WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

CÁMARA DE COMERCIO DE LOS ESTADOS UNIDOS, WASHINGTON DC, 10 DE MARZO DE 2014


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INTRODUCCIÓN

Señoras y señores, es para mí un placer estar aquí hoy.

Quiero empezar agradeciéndoles su apoyo al logro del paquete de Bali en diciembre.

La comunidad empresarial de los Estados Unidos desempeñó un papel fundamental en ese éxito.

Bali demostró, por primera vez, que la OMC puede obtener resultados acordados en el plano multilateral, resultados que tienen gran trascendencia para las empresas.

Una vez aplicado, el paquete dará un gran impulso a la economía mundial, generando el crecimiento y el empleo que tanto se necesitan. Y, lo que es muy importante, reducirá los obstáculos que pueden impedir que las pequeñas y medianas empresas, en los Estados Unidos y en todo el mundo, se conviertan en exportadores.

No hay duda de que Bali fue un momento de transformación para la OMC. Pero, quedan algunas cosas importantes que no han cambiado.

Aún hay muchísimo por hacer.

Tenemos que invertir toda nuestra energía para hacer avanzar el programa de comercio.

Y tenemos también que apostar por el sistema multilateral de comercio como un foro de negociación viable y eficaz.

Actualmente hay un debate sobre el comercio muy vivo en Washington, y me alegro de estar aquí participando en él.

Sin embargo, a pesar de lo mucho que se ha debatido sobre el comercio, apenas he oído hablar de la Organización Mundial del Comercio. Por supuesto, entiendo las razones de ello, ya que es justo decir que el sistema multilateral ha avanzado muy lentamente en los últimos años.

Pero estoy aquí para comunicarles que la OMC ha vuelto al trabajo. Y creo que esta es una buena noticia para los exportadores de todos los Estados Unidos.

Quiero hablarles hoy de las razones por las que el sistema multilateral es más importante que nunca y decirles por qué los Estados Unidos deberían seguir prestando atención a este sistema y por qué es tan importante que los Estados Unidos sigan desempeñando un papel destacado.

En efecto, aunque tengo claro que la OMC necesita a los Estados Unidos, también creo que los Estados Unidos necesitan a la OMC.

 

EL DEBATE SOBRE EL COMERCIO EN LOS ESTADOS UNIDOS

Los Estados Unidos ocupan un lugar central en el debate mundial sobre el comercio.

Es el país de origen de muchas de las grandes iniciativas comerciales que se desarrollan a escala mundial.

Y aunque quizás este detalle pase más desapercibido, los representantes de los Estados Unidos también ocupan un lugar central en el debate que tiene lugar en Ginebra.

Antes de la Conferencia Ministerial celebrada en diciembre, algunos dudaban sobre el compromiso de los Estados Unidos con las negociaciones multilaterales, y estaban muy equivocados. Los Estados Unidos contribuyeron a todos los niveles y desempeñaron un papel verdaderamente esencial en Bali.

Creo que este enfoque responde al convencimiento de que las distintas vías (regional, plurilateral y multilateral) no son mutuamente excluyentes. Son más bien simbióticas y tienen que coexistir.

De hecho, cuando los dirigentes de los Estados Unidos formularon después de la segunda guerra mundial el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, lo que hicieron fue multilateralizar la red de acuerdos comerciales recíprocos que habían venido estableciendo desde 1934.

El sistema multilateral nació de esas iniciativas, y siempre ha permitido otras nuevas. Tanto el GATT como ahora la OMC disponen de normas específicas que dejan margen para ese tipo de acuerdos.

En mi opinión, las actividades que se desarrollan en la actualidad en el ámbito plurilateral y regional son positivas y encomiables. Es evidente que estas iniciativas tienen un papel que desempeñar. Son elementos que servirán para levantar el edificio de las normas comerciales mundiales y la liberalización del comercio.

Pero existen ciertos temas que sencillamente esas iniciativas no pueden abordar y que sólo pueden tratarse en el contexto del sistema multilateral.

La facilitación del comercio fue un éxito en la OMC porque no tiene sentido eliminar la burocracia o simplificar los procedimientos aduaneros de forma bilateral: si se hace para un país, se hace automáticamente para todos los demás.

