WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO


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Embajador Barry Desker,

Señoras y señores:

Buenos días. Me es muy grato estar aquí en Singapur. Deseo dar las gracias a la Escuela S. (Sinnathamby) Rajaratnam de Estudios Internacionales por acoger hoy este acto.

Singapur, a lo largo de su historia, ha desafiado siempre las expectativas.

Este es un país con escasos recursos naturales, una superficie limitada y una población relativamente pequeña.

El éxito económico era, en el mejor de los casos, poco probable.

Y, sin embargo, en proporción al número de habitantes, Singapur es en la actualidad el tercer país más rico del mundo.

Es un caso extraordinario, y a ello han contribuido múltiples factores. Pero no cabe duda, pienso, de que un factor fundamental ha sido el comercio.

Esta es una de las economías más abiertas del mundo.

En 2013 el promedio de los aranceles aplicados al conjunto de las mercancías era de solo el 0,2%; el arancel de los productos agrícolas ascendía a un 1,4% por término medio y el de los productos no agrícolas era nulo.

El mes pasado la OMC publicó las estadísticas del comercio más recientes y, una vez más, Singapur figuraba entre los principales países comerciantes del mundo.

Creo que la historia reciente de Singapur constituye un ejemplo de hasta qué punto el comercio puede ser una poderosa herramienta para apoyar el crecimiento y el desarrollo.

Por lo tanto, no es de extrañar que Singapur sea Miembro fundador de la OMC y que siga siendo adalid del sistema multilateral de comercio.

Ahora que Singapur celebra el quincuagésimo aniversario de su independencia y la Organización Mundial del Comercio cumple 20 años, pienso que es un buen momento para examinar la función desempeñada hasta la fecha por el sistema de comercio, y ver cómo podemos fortalecer esta con miras al futuro.

 

LA OMC DESPUÉS DE 20 AÑOS

No me cabe duda de que la OMC ha llevado a cabo una labor muy importante a lo largo de los dos últimos decenios.

En el plano más básico, hemos aportado el sistema de comercio basado en normas, que en la actualidad abarca en torno al 98% del comercio mundial. Este marco ha adquirido una relevancia decisiva para el fortalecimiento y la estabilidad de la economía mundial.

El valor del sistema quedó patente en la respuesta de las políticas comerciales a la crisis de 2008, en marcado contraste con lo sucedido en crisis anteriores. En los primeros años de la Gran Depresión, entre 1929 y 1933, las restricciones al comercio impuestas como medidas de retorsión acabaron con dos terceras partes del comercio mundial, error que no se ha repetido esta vez. Después de 2008, la respuesta fue en general muy serena y contenida.

En el marco de la OMC, los gobiernos saben que están vinculados por normas y obligaciones comunes a todos ellos y por lo tanto tienen la confianza necesaria para resistir a las presiones proteccionistas en la mayoría de las esferas.

También ofrecemos un foro donde los países pueden reunirse y vigilar las respectivas prácticas y reglamentaciones para asegurarse de que se cumplen los acuerdos. Y, cuando surgen conflictos, ofrecemos un espacio para el diálogo que a menudo permite llegar a entendimientos aceptables para todos.

Si esos entendimientos no se logran, ofrecemos un mecanismo de solución de diferencias que tiene un envidiable historial en la escena internacional. En solo 20 años hemos resuelto satisfactoriamente casi 500 diferencias comerciales, lo que ha ayudado a los Miembros a solucionar sus desacuerdos de una manera justa, abierta y transparente.

Asimismo, prestamos apoyo a los países en desarrollo para que se integren en el sistema de comercio. La OMC es el único espacio donde los países en desarrollo y los países menos adelantados participan plenamente y donde se expresan en pie de igualdad con respecto a las cuestiones relativas al comercio mundial. También ofrecemos asistencia técnica a los países que necesitan mejorar su capacidad comercial.

Por lo tanto, teniendo en cuenta todos estos elementos, y otros, pienso que el valor del sistema es incuestionable.

En estos momentos en que la economía mundial está más interconectada que nunca es difícil imaginar un mundo sin la OMC.

Pero, naturalmente, conforme evoluciona la economía mundial, también debe evolucionar la OMC.

Y hemos evolucionado de manera significativa desde 1995.

Además de acoger a 30 nuevos Miembros, entre los que se incluyen algunas de las principales economías del mundo y algunas de las menos adelantadas, hemos realizado grandes avances en la actualización de las normas comerciales.

Con ello hemos logrado importantes ventajas prácticas, que serán beneficiosas para Singapur y otros países del mundo.

