CE Ralph Ossa

Observaciones del Economista Jefe

por Ralph Ossa

La reglobalización para un futuro seguro, inclusivo y sostenible

¿Qué función tiene el comercio internacional en la construcción de un mundo más seguro, más inclusivo y más sostenible? Esta es la pregunta que se formula en el Informe sobre el comercio mundial 2023 publicado hoy por la OMC (12 de septiembre).

Esta pregunta radica en el centro del controvertido debate sobre el futuro de la globalización, que puede tener consecuencias de gran alcance para el futuro de la OMC. Si bien se reconoce ampliamente que el comercio internacional reporta importantes beneficios en términos de eficiencia, cada vez más personas sostienen que parte de esos beneficios deberían sacrificarse en favor de objetivos de política más importantes, en particular el mantenimiento de la paz y la seguridad, la reducción de la pobreza y la desigualdad y el logro de una economía sostenible. Esto supone una desviación fundamental respecto del paradigma comercial que ha regido la formulación de políticas comerciales desde que se creó el sistema multilateral de comercio en 1947.

Este nuevo discurso ha cobrado impulso en un contexto caracterizado por diversas crisis y cambios importantes en el equilibrio del poder económico. Las crecientes tensiones geopolíticas han suscitado preocupación por la utilización del comercio internacional como un arma. La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve la importancia de la resiliencia de las cadenas de suministro. El auge de China ha ejercido presión sobre los trabajadores en algunos países industrializados y desacelerado el crecimiento de las exportaciones en determinadas economías emergentes, y la crisis climática ha generado dudas en cuanto a la compatibilidad entre el comercio internacional y la necesidad de descarbonizar la economía.

Al comienzo del informe se muestra que este cambio de discurso es importante. Aunque el comercio sigue prosperando de muchas maneras, las tensiones comerciales van en aumento y comienzan a surgir los primeros signos de fragmentación.

Una de las constataciones quizás más sorprendentes de esta parte del informe es que el comercio se está reorientando progresivamente en función de las posiciones geopolíticas. Esto se ilustra en el gráfico B.9 del informe, que presenta los flujos comerciales dentro de “bloques” geopolíticos hipotéticos y entre ellos, sobre la base de las conductas de votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde que comenzó la guerra en Ucrania, las corrientes comerciales de mercancías entre esos “bloques” han crecido entre un 4% y un 6% más lentamente que dentro de esos bloques, indicio de un cambio hacia la localización por afinidad ideológica.

figure B.9

Sin embargo, los datos no apuntan ni mucho menos a una desglobalización. El comercio bilateral entre China y los Estados Unidos alcanzó un máximo sin precedentes en 2022. El comercio mostró una resiliencia extraordinaria durante la pandemia de COVID-19 y, en menos de un año desde la primera ola de confinamientos, recuperó los niveles que registraba antes de la pandemia. Asimismo, el comercio de servicios prestados por medios digitales se ha mantenido firme, con una tasa media de crecimiento anual del 8,1% entre 2005 y 2022, superior a las registradas en el comercio de mercancías (5,6%) y de otros servicios (4,2%).

En la parte del informe que viene a continuación se aborda la cuestión central y se examinan los datos disponibles sobre la función del comercio en la construcción de un mundo más seguro, más inclusivo y más sostenible. La principal conclusión que se deriva es que para superar los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo debemos abogar por el comercio, y no en contra de este. En particular, en el informe se defiende la ampliación de la integración comercial para abarcar más economías, personas y ámbitos, proceso que denominamos “reglobalización”.

Esta parte del informe comienza con un análisis de la relación entre el comercio y la seguridad, desde un entendimiento amplio que comprende aspectos económicos tales como el acceso a los bienes esenciales y la resiliencia frente a las crisis. Como conclusión clave se deriva que la mejor forma de garantizar la seguridad económica es contar con un sistema multilateral de comercio sólido, pues ofrece las opciones que necesitamos ante situaciones de desabastecimiento. Ejemplo de ello es la respuesta del comercio a la pandemia de COVID-19. En 2020, las cadenas de suministro internacionales resultaron fundamentales para aumentar la producción y la distribución de suministros médicos; en efecto, el comercio de productos médicos aumentó un 16%, el comercio de equipo de protección personal casi un 50%, y el comercio de mascarillas un 80%.

