DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

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Buenos días a todos.

Permítanme comenzar deseándoles un feliz Día Internacional de la Mujer.

Es un placer estar hoy aquí con ustedes. Este evento ha cobrado protagonismo en el calendario de la Secretaría. Doy las gracias, pues, a todas las personas que han participado en la organización, en particular a Anoush, Mónica y Ninez.

Promover el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género es un imperativo moral además de económico.

Estoy convencido asimismo — y los hechos lo corroboran — de que la adopción de medidas concretas, tanto por parte de los Gobiernos, las empresas y las instituciones internacionales como a nivel individual, puede ayudarnos a conseguirlo.

La campaña del Día Internacional de la Mujer de 2020 centra la atención en eso. El tema de este año es “Soy Generación Igualdad: Por los Derechos de las Mujeres”.

A mi modo de ver, eso es un llamamiento a la acción. Se trata de que nos pongamos manos a la obra y adoptemos medidas concretas con el fin de promover la igualdad de derechos y oportunidades para todos.

Este año celebramos también el 25º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, una iniciativa histórica que ha incorporado firmemente el empoderamiento de las mujeres a la agenda internacional. A través de esta iniciativa, los Gobiernos se han comprometido a adoptar medidas para promover la igualdad de género en diversos frentes, entre ellos la educación, la sanidad y la economía.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible también hace hincapié en que la igualdad de género es esencial para construir un futuro mejor. Reconoce con toda razón que mientras persistan las desigualdades entre hombres y mujeres, entre niños y niñas, difícilmente erradicaremos la pobreza y lograremos un crecimiento equitativo.

Todos tenemos una función que desempeñar para hacer realidad la igualdad de género, y eso nos incluye a nosotros, quienes formamos parte de la OMC.

Hoy tenemos la oportunidad de hacer balance de los logros alcanzados hasta la fecha y de presentar nuevas iniciativas sobre comercio y género.

En los últimos años, hemos visto que los Miembros conceden cada vez más importancia a las cuestiones de género.

La Declaración de Buenos Aires fue un paso decisivo, ya que introdujo el comercio y el género en el programa de trabajo de la OMC como nunca antes.

El objetivo de la Declaración es promover el empoderamiento económico de las mujeres y eliminar los obstáculos que les impiden participar en el comercio mundial. Para lograrlo, ofrece una plataforma cuyo objeto es comprender mejor la relación entre el comercio y el empoderamiento de las mujeres.

Me enorgullece que esto haya ocurrido durante mi mandato como Director General. Constituye un valioso complemento a nuestros esfuerzos para conseguir que el comercio sea más inclusivo.

126 Miembros de la OMC y observadores han respaldado esta iniciativa, y se han realizado esfuerzos concretos para situar este debate en un primer plano, entre ellos varios talleres, así como investigaciones y estudios conjuntos dedicados al tema.

Los Miembros también han empezado a incorporar el género a su labor en el seno de la OMC. El año pasado, 10 de los 12 Miembros que se sometieron al proceso de examen de las políticas comerciales aportaron voluntariamente información sobre sus políticas comerciales sensibles a las cuestiones de género. Eso representa un aumento del 66% con respecto al año anterior.

En respuesta a las peticiones de los Miembros, también hemos incorporado el comercio y el género a nuestro Plan de Asistencia Técnica. En marzo del año pasado, la OMC puso en marcha su primer módulo de formación sobre comercio y cuestiones de género. Desde entonces se han impartido 13 cursos a funcionarios públicos, 3 de ellos a nivel regional.

La demanda de estos cursos crece cada vez más entre los Miembros, así que seguiremos realizando esfuerzos en este frente. De aquí a 2021, tenemos previsto poner en marcha un módulo de aprendizaje electrónico sobre esta cuestión, que estará a disposición de todos los colectivos interesados en la OMC.

La Declaración de Buenos Aires ha tenido un efecto catalizador para toda esta labor.

En un siguiente paso, los proponentes de la Declaración están elaborando un informe sobre su puesta en aplicación. Este se presentará a los Ministros en la Duodécima Conferencia Ministerial (CM12) que se celebrará en Nursultán (Kazajstán). Están buscando maneras de hacer avanzar esa labor, para lo cual, entre otras cosas, estructuran más los debates y les confieren más prominencia.

Espero con interés tener noticias sobre los debates de los Miembros en el período previo a la CM12 y sobre sus posibles logros en Nursultán.

Pero la OMC también tiene una importante función que desempeñar como empleador.

En la OMC, avanzamos hacia un mayor equilibrio de género. He estado informando periódicamente sobre las mejoras en este plano.

Las mujeres representan alrededor del 54% del personal de la OMC. No obstante, ocupan solo el 45% de los puestos clasificados como “profesionales”. Pero esta proporción va en aumento: era del 31% en 1995 y del 42% en 2014. Así pues, vamos bien encaminados.

Además, la OMC ha hecho todo lo posible para garantizar la diversidad de género en todos los aspectos de nuestra labor.

Eso incluye el programa de aprendizaje electrónico “Respeto y Armonía en la OMC”, que tiene por objeto concienciar sobre conductas apropiadas para crear un entorno de trabajo más armonioso e inclusivo donde no haya acoso.

Se trata de una prioridad para mí y para la Organización. Ante el acoso, debemos adoptar un enfoque de tolerancia cero. Por eso este programa de aprendizaje electrónico es obligatorio para todo el personal.

Recursos Humanos también ha organizado varias actividades orientadas a la concienciación, como el evento “Tender puentes” en el Foro sobre Cuestiones de Género, cursos de formación en materia de liderazgo para el personal femenino, y un “Foro de la Barbería” para el personal masculino.

También me complace anunciar que hoy presentamos un nuevo conjunto de directrices sobre la diversidad de género aplicables a los eventos y las mesas redondas.

Queremos evitar las mesas redondas en las que solo intervengan hombres y velar por que la Secretaría de la OMC se esfuerce en poner encima de la mesa un conjunto de perspectivas más representativo. Si bien en la práctica hemos promovido la diversidad de género, esta es la primera vez que promulgamos una política específica.

Pero, naturalmente, velar por la igualdad de género es un esfuerzo continuo: es un proceso, un cambio cultural.

Estamos avanzando. Pero podemos hacerlo aún mejor. Este año también me propongo analizar más concretamente la posibilidad de elaborar una política de género para la Secretaría. Seguiremos buscando formas de promover una cultura institucional aún más inclusiva.

Los avances no deben dar lugar a la complacencia. En cuanto al futuro, debemos proseguir esta labor con miras a crear sociedades igualitarias e inclusivas, en todas las esferas de nuestras vidas.

Para ello, es necesario un esfuerzo a nivel institucional, a saber, la aplicación de políticas que promuevan el respeto y la inclusividad. Pero también es preciso actuar a nivel personal, haciendo todo lo posible por respetar la diversidad de género en nuestro comportamiento cotidiano.

Poco a poco, lograremos que nadie se quede atrás. ¡Prosigamos, pues, con nuestra buena labor!

Muchas gracias por su atención. Espero que disfruten hoy de un excelente debate.

 

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