WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

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Señoras y señores:

Es para mí un placer estar hoy aquí con ustedes, que son los verdaderos “comerciantes” para quienes elaboramos normas de comercio mundiales.     Con la creciente globalización de muchas de sus actividades industriales, aumenta también su necesidad de “normas mundiales” y de un “sistema mundial basado en normas” efectivo.  Esto es lo que la Organización Mundial de Comercio puede ofrecerles.  Ofrece un pilar basado en normas que hace que sus relaciones comerciales sean más abiertas, transparentes y previsibles.  Ofrece asimismo un sistema organizado y ordenado para la solución de las diferencias comerciales entre los Miembros, con una tasa de cumplimiento excepcional, de más del 90 por ciento.

La OMC existe desde hace 15 años pero, como es sabido, el sistema multilateral de comercio existe desde hace mucho más (desde la época del GATT).  No obstante, ese sistema no puede darse por sentado.  Los colectivos interesados de la OMC tienen que orientar y respaldar al sistema que tan útil les ha sido.  Tienen que seguir invirtiendo en el sistema.  Basta con ver cómo, con su función de vigilancia y supervisión, el sistema de comercio ha logrado contener la oleada de proteccionismo comercial durante la crisis económica por la que acabamos de pasar.  Con nuestro sistema de información periódica sobre “todo paso atrás” que dé un Miembro de la OMC —una especie de sistema de denuncia pública, por así decirlo— la OMC logró impedir un regreso a algo similar a la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930.

Ahora bien, para que el sistema multilateral de comercio nos siga siendo útil, y para responder a las necesidades nuevas y cambiantes que ustedes tienen, es crucial que participen en ese sistema y lo guíen.  En otras palabras, ya no basta con que ustedes comercien y confíen en que los gobiernos elaboren para ustedes en la OMC el marco reglamentario en el que se desarrollarían sus relaciones comerciales.  Ustedes, con su experiencia comercial, tienen que aportar las “pruebas” de lo que ocurre realmente sobre el terreno, y deben indicarnos la manera de mejorar las cosas.

Las relaciones comerciales de hoy no tienen nada que ver con las de ayer, como saben ustedes mucho mejor que yo.  De hecho, con el transcurso del tiempo, el comercio internacional ha crecido con mucha más rapidez que la producción, aumentando constantemente la interdependencia entre las naciones. 

Desde 1950, el volumen del comercio mundial se ha multiplicado por más de 27.  Ese crecimiento ha sido tres veces superior al del PIB mundial, que, en el mismo período, se ha multiplicado por 8.  A medida que un volumen siempre creciente de la actividad económica ha pasado a depender del comercio en todo el planeta, la calidad de la cooperación comercial internacional ha tenido que aumentar proporcionalmente.  La OMC es el lugar en el que abordar esta “cooperación” comercial. 

Las estructuras del comercio han experimentado también un profundo cambio en los 10 últimos años, estimulado en parte por la apertura de los mercados, pero principalmente por los rápidos progresos registrados en el desarrollo de los transportes, las comunicaciones y las tecnologías de la información.  Los países en desarrollo, especialmente en Asia, han surgido como grandes protagonistas al aprovechar la globalización para “alcanzar” al Occidente industrializado.  La participación de los países en desarrollo en el comercio mundial ha crecido de una tercera parte a más de la mitad en tan sólo 15 años.  Además, la creciente importancia del comercio entre los propios países en desarrollo es impresionante.  En 1990, menos de la tercera parte de los intercambios comerciales de los países en desarrollo tenían lugar con otros países en desarrollo;  hoy, más de la mitad de su comercio es Sur-Sur.

Otro cambio significativo en el panorama del comercio internacional es la proliferación de cadenas de producción mundialmente integradas —de hecho, “fábricas mundiales”— a medida que las empresas sitúan distintas fases del proceso de producción en los mercados más eficientes en relación con los costos.  El iPod, por ejemplo, lleva microcircuitos japoneses, diseño estadounidense, pantallas planas coreanas y se monta en China.  Así pues lo que llamamos “Fabricado en China” está realmente “Montado en China”.  De hecho, según investigadores estadounidenses, menos del 10 por ciento del valor añadido en un iPod procede realmente de China.

La industria ubica cada vez más las distintas etapas de sus actividades, desde la creación hasta la producción, la comercialización y la distribución, de modo que se optimice su cadena de valor añadido.  Esto hace suponer que una etiqueta “Fabricado en China” o “Fabricado en Viet Nam” en el reverso de un producto debería decir en realidad “Fabricado en el Mundo”.  Esta nueva realidad mundial nos obliga a reexaminar el modo en que analizamos y medimos lo que seguimos denominando “comercio internacional”, como si los países estuvieran comerciando unos con otros. 

También debería llevarnos a replantearnos la mentalidad misma con que abordamos las negociaciones comerciales.  Cuando un país A impone aranceles elevados a productos procedentes de un país B, en rigor puede estar imponiendo esos aranceles a sus propios productores que han localizado parte de su producción en ese país B.  Por tanto, lo que necesitamos son unas negociaciones inteligentes e informadas en la OMC;  que reflejen las relaciones comerciales tal como son hoy en día. 

