WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Bruselas, 23 de marzo de 2006

“Las negociaciones sobre el Programa de Doha para el Desarrollo: Se acerca la hora de la verdad”

Comité de Comercio Internacional
Parlamento Europeo

Señoras y señores:

Es para mí un placer estar hoy con ustedes aquí para hablar de los progresos que está realizando la OMC con miras a la conclusión de la Ronda de Doha. Como saben ustedes, falta poco para que termine la Ronda: en realidad, concluirá al final del año en curso. Esta no es una fecha que nuestros Miembros hayan elegido al azar; no es una fecha que nos hayamos sacado de la manga. Es más bien la fecha que coincide con la expiración del mandato de la Autoridad de Promoción del Comercio de los Estados Unidos.

Nuestros Miembros son conscientes de que, si no se cumpliera este plazo, la liberalización del comercio en la escala prevista en la Ronda de Doha sería imposible de alcanzar en un futuro próximo. Y, ¿quiénes saldrían perdiendo?

— En primer lugar, el mundo en desarrollo. Es un hecho bien conocido que la meta principal de esta Ronda es el “desarrollo”: en otras palabras, su principal objetivo consiste en rectificar los desequilibrios existentes de las relaciones comerciales multilaterales. Si fracasara esta Ronda, son los países en desarrollo los que pagarían el precio más alto.
— A continuación vendrían las economías más pequeñas y débiles, para las cuales el proceso multilateral hace las veces de “póliza de seguros” contra las presiones de los poderosos en los acuerdos comerciales bilaterales.
— Sin embargo, la más perjudicada sería, sin duda alguna, la OMC, o sea, el sistema que ha atendido a los intereses colectivos de 150 Miembros distintos y que ha asegurado una apertura comercial adaptada a las nuevas realidades y basada en un consenso entre todos nosotros.

Creo que todos compartimos este diagnóstico. Se acerca la hora de la verdad.

La Conferencia Ministerial de la OMC en Hong Kong permitió lograr progresos en algunos frentes. Asimismo, en esta Conferencia se estableció una serie de plazos importantes para facilitar nuestra labor del año en curso. Empezaré dedicando unas pocas palabras a nuestros logros en Hong Kong, para pasar después a comentar lo que queda por hacer en este año en las diversas esferas de negociación. Hong Kong fue un éxito de proporciones modestas. En realidad, el éxito sólo podía ser modesto, pero el fracaso habría sido grave. Por fortuna, nuestros Miembros consiguieron que Hong Kong fuera un paso importante hacia la conclusión de la Ronda.
La agricultura ha sido, y sigue siendo, el núcleo central de la Ronda. Esto, naturalmente, no es una sorpresa para ustedes, ya que el sector agrícola lleva un retraso de varias rondas comerciales con respecto a los productos industriales. El Acuerdo sobre la Agricultura solamente entró en vigor en 1995. En otras palabras, el sector agrícola no se ha beneficiado del proceso de liberalización del comercio que han conocido los productos industriales durante medio siglo.

En lo relativo a la agricultura, en Hong Kong se llegó a un acuerdo que concernía a los tres pilares de las negociaciones, a saber, las subvenciones a la exportación, las subvenciones internas y los aranceles. Los países llegaron a un acuerdo para que las subvenciones a la exportación quedaran eliminadas en 2013, teniéndose que haber suprimido ya una parte considerable en 2010. Europa respondió como es debido a la demanda unánime formulada por el mundo en desarrollo en este sentido. En Hong Kong, los Miembros convinieron en hacer “recortes efectivos” de la ayuda interna causante de distorsión del comercio. Esto significa que harán reducciones reales, y no solamente cosméticas. También llegamos a un acuerdo para que los que más subvenciones otorgan sean los que más las reduzcan; así, las principales reducciones las efectuarán la UE, los Estados Unidos y el Japón. En lo relativo a los aranceles, los progresos fueron limitados. Todavía está por decidir la magnitud de los recortes arancelarios.

Sin embargo, en Hong Kong los países en desarrollo pudieron alcanzar algunos de sus “objetivos defensivos”. Se decidió que se les daría latitud para designar por su cuenta los denominados “productos especiales”. Se trata de productos que se beneficiarán de un trato especial en las negociaciones (por ejemplo, reducciones de menor cuantía), dada su importancia para la seguridad alimentaria de un país, la seguridad de su subsistencia o sus necesidades de desarrollo rural. Se convino también en que los países en desarrollo podrían beneficiarse de un nuevo mecanismo de salvaguardia, activado por aumentos repentinos de las importaciones y por caídas de los precios.