Al mismo tiempo, en el informe se hace hincapié en la necesidad de ampliar la integración económica para abarcar más economías — primer ejemplo de reglobalización —. Como muestra el gráfico B.10 del informe, la proporción de “productos ‘cuello de botella’”, que son productos con pocos proveedores e importantes cuotas de mercado, se ha duplicado con creces, ya que pasó de representar el 9% de las mercancías objeto de comercio en 2000 a representar el 19% en 2021.

figure B.10

A continuación, el informe analiza la relación entre el comercio y la inclusión. Pone de manifiesto que la integración comercial es un poderoso instrumento para mejorar el nivel de vida que ha contribuido a sacar de la pobreza a cientos de millones de personas. Entre 1981 y 2019, las economías de ingresos bajos y medianos aumentaron su participación en las exportaciones mundiales del 19% al 29% y redujeron la proporción de su población que subsistía con menos de 2,15 dólares EE.UU. al día del 55% al 10%.

En esa sección también se reconoce que la competencia de las importaciones contribuyó a la pérdida de empleos en el sector manufacturero en países como los Estados Unidos. Sin embargo, el gráfico D.2 del informe muestra que la apertura del comercio puede ir de la mano de la inclusión económica, dando a entender que las políticas nacionales complementarias son clave. Por ejemplo, algunas de las economías más abiertas, entre ellas Alemania, Letonia y los Países Bajos, son también algunas de las más equitativas.

figure D.2

Cabe destacar a este respecto la necesidad de reglobalización y de una integración económica que llegue a más personas. Por ejemplo, las mujeres africanas se beneficiarían desproporcionadamente de las reducciones de los costos del comercio de servicios prestados por medios digitales, dado que, en África, tres de cada cuatro empresas que solo comercian electrónicamente pertenecen a mujeres.

Por último, el informe examina la relación entre el comercio y la sostenibilidad. Al tiempo que reconoce la compleja relación que guardan, el informe también deja claro que existe un margen sustancial para que el comercio forme parte de la solución al cambio climático. Por ejemplo, el comercio proporciona acceso a tecnologías esenciales para la transición ecológica. La importación de turbinas eólicas de alta calidad es un ejemplo de ello, ya que permiten a los países ventosos ampliar su generación de energía renovable, aunque no tengan los conocimientos técnicos necesarios para producir esas turbinas en el país.

Esto ilustra bien la necesidad de ampliar la integración comercial a más ámbitos y constituye un tercer ejemplo de reglobalización. El comercio tiene un fuerte efecto multiplicador para las políticas climáticas. Según las simulaciones, más de un tercio de las reducciones de emisiones logradas mediante un impuesto mundial al carbono obedecerían a beneficios ambientales vinculados al comercio. Al igual que se obtienen beneficios económicos del comercio de países que se especializan en función de su ventaja comparativa, también se obtienen beneficios medioambientales del comercio de países que sacan partido de sus ventajas ecológicas. Sin embargo, para ello se necesitan un comercio abierto y una acción climática coordinada, y por ende una mayor integración comercial.

En el informe también se examina la función de la OMC en la promoción de la reglobalización. En ese sentido, se indica que, en los últimos años, los Miembros de la OMC ya han avanzado hacia el logro de ese objetivo. Ejemplo de ello son los acuerdos multilaterales, como el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio y el Acuerdo sobre Subvenciones a la Pesca, así como las iniciativas plurilaterales sobre la reglamentación nacional en el ámbito de los servicios y la facilitación de las inversiones para el desarrollo. Según las estimaciones de la OMC, el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio ha contribuido a aumentar el valor del comercio en 231.000 millones de dólares EE.UU. Las ganancias comerciales han beneficiado especialmente a los países menos adelantados, cuyas exportaciones han aumentado un 2,4%, con un incremento del 17% en el sector agrícola.

Sin embargo, aún queda trabajo por hacer para lograr un futuro seguro, inclusivo y sostenible. El índice de costos del comercio de la OMC muestra que los costos del comercio en los países de ingresos medianos y bajos son un 27% más elevados que en los países de ingresos altos. Los costos comerciales en el sector de los servicios son un 34% más altos que en el sector manufacturero, y los costos comerciales en el sector agrícola son un 46% más altos que en el sector manufacturero. Así pues, reducir los costos del comercio para los países en desarrollo en los ámbitos de la agricultura y los servicios, incluidos los prestados digitalmente, es una prioridad natural de cara al futuro.