WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

20 de septiembre de 2006

Reunión con ocasión del 20º aniversario del Grupo de Cairns, Foro de alto nivel sobre la reforma del comercio agrícola, El futuro de la Ronda de Doha: ¿vale la pena luchar?

El adelanto decisivo que representa la Ronda de Doha
Discurso del Sr. Pascal Lamy, Director General de OMC

Señoras y señores:

Me complace dirigirme a ustedes con ocasión del 20º aniversario del Grupo de Cairns, que conmemora la creación de su coalición y nos recuerda la importante función que el Grupo ha desempeñado al situar la agricultura en el centro del sistema multilateral de comercio. Con ello, su coalición ha puesto en marcha un importante proceso de reforma del comercio agrícola a escala mundial.

Hoy me piden que responda a una pregunta muy concreta: ¿vale la pena luchar por la Ronda de Doha?

Para contestar a esa pregunta, les describiré a grandes rasgos los diversos elementos de la Ronda de Doha — el paquete de medidas que se hallaba sobre la mesa al final de julio — y dejaré que saquen ustedes su propia conclusión. Como es natural, prestaré especial atención a la agricultura, aunque sea sólo una parte del programa de Doha, que comprende también los productos industriales, los servicios, las medidas antidumping, las subvenciones a la pesca y la facilitación del comercio, por mencionar sólo algunos temas más.

El “paquete agrícola” — si puedo llamarlo así — que teníamos ante nosotros en julio, reunía casi todos los requisitos que habrían constituido un SALTO CUÁNTICO a partir de los resultados de la Ronda Uruguay.

Un avezado negociador de las cuestiones agrícolas, que ya estuvo presente en las negociaciones de la Ronda Uruguay, me ha expuesto la situación actual de este modo, y cito textualmente:

Si alguien me hubiera dicho en la época de la Ronda Uruguay que, unos años más tarde, se llegaría a un acuerdo para suprimir todas las subvenciones a la exportación, recortar todas las ayudas internas perjudiciales entre el 60 y el 70 por ciento y reducir a la mitad el nivel de los aranceles, yo lo habría firmado inmediatamente. Un acuerdo de ese tipo habría sido inconcebible por entonces .”

Pero, para entender su punto de vista, es importante que recordemos el avance que supuso la Ronda Uruguay.

En primer lugar, consideremos el acceso a los mercados . En la Ronda Uruguay:

  • Los países sólo estaban obligados a aplicar reducciones arancelarias “medias”. ¿Qué significa esto? Significa que los países podían salir del paso aplicando reducciones muy pequeñas a sus aranceles más elevados o sus productos más sensibles, y que la exigüidad de esas reducciones quedaba enmascarada bajo la apariencia de su recorte promedio. Es más, debido a que, en la época de la Ronda Uruguay, muchos países en desarrollo no habían formulado claramente su estructura arancelaria, se permitió a numerosos países establecer simplemente un tipo arancelario “general” para todos sus productos agropecuarios (las denominadas “consolidaciones a tipos máximos”). De ese modo, muchos países no aplicaron reducción alguna.

  • La reducción media exigida fue del 36 por ciento para los países desarrollados y del 24 por ciento para los países en desarrollo.

  • En la Ronda de Doha, ¿cuál es nuestra meta? En esta Ronda, los Miembros han adoptado un nivel de ambición equivalente al triple o incluso al cuádruplo del fijado en la Ronda Uruguay. En consecuencia, han decidido sustituir las “reducciones medias” por un método que permita recortar sustancialmente los aranceles respecto de todos y cada uno de los productos agropecuarios. Además, han acordado que los aranceles más elevados sean objeto de las mayores reducciones. Por ello, al contrario que en la Ronda Uruguay, los países ya no podrán escudarse en sus aranceles más altos.

  • En julio casi se había llegado a un acuerdo en virtud del cual los aranceles agrícolas de los países desarrollados debían reducirse aproximadamente a la MITAD de sus tipos vigentes. Comparen ese recorte con la reducción media del 36 por ciento de la Ronda Uruguay y entenderán por qué hablo de un salto cuántico.

  • Además, los países en desarrollo se presentaron en la Ronda de Doha y dijeron: en esta Ronda, los países en desarrollo pretendemos IGUALAR lo que el mundo desarrollado hizo en materia de agricultura en la Ronda Uruguay. En consecuencia, los países en desarrollo acordaron, en la Ronda de Doha, recortar sus aranceles ¡en el 36 por ciento! Otro salto cuántico.

  • Sin embargo, dado el alcance de las metas fijadas por los Miembros en la Ronda de Doha, es natural que algunos hayan pedido flexibilidades. Tanto los países desarrollados como los países en desarrollo han pedido que se les permita proteger un conjunto de productos sensibles. Esas excepciones de las normas generales determinaron, en parte, el deterioro de las negociaciones en julio. Pero, ¿era inevitable que condujeran a la actual parálisis? Volveré enseguida sobre este aspecto. Ahora deseo decir simplemente que esas flexibilidades deberían haberse examinado teniendo presente el nivel de ambición general mucho más alto de la Ronda y su enfoque mucho más riguroso de la apertura del comercio.

