WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO


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Muchas gracias, señora Presidenta, Embajadora Méndez Pérez.

Mucho me complace estar hoy aquí.

Quiero dar las gracias al Secretario General Kituyi por haberme invitado a asistir a esta reunión tan importante.

Mi intención es compartir algunas reflexiones sobre la situación en la OMC, así como algunas consideraciones sobre nuestra labor futura, especialmente en la agricultura, principal tema de este período de sesiones.

Pero creo que primero sería útil dar un paso atrás para tener cierta perspectiva de la situación en la que nos encontramos hoy.

Recordemos dónde estábamos hace un año: en las ajetreadas semanas previas a la Conferencia Ministerial de Bali.

Quién hubiera pensado entonces que íbamos a conseguir tanto.

Los Miembros acordaron adoptar el Paquete de Bali, lo que supuso un avance extraordinario en las negociaciones.

Fue la primera vez desde la creación de la OMC que los Miembros de la Organización acordaron poner al día las normas comerciales multilaterales existentes.

De las tres esferas que abarca el paquete (desarrollo/cuestiones relacionadas con los PMA, facilitación del comercio y agricultura), en esta reunión me limitaré a hablar de la última.

Esa parte del Paquete contiene decisiones sobre:

  • la constitución de existencias públicas con fines de seguridad alimentaria,
  • la administración de los contingentes arancelarios de importación,
  • la competencia de las exportaciones,
  • la ayuda gubernamental para servicios relacionados con la agricultura, y
  • el algodón.

El Paquete ofrecía grandes beneficios a los Miembros de la OMC y abrió un nuevo capítulo en nuestras negociaciones.

Los Miembros acordaron aplicar esas decisiones y convinieron en adoptar un programa de trabajo, de aquí a finales de este año, para tratar las cuestiones restantes de la Ronda de Doha.

Lamentablemente, todo eso se encuentra ahora en peligro.

El 31 de julio no cumplimos el plazo para la adopción del protocolo de enmienda relativo al Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Era el primer plazo que nos habían fijado los Ministros en Bali.

Pedí a los Miembros que reflexionaran durante las vacaciones de verano sobre la manera de superar ese estancamiento, teniendo en cuenta también las repercusiones que tendría en nuestra labor futura.

La semana pasada me reuní con todos los Miembros para compartir mi evaluación de la situación y puse en marcha un proceso de intensas y amplias consultas.

Dije que tenemos que tratar de resolver esta cuestión, y rápidamente.

Estamos en la fase inicial de las consultas. Los Miembros se están reuniendo en sesiones organizadas por los presidentes. Por mi parte, sigo adelante con esas consultas. Hay mucha actividad, pero en este momento no tenemos una solución.

Vamos a celebrar otra reunión de todos los Miembros el 6 de octubre.

En esa reunión vamos a revaluar la situación a la luz de este proceso.

Nuestra prioridad ahora es que se aplique el Paquete de Bali.

Parece que hay una clara conexión entre las preocupaciones relativas a las negociaciones sobre la constitución de existencias públicas y la puesta en aplicación del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Tanto los programas de constitución de existencias públicas como la facilitación del comercio son cuestiones que se abordan en las decisiones de Bali.

No hay un vínculo formal o jurídico entre estas dos cuestiones, pero no podemos negar que sí existe un importante vínculo político entre ambas.

En el momento actual, el futuro es incierto.

Si resolvemos esta cuestión, confío en que podremos mirar hacia adelante y reanudar nuestros esfuerzos en el marco del programa más amplio de negociaciones.

De lo contrario, los Miembros tendrán que reflexionar seriamente sobre las consecuencias.

Podría haber repercusiones en todas las esferas de nuestra labor:

  • para el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio propiamente dicho,
  • para todas las demás decisiones de Bali, incluidas las que benefician a los PMA,
  • para el PDD,
  • y, en definitiva, para la función de negociación de la OMC.

Mi opinión es que, si no salimos rápidamente de este estancamiento, corremos el riesgo de que los Miembros opten por desentenderse.

Pensé que mi deber era compartir esta opinión con los Miembros.

Nuestros trabajos en muchas esferas, en particular las de mayor interés para los países en desarrollo, como la agricultura, podrían quedar paralizados.

Si los Miembros no consiguen aplicar cada una de las partes del Paquete de Bali, incluido el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, es incluso posible que no tengan lugar las negociaciones previstas en el mandato de Bali, por ejemplo para encontrar una solución permanente a la cuestión de la constitución de existencias públicas con fines de seguridad alimentaria.

El hecho de que en los últimos 20 años no se haya logrado acordar nuevas normas es un precedente muy inquietante.

Y mucho más grave aún es no poder poner en práctica lo que por fin se acordó hace solo unos meses.

Volveré a referirme a eso en unos momentos, pero quiero ahora centrarme más detalladamente en la agricultura.

El sector agropecuario ha sido y sigue siendo un instrumento fundamental para el desarrollo sostenible y para reducir la pobreza en la mayoría de los países en desarrollo.

Pero durante décadas este sector se ha caracterizado por políticas que distorsionan seriamente el comercio y la producción.

Esas políticas pueden consistir en elevados obstáculos arancelarios, diversas medidas de ayuda interna -como subvenciones y el sostenimiento de los precios del mercado- y subvenciones u otras formas de ayuda a la exportación.