Y ésta no es la única cuestión inherentemente multilateral.

No es posible liberalizar la reglamentación relativa a los servicios financieros o las telecomunicaciones para un único interlocutor comercial, de manera que es preferible negociar mundialmente las avenencias en materia de servicios en el seno de la OMC.

Tampoco es posible abordar a través de acuerdos bilaterales las subvenciones a la agricultura o a la pesca, o las disciplinas sobre medidas comerciales correctivas (como la aplicación de derechos antidumping o compensatorios).

Lo cierto es que ninguno de los grandes desafíos a los que se enfrenta el comercio mundial en la actualidad se puede resolver fuera del sistema mundial. Se trata de problemas mundiales que requieren soluciones mundiales.

En este contexto, el liderazgo de los Estados Unidos sigue siendo clave a todos los niveles.

Y, como ya apunté hace unos instantes, no se trata de ninguna novedad.

 

HISTORIA DE LA OMC Y EL LIDERAZGO DE LOS ESTADOS UNIDOS

Los Estados Unidos han tomado siempre la iniciativa en la historia del sistema multilateral de comercio.

Fueron los Estados Unidos quienes invitaron a sus aliados durante el conflicto bélico a negociar en diciembre de 1945 una nueva Organización Internacional de Comercio para complementar las instituciones creadas en Bretton Woods el año precedente.

Los funcionarios estadounidenses contribuyeron en gran medida a la redacción del texto original del GATT de 1947 GATT y a la de la Carta de la OIC en la que aquél se inspiró.

Durante el decenio de 1960, el Presidente Kennedy contribuyó de forma fundamental al inicio de la ronda que llevaría su nombre, gracias a la cual se redujeron drásticamente los aranceles y se incluyeron las cuestiones relacionadas con el desarrollo en las normas del GATT.

En el decenio de 1970, la Ronda de Tokio fue también una iniciativa de los Estados Unidos, y supuso el comienzo de la ampliación del sistema del GATT a las medidas no arancelarias, como las normas sobre productos y las subvenciones.

Posteriormente, en los decenios de 1980 y 1990, los Estados Unidos volvieron a erigirse en adalides de la Ronda Uruguay, la más ambiciosa hasta la fecha. Su objetivo era reflejar un mundo cambiante y el fin de la Guerra Fría incorporando con el tiempo a todas las potencias comerciales a un sistema abierto y basado en normas. Además de poner en marcha la OMC tal y como la conocemos hoy en día, la Ronda incorporó al sistema la agricultura y los textiles, abordó la cuestión de los servicios y la propiedad intelectual, y fortaleció considerablemente el mecanismo de solución de diferencias (todos ellos temas prioritarios para los Estados Unidos).

Ahora más que nunca, el sistema multilateral de comercio pertenece al mundo (desde a los Miembros originales del GATT hasta a los países menos adelantados y las economías emergentes), pero si hay un país que pueda reivindicar la autoría primigenia del sistema son los Estados Unidos.

Durante los últimos años hemos sido testigos de la validación de uno de los principales objetivos de este liderazgo.

Comparemos la crisis financiera en la que aún estamos inmersos con la crisis que tuvo lugar durante el período de entreguerras:

En el decenio de 1930, los gobiernos reaccionaron estableciendo obstáculos arancelarios, como sucedió a través de la Ley Arancelaria Smoot-Hawley, lo que abocó al mundo a una espiral de proteccionismo.

Entre 1929 y 1933, las restricciones comerciales de retorsión redujeron el comercio mundial en dos tercios.

Pero el error no se volvió a cometer.

El valor del comercio mundial disminuyó tras la crisis de 2008, pero la disminución representó sólo una parte de la caída registrada en el decenio de 1930 y el comercio se recuperó rápidamente.

En lugar de reaccionar mediante medidas proteccionistas motivadas por el pánico, la respuesta fue moderada y prudente.

¿Por qué fue la respuesta tan diferente? Una de las principales razones fue el sistema multilateral que se había construido con tanto trabajo en Ginebra y que abarcaba al 97% de la economía mundial.

Los gobiernos sabían que estaban vinculados por normas y obligaciones comunes a todos ellos y tenían confianza para resistir a las presiones proteccionistas. De esta manera, conseguimos evitar que una crisis financiera perjudicial se convirtiese en una catástrofe económica.

