WTO NOTICIAS: DISCURSOS DG PASCAL LAMY
Ginebra, 18 de mayo de 2006
La contribución de las grandes ciudades a la gestión de la mundialización
Jornada dedicada a “la ciudad y la calidad de vida”
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Pascal Lamy
Sr. Alcalde de Ginebra, estimado amigo Manuel Tornare,
Sres. Alcaldes y Sras. Alcadesas de las ciudades que participan en esta
jornada,
Autoridades federales, cantonales y de la ciudad de Ginebra,
Señoras y señores,
Puede parecer extraño invitar al Director General de la Organización
Mundial del Comercio a un coloquio sobre “la ciudad y la calidad de
vida”. No obstante, la OMC, que tiene su sede en Ginebra —y yo mismo—
estamos especialmente interesados en la calidad de vida ginebrina. De
hecho, desde mi llegada a Ginebra, en septiembre del pasado año, trato
de participar, siempre con mucho gusto, en reuniones del ámbito local,
ya que ello nos permite —tanto a mí como a la Organización que dirijo—
mantenernos vinculados a las actividades de nuestra ciudad anfitriona,
sentirnos a la vez participantes y partes de la identidad de esta ciudad
internacional.
Sin embargo, la OMC es considerada, tanto en Ginebra como en el
exterior, una organización planetaria, símbolo de los mercados mundiales
transterritoriales, lo cual parece totalmente ajeno al tema de este
Foro, la ciudad anclada en su territorio. Por tanto, al parecer, habría
una contradicción —o, al menos, una diferencia insuperable— entre una
organización de vocación mundial y una ciudad que expresa, para muchos
de nosotros, la idea de lo “local”. No obstante, he aceptado la amable
invitación del Sr. Alcalde, Manuel Tornare, porque ese contraste sólo
existe en apariencia. Estoy incluso convencido de que la ciudad y la OMC
tienen mucho en común: son dos instrumentos esenciales para la gestión
de la mundialización.
No repetiré lo que entraña esta mundialización, que transforma de manera
tan profunda la dinámica de la economía mundial, así como la vida
cotidiana de las personas. Dado que la mundialización es un fenómeno
económico, social y cultural, y que emergen nuevos retos a escala
planetaria, debemos construir nuevos instrumentos de gobernanza que
puedan responder a esta importante transformación.
A ello me refiero cuando hablo de gestión de la mundialización. No se
trata de una fórmula mágica. La gestión de la mundialización consiste en
utilizar todos los incentivos disponibles, a todas las escalas, tanto
mundiales como locales. Una organización internacional como la OMC
desempeña un papel a nivel mundial, pues establece un marco para la
regulación del comercio. La OMC es un instrumento de gestión de la
mundialización.
Pero, ¿cómo puede ser la ciudad un incentivo para la mundialización?
Para responder a esa pregunta, les propongo volver sobre el origen mismo
del concepto de ciudad. En la época de los faraones, el jeroglífico que
tenía el significado de ciudad consistía en una cruz inscrita dentro de
un círculo, que representaba un cruce de caminos y una muralla; es
decir, un cruce de intercambios y un espacio protegido. Esa visión de la
ciudad sigue siendo pertinente hoy en día en muchos aspectos. En todo el
mundo, las ciudades son menos pobres que el campo. La densidad y la
diversidad que contienen hacen de ellas lugares de creación, producción
e invención. Por definición, las ciudades aglomeran, integran,
redistribuyen. Son los puntos de partida y de llegada de las redes de
intercambio, hacia las zonas rurales cercanas o hacia el mundo entero.
En muchos aspectos, la mundialización es fruto de las ciudades.
Recordemos que las economías mundo del siglo XV fueron producto de las
redes de ciudades comerciantes y marítimas, las de la Liga Hanseática en
el Norte, y Venecia y el Mediterráneo en el Sur. Más adelante, las
ciudades industriales trajeron consigo la mundialización de finales del
siglo XIX. Hoy, “la red de ciudades” comerciantes se ha convertido en la
red de ciudades mundiales, con la notable diferencia de que esta red
abarca ahora todos los continentes. Trece de las mayores aglomeraciones
del planeta se hallan en Asia, África o América Latina.
Contrariamente a lo que afirma un eslogan muy difundido, la
mundialización no anuncia el fin de los territorios. Al contrario,
refuerza la importancia de los lugares por una razón muy sencilla: el
objeto de los intercambios en el marco de la mundialización debe
producirse en algún lugar; las redes de la mundialización deben
iniciarse y terminar en alguna parte. Por tanto, la aparición de la
dimensión mundial en la vida de nuestras sociedades no supone la
anulación de lo local sino, por el contrario, el refuerzo de ese espacio
local que es el lugar donde se produce lo mundial. Las ciudades son, por
excelencia, esos lugares de anclaje de la mundialización, ya que pocos
territorios humanos poseen ese conjunto tan complejo, construido en el
tiempo, de dimensiones múltiples, materiales e ideales, heredadas e
innovadoras. En resumen, nuestros territorios, nuestras sociedades
dependen cada vez más los unos de los otros, y las ciudades son los
lugares donde esa interdependencia se construye, se establece y se
enriquece.
Así pues, es motivo de especial satisfacción la celebración de este Foro
que estimulará la reflexión sobre las nuevas responsabilidades de los
territorios urbanos en la mundialización; y Ginebra, que mantiene un
notable equilibrio entre la inserción en la mundialización y el
desarrollo de su anclaje territorial, es el lugar ideal para desarrollar
ese planteamiento. Hoy, nuestros intercambios serán más enriquecedores,
puesto que no se limitarán a las grandes ciudades europeas, sino que
comprenderán además las ciudades de los países en desarrollo, que
también experimentan importantes transformaciones internas relacionadas
con la mundialización.
El tema de esta primera media jornada, “la calidad de vida como proyecto
económico y social”, nos recuerda que más de la mitad de la población
mundial vive en zonas urbanas. Por tanto, debemos aplicar políticas
encaminadas al desarrollo sostenible de nuestras sociedades urbanas, y
han de participar todos los niveles de gobernanza; el de la ciudad, por
supuesto, es fundamental, pues es el más propicio para establecer una
relación de confianza y un sentimiento de legitimidad entre los
ciudadanos y las autoridades elegidas por ellos. No obstante, los
parámetros de una política urbana no se deciden únicamente a escala
local. El Estado, las organizaciones regionales y las organizaciones
internacionales inscritas en la mundialización desempeñan, ciertamente,
una función más lejana, menos tangible, pero también totalmente
esencial.
Por consiguiente, la búsqueda de las condiciones para un desarrollo
urbano sostenible es una tarea colectiva y estoy seguro de que nuestros
intercambios de hoy y de los próximos días lo demostrarán.
***
Para concluir, quisiera referirme brevemente al ciclo de negociaciones comerciales en la OMC. Nos encontramos en un momento crucial de las negociaciones, en que los Miembros han de asumir su responsabilidad y presentar propuestas sobre el comercio y las subvenciones a los productos agrícolas, así como sobre el comercio de productos industriales. La Unión Europea, los Estados Unidos y los grandes países emergentes tienen una responsabilidad particular en la obtención de resultados positivos en las negociaciones. Todos esperamos que estas negociaciones y los negociadores, que atraviesan un momento particularmente difícil y con frecuencia bastante sombrío, puedan inspirarse en el lema del escudo de armas de esta ciudad: “Post Tenebras, Lux”, ¡después de las tinieblas, la luz!