 

LA OMC OBTIENE BENEFICIOS PRÁCTICOS

La última vez que visité esta región fue en diciembre de 2013, para asistir a la histórica Conferencia Ministerial de la OMC en Bali.

Nuestros Miembros se reunieron allí y lograron una serie de avances en nuestra labor negociadora.

Tomaron 10 decisiones importantes relacionadas con diversos temas, como el algodón y la seguridad alimentaria, y con un paquete de medidas de apoyo a los PMA.

También se logró el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Esta es una esfera en la que Singapur se sitúa claramente en cabeza. Las mercancías y los servicios cruzan estas fronteras con gran facilidad gracias a la eficacia de las redes de aduanas y transportes.

Muchos países aspiran a conseguir ese grado de eficacia, que es en esencia el objetivo del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Se calcula que, al permitir que el movimiento transfronterizo de mercancías sea más rápido, más barato y más fácil, este Acuerdo reducirá los costos del comercio hasta en un 15% para los países en desarrollo.

Además, podría hacer que se inyectara en la economía mundial hasta 1 billón de dólares EE.UU. al año.

Y, por primera vez en la historia de la OMC, se ofrecerá a los países en desarrollo ayuda práctica destinada a la aplicación. En el Acuerdo se estipula que debe prestarse asistencia y apoyo a los países en desarrollo a fin de ayudarlos a lograr la capacidad necesaria para aplicar sus disposiciones.

Eso significa que se impulsará la asistencia técnica prestada para desarrollar la infraestructura aduanera donde más se necesite.

Hemos puesto en marcha una nueva iniciativa — el Mecanismo para el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio — que permitirá a los PMA y los países en desarrollo obtener la ayuda necesaria para desarrollar proyectos y lograr acceso a los fondos que necesitan, donde quiera que estén esos fondos.

Ahora el desafío está en la ratificación. Para que el Acuerdo entre en vigor, es necesario que lo ratifiquen dos tercios de los Miembros de la OMC.

Singapur ha demostrado una gran capacidad de liderazgo a lo largo de las negociaciones de Bali, y fue uno de los primeros países en ratificar el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio. Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer al Gobierno y al pueblo de Singapur el apoyo prestado en todo el proceso. Sin su apoyo, la Conferencia de Bali no habría sido posible.

Además de los beneficios económicos que he mencionado, nuestro éxito en Bali ha servido para fortalecer a la OMC. Por consiguiente, los efectos positivos son verdaderamente sistémicos.

Hay, por supuesto, otras esferas en las que las negociaciones también han avanzado en estos últimos años.

Ejemplo de ello es el Acuerdo sobre Tecnología de la Información, y no es de extrañar que Singapur sea parte en ese Acuerdo cuando este se concluyó aquí, en esta misma ciudad, durante la primera Conferencia Ministerial de la OMC, en diciembre de 1996.

Con la eliminación de los derechos de aduana sobre algunos productos, esta iniciativa ha contribuido a respaldar el auge del comercio mundial de productos de tecnología de la información que hemos presenciado desde entonces.

Sé que en la actualidad Singapur está celebrando negociaciones con otros 24 Miembros de la OMC para ampliar ese Acuerdo e incluir una variada gama de productos nuevos cuyo valor comercial mundial asciende aproximadamente a 1 billón de dólares EE.UU.

Y no tengo ninguna duda de que Singapur seguirá dando muestras de liderazgo en ese ámbito.

 

PANORAMA DEL COMERCIO

De hecho, Singapur ha participado en toda una serie de arreglos comerciales. Ha negociado cerca de 20 acuerdos regionales o bilaterales, tanto por su cuenta como en el seno de la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN).

En este país, como en el resto de la región, se concede mucha atención al Acuerdo de Asociación Transpacífico, cuyas negociaciones están en curso, y a otras iniciativas, como el Acuerdo de Asociación Económica Amplia Regional en Asia.

Se prevé que el fruto de esas negociaciones sean acuerdos que tendrán un profundo efecto en la manera en que las empresas comercian e invierten en esta región.

Hay quien sostiene que estos acuerdos pueden socavar nuestros esfuerzos por construir un sistema multilateral de comercio más sólido.

Discrepo rotundamente, por muchas razones, pero permítanme exponer algunas hoy.

En primer lugar, esas iniciativas se sustentan en las normas y estructuras del sistema multilateral y, por tanto, unas y otras se refuerzan mutuamente, o incluso son simbióticas.

En segundo lugar, la liberalización del comercio es contagiosa, y los países, cuando acuerdan abrir los mercados en un marco regional, suelen verse más inclinados a abrirlos también a nivel mundial. Por consiguiente, esos acuerdos pueden servir de base a los esfuerzos multilaterales.