También se consiguieron progresos importantes en lo relativo al algodón, respecto del cual se ha acelerado el calendario para la reducción de las subvenciones internas y a la exportación, y los Miembros se han comprometido a efectuar reducciones más profundas que las basadas en una fórmula. En cuanto a los aranceles sobre el algodón, los países ricos, y los países en desarrollo que están en condiciones de hacerlo, decidieron proporcionar acceso libre de derechos y de contingentes a todas las exportaciones de algodón de los PMA.

¿Cuáles son, pues, las cuestiones pendientes en el sector de la agricultura? En primer lugar, la magnitud de la reducción que se efectuará en las subvenciones agrícolas de Europa y los Estados Unidos (huelga decir que otros Miembros, como el Japón, también tendrán que hacer reducciones). En segundo lugar, la magnitud de la reducción arancelaria que deberá efectuarse para los productos agrícolas, y el trato de los productos sensibles y especiales para los países en desarrollo.

Por consiguiente, se trata ahora de llegar a un acuerdo sobre las cifras. En la reunión de los G6 celebrada en Londres la semana pasada, los países empezaron a comunicarse las simulaciones con las que habían trabajado. Estas simulaciones tienen por objeto ayudar a los países a calcular el efecto de las diversas propuestas presentadas y delimitar la posible “zona de aterrizaje”. Este debate ha de seguir adelante. En este mismo momento los negociadores sobre la agricultura se están reuniendo en Ginebra, para verificar la validez de estas cifras.

En lo referente al pilar de las negociaciones relativo a la competencia de las exportaciones, quedan muchas cuestiones por resolver. No se trata de cifras, sino de la creación de nuevas disciplinas. Las cuestiones tratadas en esta parte de la negociación son la ayuda alimentaria y el modo de prevenir el desplazamiento comercial que a veces provoca. Desde luego, ya se imaginan ustedes hasta qué punto esta cuestión es delicada. Hay que hacer frente al desplazamiento del comercio, pero sin que ello impida la satisfacción de las necesidades humanitarias del mundo. La OMC debe garantizar la coherencia en este sector entre sus normas y las de otros instrumentos internacionales, como el Convenio sobre Ayuda Alimentaria. Pero en este pilar hay otras cuestiones, como los créditos a la exportación y las empresas comerciales del Estado, para las cuales deberán crearse disciplinas.

No hemos de olvidar las indicaciones geográficas, que es una cuestión de gran importancia para la UE. Persisten las discrepancias a este respecto en la mesa de negociación.

En lo relativo a los productos industriales, que constituyen el 80 por ciento del comercio mundial de mercancías, existe un potencial extraordinario para aumentar el comercio Norte-Sur y Sur-Sur. En Hong Kong, los Miembros acordaron reducir los aranceles mediante una fórmula que limitaría las crestas arancelarias y la progresividad arancelaria subsistentes en los países desarrollados, pero reduciendo también los aranceles en los países en desarrollo de un modo adecuado a sus necesidades e intereses.

La Conferencia Ministerial de Hong Kong consiguió atender a una antigua exigencia de 32 Miembros de la OMC que se cuentan entre los más pobres (los PMA). Los países ricos acordaron proporcionar acceso libre de derechos y de contingentes al 97 por ciento de los productos de los países PMA de modo permanente, con vistas a hacer extensivo este trato, más adelante, al 100 por ciento de estos productos.

En este momento se han puesto sobre la mesa varias simulaciones de diferentes hipótesis de reducción de aranceles para los productos industriales, que están siendo debatidas por los negociadores. En este sector hay menos cifras sobre las cuales deban decidir los negociadores, y la zona de aterrizaje está mejor definida. No obstante, es importante recordar que en Hong Kong se exhortó a los países a alcanzar un “nivel de ambición comparablemente elevado” en el acceso al mercado de los productos agrícolas e industriales. Así pues, en lo esencial hay una vinculación entre ambos sectores.

