, Australia siempre ha estado dispuesta a prestar ayuda al sistema cuando ha sido necesario. Por ejemplo, desempeñaron ustedes un papel decisivo en 2011, cuando se buscaban caminos nuevos y más realistas para alcanzar el éxito multilateral. Su intervención fue vital para el posterior logro de los resultados de Bali.

Y Australia es sin duda un país muy activo a nivel regional, tanto en las conversaciones de la Asociación Transpacífica como por los acuerdos bilaterales que han suscrito ustedes con Corea y el Japón; imagino que deben estar preparando ya uno con China.

Se ha especulado mucho sobre dichas iniciativas en los últimos tiempos, y siempre me preguntan por sus repercusiones en el sistema multilateral.

A mi entender, es importante reconocer la existencia de distintas vías y que las opciones regionales, plurilaterales y multilaterales no son mutuamente excluyentes. Antes bien, pueden ser simbióticas y tienen que coexistir y complementarse.

Por ejemplo, el Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC) ha sido un importante terreno de prueba, donde los empeños regionales han inspirado esfuerzos mucho más amplios. La facilitación del comercio nació en el contexto del APEC y la liberalización de los bienes ambientales también fue una idea que arrancó en el APEC con 54 productos.

Estos elementos sirven de base para la construcción del edificio de las normas comerciales mundiales y la liberalización del comercio.

Pero no pueden sustituir al sistema multilateral.

Hay cuestiones que las iniciativas bilaterales o regionales no pueden siquiera plantearse, y tiene pleno sentido tratarlas en el ámbito de la OMC.

La facilitación del comercio se negoció en la OMC porque, sencillamente, es inconcebible que se suprima la burocracia o se simplifiquen los procedimientos aduaneros para un solo interlocutor comercial; si se hace para un país, se hace automáticamente para todos los demás.

Análogamente, no tiene sentido liberalizar la reglamentación de los servicios financieros o las telecomunicaciones para un solo interlocutor comercial, y si se hace para un país, se hace para todos los demás.

Tampoco es posible abordar a través de acuerdos bilaterales las subvenciones a la agricultura, o las disciplinas sobre medidas comerciales correctivas (como la aplicación de derechos antidumping o compensatorios).

Muchas de las economías mundiales que están creciendo más deprisa no forman parte de estos acuerdos bilaterales. Por lo tanto, en las iniciativas bilaterales también se da una limitación geográfica.

El hecho elemental es que sigue siendo necesario abordar a escala planetaria muchos de los grandes problemas que afronta el comercio mundial hoy día.

Por supuesto, entiendo por qué algunos se han centrado más en las iniciativas regionales durante el período en que el sistema multilateral no producía resultados. De hecho, yo habría hecho lo mismo.

Pero todo ello ha cambiado a raíz del éxito de Bali, que ha demostrado de nuevo que los resultados multilaterales son posibles. Serán difíciles, pero son posibles.

Los Miembros de la OMC pueden mantener esas otras iniciativas positivas, pero también debemos hacer cuanto esté en nuestras manos para asegurarnos de que el proceso de Ginebra avanza, y de que aprovechamos la oportunidad creada por Bali.

DESPUÉS DE BALI

En el mundo después de Bali nos hallamos en esencia ante dos prioridades.

La primera prioridad es aplicar lo acordado en Bali. El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio fue un resultado fundamental de la reunión y ahora nos hallamos en el proceso de aplicación. Antes del final de julio se deberá haber acordado un protocolo de enmienda, que hará posible la adopción formal del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio como texto jurídico de la OMC. Pero no tendrá esta condición hasta que los Miembros lo acepten, lo que tienen que hacer antes del 31 de julio. También se están planteando otras cuestiones importantes en relación con la agricultura y el desarrollo.

Tendrá importancia vital que se proporcione a los países en desarrollo el apoyo prometido para ayudarlos a aplicar el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Estamos tomando medidas a este respecto y en los próximos días anunciaré un nuevo mecanismo de la OMC para asegurar que el apoyo necesario llega a todos los Miembros de la OMC sin excepción.

Por supuesto, Australia ha prestado un gran apoyo en esta tarea, como lo ha hecho también cuando se trataba de proporcionar ayuda al comercio de los países en desarrollo, sobre todo en su región. Tengo la firme esperanza de que Australia participe activamente en nuestro nuevo mecanismo para el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio y lo respalde.

Nuestra segunda prioridad es abordar las negociaciones de la Ronda de Doha.

En Bali, los Ministros nos encomendaron que para diciembre de este año tuviésemos preparado un programa de trabajo claramente definido con miras a concluir la Ronda de Doha.

Tenemos que decidir, de una vez por todas, si vamos a completar la Ronda de Doha o no. Si es que sí, hagámoslo cuanto antes. No podemos permitirnos otro decenio. No voy a imponerles un plazo, pero tenemos que hacerlo cuanto antes. Y podemos hacerlo. Sabemos cuáles son los problemas y dónde residen. Pero si ha de ser que no, seamos francos al respecto y busquemos la manera de reactivar de un modo equilibrado y factible la función negociadora de la Organización.