 

LOS BENEFICIOS DEL COMERCIO Y DEL SISTEMA MULTILATERAL DE COMERCIO

A medida que la economía mundial comienza a recuperarse, está claro que el comercio (en el seno del sistema multilateral) desempeña un papel más importante que nunca como fuerza impulsora del crecimiento y del desarrollo.

El comercio genera puestos de trabajo, crea nuevos mercados y facilita el acceso a los mismos, reduce los precios y el costo de la vida, nos ofrece productos nuevos y mejora el nivel de vida.

Y esto es particularmente cierto en este país.

Durante la presidencia del Sr. Obama, el crecimiento de las exportaciones ha representado la tercera parte del crecimiento de la economía estadounidense.

Durante los últimos cuatro años, las exportaciones han generado 1,3 millones de puestos de trabajo nuevos en el sector privado.

Actualmente existen 300.000 empresas estadounidenses dedicadas a la exportación, y la inmensa mayoría de ellas (el 96%) son pequeñas y medianas empresas.

Y como señaló el mes pasado el Representante de los Estados Unidos para las Cuestiones Comerciales, Michael Froman, hay nuevos mercados potenciales enormes a los que acceder: los 500 millones de consumidores de clase media que existen en Asia actualmente se convertirán en 2.700 millones en 2030.

El sistema multilateral de comercio les permitirá acceder a estos mercados nuevos en los que pueden competir en condiciones equitativas, encontrar nuevos compradores para sus mercancías y servicios y generar más empleo para los trabajadores estadounidenses.

Pero, por importante que esto sea, el programa de comercio basado en la apertura de los mercados y la promoción de una economía mundial interconectada nunca ha consistido únicamente en una cuestión de dinero.

Ha sido siempre una cuestión de valores.

Se trata de formar parte de un mundo interconectado donde los países se relacionan entre ellos y comercian en un marco de normas consensuadas en que las diferencias se solucionan mediante un procedimiento justo y transparente.

Se trata de los conceptos mismos de cooperación y apertura, que constituyen el elemento central del sistema multilateral (y también el elemento central de los valores y el liderazgo de los Estados Unidos).

La apertura refuerza el crecimiento. En un conocido estudio, Jeffrey Sachs y Andrew Warner concluyeron que cuanto más abierto sea un país en desarrollo, mayor será su crecimiento. Durante los decenios de 1970 y 1980, la tasa anual de crecimiento de las economías abiertas fue del 4,5%, frente a un 0,7% en las economías cerradas. Los economistas del Banco Mundial llegaron a conclusiones similares.

Además, el desarrollo, cuando se combina con la apertura a través del comercio, se traduce también en una mayor apertura en otros ámbitos.

Desde Aristóteles hasta Milton Friedman, se ha sostenido que la capacidad económica fomenta la participación en el sistema político. Más recientemente, un estudio elaborado por el Fraser Institute concluyó que los países con economías más abiertas tienen tres veces más probabilidades de gozar de libertades políticas y civiles plenas. En este sentido, la apertura comercial favorece la democracia (porque crea hábitos de libertad).

Por lo tanto, al difundir una mayor apertura y prosperidad, el sistema multilateral de comercio sirve para apoyar los objetivos más amplios de la estabilidad, la paz y la democracia. Ayuda a combatir el terrorismo, reducir la pobreza e integrar a los países en la comunidad económica mundial.

El Secretario de Estado de Franklin Roosevelt, Cordell Hull, lo expresó de la siguiente manera:

"La paz duradera y el bienestar de las naciones están indisolublemente asociados al … libre comercio internacional."

Así que tal vez pueda agregar algo a lo que he afirmado hace unos instantes. El comercio, en el marco multilateral, es más importante que nunca, no sólo como factor impulsor del crecimiento y el desarrollo, sino como factor impulsor de la paz y la democracia.

 

EL PROGRAMA DE LA OMC

¿Qué podemos decir del sistema hoy? ¿Cuál es la situación después de Bali?

El éxito del paquete de Bali ha supuesto el comienzo de una nueva era para el sistema multilateral de comercio y para la OMC, y ha dado un nuevo impulso y un nuevo sentido de urgencia a nuestra labor.