Actualmente, las corrientes del comercio internacional se computan atribuyendo el valor comercial íntegro de un producto al último país de origen.  Esto tiene que cambiar.  Hace poco acogimos en Ginebra un Foro Mundial sobre Estadísticas de Comercio. El tema del foro fue “Midiendo el comercio global — ¿Tenemos los números correctos?”.  La respuesta que dieron casi todos los participantes fue la misma:  No, hoy en día no tenemos los números correctos sobre el comercio internacional.  O al menos las cifras no reflejan la imagen real del comercio internacional en un mundo globalizado.  Según los investigadores, una de las causas principales de esta deficiencia es la falta de datos suficientes a nivel de las empresas.  Creo que es mucho lo que nosotros (ustedes, las industrias, y nosotros en la OMC) podemos hacer juntos al respecto, para relacionar más estrechamente las necesidades empresariales con el establecimiento de normas sobre el comercio internacional.  Permítannos saber más sobre ustedes para que podamos ayudarles mejor.  Necesitamos que nos ayuden a potenciar nuestras bases de datos estadísticos.  Los invito a que visiten nuestro sitio Web “Fabricado en el Mundo” y a que compartan con nosotros sus contribuciones.

Para que también les resulten útiles las normas de la OMC, deben actualizarse regularmente.  ¿Qué quiero decir con esto?  Si los obstáculos al comercio de hoy en día son principalmente obstáculos no arancelarios;  si hay cuestiones como el cambio climático que están generando retos completamente nuevos para el comercio internacional;  si la seguridad alimentaria constituye actualmente una preocupación fundamental en el contexto del comercio internacional de productos agrícolas;  si el vínculo entre el comercio y las inversiones es un vínculo esencial, las normas de la OMC tienen que empezar a responder a algunas de esas cuestiones.

Como ustedes saben, en 2001 el mundo emprendió un proyecto global para fortalecer las normas de comercio mundiales, llamada la Ronda de Doha.  ¡Hay tantas explicaciones sobre el motivo por el que se empezó esa Ronda como negociadores comerciales!  Por tanto, todo lo que les puedo ofrecer es mi propia interpretación y mi manera de ver los motivos que hicieron que se iniciara.  Se creó para corregir algunas de las injusticias existentes en el marco normativo del comercio mundial, como permitir que los países desarrollados concedieran subvenciones exorbitantes para sus productos agropecuarios con total impunidad, subvenciones que mantenían a los países en desarrollo al margen de los mercados internacionales.  En mi opinión, se inició para consolidar el espíritu de cooperación mundial en materia de comercio que surgió en 1995 cuando se creó la OMC.

Algunas de las cuestiones incluidas en la Ronda son cuestiones comerciales muy clásicas:  los aranceles y las subvenciones.  Cómo reducir los aranceles y cómo recortar las subvenciones que distorsionan el comercio.  Ahora bien, también incluía temas muy innovadores que representaban la entrada del sistema multilateral de comercio en un territorio nuevo y relativamente desconocido.  Por ejemplo, en la Ronda de Doha se celebraría por primera vez una “negociación sobre el medio ambiente” bajo los auspicios del sistema multilateral de comercio.  En la Ronda de Doha, los Miembros consideran la manera de abrir los mercados a productos favorables al medio ambiente, como pilas de combustible y conversores catalíticos.  También consideran el modo de reducir las subvenciones a la pesca perjudiciales para el medio ambiente que causan sobrepesca y agotan las poblaciones de peces del mundo.  Y también la forma de aumentar la compatibilidad entre las normas de la OMC y los tratados medioambientales.  Además, tratan de reducir la burocracia mediante un acuerdo mundial sobre la facilitación del comercio.

Naturalmente, hay otras muchas “cuestiones comerciales” que se podrían haber incluido en el programa de la Ronda de Doha, como las que he mencionado antes y, por ejemplo, las políticas de inversión y de competencia.  Sin embargo, en opinión de muchos, antes de seguir adelante, la OMC tenía que acabar lo que había empezado, es decir, la Ronda de Doha.

Actualmente, la Ronda de Doha tiene problemas, y lo digo abiertamente.  Estamos encallados por una diferencia política entre algunos de los Miembros con respecto al nivel de ambición en la esfera de los aranceles industriales, esfera en que los Miembros tienen más de 60 años de experiencia.

Pese a las dificultades existentes, ya hay mucho sobre la mesa.  ¿Pero existe la voluntad política necesaria para concluir estas negociaciones?  En este momento no se sabe la respuesta.  Es una pregunta abierta que les hago también deliberadamente para que reflexionen, ya que la actividad económica es parte del motor no sólo de la negociación sino también de la OMC.

¿Puede la OMC escalar montañas más altas y abordar obstáculos al comercio nuevos o incipientes sin concluir el proyecto de negociación que emprendió hace 10 años?  ¿Sin abordar cuestiones clásicas como la de los aranceles industriales?  Y deben ustedes reflexionar sobre la mejor manera de que la OMC propicie sus intereses en el futuro.

Corresponde a los Miembros de la OMC responder a todas estas preguntas.  Actualmente celebro consultas con ellos.  Lo que me han dicho hasta ahora es que nadie quiere que la Ronda de Doha muera.  Además, aunque todos reconocen el enorme desafío que supone la conclusión de la Ronda para la fecha acordada, a finales de 2011, al mismo tiempo son plenamente conscientes de la necesidad de que la OMC cumpla su función legislativa para cuando nos reunamos para celebrar la octava Conferencia Ministerial de la OMC, en diciembre de 2011.

Señoras y señores, permítanme terminar señalando a su atención el Foro Público que celebrará este año la OMC.  Se trata de la cita anual de la Organización con la sociedad civil y la comunidad empresarial en su sede en Ginebra.  Es una ocasión para reflexionar y para presentar todo tipo de ideas creativas.  El Foro de este año, que se celebrará del 19 al 21 de septiembre, se titula:  En busca de respuestas a los desafíos comerciales mundiales.  ¿Puedo pedirles que presenten durante el Foro respuestas a algunas de las preguntas que he formulado y nos den la oportunidad de discutir sus opiniones?

Espero con interés escuchar sus opiniones y colaborar con ustedes para lograr que la OMC siga siendo fuerte y dinámica.

Gracias por su atención.

 

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