DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Sr. Pierre Maudet, Consejero de Estado del Cantón de Ginebra,
Sr. Claudio Bozzo,
Señoras y señores:

Buenas tardes y bienvenidos a la OMC.

Es fantástico tener esta oportunidad de interactuar con todos ustedes hoy.

Su interés y su participación son muy importantes. Las cámaras de comercio cumplen una función primordial en el comercio internacional.

Ustedes son por lo general el primer punto de contacto para las empresas que quieren internacionalizarse. Y son esenciales para que esas empresas se familiaricen con los mercados extranjeros y con la reglamentación y los procedimientos comerciales de otros países. También las ayudan a encontrar nuevas oportunidades de negocio y posibles asociados.

Toda esa labor es muy valiosa, especialmente para las empresas más pequeñas o las que no cuentan con conocimientos especializados a nivel interno.

Sin embargo, para hacer que el comercio sea más inclusivo tenemos que entender cómo evoluciona. Eso es esencial para ayudar a las empresas a cosechar los beneficios de los cambios en el entorno comercial.

Es evidente que la economía moderna está experimentando grandes cambios estructurales.

La automatización, la digitalización y los nuevos modelos empresariales están revolucionando nuestras economías. Esas nuevas tecnologías están transformando por completo la manera en que se producen e intercambian las mercancías, los servicios y la información.

Por supuesto, este proceso de evolución tecnológica no es nuevo.

Sin embargo, el ritmo y la velocidad de esos nuevos adelantos tecnológicos no tienen precedentes.

Las innovaciones se difunden más rápido que nunca. Por ejemplo, la hiladora mecánica, un aparato esencial para la producción de hilo a escala industrial, se inventó en 1779. Hicieron falta más de 100 años para que esa tecnología llegara a algunos países en desarrollo.

Muchos de los aquí presentes procedemos de países en desarrollo. Sin embargo, los teléfonos inteligentes que llevamos en el bolsillo o en el bolso se inventaron en 2007.

Antes, las sociedades disponían de decenios para adaptarse a las transformaciones impuestas por las nuevas tecnologías. Ahora solo tenemos algunos años.

Este ritmo de avance está cambiando completamente nuestros mercados laborales. Y está haciendo que los trabajadores se inquieten por su empleo y por las perspectivas de futuro de sus familias.

El aumento de la productividad generado por las nuevas tecnologías está reduciendo la demanda de mano de obra en los sectores más tradicionales, como el agropecuario o el manufacturero.

El comercio puede convertirse en un blanco fácil para quienes se lamentan por la pérdida de empleos en el sector manufacturero. Sin embargo, según los estudios, en algunas economías la causa de ocho de cada diez empleos perdidos en la industria es el aumento de la productividad, no el hecho de que las importaciones sean más baratas.

Por supuesto, la llamada “cuarta revolución industrial” no hará que desaparezcan todos los puestos de trabajo. Es muy probable que sea mayor el número de empleos creados que destruidos — del mismo modo que en países donde la mayoría de la población se dedicaba a la agricultura han aparecido nuevos tipos de trabajo.

Pero seamos claros: los empleos destruidos y los empleos creados requerirán probablemente habilidades muy distintas. Y es posible que se encuentren en diferentes regiones del país. Lo más probable es que la persona que pierda su empleo en el sector manufacturero no sea la que obtenga un nuevo empleo en los sectores más dinámicos de la economía.

Además, habrá grandes cambios estructurales. Uno de esos efectos es la creciente importancia del sector de los servicios.

Nuestro último Informe sobre el Comercio Mundial muestra que, en promedio, el comercio de servicios ha aumentado un 5,4% anual desde 2005, es decir, ha crecido mucho más rápido que el comercio de mercancías.

También muestra que la participación de los países en desarrollo en el comercio mundial de servicios ha aumentado espectacularmente: más de 10 puntos porcentuales desde 2005.

Sin embargo, sigue habiendo enormes posibilidades no aprovechadas. Hacen falta inversiones en instituciones y en reglamentación en los países importadores. Las cámaras de comercio podrían contribuir de manera importante a que se escuche la opinión de las empresas en estos procesos.

Los Gobiernos y las sociedades de todo el mundo — tanto de países desarrollados como en desarrollo — deben responder a estos movimientos tectónicos de la economía. Deben ayudar a las personas y las empresas a aprovechar las oportunidades y adaptarse a la mutación.

Gran parte de esa respuesta se dará a nivel interno, en forma de políticas sociales y de intervenciones del sector privado.

Pero la cooperación internacional también tiene un papel que desempeñar: ha de contribuir a que el entorno normativo sea más propicio para las empresas de todos los tamaños, en países de cualquier nivel de desarrollo. Aquí es donde interviene la Organización Mundial del Comercio.

La OMC es la única organización que se ocupa de las normas comerciales a nivel mundial.

Este sistema de comercio basado en normas es esencial para mantener un entorno estable y previsible para hacer negocios a través de las fronteras.