Estas políticas causantes de distorsión del comercio tienen un efecto significativo en los productores agropecuarios de los países en desarrollo, especialmente los países más vulnerables.

Por culpa de esas anomalías, esos países no pueden beneficiarse plenamente de sus ventajas comparativas y sus ingresos agropecuarios no pueden contribuir debidamente al producto nacional bruto, al empleo, al desarrollo rural ni a la seguridad de los medios de subsistencia.

En este contexto, el Acuerdo sobre la Agricultura de 1994 de la Ronda Uruguay fue un hito histórico.

La Ronda Uruguay inició un proceso de reforma.

Ese proceso estaba encaminado a lograr un sistema de comercio agropecuario más justo y eficiente mediante compromisos específicos para reducir las distorsiones y la protección en los siguientes ámbitos:

  • ayuda interna,
  • subvenciones a la exportación, y
  • acceso a los mercados.
  • Se negociaron disposiciones específicas en favor de los países en desarrollo en cada uno de esos tres pilares.

Pero, como es lógico, este acuerdo no es perfecto; hay que mejorarlo. El sistema tiene que ser más justo. Los productores de los países más pobres no pueden competir con las arcas de las economías más ricas y necesitan mejores condiciones para acceder a los mercados de consumo internacionales.

Esta es la razón por la que la agricultura es la piedra angular del PDD.

El objetivo del PDD es:

  • reducir sustancialmente la ayuda causante de distorsión del comercio,
  • mejorar sustancialmente las condiciones de acceso a los mercados, y
  • eliminar todas las formas de subvenciones a la exportación.

La realidad hoy es que, pese a los avances logrados gracias a los compromisos acordados en la Ronda Uruguay, esos compromisos todavía dejan margen para prácticas aún más proteccionistas y causantes de mayor distorsión de las que tenemos hoy; un margen de actuación que podría utilizarse de manera muy distorsionadora. Se trata de una posibilidad que no podemos ignorar.

Por eso es fundamental que tratemos de lograr más progresos en esta esfera.

Y, en cierta manera, esto me lleva de nuevo a las circunstancias actuales.

Dada la situación, considero que debo referirme a la cuestión de la constitución de existencias públicas con fines de seguridad alimentaria.

La seguridad alimentaria no es un tema nuevo. Es y siempre ha sido una cuestión compleja, que abarca, entre otros elementos, la función que desempeñan el comercio y las disciplinas comerciales.

La evolución de los precios agrícolas en los últimos 15 años también ha hecho que la comunidad internacional preste más atención a la seguridad alimentaria en los países en desarrollo, sobre todo en los países menos adelantados y los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios.

Todos en la OMC reconocen el derecho de los gobiernos a aplicar las políticas que estimen necesarias para garantizar la seguridad alimentaria de su población.

La inmensa mayoría de los estudios realizados en los últimos años ha confirmado que un comercio abierto y sin distorsiones mejora las distintas dimensiones de la seguridad alimentaria. En diversos estudios se evalúa la relación entre la autosuficiencia y la seguridad alimentaria: en la mayoría de ellos, si no en todos, se considera que el acceso rápido y fiable a alimentos producidos en el exterior es un aspecto fundamental de las estrategias de seguridad alimentaria.

Como se afirma en la nota preparada por la secretaría de la UNCTAD antes de la presente reunión:

En particular, el comercio agrícola puede impulsar el crecimiento económico, la seguridad alimentaria y un desarrollo incluyente y sostenible para después de 2015.

Hay un amplio consenso sobre estas cuestiones.

Por consiguiente, la cuestión que los Miembros de la OMC están tratando de resolver no es si pueden garantizar su seguridad alimentaria, sino con arreglo a qué disciplinas comunes pueden aplicar políticas para lograr ese objetivo sin distorsionar más el comercio ni empeorar la inseguridad alimentaria de terceros países.

Es por eso que existe un amplio consenso entre expertos y Miembros de la OMC sobre la mejor manera de que la OMC ayude a crear un entorno mundial más favorable a la seguridad alimentaria, que probablemente será llevar adelante la Ronda de Doha.

No quiero terminar estas observaciones sin recordar que las negociaciones sobre la agricultura incluyen también otras cuestiones de gran importancia para el mundo en desarrollo.

Un buen ejemplo es el algodón. Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia para algunos países de África de que se aborden las distorsiones del comercio y se reduzcan los obstáculos al acceso a los mercados en el sector del algodón.

Todas las negociaciones de la OMC corren peligro si no conseguimos superar el actual estancamiento.

Debemos reconocer que los países pequeños son probablemente los que más sufrirán. Los grandes tienen otras opciones. Los pequeños y vulnerables pueden quedarse atrás si paramos las negociaciones en la OMC.

Como ya les mencioné, la situación es muy delicada, pero acabamos de empezar un intenso proceso de consultas.

Espero sinceramente que de aquí a principios de octubre podamos encontrar la manera de encarrilar la situación.

Así tendremos el compromiso necesario para hacer frente a las cuestiones difíciles, y muy importantes, del programa posterior a Bali.

Estoy convencido de que esta es la mejor manera de que el sistema multilateral de comercio pueda ayudar a los países a lograr sus objetivos de desarrollo.

Muchas gracias.

 

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