Ahora, tenemos ante nosotros dos tareas muy importantes.

En primer lugar, y ante todo, para obtener los beneficios derivados de Bali tenemos que aplicar las decisiones y acuerdos a los que llegamos.

En segundo lugar, tal y como encomendaron los Ministros en la Declaración de Bali, debemos elaborar un programa de trabajo claramente definido para concluir, de una vez por todas, el Programa de Doha para el Desarrollo.

De conformidad con la Declaración de Bali, tenemos que definir nuestro nuevo enfoque antes de que finalice este año. Y, en mi opinión, a continuación deberíamos ocuparnos de concluir las negociaciones con la mayor rapidez posible.

Si lo hacemos podremos obtener ganancias potencialmente enormes y liberar al mismo tiempo el programa de comercio mundial por primera vez en una generación.

Así que no podemos limitarnos a desempolvar nuestros viejos escritos de Doha y volver a las mismas posiciones irreconciliables.

Tenemos la oportunidad de modernizar la organización, y no se trata sólo del Programa de Doha, aunque éste siga siendo sin duda un elemento absolutamente fundamental.

Debemos asimismo debatir otras cuestiones emergentes que están afectando a la actividad empresarial que ustedes llevan a cabo y que están configurando el programa de comercio mundial.

Por consiguiente, para iniciar esa labor tendremos que replantearnos qué enfoque adoptamos.

Al encomendarnos la elaboración de un programa de trabajo, los Ministros estaban sugiriendo que debemos prestar mucha más atención a la planificación. En mi opinión, uno de los errores fundamentales del pasado fue que simplemente no planificamos lo que íbamos a negociar.

Nos limitábamos a planificar sobre la marcha, y decidíamos qué hacer y hasta dónde estábamos dispuestos a llegar al tiempo que negociábamos. Es obvio que esta estrategia no ha funcionado.

Durante los muchos años que invertimos en las negociaciones de Doha hubo numerosas esferas en que podríamos haber ido más lejos y que habrían generado ganancias positivas e importantes. Pero no lo hicimos, porque acordamos un enfoque que no lo permitía. Necesitamos un procedimiento más ambicioso que permita llegar más lejos, un proceso participativo más flexible que nos permita superar los obstáculos sobradamente conocidos que nos han paralizado en el pasado.

Ahora disponemos de mucha experiencia y tenemos en nuestro haber muchas horas de negociación, y debemos extraer lecciones de ello. Estamos mejor situados para planificar que antes.

Sabemos qué procedimientos funcionan y cuáles no, así que tengámoslo en cuenta.

Tenemos que pensar seriamente dónde queremos llegar y a continuación definir el camino más fácil y directo hacia el éxito. En lugar de establecer metas abstractas, tenemos que examinar qué podemos hacer y definir metas viables.

Los Miembros de la OMC tienen que estar seguros de que lo que ponen ahora sobre la mesa son los pilares que nos permitirán construir el puente hacia la conclusión de la Ronda.

Inevitablemente, esto exige actuar de un modo diferente. Debemos evitar los errores cometidos en el pasado y aprender de las lecciones de Bali. Para ello, he esbozado algunos criterios para enmarcar el debate a los que los Miembros han respondido positivamente.

Estos criterios son los siguientes:

  • Mantener en primer plano las cuestiones relacionadas con el desarrollo.
  • Continuar con un proceso inclusivo y transparente, en el que todos los Miembros participen en todas las fases de las negociaciones.
  • Estar dispuestos a ser creativos: mostrarnos abiertos a ideas nuevas que puedan permitir a los Miembros superar los obstáculos más graves y cruciales.
  • Imprimir cierto sentido de urgencia a nuestros esfuerzos. Éste fue un factor esencial del éxito de Bali y seguirá siéndolo. No podemos darnos el lujo de esperar otros 18 años para obtener un resultado.
  • Y, lo que quizá sea lo más importante, ser realistas y centrarnos en aquellos aspectos que sean factibles.

Soy consciente de que cuando hablo de la necesidad de centrarse en lo que es posible, y no en lo que sería deseable, algunas personas piensan automáticamente que ello significa reducir el nivel de ambición o aspirar a los frutos que tenemos más al alcance. Pero quiero ser claro al respecto: no es así.