Sin embargo, podemos hacer más para mejorar el sistema. Es necesario actualizar las normas mundiales para que respondan mejor a los retos de la economía moderna. Las normas de la OMC se negociaron en la década de 1980. Entonces no había Internet.

Los líderes mundiales están hablando de reformar la OMC, y nosotros estamos trabajando exactamente en esa dirección.

Grupos de Miembros con opiniones similares están incorporando las cuestiones de la nueva economía al programa de trabajo de la OMC.

En el marco de una de las llamadas “iniciativas conjuntas” se está estudiando la manera de ayudar a las microempresas y las pequeñas y medianas empresas a comerciar a escala internacional.

Las MIPYME son la columna vertebral de muchas economías; representan más del 90% de todas las empresas del mundo y generan aproximadamente el 60% del empleo. Además, son grandes empleadoras de mujeres y jóvenes, y uno de los principales motores de la innovación.

Sin embargo, su participación en el comercio mundial no se corresponde con su importancia a nivel interno.

Dotar a esas empresas de los medios para aumentar su participación en los mercados internacionales ayudaría a hacer más inclusivo el sistema de comercio.

También hay conversaciones en curso sobre el comercio electrónico. Ochenta Miembros — que representan el 90% del comercio mundial — están celebrando negociaciones sobre normas para regular el sector digital, que está transformando la economía mundial.

Cada vez se comercia más a través de tecnologías y plataformas digitales. Según los datos más recientes de 2017, las ventas de comercio electrónico han aumentado un 13% interanual y se cifran aproximadamente en USD 29 billones. Pero sigue habiendo enormes posibilidades sin explorar. Las transacciones entre empresas y consumidores finales (B2C) representaron solo el 13% de las ventas. Y, de esas transacciones, solo el 11% fueron internacionales.

Sin un marco de normas comunes que regulen el comercio digital, corremos el riesgo de que los grandes participantes en el mercado obtengan beneficios a costa de los más pequeños.

Además, la adopción unilateral de políticas podría fragmentar la economía digital, lo que aumentaría los costos y generaría incertidumbre para los consumidores y las empresas. Por eso son tan importantes las conversaciones sobre el comercio electrónico que tienen lugar en la OMC.

Y hay otros temas en el radar de los Miembros:

  • hallar formas de facilitar las inversiones directas,
  • hacer que la reglamentación interna apoye más el comercio de servicios, y
  • aprovechar la contribución del comercio al empoderamiento económico de las mujeres.

También se está trabajando a nivel multilateral para avanzar en cuestiones pendientes desde hace tiempo, como la agricultura y la abolición de las subvenciones a la pesca perjudiciales.

En las conversaciones sobre la reforma se están tratando también otras cuestiones esenciales para el funcionamiento de la OMC.

Por ejemplo, la de facilitar la labor de nuestros órganos ordinarios, entre otras cosas, mejorando la transparencia y las notificaciones de los Miembros.

Otro tema destacado de los debates es la crisis del sistema de solución de diferencias de la OMC.

Los Miembros están estudiando opciones para resolver la situación de bloqueo en relación con el Órgano de Apelación, pero aún no han acordado una solución. Encontrar una manera de avanzar en lo que concierne a la aplicación de las normas, aunque sea imperfecta, será importante para preservar la integridad del sistema de la OMC.

No obstante los retos que se plantean en torno a la solución de diferencias, el debate general sobre la reforma ha dado a los Miembros la oportunidad de abordar distintas cuestiones de interés para ellos de formas innovadoras. Deberíamos tratar de aprovechar ese impulso.

Nuestra Duodécima Conferencia Ministerial, que se celebrará en Kazajstán en junio de 2020, es un punto de referencia evidente para todas estas conversaciones.

Tenemos que seguir trabajando intensamente en todos los frentes si queremos ver progresos.

Para lograr avances en cualquiera de estas cuestiones, necesitamos que todos los interesados se involucren.

Las voces de la comunidad empresarial pueden ayudar a restablecer la confianza en el comercio y el sistema de comercio.

En los últimos años hemos establecido un diálogo muy constructivo con la comunidad empresarial. Ese tipo de conversaciones ayuda a que el sistema se vaya adaptando a las necesidades de sus usuarios.

También contamos con nuestro Foro Público anual. Este año se han inscrito más de 3.000 participantes. Hubo 140 sesiones — otro récord — , organizadas por diferentes interesados, en particular del sector privado. Esto demuestra la importancia que los diferentes interesados atribuyen a nuestra labor.

Prosigamos, por lo tanto, esta conversación.

No cabe duda de que nos enfrentamos a toda una serie de desafíos sumamente complejos en el sistema de comercio internacional.

Sin embargo, esta es también una oportunidad única para fortalecer y modernizar el sistema de comercio. Debemos dar respuesta a las grandes cuestiones sistémicas, y hacer avanzar de manera pragmática las negociaciones cuando sea posible.

Así pues, es fantástico contar con su apoyo.

Espero con interés trabajar con todos ustedes para seguir preparando el sistema de comercio para el futuro.

Gracias.

 

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