Pasemos a considerar las subvenciones internas causantes de distorsión del comercio. En la Ronda Uruguay, los países desarrollados quedaron obligados a reducir ese tipo de subvenciones realmente perjudiciales sólo en el 20 por ciento, cifra que fue del 13 por ciento para los países en desarrollo.

¿Qué propusieron los países en el marco de la Ronda de Doha en julio? Propusieron reducir ese tipo de subvenciones entre el 60 y el 70 por ciento (e incluso es posible aumentar ese porcentaje), al tiempo que los países en desarrollo que otorgan ese tipo de subvenciones podrían haber aceptado ¡los dos tercios de esa cifra! Eso es más que un salto cuántico: ¡¡¡pasar del 20 por ciento al 60 ó 70 por ciento!!! Por no mencionar que se habrían establecido límites máximos para las subvenciones aplicables a cualquier producto. Tal es el alcance del salto.

¿Y qué decir acerca de las subvenciones a la exportación ? En la Ronda Uruguay, además de aceptar determinadas normas, los países desarrollados acordaron reducir su gasto en subvenciones a la exportación en el 21 por ciento, y los países en desarrollo en el 14 por ciento. ¡En la Ronda de Doha se ha propuesto la eliminación completa de esa categoría de subvenciones! Y no sólo eso, sino que se habrían revisado las formas más disimuladas y encubiertas que pueden utilizar los países para subvencionar sus exportaciones. Estaban preparándose normas sobre ayuda alimentaria, créditos a la exportación, empresas comerciales del Estado y materias similares. Una vez más, un salto cuántico.

Por otra parte, el sector del algodón, de particular importancia para algunos de los países más pobres del mundo, iba a recibir un trato específico y más ambicioso en las negociaciones. Unos 30 países africanos son productores de algodón, y muchos de ellos deben a este producto una parte sustancial de su PIB. La Ronda habría prestado atención específica a todas las políticas con efectos de distorsión del comercio en el sector algodonero, contribuyendo a reequilibrar las normas comerciales a favor de los débiles y los pequeños.

También debemos recordar que la agricultura no es el único sector presente en la Ronda de Doha. En otros sectores, tales como los de productos industriales y servicios, se habrían producido saltos cuánticos similares respecto de la época de la Ronda Uruguay. Además, la actual Ronda abarca temas totalmente nuevos y sumamente importantes, como por ejemplo la facilitación del comercio, las subvenciones a la pesca y las normas ambientales, por mencionar sólo algunos.

Entonces, ¿qué ha fallado? Si la Ronda de Doha representó el salto cuántico que acabo de describir, ¿por qué los Miembros han permitido el estancamiento de las negociaciones? En mi opinión, el estancamiento se ha producido porque demasiados negociadores han centrado su atención en el “cuadro pequeño”, olvidándose del grande. Demasiados negociadores dan por seguro el salto cuántico y dedican su esfuerzo a cuestiones tangenciales.

En julio se planteaban esencialmente dos problemas; uno eran las flexibilidades en materia de acceso a los mercados (ya que algunos deseaban preservar ciertos productos del recorte arancelario general); y el otro, el tamaño de la reducción de las subvenciones internas con efectos de distorsión del comercio (ya que determinados países no deseaban reducir suficientemente sus actuales subvenciones).

¿Eran insolubles esos problemas? En mi opinión, no, ya que no se habían examinado aún sus detalles. La protección de algunos productos ante el recorte general no habría significado que esos productos quedasen absolutamente excluidos de la reducción. De uno u otro modo, habrían sido objeto de algún tipo de reducción, cuyo tamaño deberían haber negociado con especial atención los países. Recordemos que el mandato de Doha exigió “mejoras sustanciales” del acceso a los mercados.

¿Y qué decir de las subvenciones internas? Una vez más, no se trata de un problema sin solución, ya que algunas de las subvenciones en cuestión formaban parte de una concesión en gran medida no utilizada. Recordemos nuevamente que el mandato de Doha confirmó el compromiso de los Miembros con un “programa de reforma fundamental” en el sector agropecuario.

Habida cuenta de las ventajas potenciales de la Ronda de Doha y del salto cuántico que representa, es una lástima que las negociaciones se hayan interrumpido por unas miles de toneladas de carne de bovino o de aves de corral o varios miles de millones de dólares en subvenciones con efectos de distorsión del comercio. Se ha pasado de largo ante el cuadro más grande.

olviendo a la pregunta planteada de si vale la pena luchar por la Ronda de Doha, mi respuesta sería que sí. La pregunta es: “¿qué tipo de lucha?”; y la respuesta probablemente sea: “la lucha interna”. Algunos grupos interesados del sector agrícola no desean renunciar a sus subvenciones o exponerse a una mayor competencia. Es, por tanto, a nivel nacional, en cada país Miembro de la OMC, donde hay que hallar una solución.