En mi opinión, debemos afrontar abiertamente las cuestiones realmente controvertidas. Algunas de las cuestiones ni siquiera han sido objeto de debate en casi seis años. Es el momento de volver a plantearlas.

La gran mayoría de los Miembros ha señalado que todo futuro compromiso multilateral requerirá la obtención de resultados en el ámbito de la agricultura. Y si la agricultura entra en juego, también deberán hacerlo otros dos elementos del trípode: los productos industriales y los servicios.

Estoy seguro de que podemos afrontar estas cuestiones de forma que obtengamos resultados significativos.

Sé que es importante para ustedes que abordemos estas cuestiones difíciles. Y en cierto sentido se trata de algo evidente. Se trata de cuestiones difíciles porque son las que pueden generar mayores ganancias. Por eso son difíciles, y por eso son también tan importantes. Cualquiera que sea el camino que tomemos, estoy convencido de que estas esferas nos depararán ganancias.

Si podemos idear soluciones para la agricultura, los productos industriales y los servicios, dispondremos del impulso y la voluntad política necesarios para finalizar la Ronda, y las demás cuestiones serán mucho más fáciles de abordar. Y al revés: si no logramos resolver las grandes cuestiones nuestro progreso en otros ámbitos se verá limitado.

Por lo tanto, no se trata de reducir el nivel de ambición, sino de encontrar otras fórmulas para lograr resultados acordes con ese nivel de ambición. En mi opinión, lo que tenemos que hacer es reajustar nuestro enfoque en todas las esferas. Tenemos que ser más ambiciosos en los ámbitos en que ello es posible, y respetar los límites en aquellas esferas en que el debate ha ido tal vez demasiado lejos.

Y las conversaciones ya se han iniciado; los Miembros están empezando a restablecer el diálogo sobre estas cuestiones. En el mes de febrero tomé la palabra en una reunión de 159 Miembros para esbozar un camino a seguir; así que los trabajos ya están en marcha. De hecho, tengo intención de convocar otra reunión de toda la OMC a finales de esta semana para examinar los progresos realizados.

El objetivo es acordar una hoja de ruta sobre las próximas medidas a adoptar en el marco de la Ronda de Doha antes de finales del presente año.

 

CONCLUSIÓN

No hay duda de que nos hemos planteado un gran reto.

Bali ha dado un impulso político real a la OMC. Nos ha brindado una oportunidad que ahora debemos aprovechar.

No creo que haya habido otro momento en que la causa del comercio y del sistema multilateral haya sido más favorable:

  • para el crecimiento y el empleo
  • para la recuperación y el desarrollo
  • para las empresas, grandes y pequeñas
  • y para los valores en los que creemos y que están inextricablemente ligados a la idea misma de lo que son los Estados Unidos.

Si la OMC no existiera, tendríamos que inventarla.

He hablado acerca del histórico liderazgo de los Estados Unidos en el establecimiento y la defensa del sistema multilateral de comercio, y de su contribución para asegurar un acuerdo en Bali.

Cuando tratemos de definir el futuro del sistema en 2014, el liderazgo de los Estados Unidos a nivel multilateral será más importante que nunca. Los Estados Unidos deben ocupar un lugar central en el debate.

Y para cumplir nuestra misión este año vamos a necesitar defensores en el campo de los negocios.

Mi objetivo principal en los Estados Unidos es, además de construir la relación de la OMC con los legisladores estadounidenses, solicitar el apoyo continuo del sector privado.

Y, como señalé al comienzo, su apoyo y las voces concertadas de los dirigentes empresariales estadounidenses fueron fundamentales para nuestro éxito en Bali.

De modo que, por favor, no se detengan ahora.

Su apoyo será aún más crucial para el futuro de la OMC y, como he señalado, creo que redundará en interés de todos nosotros.

Al apoyar el sistema multilateral de comercio estarán permitiendo que el sistema les apoye.

Gracias por su atención.

Mesa redonda con Roberto Azevêdo, Director General de la Organización Mundial del Comercio (OMC) - Cámara de Comercio de los Estados Unidos

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