En tercer lugar, algunas iniciativas regionales, como el APEC, han sido los laboratorios de los que han surgido importantes propuestas nuevas, inclusive en esferas en las que la OMC está trabajando ahora. Ejemplo de ello son el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio y la iniciativa de reducir los aranceles de los bienes ambientales.

En cuarto lugar, hay muchas cuestiones de peso, como las subvenciones a la agricultura y la pesca, que sencillamente no pueden abordarse de manera eficaz fuera del marco de la OMC.

Por lo tanto, no cabe duda de que es necesario aplicar conjuntamente los distintos tipos de acuerdos comerciales, pues son dos caras de la misma moneda.

 

EL PROGRAMA DE LA OMC

No obstante, es cierto que el ritmo de los avances en las negociaciones de Doha ha causado mucha frustración. Yo mismo participé como negociador durante muchos años, así que, créanme, siento esa frustración como el que más.

Necesitamos lograr más resultados, y con mayor rapidez, en particular para nuestros Miembros en desarrollo y menos adelantados.

Por eso me complace enormemente poder decir que, después de muchos años de estancamiento, las negociaciones de Doha vuelven a estar en nuestra lista de prioridades.

A finales de 2014 todos los Miembros se comprometieron de nuevo a seguir adelante con el proceso y a presentar un programa de trabajo a más tardar en julio de este año.

Y esto adquiere aún mayor importancia si se tiene en cuenta que nuestra próxima Conferencia Ministerial se celebrará en Nairobi en diciembre de este año. Es la primera vez que un encuentro de este tipo tiene lugar en África desde la creación de la OMC, lo cual, evidentemente, pone aún más de relieve la necesidad de lograr resultados para los países en desarrollo.

Las cuestiones importantes y complejas como la agricultura, los servicios y los productos industriales, y todas las demás cuestiones, vuelven a estar sobre la mesa.

Así pues, es mucho lo que hay en juego para Singapur en estas negociaciones, y creo que la OMC ha recibido un verdadero impulso.

En enero iniciamos un intenso proceso de conversaciones, y hasta ahora se han observado grandes progresos y una fuerte participación, con lo cual hemos avanzado mucho más que con el trabajo de todo 2014.

Los Miembros están abordando las cuestiones a fondo, abandonando sus zonas de confort, y empiezan a presentar nuevas propuestas. Es evidente que están dejando de acusarse unos a otros y tratando de encontrar soluciones.

Pero eso no significa que nuestro trabajo haya acabado. Aún tenemos que salvar algunas diferencias muy importantes.

Hacer avanzar el Programa de Doha para el Desarrollo va a seguir siendo increíblemente difícil. Pero los Miembros tienen el firme propósito de dar impulso a esos esfuerzos.

A escala mundial, un acuerdo satisfactorio ayudaría a generar un crecimiento muy necesario de la economía en todo el mundo.

A nivel nacional, ofrecería importantes ganancias en sectores fundamentales.

Y, desde un punto de vista sistémico, fortalecería enormemente el sistema multilateral de comercio para las generaciones futuras.

 

CONCLUSIÓN

Así pues, nos espera un gran año.

Tenemos por delante varios acontecimientos importantes.

  • A finales de junio tendrá lugar el Examen Global de la Ayuda para el Comercio, con motivo del cual examinaremos toda nuestra labor de asistencia técnica en los países en desarrollo. Se trata, pues, de algo muy importante.
  • En julio se celebrará la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la financiación para el desarrollo, en Addis Abeba, y en septiembre la Cumbre sobre la agenda para el desarrollo después de 2015, en Nueva York.
  • Y en octubre tendremos el Foro Público anual de la OMC.

La mejor manera de marcar nuestro vigésimo aniversario y de poner de relieve los beneficios que la OMC puede reportar, en especial a nuestros Miembros en desarrollo, es lograr resultados positivos en todas esas esferas.

Al principio he dicho que el éxito de Singapur era poco probable.

En cierto sentido, podría decirse algo similar de la OMC.

En una época en que el multilateralismo se halla sometido a grandes tensiones en muchos frentes, la OMC sigue creciendo y acogiendo a nuevos Miembros. Y pese a la gran diversidad de los integrantes de nuestra Organización — o tal vez debido a ella-, seguimos trabajando juntos y desafiando las expectativas.

Eso es lo que hicimos en Bali y, con el apoyo de Singapur y un poco de voluntad política, creo que podemos volver a hacerlo este año.

Muchas gracias por su atención.

 

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