Pero seré sincero con ustedes: algunas personas ponen los ojos en blanco en un gesto de exasperación cuando hablamos de Doha. ¡Se están celebrando negociaciones sobre el Programa de Doha desde 2001! Se ha dejado transcurrir demasiado tiempo, por lo que me parece inevitable que haya cierta fatiga o escepticismo.

Sin embargo, ahora la OMC es un espacio distinto: se respira una nueva sensación de impulso.

En lo que llevamos de año me he reunido con líderes de los cinco continentes, en más de 20 países, incluidos Miembros de la OMC en todas las etapas de desarrollo. Algunos de ellos eran precisamente quienes mayores problemas tenían en 2008, cuando llegamos a un punto muerto y las negociaciones se estancaron.

En todos los casos, me ha complacido y animado el apoyo que hemos recibido, y en especial el firme respaldo ofrecido para llevar a cabo esta labor cuanto antes. Lo único que me dicen es: "Por favor, no vuelvan a fallar".

Hoy mismo me he reunido con Andrew Robb y otros destacados ministros, aquí en Canberra, y les estoy muy agradecido por el apoyo que también ellos han expresado.

Se han puesto sobre la mesa algunas cuestiones muy significativas. Para Australia quedan asuntos importantes inconclusos en esferas tales como las exportaciones de productos agropecuarios y de servicios. Por otra parte, si podemos concluir la Ronda, será posible debatir y plantear otras cuestiones a nivel multilateral por primera vez en muchos, muchos años.

Por primera vez en seis años estamos avanzando en las cuestiones esenciales en materia de agricultura, productos industriales y servicios.

Todos estamos de acuerdo en que hemos de obtener resultados en agricultura, servicios y productos industriales.

Además, los Miembros han acordado un conjunto de principios para orientar los debates: viabilidad, amplitud de miras, respeto de las líneas rojas de los demás y voluntad de mantener el desarrollo como objetivo central.

El realismo será fundamental.

En mi opinión, es necesario que comprendamos que esta no es la Ronda que pondrá fin a todas las rondas de negociaciones. Este no es el final del camino.

Se tiene la idea de que Doha es algo monolítico, pero no tenemos por qué resolver todos los problemas de una sola tacada: Doha no es todo o nada.

Es un paso en el incesante proceso de liberalización del comercio. Demos pasos acordes con la longitud de nuestras piernas.

En fecha reciente señalé la necesidad de llevar nuestro trabajo de Doha a una nueva fase.

Ahora hemos de concentrarnos en resolver los problemas que hemos expuesto, comprobar qué errores se han cometido y proponer posibles soluciones.

Nos esperan, pues, unas conversaciones arduas en los meses venideros.

Muy pocos Miembros plantean exigencias con relación a esas tres cuestiones principales a la vez, por lo que tenemos que empezar a encontrar posibles compromisos.

Por ejemplo, los que sean ambiciosos respecto a los productos industriales ¿qué clase de compensación pueden ofrecer en el marco de agricultura, y viceversa? Cuando pregunto a alguien "qué pueden aportar ustedes", siempre me contestan: "depende". Pero debemos ejercer presión en los Miembros, no para que digan lo que quieren para los demás sino lo que pueden aportar ellos mismos.

Nuestro trabajo se intensificará conforme se acerque el plazo límite de diciembre, de modo que la urgencia sigue siendo un factor esencial.

CONCLUSIÓN

Para concluir, quiero volver sobre la pregunta que he formulado al principio de mis comentarios, es decir, si nuestro éxito en Bali tendrá en última instancia un efecto transformador para la OMC.

Dado el punto en que nos hallamos hoy, considero que la respuesta es clara: sí, tendrá un efecto transformador … si nosotros así lo queremos.

Bali ha creado la oportunidad de anunciar una nueva era en la OMC. Pero aprovechar esta oportunidad depende de los Miembros. Será una cuestión de voluntad política.

No me cabe ninguna duda de que Australia desempeñará un papel importante, ya este año durante su presidencia del G-20.

Tengo la certeza de que seguirán ustedes participando en las negociaciones y ayudando a concluir la Ronda de Doha de una vez por todas.

Australia siempre ha ocupado una posición central en el debate, contribuyendo a dar forma a las soluciones, a presentar nuevas ideas y a pensar de manera creativa cuando las conversaciones entraban en fases delicadas.

Ese rasgo pragmático es lo que necesitamos ahora.

Bali ha demostrado que el multilateralismo puede funcionar, y que podemos obtener resultados que impulsen el comercio, respalden el desarrollo y mejoren la vida de la gente.

¡Logrémoslo de nuevo!

Muchas gracias.


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