En lo referente a los servicios, Hong Kong abrió la puerta a las negociaciones plurilaterales, es decir, que alentó a los países a empezar a presentar solicitudes colectivas en los sectores de servicios que les interesaran en particular. Este proceso ha dado comienzo de un modo bastante favorable. En la fecha límite del 28 de febrero se habían recibido numerosas solicitudes en esferas tales como los servicios financieros, los servicios de construcción, los servicios de telecomunicaciones, etc. Las solicitudes son serias y están bien
fundamentadas. Espero que las ofertas que se presenten después del 31 de julio puedan satisfacerlas.

A mi juicio Hong Kong estableció un delicado equilibrio entre la apertura del comercio de servicios y la defensa del derecho de los países a reglamentar este sector de su economía. De hecho, yo les aseguro que en estas negociaciones no se ha concertado ningún compromiso sobre los servicios que sea obligatorio. Cada país tiene derecho a elegir los sectores que desee abrir a los proveedores extranjeros. Los Miembros tampoco tienen ninguna obligación de liberalizar sus servicios públicos, o sea, los servicios prestados con un criterio no comercial.

Por último, en Hong Kong fue posible llegar a un importante acuerdo para la creación de un paquete de ayuda para el comercio, a fin de ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a sus limitaciones en materia de oferta. Lo que esperamos es que, gracias ello, los beneficios en materia de acceso a los mercados que estos países hayan obtenido en la Ronda de Doha pasen de ser un concepto teórico a constituir una posibilidad comercial real. Acabo de crear en la OMC un equipo de trabajo compuesto de un grupo representativo de países, para que nos asesore sobre el mejor modo de poner en práctica este paquete de ayuda. Asimismo estoy consultando a instituciones asociadas, como el Banco Mundial, el FMI, el PNUD y la UNCTAD, acerca de esta cuestión.

La ayuda para el comercio será de especial pertinencia para las actuales negociaciones sobre la facilitación del comercio, que es como se llamó en la Ronda de Doha al proceso en curso para reducir los trámites burocráticos y simplificar los procedimientos aduaneros. Numerosos estudios han demostrado que el costo de estos procedimientos oscila entre el 2 y el 15 por ciento del valor del comercio. Se ha calculado que si redujéramos estos costos a la mitad podríamos ahorrar miles de millones de euros. Yo espero que estas negociaciones seguirán cobrando impulso. El año pasado ya estaban en una situación bastante favorable, puesto que la mayoría de los países reconocían su importancia.

Ahora estamos enfrentados a una difícil situación. La Declaración Ministerial de Hong Kong pide a los países que completen las “modalidades” de las negociaciones sobre productos agrícolas e industriales para el 30 de abril. En los sectores de servicios, la Declaración pide que las ofertas revisadas se presenten el 31 de julio a más tardar. Los plazos de abril y de julio están bastante próximos, en particular el primero de ellos. Como he dicho antes, es evidente que esta es la hora de la verdad.

Sin embargo, para respetar estos plazos es necesario que todos los protagonistas muevan sus piezas. Aunque la agricultura ocupa un lugar primordial, la Ronda es un “todo único”, y deben conseguirse progresos en todos los frentes. Para desbloquear la agricultura, hace falta un movimiento de los Estados Unidos en lo relativo a la ayuda interna, y de la UE en lo relativo al acceso a los mercados. La India, el Brasil y otros grandes países en desarrollo han de dar prueba de una mayor flexibilidad con respecto a los productos industriales. Las negociaciones sobre los servicios deben seguir avanzando. Los servicios contribuyen en grado muy importante a la economía actual, y el procedimiento de solicitudes y ofertas debe acelerarse. A este respecto, permítanme recordarles la importancia que el mundo en desarrollo atribuye al “modo 4” de estas negociaciones, o sea, al movimiento temporal de profesionales para la prestación de servicios. Este es un sector prioritario en muchos países, al que Europa deberá dar una respuesta en las próximas semanas.

Señoras y señores, la breve exposición que acabo de hacer puede resumirse en una frase: no hay tiempo que perder. La posibilidad de llegar a un acuerdo —hacer que las negociaciones que empezaron hace más de cuatro años tengan éxito o fracasen— se decidirá en los 40 días próximos. Estamos solamente a 40 días de distancia de nuestro plazo de abril. Todos sabemos lo que hemos de hacer para que estas negociaciones sigan avanzando.

Les doy las gracias por su atención.